Opiniones en la crisis.

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knightCry
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Por abrir otro tema con más articulos del TEMA de estos años.

 

¿Qué os parece?

http://elpais.com/elpais/2012/04/25/opinion/1335361439_275076.html

 

No dice ni cosas raras ni cosas que no sepamos o hayamos oido, pero está encauzado en un artículo el cual no comulga con una posible vía de salida por alguno de los partidos. Vamos, que en general todo lo que hablamos o se habla nunca va a plasmarse, pero por hablar...

HOLA HOLA MIS DRUGOS

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Corwin
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Si se desregularizase así la economía (y no se montase alguna historia como la última de los bonos basura)los políticos podrían medrar menos en favor de sus amiwitos y, a lo peor, no jubilarse en puestos del consejo de las grandes empresas... La idea no está mal pero aquí con los capos que tenemos apunta hacia imposible.

The early bird might get the worm, but the second mouse gets the cheese.

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Patapalo
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Muy interesante el artículo, sí, señor.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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natxo (no verificado)

 

Mi receta para que España salga de la crisis es muy sencilla: debemos adoptar políticas de liberalización de nuestra economía más a la derecha que las medidas del gobierno Rajoy y políticas de bienestar social más a la izquierda que las propuestas de Rubalcaba. Puedes pensar que soy políticamente incoherente (o políticamente bisexual), pues la liberalización económica va de la mano del desmantelamiento del estado de bienestar y la regularización de los mercados va de la mano de un gobierno más protector. Así nos lo han dicho siempre. Palabra de todos los políticos.

Y así es cómo, de hecho, se está desarrollando el debate político durante esta crisis económica. Por el flanco derecho, las propuestas Merkozy: austeridad en el gasto (menos estado de bienestar) y reformas estructurales (más liberalización de los factores de producción). Por el flanco izquierdo, oposición a la austeridad (intentando mantener el estado de bienestar) y a las reformas liberalizadoras (sobre todo, la reforma laboral).

Pues bien, creo que esta dicotomía es falsa. No es que piense que la política no importa y que no podemos utilizar categorías que nos permitan agregar políticas públicas que tienden a ir juntas. O que los problemas ciudadanos tienen soluciones simplemente tecnocráticas. Todo lo contrario. Precisamente porque las políticas importan mucho, debemos ser más cautelosos a la hora de clasificarlas. Y la disyuntiva izquierda-derecha, aunque sigue sirviendo para la lucha entre políticos, ha envejecido para afrontar los retos de una economía globalizada.

Me parece un gran artículo. Espero que no gane adeptos, pero es bueno, hay que reconocerlo.

Está vendiendo la moto, mezclando datos que pueden ser razonables con galimatías. Intenta vender la tentación del término medio. De momento, coincido en que pueden verse como dos conjuntos separados de la economía (mercado laboral frente sectores públicos). Es un buen comienzo para ganarse a los que se han tragado eso de que los términos izquierda o derecha están desfasados.
 

Una visión más moderna debería distinguir dos dimensiones de política económica. Las llamo dimensiones, porque agrupan a políticas que sí suelen ir de la mano. La primera es la dimensión regularización-liberalización de la economía. Es decir, ¿debería el estado regular más los mercados laborales, de bienes, servicios y de capitales; o debería dar libertad a los individuos para que ellos fijaran libremente los precios de dichos productos? Un vistazo a los países de nuestro entorno OCDE nos muestra (los datos exactos pueden consultarse en un excepcional artículo de Jonathan Hopkin y Mark Blyth en Review of International Political Economy, 2011) que los países tendemos a adoptar políticas coherentes en esa dimensión. En aquellos lugares donde los mercados laborales están más rígidamente regulados (como España, Italia, Grecia, México, Turquía) es también donde los empresarios sufren más trabas burocráticas para abrir un negocio, y donde los precios de muchos bienes y servicios no dependen tanto de la libre competencia como de los intereses corporativos de unos determinados gremios profesionales. En otras palabras, se trata de economías con muchos componentes estatistas. Ello no quiere decir que nuestros estados protejan más el interés general de los excesos de un mercado desregulado, sino más bien que nuestros estados protegen más a los grupos de interés que tienen las conexiones políticas adecuadas – o sea, a nuestros “insiders” a expensas de nuestros “outsiders”.

Cajón de sastre. Por un lado plantea liberalizar el mercado de trabajo, una medida bárbara, salvaje donde las haya. Pero cuando un viejo progre con las defensas algo bajas por años de acomodo económico que lee El País podría decir, eh, un momento, que el mercado laboral español no es sobreprotector, va y ataca por la izquierda: "eh, no es que proteja al trabajador, es que protege a «grupos de interés que tienen las conexiones políticas adecuadas», que es distinto". Joder, habrá que ver quiénes son esos grupos de interés

Por un lado, los trabajadores “insiders” – los trabajadores del sector privado con contratos indefinidos y los funcionarios públicos – disfrutan de unas condiciones de trabajo mucho mejores que las de los “outsiders”. No es la mano invisible del mercado la que determina los salarios, sino la mano visible de los representantes sociales con mayor capacidad de presión política. Así, como apuntaba Germà Bel en La Vanguardia, (14-02-2012), los conductores de Transports Metropolitans de Barcelona tienen unos salarios muy superiores que los de aquellos que ejercen la misma profesión en el sector privado. A todas luces, una injusticia social.

 

Aaaamigo! Resulta que los grupos de interés son los contratos indefinidos y sindicatos. El mercado debe determinar los salarios, palabrita del niño Dios, pero el problema es que los sectores laborales donde los sindicatos han conseguido mayores conquistas, están recortando la libertad de cada empresario de explotar más o menos a sus trabajadores. Es decir, de aumentar la productividad, ser más chinescos. Falta decir que en aquellos sectores donde los sindicatos no han logrado meterse (por las propias condiciones de extrema precariedad) trabajar es esclavitud. Pero ojo, falta la ración de arena:
 

Por otro lado, también hay muchos “insiders” en el empresariado español, un hecho sobre el que se habla menos, supongo que porque los economistas reformistas encuentran más sencillo atacar a los sindicatos que a nuestros “campeones nacionales”. En ese sentido, la serie de artículos de César Molinas para El País ha supuesto una excepción refrescante. Como anota Molinas, el español ha sido, históricamente un “capitalismo castizo”, basado no en el ingenio emprendedor (tenemos muy pocos emprendedores innovadores en España), sino en la proximidad al poder (nuestras grandes empresas no son el resultado de unos chavales soñando en un garaje con cambiar el mundo, sino de regulaciones favorables en el BOE gracias a tener los contactos políticos adecuados). Esto debe preocuparnos, porque las ayudas políticas a nuestros capitalistas ”insiders” son a costa de nuestros empresarios “outsiders” – esos que quieren crecer satisfaciendo exclusivamente las necesidades de los consumidores. Y es que nuestros emprendedores “outsiders” sufren todo tipo de trabas burocráticas. Como subrayaba The Economist, el hecho de que España ocupe el lugar 133 del mundo (por detrás de Kenia) en el ranking de cuán fácil es abrir un negocio puede tener algo que ver con nuestras dificultades – y la de otros países de la Europa del sur – para salir de la crisis.

La arena es que tras criticar a los trabajadores "privilegiados", va ahora contra los malos malos. Epa, cita los artículos de un tal César Molinas, que recomiendo a todos. Una serie de metarrelatos económicos con unas pocas dosis de realidad y mucha literatura en que caricaturiza la realidad y la convierte en digerible para el caballo de batalla. Carnaza, vamos. Convierte la historia del capitalismo español reciente en una historia de tiempo largo, en que la situación de la capital del Estado en Madrid allá por la edad moderna convirtió a los capitalistas españoles en unos cazurros unidos al Estado, como las típicas imágenes del rentista español del oro de Indias, que en lugar de inventar, compraba lo que hacían en Europa, lejos de los capitalistas «buenos», que fundan Sylicon Valleys y demás.

Un ejemplo de análisis chusquero donde los haya, pero bueno, ahí está la conclusión apoyada en argumentos sentimentales patrios, que todos conocemos, acerca del carácter «castizo». El caso es que hoy es difícil abrir un negocio, porque se favorece a las grandes empresas. Es un punto que flota en el ambiente, se ve todos los días, y que puede tener razón. Pero habría que bucear en la historia reciente de España (por ejemplo, la Transición, los distintos Gobiernos españoles o el empresariado tardofranquista, las 20 familias que dominan el Ibex35), y no en Felipe II.
 

La consecuencia de nuestro estatismo en esta primera dimensión – es decir, de que nuestros trabajadores y empresarios en posiciones de poder evitan que el mercado funcione de forma libre gracias a la connivencia de nuestros políticos – es que la economía española es menos eficiente de lo que podría ser. Hopkin y Blyth ofrecen datos (y referencias a numerosos estudios) en los que podemos ver cómo los países del sur de Europa hemos perdido capacidad competitiva frente a la Europa del norte y al mundo anglosajón porque estos últimos han adoptado políticas más liberales en esta primera dimensión. Es decir, tienen más mercado y menos estado.

Cuando mezclamos intereses de "oscuros" grupos empresariales con los intereses de los trabajadores estamos lanzando una bomba populista. Por un lado, las oligarquías dependientes del BOE limitan al buen capitalista. Por el otro, sindicalistas y funcionarios hacen que el mercado de trabajo no funcione. Sin dar idea de qué medidas habría que desarrollar para lo uno y lo otro, ni cómo podrían dar resultado, está juntando dos aspectos totalmente diferentes, repartiendo "culpas" por igual a actores sociales muy distintos, y en distinta posición de poder. Porque se nutre de la imagen del capitalista de garaje, que cualquier estudio sociológico serio dice que es tan minoritario que es ideológico y no real, pero que la propaganda ha extendido bien.

¿Por qué no cita a qué países se refieren esos estudios? Supongo que son países que siguen combinando precariedad con protecciones laborales superiores a las de España. ¿Por qué me da la impresión de que en su esquema no cuadra Francia?
 

Sin embargo, existe una segunda dimensión de políticas igualmente importante: la que pivota sobre el papel del Estado en la provisión de bienestar social. O sea, ¿deberíamos dejar la sanidad, educación, pensiones, asistencia social y otras políticas de bienestar en manos del estado (lo que implica altos impuestos y alto gasto social) o, por el contrario, en manos de un mercado en el que los individuos pagaran en función de su poder adquisitivo? Me gustaría subrayar que esta dimensión sobre el tamaño del estado de bienestar es independiente de la primera dimensión. Así, si bien es cierto que hay países – como los anglosajones – donde tanto la regulación del estado como el gasto social son escasos, también es cierto que hay muchos otros – como los países nórdicos y, en menor medida, Alemania, Benelux y Francia – donde una escasa regulación de los mercados económicos (primer dimensión) viene acompañada de una alta participación del estado en la provisión de bienestar (segunda dimensión).

 

Los resultados de esa combinación entre muy poco estado a la hora de regular la economía (es decir, a la hora de elaborar el pastel), pero mucho estado del bienestar (es decir, a la hora de repartir el pastel) es doblemente positivo. Los países que más de cerca han seguido esta política ”incoherente” (o bisexual) son los que, durante las últimas décadas han sido más eficientes económicamente – su productividad ha crecido más – y presentan, a la vez, sociedades más igualitarias. En el fondo, tiene sentido: si no hay grupos disfrutando de privilegios especiales, es natural pensar que tanto trabajadores como empresarios asignarán sus energías y sus recursos de la forma más eficiente posible. Y si existe un estado de bienestar poderoso, los ciudadanos gozan de unas igualdades de oportunidades mayores que en aquellos países donde el acceso a la sanidad y a la educación depende del dinero de cada uno.

Es loable que así se pretenda salvar el Estado del bienestar en cuanto a los servicios, frente a los que quieren venderlo todo. A mí me parece el último escalón antes de pasar a competir en relativa igualdad de condiciones laborales con China, India o las maquilas XD

Como por arriba no es posible atajar el problema de la financiación del Estado (Y ESE ES EL VERDADERO PROBLEMA, LA CAÍDA DE LA RECAUDACIÓN POR LA CONTRACCIÓN FINANCIERA Y EL LADRILLO, NO EL GASTO PÚBLICO), ni nos lo planteamos. En lugar de procurar un mayor reparto de la riqueza a nivel salarial, para reactivar el consumo, o en lugar de procurar una mayor recaudación de impuestos entre las rentas del capital o las rentas más elevadas, imponiendo unos impuestos realmente progresivos, distraemos la atención: como esto es insostenible, facilitemos una mayor explotación relativa y absoluta por abajo, para que el buen empresario genere más recaudación y poder rebañar algo más para que esto no naufrague.

En mi opinión, ha lanzado un torpedo a la línea de flotación del sindicalismo o a las condiciones laborales del funcionariado. Los trabajadores deberíamos de tender a una mayor seguridad, a mejores condiciones de vida, a disfrutar de más tiempo libre, más salario, en tanto en cuanto la productividad ha aumentado, y con ella los beneficios, pero no de un modo correlativo a salarios o derechos laborales. No, eso ni se discute, "si no hay grupos disfrutando de privilegios especiales, es natural pensar que tanto trabajadores como empresarios asignarán sus energías y sus recursos de la forma más eficiente posible". ¿Mande? ¿Por qué me va a benficiar que mi médico cobre menos al mes, tenga menos vacaciones y funcione por objetivos, no por sus horarios? ¿Cobrando yo cuatrocientos euros al mes? ¡Bien por mi médico! ¡El problema es que yo cobre 400, 800, o 900 con unas condiciones de mierda, no que él tenga plaza de por vida!
 

Alcanzar esa combinación heterodoxa de políticas en España no requiere necesariamente programas políticos centristas o moderados. Implica adoptar políticas valientes que están, en la dimensión de regulación, a la derecha de unas reformas del gobierno Rajoy que siguen protegiendo a “insiders”. Por ejemplo, la reforma laboral es una regulación laberíntica que libera relativamente poco. Y, a la vez, a la izquierda de las propuestas de Rubalcaba en relación al estado de bienestar. En lugar de evitar recortes, la prioridad socialdemócrata debería ser extender el estado de bienestar a áreas que, en sociedades similares a la nuestra, generan cohesión social y sentido de justicia, como una financiación suficiente de la ley dependencia o una educación gratuita de 0 a 6 años. Si, al mismo tiempo, se apostara por un menor estatismo a la hora de regular los mercados, la sociedad española podría generar los recursos para financiar esta expansión del bienestar. Palabra de bisexual político.

Oh-lá-lá. La reforma laboral le parece poco liberalizadora, dónde vamos a parar. Una cosa es favorecer la apertura de nuevos negocios reduciendo trámites, e incluso rebajando la recaudación de impuestos a las PYMES. Otra es convertir la contratación de personas en adquisición de mercancías a libre disposición, hijo de putilla.

Pero cuidado, que todo es por un buen fin: extender la ley de dependencia, o los servicios públicos. Como si eso no pudiera ser posible con una política fiscal progresiva y un buen proyecto keynesiano.

 

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