Descarga gratuita

Me encuentro exactamente ahí, en estos momentos. Hace un par de semanas la profe de mi hija mayor le dijo algo parecido: que si tenía algún relato apto para su curso, que lo llevara para leerlo en clase. Me puse a revisar y la mayoría no encajaban, o por el tema o por la forma narrativa, demasiado compleja para esa edad. Pero mi hija pequeña se empeñó en leerse uno: "El círculo de los viernes", pese a que bastantes palabras le resultaban desconocidas. Pero ella es muy "práctica" y no se deja agobiar por el detalle, lee el conjunto y va deduciendo lo que no sabe por el contexto. Se lo fue leyendo por las noches y... decía que daba miedo de verdad ( no llega a ocho años ) y se quedó pasmada de que "su madre" escribiera así, de que me hubiera podido inventar esa historia.

Bufff... creo que ninguna crítica, por positiva que haya sido, me ha dado nunca ese subidón.

Otra cosa es que uno tenga, a mí me parece genial, metas más "mundanas". Que al final del camino te imagines el Olimpo de los escritores: vender a saco y que lo que haces le guste a muchos lectores. Eso tiene que estar ahí para motivarte, no para hundirte. Conviene analizar recursos, planes, posibilidades... Y también compartir impresiones con otros y desahogarse cuando se está de bajón. Porque a menudo ves que otros están en parecida situación y te ayuda lo que hacen al respecto, cómo lo enfocan.

Creo, como dice Patapalo, que no hay un único camino. Y también que, por mucho que lloremos, aquí pasa lo mismo que en cualquier otra disciplina. Nadie lo tiene fácil.