He leído por aquí que hay gente que se salta cosas de los libros que lee, párrafos tediosos, canciones o poemas insertos; no me parece mal, en absoluto, pero yo soy incapaz de saltarme nada, soy de los que se leen hasta las notas a pie de página, aunque si el libro no me gusta, no insisto y lo dejo (a veces incluso aunque me esté gustando mucho lo dejo, si hay otro que me apetezca más). Pero sé de otros que, una vez que han cogido un libro, ya no lo dejan hasta que lo terminan, aunque les resulte un auténtico suplicio y tengan una pila como una chimenea de libros por leer. Luego están los que empiezan un libro sin acordarse de que estaban leyendo otro que han olvidado (estos libros realmente enferman de olvido; conozco al menos un caso), los que descartan de entrada una novela si no tiene un buen número de diálogos, en fin. Así que qué clase de lector eres, ¿de los exhaustivos que no perdonan ni prólogos ni epílogos, ni aun los textos de la solapa y la contraportada, o de los otros, de hábitos, digamos, más relajados?
¿Qué clase de lector eres?
Yo arranco todos los libros con la seria intención de leer hasta la última coma, no vaya a perderme alguna genialidad en alguna sutileza, pero cuando llego a esos párrafos enormes que me describen el maravilloso y verde páramo en el que jóvenes jilgueros pían a la libertad que les transmite el sol mientras esplendorosas plantas realizan la fotosíntesis, y empiezan a explicarme los tipos de jilgueros, los tipos de libertades, los tipos de sol, los tipos de plantas y los tipos de fotosíntesis; pues eso me lo salto sí o sí. No puedo con esos macro párrafos descriptivos.
Por otro lado, son casos muy raros los libros que dejo sin acabar, aunque sean una castaña. Es una especie de orgullo propio. Para poder decir algo así como "Miedo a volar es una porquería" "¿Pero te lo has leído?" "¡SÍ! y es una PORQUERÍA"
Antes me lo leía absolutamente salvo en alguna ocasión algún prólogo plomizo. Hoy día en libros de fatasía épica tipo el señor de los anillos suelo saltarme canciones en élfico, poemas y demás "mandangas similares".
También soy de terminarme el libro por plomizo o aburrido que este me esté resultando (algunos como "El ocho" o "El perfume" se me hicieron particularmente largos pero pude con ellos), pero como curiosidad existen 3 libros que no he podido terminar. El primero fue "Carolus Rex" lo llevaría por la mitad o así, lo lancé "a tomar por saco" y creo que aterrizó detrás de un armario (hará unos 20 años o más) y allí seguirá. El segundo fue "Los versículos satánicos" de Salman Rushdie. Algunas de sus historias me interesaban, pero otras se me hacían aburridas y en conjunto no llegué a conectar con el libro, así que lo dejé para más adelante. Por último y el más curioso es "Laura en la ciutat del sants" que he empezado 2 o 3 veces y siempre termino dejando abandonado por algún lado. Lo mismo cuando vuelva a encontrarlo lo termino de leer de una vez, aunque la verdad es que tampoco tengo demasiada curiosidad al respecto.
Lo recuerdo como un libro muy homogéneo, así que tampoco te pierdes más de lo que viste, creo. A mí me gustó, pero tampoco me dejó demasiado poso.
Lo recuerdo como muy bien escrito pero la historia se me hizo muy tediosa, aunque de vez en cuando aparecía alguna anécdota curiosa (como la del caballero que le tocó salir "por patas" despues de salvar a la reina por haberle visto "el potorro" y como el rey se lamentaba por no disponer de los medios para borrarle la memoria 
)
Normalmente soy de los que no se saltan ni una coma y me gusta acabar los libros que empiezo, incluidos los que no me están gustando (un mal hábito diría, porque a veces lo único que consigues es que crezca en ti un odio mortal hacia el autor y sentir escalofríos cuando te recomiendan un nuevo libro suyo); pero hay algunos particularmente insufribles que los tuve que dejar porque me ardía la cabeza. Me pasó, por ejemplo, con La carta esférica, que la aguanté unas pocas páginas. Uno de los pocos que he leído saltándome pasajes es Veinte mil leguas de viaje submarino, que tuve que dejar en un primer intento y que he terminado de leerlo este verano por cabezonería y por ver si Verne me contaba algo más de Nemo, único personaje que considero que debería salvarse de una muerte lenta y dolorosa en las profundidades submarinas. Supongo que por aquí habrá más defensores que detractores, pero de no haberme saltado otra descripción más sobre peces lo habría arrojado por la ventana en el acto.
Supongo que por aquí habrá más defensores que detractores, pero de no haberme saltado otra descripción más sobre peces lo habría arrojado por la ventana en el acto.
Es que cuando Verne se pone enciclopédico... Es parte de su encanto, creo yo, pero tampoco es para todos los lectores. Con En el país de las pieles flipé en ambos sentidos.
Pues yo soy selectiva. No leo prólogos ni dedicatorias ni nada parecido. Me molesta. Eso si, suelo terminarme prácticamente todo libro que empiezo, por malo que sea. Sobre todo si me parece insufrible. Entonces lo tomo como un ejercicio de aprendizaje, y como bien han dicho antes, para poder criticarlo con fundamentos.
Pero como ha dicho el capi, hace tiempo que paso de reseñar o de leer todo lo que me proponen; leo lo que me apetece, lo que me pagan por leer, y lo que me intriga, bien porque tengo curiosidad por el autor, o por la novela en sí.
Eso sí, soy persona de relecturas. Una novela de la que guardo buen recuerdo la leo varias veces, al cabo de los años.
Yo era de estos y creo que es incluso patológico. Llegué a terminarme cosas que no entendía -como El Anticristo con catorce años-, libros de un malo sonrojante -que, bueno, al menos me han valido para extraer balizas como escritor-, noveles que no me interesaban lo más mínimo...
Luego me di cuenta de que era absurdo, que estaba invirtiendo tiempo en obras que no me aportaban lo que yo buscaba mientras tenía otras esperando a las que igual no podría dedicar tiempo en el futuro.
Ahora soy un lector algo estresado, cuya pila de libros por leer no había dejado de crecer. Este último año he empezado a desengancharme. Ya no acepto reseñar todo lo que me proponen, ya no compro todos los libros que me atraen, ya no me termino todos los libros que empiezo... Me estoy volviendo hacia mi biblioteca y hacia esos libros náufragos que pillé en su día y que, en muchas ocasiones, ya están descatalogados. Ya veremos cómo acaba todo esto.
Pensaba escribir mi "perfil" como lector, pero ¿para qué hacerlo si ya lo ha hecho otro antes y precisamente a la perfección de lo que también a ti te ocurre?
;)
Supongo que son los años, que te hacen ser más pragmático, menos quisquilloso y maniático (aunque no todos, según veo y creo).
Soy el llamado lector masoca. Que se lee todos los libros de cabo a rabo, sean buenos o malos.
He perdido algunas vidas con muchos de ellos.
Me apunto a la línea del amigo ftemplar... Podría contar con los dedos de la mano los que he dejado a medias, y me he acabado cada ladrillaco muy insano 
Yo soy lectora polígama. Suelo tener a la vez varios libros empezados, y sigo uno u otro en función de lo que me apetezca en el momento o de la capacidad de enganche de cada historia. Además no tengo problemas con ser infiel, si aparece algo que me interese por algún motivo, puedo aparcar una lectura y ponerme con la otra. E incluso abandonar definitivamente algo demasiado tostón.
Eso sí, hay libros que me conquistaron desde la primera vez y a esos les guardo amor eterno. Me pasa como a Ángeles, los he releído varias veces.
Ese tema daría para otro post y seguro que cada uno ha desarrollado un método particular. En mi caso, hace ya años que en mi mesa se acumulan tres o cuatro libros mínimo pero casi nunca dos novelas a la vez. Suelo combinar novelas con poseía, relatos, teatro y habitualmente también con libros de filosofía, historia, biografías... de modo que dependiendo del tiempo o el ánimo que tengo me pongo con uno o con otro.
Yo era de estos y creo que es incluso patológico. Llegué a terminarme cosas que no entendía -como El Anticristo con catorce años-, libros de un malo sonrojante -que, bueno, al menos me han valido para extraer balizas como escritor-, noveles que no me interesaban lo más mínimo...
Luego me di cuenta de que era absurdo, que estaba invirtiendo tiempo en obras que no me aportaban lo que yo buscaba mientras tenía otras esperando a las que igual no podría dedicar tiempo en el futuro.
Ahora soy un lector algo estresado, cuya pila de libros por leer no había dejado de crecer. Este último año he empezado a desengancharme. Ya no acepto reseñar todo lo que me proponen, ya no compro todos los libros que me atraen, ya no me termino todos los libros que empiezo... Me estoy volviendo hacia mi biblioteca y hacia esos libros náufragos que pillé en su día y que, en muchas ocasiones, ya están descatalogados. Ya veremos cómo acaba todo esto.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.