Ayer, ya muy tarde, llegué por FB a la siguiente entrada de la página web de Teo Palacios:
http://teopalacios.com/carta-abierta-a-ti-que-robas-mi-trabajo/
Después de leerme la entrada y la larguísima ristra de comentarios (aunque fuera un poco en diagonal, que tampoco tenía tiempo para tantos mensajes), se me vinieron al magín una serie de temas que me parece podríamos debatir aquí, de forma egoísta lo confieso, porque más que nada es un deseo de profundizar en cuestiones e ideas que no conozco muy bien pero que me llamaron la atención o se me ocurrieron por el camino:
1. Partiendo de la base de que, en esencia, estoy con Teo, me quedó la impresión de que, para poder hablar con más autoridad y que sus problemas de remuneración como escritor tuvieran más peso, quizá debería haber incluido otra serie de puntos que señalaran a la editorial, más allá de, como por ejemplo hace en algunas respuestas, mencionar que no estuvo de acuerdo con el precio de la versión digital de sus obras y de que lo comunicó a sus editores. Los puntos, así muy grosso modo, señalarían a no haber previsto y a través de ello puesto soluciones al problema que Internet y la piratería terminaría por causarles, sobre todo teniendo en cuenta que ya tenían referencias del mundo de la música primero, y del mundo de la producción audiovisual después. ¿Os hubiera parecido necesario? ¿Hasta qué punto puede un autor señalar a su editorial sin temor a “represalias”? ¿Sería algo así como morder la mano que le da de comer? ¿Lo que le da de comer son sólo migajas o es lo justo?
2. Profundizando en este tema, ¿no habría que abogar por un modelo editorial distinto, tanto en forma, como en fines, como en retribución al autor por su obra? Por ejemplo, cambiar de un modelo basado en la impresión, distribución y venta de libros, a otro de pura difusión de obras literarias. Inventando cifras y datos, si un autor cobra un 10% de un libro que vale 15 euros, es decir, 1.5 euros por ejemplar vendido, siendo el resto para esa estructura de impresión, distribución y venta; ¿sería posible/deseable/viable/sostenible pasar a un modelo de venta digital a 3 euros el ejemplar con un 50% para el autor (los mismos 1,5 euros de ganancia) e impresión por demanda (sumando a esos tres euros sólo el coste de impresión y envío o distribución, que no sé si quedaría por debajo de esos 15 euros de origen) y el otro 50% para sufragar el sistema (restando costes de impresión, distribución y venta y, quizá, sumando algo a publicitación/información al posible lector por parte de la editorial, amén de lo que ya haga en este sentido el propio autor).
3. Si esto se hiciera (en algunos comentarios se afirma que, se haga esto o no, es hacia donde vamos) ¿se tiende a un modelo de profesionalización por méritos (mismas oportunidades de publicación, o al menos más equilibradas, con lo cual el que crea mejores obras y/o consigue mejor acogida vende más, gana más, y de ahí a la profesionalización), frente a un modelo de profesionalización por consecución de contratos (en parte hay méritos, pero es el propio modelo editorial el que se encarga de vender libros, porque es el objetivo de su trabajo, y el conseguir un contrato, ya sea por esos méritos o lo que sea, es lo que hace que el autor gane dinero, a través de esa venta que hace la editorial, y pueda profesionalizarse).
Sobre los tres puntos:
1. Creo que la dependencia de los autores de las grandes editoriales es lo suficientemente grande como para que no les compense meterse en fregados por un artículo de opinión.
2. El problema del sistema POD es la inversión inicial. Partes de la idea -natural, visto el percal- de que si el autor cobra algo, tanto como ejemplares venda, se puede dar con un canto en los dientes. Es lo que pensamos mucho. Pero hay que tener en cuenta que hay otros costes derivados incluso en digital: corrección de textos, maquetación, eventual publicidad, portadista, selección de obras, traducciones... Es decir, que igual a quien publica (quien aporte alguno de estos roles) no le sale a cuenta hacerlo por 10 ejemplares vendidos. Esto haría que la tendencia a apostar por obras mayoritarias se acentúe.
3. Para que las obras descollen por sus propios medios tendríamos que revisar más los modelos de promoción y comunicación que los de edicion propiamente dichos, creo yo.
Para mí, todo este problema que nos encontramos ahora se debe, simple y llanamente, a que estamos enfocando un problema del siglo XXI desde una perspectiva decimonónica.
En la era industrial adquirió sentido que los escritores vivieran en función de las unidades vendidas de sus obras, algo que nos parece intrínsecamente lógico pero que no tiene por qué serlo (antes vivían de los mecenas) y no tiene, ni siquiera, por qué ser bueno (no son, necesariamente, los mejores libros o los que más aportan lo que mejor se venden).
A día de hoy, aunque nuestra mayor preocupación pueda ser capear el temporal, que somos humanos, después de todo, creo que deberíamos empezar a plantearnos un cambio de paradigma total. Eso sí, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.