Habitaré en mi estirpe

14 posts / 0 nuevo(s)
Ir al último post
Imagen de Lord_Ruthven
Lord_Ruthven
Desconectado
Poblador desde: 28/06/2013
Puntos: 929

Julia llega a casa y se sienta en su sofá. Está cansada, aturdida. Sobre una mesa baja ha dejado un transportin cerrado; en su interior unos ojos brillantes, dorados, refulgen en una oscuridad total. La muerte de su anciana tía Manuela le ha pillado por sorpresa. De hecho, ni se acordaba de la existencia de su tía. Al revés parece ser que sí; su tía le ha nombrado única heredera. En realidad la herencia es más bien un enojo que una alegría. Únicamente le ha legado un caserón medio en ruinas, en el que la mujer pasó a duras penas sus últimos años, y un gato, que espera en el interior de la jaula y del que ahora tiene que hacerse cargo. Aun así la herencia ha servido para despertar la conciencia y los remordimientos de Julia. Su vieja tía Manuela, esa que de pequeña la invitaba a galletas y que tenía la extraña manía de mirarle la boca y decir que algún día llegaría lejos, que una rueda de una tal Catalina estaba dibujada en su paladar. ¡Chanzas de solterona de pueblo! Pero aun así era una buena mujer, una de esas sencillas mujeres de pueblo, cariñosa, pero con una brillante y severa mirada capaz de detener cualquier travesura. Una mujer callada, trabajadora, que con sus fuertes manos, que siempre exhalaban un aroma a romero, beleño o torvisco, se envolvía en una toquilla negra entre fogones y calderos más viejos aún que la buena mujer.

Esa anciana, solitaria y pobre, se había acordado de ella, de ella que llevaba años sin llamarla escribirla, o sin sencillamente preguntarse si seguiría viva. Julia suspira y vuelve a mirar al transportín. No quiere mascotas; llenan todo de pelo, huelen, arañan los muebles y hay que cuidarlos, alimentarlos, lavarlos y un largo etcétera. Pero ha sido la última voluntad de su anciana tía y tampoco quiere dejar al animal abandonado en un refugio, enjaulado, anhelando un hogar que quizá nunca llegue. Finalmente se decide y abre la puerta. El gato salta ágil, elegante, estirando su cuerpo negro azabache para aterrizar en el suelo. Al instante se sienta, tranquilo, inmóvil, contemplando a Julia con una mirada penetrante, una mirada que la asusta, una mirada que parece leer en su interior. Incorporándose, el animal camina elegante, midiendo sus pasos y poniendo un pie delante de otro como una modelo en una pasarela, como una pequeña pantera en medio de la selva. El animal se acerca a Julia, y restregando su cabecita por las piernas de la misma, emite un leve maullido de cariño

***

Es de noche, Julia se encuentra en su casa, tumbada en el sofá, meditativa, triste. No es la muerte de su tía lo que le aflige, no. De eso ya hace más de cuatro meses. Lo que le aflige es el amor, o más bien la falta de él. Tiene casi treinta y dos años y sigue sola. Sola, pero enamorada, enamorada como una colegiala de Arturo: su compañero de trabajo. Es alto, guapo, transmite seguridad en cada gesto, en cada ademán. Su voz es cálida y tranquila, y sus manos son grandes y fuertes, sensuales. Pero Julia no se atreve a decirle nada, apenas habla con él salvo lo imprescindible. Y Julia se siente tonta por tener esos miedos de adolescente, idiota por no atreverse a romper con esa soledad que la atrapa y que tanto teme. Y en ese sofá, llorosa, envuelta en una manta que le protege del mundo exterior, lamenta su desdicha. Su gato, tumbado sobre su regazo oye sus cuitas y penas. Ella le cuenta lo sola que se siente, lo que ama a Arturo, su miedo al futuro, sus ganas de ser madre. Y el gato, ese gato de mirada penetrante parece entenderla como pocos humanos serían capaces de entenderla. Ese animalito que parece leer en lo más profundo de su alma, estira su pata delantera y la posa sobre la mano de Julia, exactamente como haría un amigo, con un gesto que parece querer decirle “ánimo, no estás sola”

Al día siguiente es un día normal, un día anodino en ese mes de noviembre. Un día en el que Julia en su trabajo procurara centrarse en sus números, sus mails, y sus papeles. Un día en el que, como todos, procura no pensar en Arturo, en ese Arturo que se ha puesto ese traje gris que tan bien le sienta y esa preciosa corbata verde esmeralda. Pero algo sucede ese día, al salir Julia y Arturo coinciden en la puerta de la oficina, tímidamente Julia dice adiós, un adiós que es respondido con otro adiós cortés y trivial. Julia en ese momento, sin saber cómo, cae al suelo. Arturo, educado se acerca a levantarla. Ella nerviosa, azorada, sin saber cómo se ha caído al suelo procura levantarse rápidamente, recuperar su dignidad y compostura, mientras masculla algo relativo a un tacón. Pero al intentar ponerse en pie un grito escapa de su garganta. Dolorida mira el tobillo hinchado que le impide caminar. Arturo le ayuda a levantarse, le dice que se apoye en su hombro y le conduce hasta su coche; insiste en llevarla el mismo hasta casa. Julia, entre dolorida y emocionada, acepta. Llegan a la casa de ella y, con Julia apoyada en el hombro de Arturo, atraviesan la puerta del apartamento. Sobre la mesa, sentado, un gato cuyos ojos parecen refulgir como luceros contempla la escena. Arturo la conduce hasta el sofá, se inclina sobre Julia y la ayuda a acomodarse. Mientras hace esto la mirada inquisidora del felino parece atravesarle la espalda hasta el interior de su pecho. No sabe que sucede, no sabe por qué lo hace, quizá pena, quizá deseo de proteger a esa mujer herida, pero sin saber por qué, Arturo deposita suavemente un beso en los labios de Julia. Unos labios que se cierran sobre los de él, saboreándolos como si del más delicado chocolate se tratase. Las manos de ambos se pierden en el cuerpo del otro, entre sus ropas, como una enredadera que trepa y se agarra a cada hueco que encuentra. En pocos minutos las ropas comienzan a volar y a aterrizar sobre el suelo, la lámpara, o la mesa. Mesa de la que un gato salta al suelo, yéndose como si quisiera dejar intimidad a su compañera de piso, andando feliz, con una media sonrisa en el hocico.

***

“La alegría dura poco en la casa del pobre” Pronto recuerda Julia esa frase. Los primeros días tras su torcedura de tobillo, tras ese rato de paraíso con Arturo, todo es arrobamiento, felicidad, un éxtasis permanente. Pero la felicidad se esfuma pronto, tras el tercer día en que juntos se cuelan en el paraíso. Arturo no se lo ha dicho, pero su paraíso es un edén prohibido: Arturo está casado. La dicha da lugar a las lágrimas, el sol, a la borrasca. Y Julia se siente de nuevo sola, engañada. Pero al menos se consuela pensando en que su sueño se ha hecho realidad en parte, aunque luego haya estallado como una pompa de jabón. Pero las cosas pueden ir peor, siempre pueden ir peor: Algo crece en el interior de Julia, una pequeña criatura que comienza a formarse: Está embarazada de Arturo.

Por fin, tras hacer acopio de un valor que Julia no sabe de donde saca habla con el padre de la criatura que se gesta en su vientre. Arturo no sabe apenas que contestar, está casado pero no tiene hijos y desea ser padre más que nada. Pero no puede dejar a su mujer; la ama. Seguramente es el peor dilema al que tiene que enfrentarse Arturo en su vida. Probablemente, tener un hijo sola, es el mayor peso que puede recaer sobre Julia. Dos problemas irresolubles que, casualmente, se resuelven días más tarde. ¿Casualidades? ¿Un guion prefijado que a veces da un giro a nuestras vidas? El caso es que de la forma más absurda, la mujer de Arturo muere pocos días después: atragantada mientras come una manzana.

Arturo se debate entre la pena y el arrepentimiento. No puede consolar su dolor, no puede asumir que la mujer de su vida ya no está con él, que alguien tan joven como ella pueda morir de forma tan súbita y ridícula. Pero no solo la tristeza habita en su pecho, también el remordimiento. Se siente culpable por haber engañado a su mujer. Es un traidor y ha permitido que su mujer muera sumida en el engaño. La ha traicionado y ahora está muerta. Muerta, quizá descubriendo en su otra vida la traición de Arturo en ésta. El llanto anega día y noche los ojos y el alma de un Arturo que incluso llega a pensar en espiar su culpa con su vida, en calmar su dolor poniendo fin a su existencia. Pero Arturo, a pesar de su desliz, de un acto que no sabe que le llevó a realizar, y menos aún a repetir, es un hombre de honor. Alguien que hasta entonces no había hecho caso omiso a sus obligaciones ni había faltado a su deber. Y su deber ahora es cuidar a su hijo, un hijo, que fruto de su engaño le recordará siempre con su sola existencia su culpa. Un hijo al que amará como la criatura inocente que era. Es el momento de asumir su deber, su dicha y su penitencia en compañía de Julia.

***

Julia abraza a Arturo, cariñosa, complacida. Éste pasa su mano por su vientre, acariciando a la tierna criatura que se agita en su interior. Apenas queda un mes para que Julia alumbre una nueva vida. Su vientre está hinchado, como una fruta madura a punto de abrirse para dejar caer las semillas de una nueva vida, y ella no puede sentirse más feliz. Arturo la mima, la cuida. E incluso su gato parece preocupado, intentando ver con esa escrutadora mirada a través de su vientre para cerciorarse de que todo va bien.

***

Julia no puede ser más feliz; del interior de su cuerpo ha nacido una preciosa niña de casi cuatro kilos. Está sana, feliz. Es una niña que constantemente ríe y que observa todo con unos enormes ojos abiertos de par en par. Una niña, que al igual que su madre y su abuela, ha nacido con la marca de Santa Catalina en su paladar. Una niña a la que tanto su madre como su padre adoran, una niña de la que incluso el gato parece estar pendiente. Un gato al que Arturo no le deja acercarse a la criatura por miedo a que, en un ataque de celos, la mascota pueda atacar a tan frágil criatura. Pero es difícil controlar a un gato, son seres sigilosos, astutos, nocturnos e inteligentes.

Es una noche de luna llena, de una luna tan grande que sus rayos entran a raudales por la ventana, iluminando plácidamente la cuna de la niña. No solo es la noche perfecta, es además la última noche antes de que la niña sea bautizada. Mientras Arturo y Julia son presos de un sueño profundo, pesado, la niña duerme tranquila, sosegada, en el interior de su camita. El gato logra acercarse hasta ella. Silencioso, salta sobre una mesilla situada cerca de la cuna. Está a un paso de esa débil e inocente niña que duerme ajena a todo peligro. El gato clava su mirada ígnea en la niña, con la concentración de un depredador antes de saltar sobre su presa.

Amanece y Julia despierta sobresalta por un extraño temor, quizá remedo de pesadillas olvidadas con la luz del día. Se acerca al lecho de la niña y ve al gato, sentado sobre la mesilla. Éste le mira con una mirada bobalicona, atontada, inocente “Qué raro está este gato hoy”, piensa Julia, mientras se acerca a la cuna. En su interior su niña abre los ojos y la observa fijamente, con una inteligencia impropia de un bebé y un breve destello dorado en la mirada.

Imagen de salino
salino
Desconectado
Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Hola, Lord_Ruthven. Este relato está mejor narrado que el otro que publicaste, titulado “Cómo conocí a vuestra madre”; por lo menos para mi gusto.

Se repite de nuevo la muerte de la pareja del ser amado y el modus operandi, aunque desde diferente perspectiva. Enhorabuena por el trabajo.

Si he de ser sincero, no lo veo muy original en los detalles: una herencia, la bruja clásica delante de los calderos, un gato negro, el compañero de trabajo, los atributos que describen a Arturo, el propicio accidente, la escena de sexo, la muerte por atragantamiento…  Aun así es un relato redondo y se resuelve con ese hilo de misterio y sorpresa que todo lector anhela.

Los personajes son un poco acartonados, con objetivos estandarizados y estereotipados. No me sentí identificado con ellos, ya que no muestran complejidad humana.

Hay varias reiteraciones y cacofonías que no favorecen a la narración, como:

« …en ese Arturo que se ha puesto ese traje gris que tan bien le sienta y esa preciosa corbata verde esmeralda. Pero algo sucede ese día»

«Seguramente es el peor dilema al que tiene que enfrentarse Arturo en su vida. Probablemente, tener un hijo sola, es el mayor peso que puede recaer sobre Julia. Dos problemas irresolubles que, casualmente»

« Una niña, que al igual que su madre y su abuela, ha nacido con la marca de Santa Catalina en su paladar. Una niña a la que tanto su madre como su padre adoran, una niña de la que incluso el gato parece estar pendiente.»

Hay párrafos donde se nota un ritmo genial, una narración con fuerza como en:

 « Es de noche, Julia se encuentra en su casa, tumbada en el sofá, meditativa, triste. No es la muerte de su tía lo que le aflige, no. De eso ya hace más de cuatro meses. Lo que le aflige es el amor, o más bien la falta de él. Tiene casi treinta y dos años y sigue sola. Sola, pero enamorada, enamorada como una colegiala de Arturo: su compañero de trabajo. Es alto, guapo, transmite seguridad en cada gesto, en cada ademán. Su voz es cálida y tranquila, y sus manos son grandes y fuertes, sensuales. Pero Julia no se atreve a decirle nada, apenas habla con él salvo lo imprescindible. Y Julia se siente tonta por tener esos miedos de adolescente, idiota por no atreverse a romper con esa soledad que la atrapa y que tanto teme. Y en ese sofá, llorosa, envuelta en una manta que le protege del mundo exterior, lamenta su desdicha.»

Esperaba que siguiera así…

Revisaría algunas tildes olvidadas (muy pocas) y este leísmo que resalta demasiado:

« Arturo le ayuda a levantarse, le dice que se apoye en su hombro y le conduce hasta su coche»

Pero son fallos asumibles y no los tengo en cuenta para difrutar del texto. El único fallo que le veo a la trama es su frase final.

Se supone que el gato ha hecho algo en la niña, tal vez le ha otorgado el don de su antigua dueña o la ha poseído su espíritu… no queda claro. Solo sabemos que tiene “un breve destello dorado en la mirada” el cual no podemos asociar con nada que haya salido antes en la narración (por cierto, tal vez quede mejor “leve destello”), o tal vez no lo he visto y esto que te comento es una torpeza por mi parte.

 

Se entiende que el gato tenía el espíritu de la tía y lo trasvasa al bebé, se puede ver la intención, pero no es concluyente según mi interpretación.

Son pormenores que comento por aportar algo constructivo y no los veo fallos graves para el disfrute.

Si el relato se leyera fuera de la temática del certamen, incluso la sorpresa final iría creciendo a medida que avanza, eso es una buena jugada.

Bueno, perdón por mis diatribas. Mi votación es para un relato dentro de la temática, compacto, sin cabos sueltos y de satisfactorio final. Aunque poco original, logra sorprenderte con el resultado. Gracias por el esfuerzo de colgar dos relatos, eso puntúa a tu favor

★★★☆☆

Imagen de Belagile
Belagile
Desconectado
Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

Una de las cosas que más me llama la atención de este este relato, y la que más me ha gustado, es la imagen de ese gato negro heredado de una tía anciana (y bruja) que nos mira como si nos entendiera. Lo que menos, esa falta de tensión narrativa que adquiere el relato a media que nos acercamos al desenlace. Todas las incógnitas que se plantean al principio desaparecen y el ritmo narrativo se muestra atropellado y resumido. Como si el propio relato no fuera más que un boceto, unos apuntes que hemos redactado en un folio para que no se nos olvide lo que queremos contar. Parte de esa prisa al narrar la historia se ve reflejada en detalles como "la marca de Santa Catalina en el paladar". Creo que el autor debería haber explicado por qué esa característica es tan llamativa y qué importancia tiene para el sentido de la historia y, sobre todo, si tiene alguna relación con la brujería. También he visto muchísimas palabras que se repiten continuamente a lo largo del relato y un abuso de los adverbios terminados en -mente. A pesar de que la historia en sí me gusta, creo que le falta un tipo de conexión más directa con la brujería que el desenlace que nos muestras. Me gusta esa relación que hay con el título y el guiño al cuento de Blancanieves con la repentina muerte de la mujer. Pero en conjunto me parece que le hace falta una revisión a fondo para pulir esas repeticiones y encarrilar la idea para que "la brujería" tenga más protagonismo. Esta es mi opinión, a grandes rasgos. Le doy 1'5 estrellas.

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

Imagen de Sanbes
Sanbes
Desconectado
Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Buen relato, que se lee bien y en donde uno desea que llegue el final para saber las respuestas de las incognitas que se cuecen en el relato.
El problema es que al llegar al final estas cuestiones no se resuelven. ¿Qué significa la marca del paladar? ¿Está el espiritu de la vieja en el gato? ¿El embarazo es algo casual? Y por último, ¿pasa el alma de la vieja del gato a la niña? De ser así, debería haber un detalle que lo aclarase.

Así, cuando llegamos al final se echa de menos la resolución de al menos los cabos sueltos más importantes. Provocando que no quede clara la trama de la brujería.

He visto que falta algún acento, y como ya te han indicado, se repiten adverbios y otras palabras

En definitiva, bien escrito, aunque (bajo mi gusto) cojea en los aspectos mencionados.

3 estrellas.

Imagen de Lord_Ruthven
Lord_Ruthven
Desconectado
Poblador desde: 28/06/2013
Puntos: 929

Gracias a todos por molestaros en leer el cuento y dar vuestras opiniones.

Veo que la marca de Santa Catalina está levantado revuelo así que lo aclaro. Santa Catalina es asociada con la Diosa lunar Hécate e incluso con la carta del sacerdotisa del tarot. Tiene por tanto una gran vinculación con la magia. Se conoce como rueda de Santa catalina a una marca en el paladar que según la crencia atribuye determinados dones o poderes a la persona que nace con esa marca. Es por tanto un simblo de brujeria como podría ser la escoba. Aunque veo que no es tan conocido y he pasado de críptico.

Imagen de Invierno
Invierno
Desconectado
Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Relato admitido a concurso.

Imagen de Ligeia
Ligeia
Desconectado
Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Aparte los errores ortográficos ya mencionados, buen relato, aunque en efecto un tanto falto de fuerza y con un final poco resolutivo. Se supone que el gato debe contener el espíritu de la anciana, pero hay que esforzarse para verlo.

Tres estrellas:

***

Imagen de Angelito
Angelito
Desconectado
Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

Es un relato ágil, donde se desarrolla una historia ágil. No me llevo bien con muchas de las expresiones, o el exceso de adjetivos y esto hace mella en el resultado final. Valoro muy bien la ausencia de esas típicas descripciones que solo sirven para llenar espacios, pero no logro comulgar con la fórmula empleada. La narración presenta intercalaciones un tanto bruscas entre lo poético y lo crudo, los hechos tal cual.

El título es muy apropiado y lo condensa todo. El hecho de omitir "dorada" en la mirada de la tía funciona para no revelar tan rápido el misterio, y que suponga por nuestra parte un mínimo de esfuerzo para verlo es justamente lo bueno. Bien pensada esa migración del espíritu de la tía a través del gato (si no entendí mal), y apropiado el detalle de la marca de Santa Catalina, una selección idónea para señalar a los miembros de esta estirpe de brujas.

★★★☆☆

Imagen de Hedrigall
Hedrigall
Desconectado
Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Esa cadencia al narrar, las repeticiones buscadas, se acaban metiendo en tu cabeza. Da la impresión de una exposición desapasionada, rítmica y hasta cierto punto fatalista, como si emprendiéramos el camino sabedores del desagradable final. El tiempo presente narrativo ayuda a esta sensación. Este detalle resulta atractivo en la forma, pero conocer el giro le resta emoción al relato. Y conocer el giro resulta fácil no solo por la acción narrada, sino en especial por el título premonitorio. Las motivaciones de los protagonistas me han parecido bien perfiladas, aunque este estilo los haga parecer secos, desapasionados.

Un buen relato, al fin y al cabo.

3 estrellas

Imagen de Invierno
Invierno
Desconectado
Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Bien narrado, aunque el texto necesita un repasillo. Llama la atención de primeras el título spoiler, que le quita mucha fuerza al final del relato. El cuerpo del mismo tiene cierto tinte de culebrón, por decirlo de algún modo, con el que no termino de conectar, pero me han gustado ciertos detalles, como esa manzana que causa la conveniente muerte. Quizás sería interesante ver qué haría Julia a partir de ese final, si se diese cuenta de lo ocurrido.

Imagen de L. G. Morgan
L. G. Morgan
Desconectado
Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

En conjunto me ha gustado, y creo que el tono está mucho mejor logrado que el del otro relato. Aquí sí se adentra uno en la historia, aquí sí resulta posible empatizar con las emociones que se le atribuyen a los personajes.

Sin embargo, me resulta irregular en cierto sentido. Me ha pasado exactamente como a Bela en cuanto a que la primera parte, la herencia, la descripción del gato, cómo este consuela a Julia por su soledad, de qué manera se convierte en parte de su vida; todo eso me ha mantenido pegada al relato, me ha parecido muy logrado. En cambio a partir de ahí, la forma de narrar cambia (aunque no sabría precisar en qué), el relato parece ir directamente a los hechos que interesan, y que se van sucediendo muy oportunamente, sin espacio para otras cosas. Julia se hace más lejana, y Arturo no llega a tener mucha presencia, pese al tema de los remordimientos.

El final en cambio me gusta tal cual. Yo creo que queda claro que la tía ayuda a Julia para seguir viviendo en su hija. Y que el gato es el vehículo donde espera su alma hasta encontrar otro huésped humano.

2.5 estrellas

Imagen de Patapalo
Patapalo
Desconectado
Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Muy bien, muy bien. Un relato muy compacto y bien construido. Lo afea bastante el tema de las erratas y tiene algún momento en el que se podría haber ajustado el ritmo, pero funciona muy bien. Quizás dentro de una convocatoria de brujas resulta demasiado evidente, lo que le resta algo de punch, pero no es propiamente un fallo. Si el bebé le hubiera dado la vuelta a la tortilla (después de todo, lleva también la marca) aún me hubiera impresionado más. Así, me quedo con lo palpables que me han resultado los tres personajes y lo bien sincronizado del conjunto.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

Imagen de Easton
Easton
Desconectado
Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

Mi mayor problema con este relato es el tono en que se dicen las cosas. El narrador parece que nos cuenta una serie de acontecimientos, una sucesión de hechos, pero dándole la misma importancia a todos. No he encontrado picos de tensión en momentos importantes, sino que el tono es algo plano. Por ejemplo, las dudas de Arturo cuando enviuda, sus remordimientos de conciencia, están dichos pero no los consigo palpar. Se pasa de nombrarlos a verlo con una nueva familia.
Sí me ha gustado la figura de ese gato, aunque habría querido saber un poco más de la relación de la dueña con él.
2 estrellas

Imagen de Bestia insana
Bestia insana
Desconectado
Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

En lo formal, encuentro que se repiten mucho las frases encadenadas, tipo: Tomó un cuchillo. Cuchillo que tenía una muesca. Muesca que..., cosa que no me gusta y que en cualquier caso en el relato abundan demasiado. Por su parte, el título no me parece que case con el texto y desvela ya de entrada el final. Por lo demás está bien.

3 estrellas

 OcioZero · Condiciones de uso