Plenilunio

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Nightroad
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Puntos: 11

 

 

Arthur Williamson observó su imagen proyectada en el espejo. En él aparecía un apuesto hombre, con un mentón formidable y robusto que acentuaba su atractivo. Su largo cabello caía salvaje sobre los hombros y su torso desnudo, musculado y cubierto de ensortijado vello, hacía suspirar a las recatadas damiselas que visitaban su alcoba con asiduidad. Admiró sus brazos, fornidos y surcados por abultadas venas, estremeciéndolas de placer cuando constreñía sus cuerpos con mayor lascivia de la que el decoro consideraba respetable. Acercó su rostro y observó el ámbar que teñía sus pupilas que, como dos faros horadando las tinieblas en medio de una tempestad, irradiaban un seductor halo de misterio a la que ninguna mujer conseguía oponer resistencia.

Sin embargo, aquella noche era diferente.

Abrió los enormes ventanales y olfateó el aire con fruición. Acarreaba consigo una amalgama de aromas que, entremezclados con el hedor que ascendía a orillas del Támesis, resultaba ciertamente estimulante. Las eternas brumas que rodeaban Londres atraían a seres de todos los estratos sociales, dispuestos a satisfacer sus más oscuras perversiones avivadas por la depravación y el libertinaje. Y, allá en las alturas, la luna llena se escondía traviesa entre furtivas nubes grisáceas. La cacería estaba a punto de comenzar, y ya sentía cómo la sangre bullía en sus entrañas ansiando aplacar el tenebroso apetito que lo dominaba.

El eco de sus pisadas resonó difuso y extraño mientras recorría las fantasmagóricas callejuelas, admirando las criaturas que deambulaban por la ciudad y que surgían de la niebla como espectros a su paso. Meretrices de aspecto enfermizo aguardaban a los incautos marinos que atestaban los muelles, arrancándoles algo más valioso que unas míseras libras. Ladronzuelos sucios y desharrapados correteaban entre la inmundicia, y los saqueadores de tumbas hacían el agosto al amparo de la oscuridad. Todo aquello formaba parte de un submundo opresivo e inmisericorde alejado de la divina mano de Dios, submundo en el que Arthur se movía como pez en el agua.

Pero nada de ello conseguía satisfacerlo, pues ya tenía una presa en mente y el cerco se estrechaba por momentos.

Sus pasos lo alejaron del East End y recorrió las lúgubres avenidas hasta arribar al distrito de Knightsbridge, hogar de algunas de las familias más acaudaladas e influyentes del lugar. Ascendió los inmaculados escalones de mármol de una suntuosa mansión y, tras entregar su gabán y sombrero de copa a un sirviente, colocó sobre su rostro una tétrica máscara de lobo. A diferencia de los pomposos eventos de sociedad que se celebraban a la luz del día, aquella fiesta era diametralmente distinta. El pudor, la decencia y los prejuicios resultaban escollos que los invitados debían despojar de sus mentes, antes de adentrarse en las profundidades de lo desconocido.

Envueltas en la exótica fragancia del sándalo que ascendía en sensuales volutas hacia las alturas, vaporosas sábanas de seda roja vestían las paredes, y centenares de velas anegaban los suntuosos salones bajo la hipnótica danza de las llamas. Tumbados sobre cojines y divanes yacían algunos invitados, consumidos por la caricia envenenada del opio y atendidos por criadas de sugerentes rasgos asiáticos, repletas de tatuajes. Aquí y allá, hombres y mujeres se retorcían entre morbosos gemidos, con sus cuerpos desnudos entregados a satisfacer las fantasías de la carne bajo la lujuria del anonimato, ávidos de placeres prohibidos. Y, observando la escena desde una distancia prudencial, Arthur avistó la razón que lo había llevado hasta aquel pozo de inmoralidad y pecado; una delicada joven, oculta bajo un antifaz de mariposa, sostenía una copa de vino con manos temblorosas.  

—Una velada interesante, ¿cierto? —susurró aterciopelado junto a su oído, sobresaltándola.

—No había visto nunca nada semejante, señor —la muchacha tragó saliva con dificultad tras lanzarle una fugaz mirada, que devolvió al suelo de inmediato.  

Él sonrió con malicia. Después de todo, no le supuso demasiado esfuerzo averiguar su identidad. Se trataba de la rica heredera de una adinerada familia de especieros, que habían amasado una increíble fortuna estableciendo tratados comerciales por todo el continente europeo. Se decía que tanto su pureza como inocencia resultaban deliciosas, alejada de los frívolos ambientes a los que solían acudir las jóvenes de su edad, y que su codiciada castidad jamás había sido mancillada. Arthur se relamió de gozo; resultaba un desafío irresistiblemente cuantioso, y no estaba dispuesto a dejarlo escapar.

— ¿Por qué no me acompañáis a un lugar menos…concurrido? —Dijo con una arrebatadora sonrisa—. Quizá así podamos conversar con mayor tranquilidad.

Tras varios instantes de indecisión, un estridente gemido la hizo volver el rostro, y asintió sonrojada. Un destello de soberbia centelleó en los ojos del cazador, paladeando los incipientes visos de su triunfo. Conocía de memoria las múltiples estancias de la vivienda y recorrió los sórdidos pasajes hasta arribar a un discreto mirador, rodeado por un espeso manto de vegetación e iluminado por la luna, que derramaba sobre ellos su tenue fulgor. Aquella era una oportunidad única para dejar atrás una existencia miserable y aspirar a todo lo que siempre había deseado; una vida de lujo y prestigio social, repleta de excesos, inalcanzable de otro modo. Seducirla representaba sólo el punto de partida de un minucioso plan, urdido para finalmente desposarla y heredar las colosales riquezas que atesoraba. Nada podría ir mal si jugaba bien sus cartas y, a juzgar por la timidez y el rubor de su piel, estaba en el camino correcto.

—Desde que he reparado en vos, milady, no he podido dejar de miraros. Me habéis embrujado —susurró acercándose lentamente a su espalda, en un movimiento usado decenas de veces con anteriores conquistas, hasta que su aliento erizó la nuca de la joven—. Tan sólo dejadme besar vuestros labios. No tenéis de qué temer.

Ella temblaba como un cervatillo asustado, pero Arthur sintió cómo la tentación cautivaba su boca entreabierta, deseosa, arrebatándole el aliento a medida que sus rostros se aproximaban.

—Pero…esto no está bien, no debería…—murmuró con un hilo de voz al sentir la corpulenta envergadura a su alrededor, y el contacto de su virilidad despertó en ella un ardor obsceno y provocador en lo más profundo de su ser.

La besó aplicando la presión adecuada, sin ser demasiado rudo ni soez, pero sí con la pasión suficiente como para dejarla con ganas de más. Tras el impacto inicial, la muchacha titubeó durante unos instantes y a punto estuvo de huir escandalizada, pero su lengua no tardó en demandar la suya. Arthur redobló el ímpetu de sus esfuerzos y sintió sus delgados brazos enroscados en torno a su cuello, derritiéndose entre jadeos, totalmente entregada.

 Pero, de improviso, todo cambió.

Arthur sintió cómo ella comenzó a besarlo con mayor intensidad, aplastando sus labios contra los suyos, privándole del oxígeno necesario para respirar. Exhaló un alarido de dolor cuando los dientes se clavaron con ahínco y la sangre no tardó en fluir a través de la herida. Por más que trató de apartarla, la joven lo aferraba hacia sí con fuerza sobrehumana y sus uñas, transformadas en afiladas garras, atravesaron su espalda con saña. Abrió los ojos y gritó horrorizado al contemplar el pelaje áspero y salvaje emergiendo bajo su pálida piel hecha jirones, el hocico prominente y húmedo, las gruesas orejas, la mirada asesina y brutal. La criatura aumentó de tamaño hasta doblar el de su víctima y lo elevó sin esfuerzo alguno, aplastándole las costillas, que emitieron un crujido desgarrador. Aún forcejeaba cuando hundió los colmillos en su garganta y succionó la sangre que profusamente manaba a borbotones con voracidad desmedida, mientras sus poderosos miembros colgaban fláccidos a ambos lados de su cuerpo destrozado. Su cráneo se partió como una nuez entre sus potentes mandíbulas y lo devoró enloquecida, engullendo vísceras y pedazos sanguinolentos; revolcándose en un festín horripilante y atroz hasta caer rendida, saciada tras largo tiempo sin alimentarse. Poco a poco, su forma humana retornó a la normalidad y aulló a la luna, desnuda y ensangrentada en medio de la carnicería, tan resplandeciente y hermosa como el propio sol de medianoche.   

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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torpeyvago
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Alucinantemente opiáceo.

No he visto DDT dśicolos, aunque hay algunas frases que me han resultado confusas por la sintaxis «...las recatadas damiselas que visitaban su alcoba con asiduidad.»: ¿son muchas, que es lo que parece? ¿o son dos, pero vienen a menudo? —evidentemente, he exagerado un poquito blush—. Otras son ambiguas por el contexto: «Sin embargo, aquella noche era diferente.» Pero, ¿no iba a salir a seducir a la heredera? También encuentro un poco excesiva la adjetivación  —un momento, ¿esto lo estoy diciendo yo?—. 

Los personajes principales se me hacen un pelín acartonados, pero tampoco es necesario llevarlos mucho más allá. El juego del macho que sale de caza y que después resulta cazado está planteado de manera muy original; de hecho, si la chica no fuese tan pacata y recatada sería un efecto brutal, pero al exagerarse, desde mi punto de vista, el personaje da lugar a presentir el final mucho antes del bestial ataque, lo que le resta fuerza.

Y ¡ya era hora que apareciese un lobo victoriano, releñes!

Vaya, por un buen rato de lectura, un tres y cuarto (3,25).

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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torpeyvago
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PS.— Se me había olvidado que el título se me hace demasiado genérico. Algo así como «Luna de opio» —una vez que lo he escrito no me ha parecido tan buena idea—, o que relacione la luna con una moneda de plata tan ansiada por el prota...

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Formalmente, es un relato que funciona. La prosa tiene su propio estilo y se ve asentada, aunque hay algunos puntos a repasar: algún gerundio mal utilizado, algún fallo de concordancia, algún tema de puntuación... Nada excesivo y, me ha dado la impresión, sobre todo en los primeros compases

Sí que echo en falta mayor desarrollo de la ambientación. ¿Dónde se supone que estamos? Hay cosas que nos remiten al Londres victoriano, pero también habría incongruencias si es el caso. El personaje de la chica resulta ambivalente: ¿qué pinta en una fiesta así la anhelada flor virginal?

Hay una explicación, claro, pero durante el desarrollo de la historia no se nos termina de dar. El pase de manos, por ello, es además muy marcado (tanto peso a la descripción del protagonista, ninguna pista sobre a qué tipo de velada están asistiendo). Personalmente, creo que la historia funcionaría mejor si se diera más cuerpo a los dos personajes principales o, al menos, a las circunstancias que los unen. Lo demás, la tramoya, es muy sugerente y creo que en eso cumple bien: mansiones, fastos, decadencia... Se me ha antojado una reinterpretación de Doctor Jeckyll y Míster Hyde.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ligeia
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Puntos: 1152

Es que me chirría y no me lo creo, no sé, me parece que muchos se imaginan que todos los nobles del siglo XVIII eran como el Marqués de Sade y todos los decimonónicos aficionados a las fiestas de máscaras que terminan en orgía. Y no. A ver, si eran recatadas, una dama jamás entraría en una alcoba que no fuera la de su marido. Por la noche, la gente rica iba a bailes, teatro, cenas y solo los depravados se deslizaban a los tugurios a hacer cositas prohibidas XD y, excepcionalmente, puede que hubiese trasmitido sus costumbres a su mujer y le acompañase, aunque lo más seguro es que se llevase a una amante, cortesana más o menos encubierta más bien, pero para nada, ni en sueños, a su hija soltera.

Y una chica rica solía ser así, no era algo raro, una cohorte de institutrices, damas de compañía, la tía solterona bigotuda jaja primas, hermanas mayores, y por supuesto,mamá, siempre revoloteaban cerca desde su presentación en sociedad, guardando veladamente su "honor" hasta que el pretendiente mejor situado la llevara al altar. Las niñas pobres si que lo tenían más crudo para conservar su inocencia. En fin. Grosso modo. Por lo demás, el relato es correcto y, en efecto, el prota tiene un tonillo hyde interesante. Tres estrellas:

***

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Confieso que cuando he llegado al ecuador del relato he pensado "Las amistades peligrosas con lobo". Y es que el cazafortunas, la candorosa joven, el antro de barrio bajo frecuentado por gente "de alta cuna y baja cama", que decía Cecilia, son clásicos y recurrentes.

El manejo de los mismos es bueno y, aunque el intentar la sorpresa en un uno contra uno es complicado, se lee con interés y ganas de llegar al final. Este llega muy pronto, sin mayor desarrollo de los personajes. Tal vez una serie de pistas falsas o de elementos perturbadores habrían dado más vida a un relato de terror con tintes románticos, bien escrito y bien rematado.

Nota: 3

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Breve estampa de un encuentro que se hace un tanto consabido y nada sorpresivo. Esta bien escrito y se lee con facilidad, pero, a mi juicio y gusto, se queda solo en eso. Bien confeccionado pero poco más. 

En mi consideración tiene una valoración de 2,75 estrellas.

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Bote
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Poblador desde: 12/11/2012
Puntos: 1477

De nuevo, un relato correcto, bien ambientado, a mi entender, que deja gran espacio para la sorpresa, pero que no se aprovecha. Se disfruta y se espera algo especial que no sea lo que al final es, o que sí sea eso pero con algún matiz, o algo.

Valoro el interés generado.

3,5 estrellas

Mírame a los ojos...

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Un relato donde no hay mucho lugar para las sorpresas en cuanto a la identidad del licántropo, ya que hay sólo dos protagonistas, y que se resuelve con la idea del cazador cazado.

Se lee fácil y rápido, quizás demasiado, porque a mí el final se me ha echado encima de golpe. El relato va directo a la yugular, y no tengo nada en contra de eso, pero me da la sensación de que se podría haber desarrollado algo más y sacarle más partido.Me ha gustado la escena del "banquete" final, pero veo una pega en la última frase. No es lógico que aúlle cuando ya ha recuperado la forma humana, ¿no?

He disfrutado de su lectura y por eso le doy tres estrellas y media.

 

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Hay un esfuerzo inmersivo de ambientación y en general está bien escrito salvando algunos errores de concordancia y una sobreadjetivación puntual para mi gusto. He encontrado a faltar más ambición en el relato a nivel de trama; la narración te lleva de la mano de un lado a otro así que el viaje ha sido disfrutable, pero el final me ha sabido algo abrupto.

Buena mano escribiendo, eso sí, y buen contraste en el desenlace con la descripción bestial de la muerte de Arthur.

 

3 estrellas

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Bien escrito, con buena mano. Quizá encuentro más adjetivos de lo que personalmente me hubiera gustado. El punto de partida, con el Támesis, llama la atención, y el interés se acrecenta con ese particular baile de máscaras. Lo malo es que ahí termina la originalidad. Hay cierta contradicción entre lo que se cuenta de la muchacha y el hecho de que esté precisamente ahí, en ese lugar de pecado. Sí, conociendo el final el lector sabrá el motivo, pero, ¿no le extraña a Arthur? Igual convendría introducir alguna explicación, alguna excusa o tapadera. Y la resolución, sin ser mala, es demasiado típica como para destacar. Creo que habría estado mejor con alguna vuelta de tuerca más, quizás sacándole más partido a la localización mencionada.

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

Hay algún fallo menor que no dificulta la lectura. En general es un texto limpio.

Me temo que en cuanto he llegado a la parte de la joven he sabido que era un relato de "el cazador cazado" y no me he llevado ninguna sorpresa. Sólo me he preguntado si la chica es de verdad virgen y recatada o al menos eso quiere aparentar, ¿no tenía miedo de que la reconocieran y perder así su fama de niña buena? Es lo que no  me cuadra. Pero se puede cambiar la fiesta por cualquier otra fiesta normal de baile de salón y ya sí encaja ahí la chica.

En general un texto que te transporta al lugar, bien escrito, pero al que encuentro demasiado plano.

2,75 estrellas

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Un relato correcto, directo, lascivo y sin muchos giros aparte del obvio.

3 estrellas

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Un relato entretenido y que se lee con agrado. Bien ajustado, en mi opinión, a la historia que cuenta, es decir, con la longitud perfecta. Cierto exceso de adjetivos (hasta para mí, que soy de la misma escuela enlightened). La ambientación muy chula y las descripciones muy vívidas. Tiene un problema de coherencia que veo que ya te han señalado. Una chica de ese perfil social, joven y virgen, no iría sola a semejante antro, ni sabría que existe. Ni siquiera el final, que explica su naturaleza, suple eso. Aunque ella hubiera querido, no habría logrado zafarse de la carabina. Ni podría justificar estar fuera de casa a esas horas. El relato tendría que encontrar motivos para estas cosas, algún tipo de engaño o maniobra por parte del hombre para justificar que va allí. Que hubieran hablado por carta (o sea, que él ya la estuviera cortejando), que él la hubiera ayudado a escapar de casa y la hubiera llevado allí por sorpresa... No sé, algo.

3.25 estrellas.

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Es obvio que el autor de este relato es un buen escritor. Sin embargo, creo que necesita depurarse un poco.

Desde mi humilde punto de vista, el narrador nos quiere deslumbrar con toda su capacidad verbal. Abusa de los adjetivos, de las descripciones y de la ambientación que, en ocasiones, resulta un poco confusa. Por ejemplo, parece que el mundo de Jack el Destripador, pero luego parece que pasa a Las amistades peligrosas.

¡Ojo spoiler! Si quitamos toda la palabrería, en realidad, se trataría del cazador/cazado. Un seductor de repente se encuentra con la horma de su zapato, pero esa horma, esa víctima, no me resulta creíble. Le falta un pequeño desarrollo psicológico. De pronto, pasa de mojigata a mujer lobo.  

Mi consejo, es que, sin abandonar del todo ese estilo tan impresionante que el autor tiene y esa capacidad de escribir tan bien, intente centrarse más en la trama que es lo que, en realidad, buscamos los autores. 

Aún así, me gustaría felicitarle por esa capacidad verbal tan envidiable.

Lo siento, pero me temo que no puedo darte más que dos aullidos. laughlaugh

 

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Relato bien escrito, sobre todo a partir del momento en que el protagonista se adentra en los fondos de Londres. El principio, aparte de que en cuanto a contenido cuesta un poco digerirlo, necesita revisión. Esta frase: 

Admiró sus brazos, fornidos y surcados por abultadas venas, estremeciéndolas de placer cuando constreñía sus cuerpos con mayor lascivia de la que el decoro consideraba respetable.

parece que le falta algo. En el final he notado cierta imprecisión:

Aún forcejeaba cuando hundió los colmillos en su garganta y succionó la sangre que profusamente manaba a borbotones con voracidad desmedida, mientras sus poderosos miembros colgaban fláccidos a ambos lados de su cuerpo destrozado. Su cráneo se partió como una nuez entre sus potentes mandíbulas...

Vale, el contexto aclara a quién se refieren los “sus”, pero para una lectura fluida conviene especificarlo. En cuanto a la historia, por lo que ya se ha comentado, no me la he acabado de creer. Además me ha recordado a otro relato presentado al concurso, lo que ha interferido en la lectura. En general, me ha sabido a poco.

*** 3 estrellas

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