La balada de los miserables

Imagen de Boras

Reseña de la novela de Aníbal Malvar publicada por la Editorial Akal

Esta es una de esas novelas que conforme avanzas te pones triste, temes llegar al final y que termine el disfrute, sientes pena de cada página leída pero a la vez no puedes prescindir de seguir leyendo.

La novela es negra, policíaca y criminal. Es trino y aunque parezca complicado cumplir semejante dislate la obra lo resiste. Es negra, negrísima, policíaca y negra negrísima y criminal y dentro de este subgénero negra negrísima. En resumen, una verdadera obra de arte. La acción se traslada a la periferia de Madrid, a ese lugar habitado sin normas urbanísticas y tampoco legales que se llaman poblados, donde se vende droga, se vive en chabolas y la vida vale poco o nada. Es en ese mundo tan cavernoso donde la obra se instala, como estandarte en mitad de un mar de basuras.

La visión del mundo del autor se centra en la de la ciudad, un lugar un tanto peculiar, por poner un ejemplo:

“....mezclarse en la corriente de ejecutivos con resaca prematura, yanquis anafilácticos, mendigos, maricones de urinario, pijas con carmín en los labios vaginales, niños del éxtasis, mirones ciegos de vino, guineanos con cajones de pulseras, reclutas con permiso para matar, cuarentonas con toas las canas al aire, secretas cantosos, vampiros fanados, diletantes con sueño, ladrones honrados y solitarios vecinos del sexto que han preferido, una noche más, bajar las escaleras antes que arrojarse por el balcón.”

Pág. 23.

 

La novela posee una fuerza propia, hecha a partir de personajes de una pieza, tremendos casi todos ellos, algunos verdaderamente descorazonadores, que es lo que precisamente pretende el autor.

No existe personaje que no sea poderoso, malencarado, jodido en cualquier punto. Aquí todos son malos, no existen los buenos, se olvidaron hace tiempo y aunque puedan hacer obras buenas no lo son. Por poner un ejemplo del personaje principal:

 

“O`Hara no es un buen tipo. Es demasiado inteligente para serlo. Trata mal a la gente porque la gente se siente fascinada al tenerlo a su lado. Aunque les haga daño, viven ese daño como un privilegio porque se lo ha infligido él. Sobre todo algunas mujeres. O`Hara, desde mi imparcial punto de vista, es un hijo de puta.”

Pág. 117.

 

El autor hace trampa, o mejor dicho, miente. En la novela nadie ni nada es imparcial, aquí todos están implicados, tienen que ver, de un modo u otro participan y casi siempre es para mal.

Si el personaje principal es bueno, los que le secundan no se quedan atrás. No existe uno que sea malo. Personalmente me encanta el inspector Ramos, cuyo sesgo es una maravilla a pequeña escala y aunque haga el papel de secundario es un actor de primerísimo orden. Tiene un perfil tan bien definido, tan plagado de aristas verdaderamente crueles que solo hay que rendirse a la evidencia de lo bien creado que está.

Si a los buenos personajes le sumamos una buena puesta en escena, unos decorados verdaderamente delirantes y una trama solvente tendremos una obra muy potente, pero hay que sumarle dos elementos más. El primero, la lírica. Tiene la novela mucho de lirismo, de frases bien encajadas, de ritmo cadencioso de narración, un auténtico lujo en mitad de una obra dura y sin concesiones en la que a veces el lirismo tiene que centrarse en la descripción de un vertedero o de otro espectáculo de semejante cariz. El segundo elemento es la libertad creativa del autor, no solo por introducir palabras de su propio cuño como “aluchera” o por ejemplo “beirutizando”, sirva como ejemplo para la mejor comprensión de los lectores:

 

“...bolsas de basura destripadas beirutizando las calles....”

Pág. 36.

 

También la libertad en cuanto a la composición del relato, cambiando de personaje, de punto de vista de la narración, del tiempo, del lugar, de todo. El autor no se ha quedado manco, los narradores se alternan y aparecen desde un loro hasta una placa de policía. Todo se usa y todo se aporta para que la narración avance.

Podríamos seguir hablando de la novela durante muchas líneas más, podría poner alguna cita más de las que he recogido y de las que la novela está plagada, pero el espacio es limitado, al menos si el propósito es no aburrir a los lectores.

En resumen, y contando que me dejo muchas cosas en el tintero, la novela me parece de una extraordinaria crueldad y de una extraordinaria calidad. La pongo al ladito de la magnífica novela de Claudio Cerdán El país de los ciegos en cuanto a calidad y ese aura salvaje. Cerca de los madriles negros de Juan Madrid, de las Barcelonas oscuras y de personajes de mente retorcida de Andréu Martín, de la humanidad desatada de Vázquez Montalbán y cerca de la visión bestia y manchega de mi admirado Julián Ibáñez, es decir, la pongo en el pedestal de la mejor novela negra nacional.

Me dejo a muchos por citar, pero, señores, esta novela entra en el restringido grupo de las grandes, de las de verdad, de ese grupito de novelas que marcan un territorio propio y que son la luminaria hacia donde se deben dirigir muchos que pretendan medrar en esto de la novela negra. Por cierto y ya por último, este es el camino de nuestra novela negra nacional: hay que dejarse de escandinavizar, ni americanizar, tenemos entre nosotros material y escritores suficientes como para dar un cumplida lección a cualquier otro foráneo. No imagino en ningún caso ninguna otra novela, actual, capaz de competir con esta en relación de igualdad.

Les recomiendo fervientemente la lectura, sin duda merece la pena.

 

La balada de los miserables

Aníbal Malvar

349 páginas

ISBN: 978-84-460-3543-5

Editorial: Akal

Fecha de publicación: 2012

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