La mano alzada

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Hedrigall
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La mano alzada

Esta es mi mano. Tiene cinco dedos, como cualquier otra. Meñique, anular, medio e índice se articulan con tres falanges, y el pulgar oponible solo con dos. Funciona como se supone que debe funcionar una mano. Rotación lateral y frontal, habilidad para extender y encoger los dedos. Podría saludar a alguien ahora mismo, también podría darle un puñetazo. Esta es mi mano y, aunque es completamente funcional, a Bam-Bam le resulta evidente que algo no cuadra en ella.

  —¿Por qué lleva un guante?

  Bam-Bam habla como si se hubiera tragado una flauta de pequeño, cuando aún era tierno e infante, y no medía dos metros de alto por medio de ancho. Se inclina para observar mi guante. Bajo sus sobacos, las fundas de las pistolas se balancean.

  —Solo lleva un guante. —Se gira hacia Jotacé y el señor Sabago—. ¿Por qué lleva solo un guante?

  Jotacé se encoge de hombros.

  —Coño, Bam-Bam. ¿Cómo vamos a saberlo?

  Hace calor en esta habitación. Estamos en la parte occidental de la finca. Más allá de la pared, campos agostados y amarillentos se extienden hasta formar una línea borrosa. Es un sol seco el de esta tierra, y hasta que no cae devorado por el horizonte, cumple su trabajo calentando, quemando y abrasando. La casa de los Ternán tiene una habitación así, orientada a poniente. El hijo de Dolores decía que si tocabas la pared, la mano quedaba enrojecida en tan solo unos instantes. Tras decir eso, me miraba y se echaba a llorar.

  Bam-Bam vuelve a observar mi mano, ofuscado por el misterio. Creo que está a punto de volver a preguntar por qué llevo un solo guante, pero el señor Sabago se remueve, inquieto. Jotacé se inclina hacia el anciano, escucha sus murmullos y vuelve a incorporarse.

  —El señor Sabago dice que ha pasado mucho tiempo buscándonos, husmeando por aquí y por allá, y que ahora ya nos ha encontrado. —En este punto ejecuta una pausa dramática—. El señor Sabago espera que el esfuerzo valiera la pena, teniendo en cuenta que este es el fin del camino.

  Bam-Bam me agarra el brazo. Toca el dorso de mi guante y presiona el cuero con aprensión.

  —Solo puedo decir —carraspeo— que yo también espero que esto valga la pena. Aunque no me hago ilusiones.

  El señor Sabago vuelve a murmurar. Jotacé entona con voz neutra.

  —El señor Sabago dice que conoció a su padre. Que le llegó a tomar aprecio. Dice que su padre trabajó para él durante muchos años, y que la relación fue provechosa en ambos sentidos. El señor Sabago lamentó mucho su fallecimiento.

  —Gracias.

  —El señor Sabago recuerda conversaciones con su padre en las que manifestaba el deseo de que su hijo tuviera una mejor vida. Que estudiara e hiciera carrera para acabar en una profesión menos miserable que la suya. —Jotacé se inclina con rapidez a un gesto de su patrón—. El señor Sabago dice que «miserable» fue la palabra exacta que empleó. El señor Sabago quiere saber si el hijo de Santiago Guerra cumplió ese deseo y consiguió un trabajo mejor que el de su padre.

  —Sí. Aunque no me alejé mucho.

  Hay un silencio largo que se vuelve incómodo. Bam-Bam deja de prestar atención a mi guante, consciente de la tensión. Jotacé le hace un gesto con la cabeza y Bam-Bam golpea mi costado.

  —Al señor Sabago le gustaría que fuera más preciso —dice Jotacé.

  Tras recuperar el aliento, murmuro:

  —Soy médico. Médico forense.

  El anciano asiente y murmura. Jotacé asiente y dice:

  —La manzana nunca cae lejos del árbol.

  Bam-Bam se coloca muy cerca. La curiosidad vuelve a enroscarse en su cabeza y ordena a su dedo que vuelva a toquetear mi guante.

  —El señor Sabago quiere saber…

  —El señor Sabago —interrumpo a Jotacé— podría emplear su propia voz, en lugar de meter el brazo por el culo del muñeco que tiene al lado para hacerle hablar.

  Bam-Bam no necesita de ninguna señal para asestarme un puñetazo en las costillas, otro en el estómago, uno más en el costado. Jotacé da un paso para unirse a Bam-Bam, pero se detiene al escuchar un sonido. Alguien ríe entre dientes y suena como si aserraran madera.

  —Lo que quiero saber —dice la voz raspada de Francisco Sabago— es por qué un médico forense se levanta un buen día y se propone encontrarme por cualquier medio mientras, por el camino, le da boleto a dos de mis amigos.

  —Momo y Miguel el pequeño —dice Jotacé.

  —Me gustaba Miguel el pequeño —se lamenta Bam-Bam.

  —Asumo que están muertos —continúa Francisco Sabago—. Llevan desaparecidos desde hace días y eso significa lo que significa. Ahora, —el anciano se inclina hacia adelante— Momo no era ningún ángel, soy el primero en reconocerlo, pero Miguel no le había hecho nada malo a nadie.

  —Miguel era un buen chaval —se lamenta Bam-Bam.

  —Sí que lo era. No se parecía en nada a su padre —añade Jotacé.

  —Pero no estamos hablando de su padre, que en paz descanse –sentencia Francisco Sabago—. Miguel el pequeño llevaba su vida alejado de nuestro mundo, tal y como su padre quería.

  Hay una pausa, que interpreto como invitación a hablar.

  —No tengo nada en contra de usted, señor Sabago. Apenas conocía al tal Momo y siento mucho lo de Miguel… Créame cuando le digo que soy el que más lamenta que, en esta historia, los hijos paguen por los pecados de sus padres.

  Bam-Bam vuelve a agarrar mi brazo y su dedo dibuja una línea sobre el guante hasta llegar al puño de mi camisa. Los ojos del anciano brillan.

  —Esta historia —repite Francisco Sabago.

  Bam-Bam traza espirales sobre el cuero, sigue las costuras de lado a lado y de arriba abajo. Francisco Sabago se remueve en el asiento, acomodándose.

  —Hace años que no escucho una buena historia.

  Bam-Bam llega hasta la muñeca y mete el dedo por debajo del guante. Ve algo que le hace dar un paso atrás y soltar una exclamación.

  —¿Quieres estarte quieto? —suelta Jotacé.

  —Su mano, su mano… —susurra Bam-Bam.

  Jotacé chasquea los labios y da una palmada. Avanza tres pasos, aparta a Bam-Bam a un lado, me lanza un puñetazo al estómago. Mientras me doblo hacia adelante y recupero el aliento, agarra mi brazo y tira del guante con fuerza.

  Esta es mi mano. Tiene cinco dedos, como cualquier otra, pero no hay vello sobre la piel, no hay piel rosada que recubra la carne, apenas hay carne, tendón o músculo. Esta es mi mano, una mano muerta, y a saber qué corretea por la cabeza de Bam-Bam en forma de pensamiento, porque a pesar del espanto, a pesar del asco, no puede dejar de mirarla con una mezcla de angustia y curiosidad que le impiden controlar el impulso. Adelanta un dedo y toca mi mano con delicadeza.

  —Es una historia dura. No creo que le vaya a gustar —le digo al señor Sabago, y es entonces cuando Bam-Bam mira su propia mano y empieza a chillar.

 

  Hay partes de esta historia que he vivido en persona, otras me han sido reveladas. Algunas me ha parecido soñarlas. La historia empieza en una habitación como esta, pero a kilómetros de aquí, en la finca de la familia Ternán. La historia no empieza cuando Guillermo Ternán decide ampliar la casa, sino muchos años atrás, cuando la casa fue construida. Pero solo hace un par de semanas que Guillermo Ternán decidió ampliar la casa y ganarle terreno al campo, que se extiende centenares de metros hacia el oeste. La hija pequeña se fue a vivir a la ciudad, y si tira abajo una de las paredes de su habitación y extiende la otra unos metros más, Guillermo acabará teniendo dos habitaciones extra para cuando sus hijos vuelvan en Navidades con sus propias familias. Él mismo fue el que empezó a tirar la pared con un mazo y el que, con la mitad del trabajo hecho, encontró el cuerpo emparedado. Guillermo supo al instante que ese cuerpo era el de su madre.

  Esta parte la viví en persona. Cuando llegué a la finca Guillermo rondaba fuera, lanzando miradas llorosas a la casa. Nadie de la policía se había atrevido a terminar de tirar el tabique, y se podía advertir la cabeza y parte del brazo izquierdo, extrañamente levantado. Una vez derruida la pared con cuidado, observé el cuerpo de una mujer envuelto en trozos de plástico.

  Había empezado a atardecer, y recuerdo pensar que hacía calor en esa habitación. Que más allá de esa pared, entre campos que se extendían hasta el infinito, caía el sol seco e inclemente de esta tierra, que calentaba, quemaba, abrasaba. Todos esos años en la habitación que daba a poniente, el clima desértico, la escasa humedad… Mis compañeros no dejaron de hablar de desecación y alcalinidad, de circunstancias accidentales. ¿Cuáles eran las probabilidades de toparse con una momificación natural en el transcurso de nuestra vida profesional? Escasísimas. Recuerdo prestarles poca atención y observar esa mano esquelética, la izquierda, levantada en una postura que me pareció, en ese momento, de súplica. Antes de llevarnos el cuerpo le expliqué la situación a Guillermo Ternán. Guillermo me dijo que, por las tardes, esa habitación era la más calurosa de la casa. Me dijo que si colocabas la mano abierta en la pared, podías notar el calor acumulándose, tratando de alcanzarte. Dijo algunas cosas más que no entendí porque empezó a llorar.

  El cuerpo de Dolores García de Ternán presentaba dos pequeñas incisiones en el torso, causa probable de la muerte. Se mantuvo apartado en una pequeña sala de la morgue durante algunos días, hasta que alguien de arriba decidiera si era necesario realizar la autopsia y si era posible llevarla a cabo, considerando el inusual estado del cuerpo. En esos días entraba en esa sala y examinaba su mano izquierda, la mano levantada. Pensé, contra toda lógica, que a través de ese gesto me pedía ayuda. Guillermo Ternán quiso ver el cuerpo tras una visita a la policía. Dijo que era un alivio saber, cincuenta años después, que su madre no lo había abandonado de pequeño. También dijo que le costaba dormir pensando que había estado emparedada en la habitación calurosa que daba a poniente desde antes de que se terminara de construir la casa. En su lecho de muerte, el padre de Guillermo le confesó que supo que habían matado a su esposa en el momento en que desapareció. Pero con el paso de los años, se llegó a creer la mentira de que un buen día se había marchado y dejado a su familia atrás.

  —¿Por qué iba nadie a querer matarla?

  —Mi madre era problemática para esa época. Sindicalista. Libertaria. No se achantaba ante nadie. —Guillermo suspiró—. Mi padre nunca entró en detalles.

  Esa misma noche me quedé a solas con ella, observando la piel, el músculo y el hueso unidos en una misma materia desecada. Miré de nuevo su mano alzada. Extendí mi mano hacia la suya, lentamente, y la toqué. Seguí la línea de sus dedos hasta que sentí el mismo dolor que ahora siente Bam-Bam.

 

 Esta parte de la historia creo que la viví en persona, pero no estoy seguro. Puedo haberla soñado, como quien sueña la vida de otro. José Antonio Moratalaz Morella, Momo, regentaba un burdel de carretera. De la misma quinta que Francisco Sabago, parecía risueño y afable, bonachón incluso. «Igual que cuando era joven», dijo Dolores. Momo fue el que remató la faena en la finca de los Ternán. Lo hizo con una navaja similar a la que sacó esa madrugada tras cerrar el garito y enviar a las chicas para casa. Momo me apuntó con ella, sonriente, y me informó de que ya habían cerrado. Que las putas se habían convertido en calabazas y habían marchado a esconderse a sus casas de mierda, y que si, por un casual, no estaba interesado en mujeres, aquí estaba él y aquí estaba su hoja, y que nunca se había dejado dar por culo pero era bastante conocido por clavarla bien adentro. «La misma lengua que cuando era joven», dijo Dolores. Momo no se mostró igual de ágil al acercarme, pero aún así acertó a clavar la navaja en mi antebrazo, ya disecado por completo. Al posar la mano muerta sobre su cuello, la piel empezó a resquebrajarse. Momo se quedó sin aliento mucho antes de que su cuerpo se apergaminara.

  Miguel el pequeño sabía que su padre había sido una mala pieza, pero aún así Dolores quiso entrar en detalles. Miguel el grande fue el que la estuvo moliendo a palos durante la última hora de su vida. Puños como mazas en sus costillas, en sus riñones, en su estómago, en sus pechos. «Nunca toco la cara de una mujer bonita», recuerda Dolores que le dijo. Miguel el grande meneó la cabeza cuando Momo la pinchó dos veces en el corazón, porque de la manera en que se había empleado, todo lo que podía romperse dentro de ese pequeño cuerpo había quedado roto, y no era necesario el golpe de gracia. Miguel el pequeño se dejó la voz tratando de explicar que él no era su padre, que él no era como su padre, que él nunca haría lo que había hecho su padre. Me gusta pensar que, antes de que le tocara con la mano muerta, Dolores tuvo un momento de duda. Me gustaría que fuera cierto, pero no me hago ilusiones. Al pisar y patear su cuerpo, se rompió y se deshizo con la misma facilidad que el de Momo.

  Esta es la historia. Es una historia dura, y no creo que a Francisco Sabago le guste.

 

  Bam-Bam se retuerce de dolor en el suelo. El toque ha alcanzado su muñeca y sigue avanzando por el brazo, mientras Jotacé lo mira sin reaccionar. Le doy una bofetada suave con mi mano muerta, y Jotacé retrocede espantado, llevándose la mano a la mejilla. Mano y mejilla empiezan a acartonarse con rapidez, y en pocos segundos Jotacé se une al coro de chillidos de Bam-Bam.

  Avanzo cojeando hacia Francisco Sabago. A mi rodilla le cuesta articularse con naturalidad, habiendo quedado músculo, tendón y cartílago reducidos a la mínima expresión tras desecarse. El anciano se levanta de la silla ignorando los gritos que resuenan en la habitación.

  —¿Quién coño eres?

  «Este es Francisco Sabago», dice Dolores. El único que no le puso un dedo encima. Francisco Sabago pensó en ella en muchas ocasiones. Pensó en los problemas que causaba con sus llamadas al hermanamiento, a la unión y a la lucha de clase. En la amenaza que suponía para el capital y la empresa. Pensó en cómo alguien joven y con iniciativa, como él mismo, podía solucionar un problema sin que nadie se lo pidiera, y ganarse un poco de buena voluntad con gente con la que valía la pena guardar favores. Supo que Dolores García de Ternán era de las que no se achantaban, y también que un aviso, un pequeño susto, no iba a conseguir nada. Alguien le dijo que se estaba construyendo una casa, y Francisco Sabago tomó la decisión. Observó cada uno de los golpes de Miguel el grande y rio las burlas y ocurrencias de Momo. Esperó a que el cuerpo alcanzara la rigidez de la muerte y ayudó a colocarlo en la pared. Agarró su brazo izquierdo y lo dejó levantado en el aire. Agarró su mano izquierda e intentó cerrarla para formar un puño. «La dejaremos cantando para toda la eternidad», eso fue lo que dijo, y Momo y Miguel el grande soltaron una carcajada. Francisco Sabago presenció la colocación del último ladrillo en la pared de la habitación que daba al sol de poniente.

  Al igual que con Momo y Miguel el pequeño, es Dolores la que me hace levantar la mano muerta. La cierro hasta formar un puño y la dejo caer sobre el anciano. Francisco Sabago no grita al recibir el golpe, tampoco cuando la piel de su cara empieza a cuartearse.

  Salgo al exterior y contemplo los campos interminables, descoloridos por el sol. No me hago ilusiones. Esta parte de la historia es la que me afecta, a pesar de que no había nacido por aquel entonces. «Eres el hijo de Santiago Guerra», eso fue lo que dijo Dolores cuando acudí a su llamada de auxilio y toqué su mano alzada. Mi padre conoció a Dolores. La atizó con la porra en las manifestaciones. La amenazó con la impunidad que otorga la placa. Santiago Guerra fue el que le dijo a Francisco Sabago que la perra roja se estaba construyendo una casa, y el que hizo guardia por un puñado de billetes fuera de la finca, mientras la mataban y la emparedaban.

  No me hago ilusiones. La mitad de mi cuerpo está consumida y, ahora que todo ha terminado, no hay razón para que Dolores retrase el toque incorrupto de su mano sobre mi piel. Quizás en un mundo distinto, en el que una mujer como ella pueda levantar la voz y terminar muriendo de vieja en la cama, rodeada por los suyos. Pero no existe un mundo así, y esta no es una historia agradable. En esta historia los hijos terminan pagando por los pecados de sus padres.

 

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
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Relatazo. Me quito el sombrero: todo está donde debe estar. No lo puntuo todavía pues veo que aún no lo han admitido.

Paso mas tarde.

Felicitaciones.

Un saludillo

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

A mi parecer, un relato redondo, de principio a fin, de contenido, estructura y prosa. Y el tema de la convocatoria, explotado a la perfección con originalidad. Bravo.

Me ha traído recuerdos de "Pedro Páramo". Y eso es todo lo que se me ocurre decir. No le tocaría ni una coma.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

Gran relato. Le doy 4,5.

Un saludo

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Magistral. Yo es que no sé qué otro calificativo otorgarle, y lo digo en el sentido más amplio, ya que de un relato tan hábilmente escrito y tan redondo se puede aprender mucho.

Voy a comentar alguna cosa respecto a algunas impresiones, pero vamos, por intentar aportar algo.

En primer lugar, me ha despistado la referencia del primer párrafo a la infancia de Bam-Bam, no me ha hecho ver la ominosa situación del personaje pese a la mención de las pistolas, me ha sugerido que el protagonista era más bien un compinche de la cuadrilla, pero vamos, esto se desvanece enseguida al avanzar el texto y no descarto que se deba a un problema de mi comprensión lectora que no siempre es óptima a determinada horas.

Creo que sería adecuada una coma tras Guillermo en “Cuando llegué a la finca Guillermo rondaba fuera”.

En cuanto al lugar en el que se sitúa la historia me ha despistado, no sabía si estábamos en un latifundio almeriense o en un rancho mexicano. La expresión de la manzana que no cae lejos del árbol me ha hecho situarlo inmediatamente en el continente americano por un aspecto de proximidad, vaya, aunque es posible que el autor haya dejado alguna referencia que se me haya escapado como construcciones típicas de madera o similar, o puede que los nombres de los personajes, pero si es así no he sabido verlo, ya digo que en función de la hora mis neuronas trabajan a bajo rendimiento.

Y nada más que decir, mucha envidia, una particular venganza con una profundidad de temas detrás que no adolece de haberse quedado en lo estético. Fantástico, ¡joder!, no puedo hacer más que felicitar al autor por regalarnos este relato.

Voy a puntuarlo con 5 estrellas. Felicidades y gracias por compartirlo.

P.D.: La referencia calabacera ingeniosamente introducida, por cierto.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Magnifico cuento, con aires de realismo mágico y que perfectamente se podía haber llamado Crónica de una muerte anunciada. La excelente trama va de la mano de un lenguaje preciso y bien elegido. 

El inicio de la historia se me ha hecho confuso, la verdad. Llegué  a sospechar que Sabago era una aparición. Por poco tiempo, en un par de frases todo encaja y el relato comienza a fluir a ritmo cadencioso hacia un final con vuelta de tuerca suave y efectiva.

Los personajes están  bien definidos, las emociones contenidas, las motivaciones se van revelando en el mometo oportuno.

Muy bueno, se lleva 4,75.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Gracias a los cuatro (Stendek, Pata, Germinal y Bio Jesus) por los comentarios.

 

Germinal dijo:

En cuanto al lugar en el que se sitúa la historia me ha despistado, no sabía si estábamos en un latifundio almeriense o en un rancho mexicano. La expresión de la manzana que no cae lejos del árbol me ha hecho situarlo inmediatamente en el continente americano por un aspecto de proximidad[...]

 

Este comentario es curiosísimo. Buscaba una expresión con ese significado, y la de «De tal palo, tal astilla» no encajaba del todo. La cuestión es que la cabeza hace trucos raros, porque sabía que había algo que caía de un árbol, y estaba convencido de que era una expresión típica de nuestro idioma. Tras encontrar la expresión «La manzana no cae lejos del árbol» me di cuenta al instante de que la había oído y leído en inglés en muchas ocasiones («The apple doesn’t fall far from the tree»). Así que me dije que había que quitarla, porque la localización de la historia es indeterminada, pero  es de cultura y habla hispana. Pero seguí buscando un poco más y resulta que la expresión en castellano es bastante usada en Chile (quizá absorbida del inglés), y la terminé dejando en el texto.

 Tu comentario, totalmente acertado, me recuerda que dejé esa expresión sin darle muchas vueltas y que tengo que ser más cuidadoso con las expresiones, que suelen dar mucha información geográfica y cultural, como has demostrado.

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Relato bien muy bien armado en su desarrollo, con una primera parte en la que el autor se mantiene en los pequeños detalles, dando muy poca información, para mantener al lector intrigado, preguntándose a qué se debe todo eso. Creo que la mayor fuerza del relato está ahí. El desarrollo de la historia después de eso, va desvelando razones y causas poco a poco para dejar casi todo atado. No se pierde el interés.

También es verdad que a mí me ha exigido una segunda lectura para terminar de encajar el puzzle de lo que me dejé por el camino en la primera. 

En resumidas cuentas: buena historia, bien contada y buen estilo. Por mi parte, le atribuyo una valoración de 4,75 estrellas.

Solo me ha quedado una duda un poco desasosegante para mí, aunque tiene muy poca relevancia porque entra dentro de la licencia poética admisible en el mundo de lo fantástico. En todo caso, ¿qué es lo que le da tal poder al cadáver de Dolores? ¿Por qué vuelve Dolores a su momia y con tales capacidades?  El gesto de la mano alzada no será, puesto que es un capricho del pequeño Miguel cuando ella está sin vida ya. ¿Es quizá la orientación de la pared hacia el Ocaso y el calor, o es la mera y simple momificación? Ya digo que importa poco, pero me ha dejado bien intrigado.

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Mzime dijo:

Solo me ha quedado una duda un poco desasosegante para mí, aunque tiene muy poca relevancia porque entra dentro de la licencia poética admisible en el mundo de lo fantástico. En todo caso, ¿qué es lo que le da tal poder al cadáver de Dolores? ¿Por qué vuelve Dolores a su momia y con tales capacidades?  El gesto de la mano alzada no será, puesto que es un capricho del pequeño Miguel cuando ella está sin vida ya. ¿Es quizá la orientación de la pared hacia el Ocaso y el calor, o es la mera y simple momificación? Ya digo que importa poco, pero me ha dejado bien intrigado.

No sé si entiendo bien la pregunta. En todo caso (Atención: Spoilers) es una historia de venganza sobrenatural. Cuando el protagonista toca la mano del cadáver de Dolores queda poseído por su espíritu, digamos, y ejecuta esa venganza para ella contra su voluntad. No hay más. En este sentido, aclarar que el cadáver de Dolores no se mueve de la morgue, es el protagonista el que toca (con la mano con la que tocó a Dolores) al resto de culpables para que estos mueran momificados.

 

Gracias por tu valoración, Mzime.

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Creo que la única pega que puedo ponerle al relato es que me hubiera hecho falta alguna pista para ubicarlo geográficamente porque durante toda la lectura he estado visionando México y sus polvorientos poblados del desierto, y solo al final me he venido a nuestra España de pandereta.

Por lo demás, nada que decir. Factura impecable, ritmo ajustado a la trama y unos personajes muy verosímiles.

 

Mi puntuación es de 5 estrellas.

 

 

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Impecablemente escrito y llevado, ciertamente. Yo siempre me he sentido en Castilla, no sé por qué jaja aunque lo de la manzana si me sonó un poco del otro lado del charco. 

Aunque no niego que el principio me despistó un poco y así a bote pronto, no he terminado de entenderlo del todo XD menos mal que lo has explicado ahí a alguien.

Una tontería, por el título, creí que iba a encontrarme con Ramsés II jajajajaja por la historia famosa de por qué tiene la mano, extrañamente, levantada.

Cuatro estrellas: ****

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Jane, Ligeia, gracias por los comentarios.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Un relato que lee muy, muy bien, porque está escrito con cuidado y a la vez con un estilo sencillo, que cuenta la historia de manera que el lector quede prendado por sus personajes y los detalles truculentos que la envuelven. Desde luego, no puedo sacar punta a nada en cuanto al estilo, más bien lo contrario, alabarlo y quitarme el sombrero. Ni una sola coma con la que pueda dar por saco… Sobre todo creo que se demuestra que a veces no es necesario preñar el texto con adjetivos rebuscados y descripciones vacías para lograr crear una atmósfera muy seductora, ni recurrir frases largas y extenuantes para dejar bien claro lo buen escritor que es uno (en todo esto, además de buenas críticas para el autor del relato reseñado, hay cierta autocrítica por parte del reseñador).

La historia, a su manera, es un clásico. Un espíritu vengativo y colérico que está dispuesta a lo que sea con tal de saciar sus apetitos. Me recuerda por ejemplo a Un saco de huesos de Stephen King (no confundir con cierta editorial especializada en género fosco), quizás porque también es una mujer y por los acontecimientos que rodean a su muerte. Los culpables (o su prole en ausencia de) son castigados por un delito cometido en un pasado y el misterio en torno a dicho delito es la base entorno a la que giran los acontecimientos, protagonizados por personaje muy de carne y hueso (y posteriormente de pellejo y hueso), creíbles, carismáticos, de esos que suelen gustar al lector (desde luego al que suscribe sí).

¿Pegas? Señalaría dos argumentales. En primer lugar, aunque no es una historia de fantasmas al uso, tiene varias características que me recuerdan a ellas, entre ellas cierta ausencia de reglas. Dolores se nos presenta como un personaje más ilustrado que espiritual, no parece relacionada con ningún elemento místico en vida. ¿Por qué se alza su espíritu de entre los muertos? Murió molida a palos y solo después, por azares del destino, quedó momificada. ¿No sería entonces más comprensible que el castigo para sus verdugos fuera destrozarles cada hueso del cuerpo? Esta primera pega se compensa con el hecho que ya he señalado: es una historia de fantasmas y punto, el hecho de que el forense sea hijo de uno de los implicados en el crimen me resulta detonante místico más que suficiente.

Además, diría que se le permite al lector echar una ojeada al guion de forma algo temprana. Llegado a cierto punto, se cuenta que posiblemente Miguel el pequeño y Momo estén muertos y luego se cuenta que, en efecto, así están, bien muertos. Y la misma muerte que los alcanza les llega también a los otros tres maleantes, como cabía esperar. Pero una vez más, como pasa en otros relatos de este certamen, esta ausencia de sorpresa final o la cierta previsibilidad tampoco es un defecto importante, pues claramente no es la carta que juega el autor.

Como puntos fuertes, el horror está muy bien llevado y las conversaciones me han encantado, muy rollo Tarantino o Robert Rodríguez, de los que me confieso gran fan (a veces manque me pese). Las putas se han convertido en calabazas y había marchado a esconderse en sus casa de mierda. Qué jodida perlita :D

No iba a decir nada, pero me han llamado la atención los comentarios sobre el posible escenario. Si bien es cierto que podría haber sucedido en casi cualquier sitio, yo también lo he ubicado mentalmente en el continente americano, quizás Méjico (el clásico o el Nuevo) y seguramente por los parajes baldíos que se utilizados con frecuencia por los directores que he mentado.

La puntuación final es de cuatro estrellas.

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Puntos: 1132

Gracias por los comentarios, Curro.

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Eddy Sega
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Poblador desde: 16/12/2011
Puntos: 2382

Me ha encantado este relato, una magnífica crónica negra que bien podría haber ocurrido en cualquier zona rural conocida por nosotros, algunas propensas a ocultar hechos tan truculentos como el que aquí se narra. 

No tengo nada negativo que señalar, más bien al contrario. Encuentro que el relato está perfectamente ajustado a la extensión y cuenta con una estructura medida al milímetro. Nada sobra ni falta. Vamos, un relato redondo. No puedo añadir nada más que no sea una felicitación para el autor por su trabajo. Enhorabuena.

No había empezado aún a otorgar puntuaciones, pero voy a hacerlo a partir de este relato (en parte porque ya toca) porque sé que no voy a dudar en la puntuación a darle por muchos relatos que lea a partir de ahora.

★★★★★

Pd: Puto Hedri (si no lo digo reviento angry)

Edito: 5 estrellas, por si los iconos no se ven en algún dispositivo.

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mawser
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Poblador desde: 17/07/2009
Puntos: 253

Un relato redondo, inquietante y reflexivo, rico en matices. Por momentos incluso hermoso como solo una venganza puede llegar a serlo... 

Cojonudo, vaya.

Le doy las 5 estrellas.

https://www.facebook.com/La-Logia-del-Gato-304717446537583

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Magnífico relato, sin duda, el mejor que he leído hasta ahora (aunque aún me quedan unos cuantos).

No voy a añadir nada que no hayan dicho ya mis compañeros, porque además, ellos lo explican mejor que yo. no

Solamente hay una cosa que me ha dejado una pequeña duda, y no tiene nada que ver con la ubicación geográfica, pues desde el principio a mí me pareció claro que se trataba de España.

Mi duda tiene que ver con la casa. Dolores fue emparedada allí por gente ajena a su construcción, pero luego la casa fue terminada. Entonces ¿nadie de los que la construyó se extrañó (el padre de Guillermo o quien fuera) de que de repente hubiera una pared de ladrillo recién terminada que ellos no habían puesto? Puede ser que me haya perdido algún detalle que explique esta situación, si es así, no lo he visto.

En todo caso, eso no afecta a mi valoración de un relato que me provoca envidia por lo bien escrito.

5 estrellazas y mi felicitación.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Eddy, Mawser, Doc, gracias por vuestras palabras.

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Uno de los relatos que más partido le sacan al tema de la convocatoria. Es original y tiene un punto a favor al hubicarlo en nuestro tiempo, pues hubiese sido mucho más fácil retroceder dos mil años atrás para contar esta historia, usando algún recurso mucho más manido para explicar la momificación de la mujer. 

Tanto los diálogos como todo el trabajo descriptivo mantiene el nivel muy alto, consiguiendo una lectura fluída y muy disfrutable. 

Es difícil meter un mensaje en un relato corto. Este lo lleva y además nos toca muy de cerca. "Los hijos pagan los pecados de sus padres". Nuestra sociedad todavía se apunta con el dedo por lo que pasó en la guerra civil, poniéndonos etiquetas como si ambos bandos (republicanos y el nacional) aún estuvieran en guerra. Respondiendo o criticando a los demas por las acciones que cometieron nuestros padres/abuelos. 

El detalle de empaderarla con la mano alzada es precioso, le da personalidad al villano principal. 

Como punto negativo, me ha costado un poco centrarme en quién era quién. Y he tenido que volver atrás para comprender por qué la mujer se convierte en una momia. En este punto, sin embargo, creo que le falta algún detalle extra para creernos del todo la venganza que sucede después. Me creo completamente que el calor concentrado en aquella pared la momificara, y también que, una vez liberada, busque venganza. Pero me falta un pequeño "¿por qué tiene esos poredes?". Cualquier tontería me hubiera bastado, un panfleto de Franco dibujado como una momia, un tebeo de su hijo sobre el antiguo Egipto que uno de los matones estuviera leyendo mientras los demás la metían ahí dentro y al finalizar lo tirase con ella. No sé, una pequeña tontería que lo justificara.  

Por lo demás, gran trabajo.   

4'5 estrellas. 

 

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
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La construcción formal más inteligente de esta convocatoria. Labor de ingeniería para colocar los mojones efectistas que controlan el ritmo. No se redunda info en las intervenciones dialógicas. No he visto errores de puntuación ni de ortografía. Hasta coquetea con abstracciones profundas: la momificación de una ideología, la izquierda si se quiere generalizar.

Capaz que podría marcar, poniéndome un poco hincha pelotas, que tras la doble blanca, cambio de escena, el primer párrafo debería ir sin el sangrado...

En algún punto, el uso del títere me recordó al relato de Invierno, La herida, del Polidori anterior. Aquellos personajes me hicieron sospechar que se trataban de títeres. Cuando después se reveló que no, que solo eran criaturas creadas (el tema de la convocatoria era Frankenstein), sentí que el giro de los títeres hubiera estado brutal. Tanto lo pensé que a las semanas o meses hice un cuento donde hay personajes raros que después se revelan que son títeres, jajajaa. En fin, quiero pensar que la idea se te ocurrió por la misma vía.

5

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Carlos Jesús Ramírez
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Relatazo. Enhorabuena, Hendrigar, has construido una historia bella y trágica de poderosa ambientación. No entiendo por qué a los lectores les resulta tan importante la ubicación real del relato, a mí me gusta imaginar la historia donde me dé la gana, según me sugiera la atmósfera. En este caso, para mí tiene aire de western en territorio hispano, me da igual el país. Por el paisaje, nombre de personajes, trama de revolucionaria campesina... Y el poder de la momia es en realidad el poder del fantasma que vuelve de una muerte violenta, ¿no? Que es como una convención general.

Me gusta la prosa, "árida" y contenida, que aporta mucho a la ambientación.

5 estrellas (debería racanearte aunque fuera un poco, pero con este calor... Me puede la benevolencia enlightened).

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Dr. Ziyo
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Carlos Jesús Ramírez dijo:

Relatazo. Enhorabuena, Hendrigar, has construido una historia bella y trágica de poderosa ambientación. No entiendo por qué a los lectores les resulta tan importante la ubicación real del relato, a mí me gusta imaginar la historia donde me dé la gana, según me sugiera la atmósfera.

Opino como tú, no lo veo un dato crucial en la historia ni mucho menos.

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Stendek
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Dr. Ziyo dijo:

Solamente hay una cosa que me ha dejado una pequeña duda, y no tiene nada que ver con la ubicación geográfica, pues desde el principio a mí me pareció claro que se trataba de España.

Pues yo juraba (y sigo jurando), que la acción transcurre en Argentina. ¿Por qué? Pues ni idea. Es la impresión que me da.

Un saludo

Javier

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Mzime
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Stendek dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Solamente hay una cosa que me ha dejado una pequeña duda, y no tiene nada que ver con la ubicación geográfica, pues desde el principio a mí me pareció claro que se trataba de España.

Pues yo juraba (y sigo jurando), que la acción transcurre en Argentina. ¿Por qué? Pues ni idea. Es la impresión que me da.

Un saludo

Javier

 

Bueno, en realidad, solo veo yo dos anclas históricas en el texto: el sindicalismo libertario y los puticlubs de carretera. El primero es propio en la España de antes de la guerra civil, pero también de la Argentina de tiempos de Perón. Sin embargo, no veo yo puticlubs de carretera sino después del 41 y ahí no parece que pueda encontrarse sindicalismo hasta los finales del franquismo. Por otra parte, no hay argentinismos dialectales, ni los personajes hablan argentino, ni con léxico, ni con el voseo de esa segunda persona del plural tan cantarina. Yo me inclino por pensar que no tiene una contextualización localista ni temporal exacta, pero que se halla más cerca de este lado del charco que de aquél. Quizá la España de mediados, ya avanzados, de los 70.

Por cierto, es un relato que gana mucho más con la segunda lectura, una vez que tienes en la mano todas las referencias y puedes ver mejor la trabazón del discurso narrativo y de la trama.

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Hedrigall
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Mzime dijo:

Stendek dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Solamente hay una cosa que me ha dejado una pequeña duda, y no tiene nada que ver con la ubicación geográfica, pues desde el principio a mí me pareció claro que se trataba de España.

Pues yo juraba (y sigo jurando), que la acción transcurre en Argentina. ¿Por qué? Pues ni idea. Es la impresión que me da.

Un saludo

Javier

 

Bueno, en realidad, solo veo yo dos anclas históricas en el texto: el sindicalismo libertario y los puticlubs de carretera. El primero es propio en la España de antes de la guerra civil, pero también de la Argentina de tiempos de Perón. Sin embargo, no veo yo puticlubs de carretera sino después del 41 y ahí no parece que pueda encontrarse sindicalismo hasta los finales del franquismo. Por otra parte, no hay argentinismos dialectales, ni los personajes hablan argentino, ni con léxico, ni con el voseo de esa segunda persona del plural tan cantarina. Yo me inclino por pensar que no tiene una contextualización localista ni temporal exacta, pero que se halla más cerca de este lado del charco que de aquél. Quizá la España de mediados, ya avanzados, de los 70.

Por cierto, es un relato que gana mucho más con la segunda lectura, una vez que tienes en la mano todas las referencias y puedes ver mejor la trabazón del discurso narrativo y de la trama.

 

No quiero coartar de ninguna manera vuestras disquisiciones, pero cuando el texto afirma que Momo regenta un burdel de carretera lo hace en la línea temporal presente, siendo anciano, y no en la época en que Dolores fue asesinada. Por otro lado, interesantísimo todo lo que decís. Yo poco tengo que decir, el texto ya no es mío. Lo escribí sin una «contextualización localista ni temporal exacta» en mente, eso es cierto, pero también, por defecto, «se halla más cerca de este lado del charco que de aquel». En fin, podéis creer que está localizado donde queráis.

 

Un saludo.

 

PS: Sanbes, Angelito, Carlos Jesús... gracias por vuestros comentarios.

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