La caída de la Casa Usher

Imagen de Jack Culebra

Un vistazo a la mítica película de Vincent Price basada en la obra de Edgar Allan Poe

 

La caída de la Casa Usher es uno de los relatos más inquietantes de Edgar Allan Poe, y también, de toda su producción, uno de los que bebe más claramente de las fuentes clásicas de la novela gótica. En él, en un escenario americano -como era de su gusto-, reencontramos la consabida vetusta y gran mansión habitada por un siniestro personaje y una damisela en apuros, aunque este sea un viejo amigo del protagonista y la segunda, su hermana. A partir de esta base tan decimonónica, el escritor introdujo elementos propios y, sobre todo, ese estilo característico que lo consagró como maestro del género gracias a su dominio de la psique humana.

La película de Roger Corman capta a la perfección estas particularidades, e incluso el propio ritmo de la historia. Rodada en 1960, contó con un guión adaptado de Richard Matheson, el cual encaja igual de bien con la obra original que con el modo de plasmar esta en la pantalla, una suerte de expresionismo que incide en las sensaciones y sentimientos de los personajes más que en la propia acción (como ocurre en el propio relato).

El color y los juegos de luces y sombras son apabullantes. Dotan al conjunto de una irrealidad macabra francamente efectiva. El escenario en sí, todos los decorados, realzan esta misma sensación de inconsistencia. Tienen algo de teatrales, pero ya no sólo en el sentido de tramoya de teatro, sino en la más amplia acepción del término: como en la mencionada novela gótica, uno tiene la impresión de que la mansión oscila entre lo verídico y el cartón piedra, un compromiso entre la cercanía del horror y la fascinación del idílico castillo en ruinas. La ornamentación de la misma juega con mucho acierto esta baza, en especial los retratos de la corrupta estirpe Usher.

Las actuaciones del escaso reparto (apenas vemos siete actores en todo el metraje) encabezado por el insondable Vincent Price, que llena la película como protagonista indiscutible, se adecúan perfectamente a la atmósfera imperante. Resultan algo impostadas, hieráticas incluso, como corresponde a la mansión de pesadilla que se precipita hacia el infierno ideada por Poe. Es otro de los elementos en los que queda claro que Corman no pretendía abordar La caída de la Casa Usher como una narración al uso.

La banda sonora también tiene un peso específico en este carácter propio. Las melodías de Les Baxter son tan inquietantes como implacables. Hay, de hecho, una extraña comunión entre ruido y música, como pone de manifiesto la escena del violín. La sensibilidad exacerbada del anfitrión encuentra el reflejo adecuado en estos elementos.

El resultado es un filme peculiar. Su ritmo resulta lento, opresivo, y transmite la claustrofobia del relato original. Los escenarios y, sobre todo, el modo de tratarlos resultan fascinantes, llenos de melancolía y de sombras inquietantes. No es una película de sustos, sino de angustia, y, desde luego, no es apta para todos los espectadores ni todos los momentos. No obstante estas "limitaciones", sin duda encierra un gran atractivo y resulta muy curiosa por su tratamiento del guión y la imagen. No en vano, como los propios retratos nos advierten al comienzo de la historia, nos vamos a encontrar con una narración que busca, principalmente, generar sensaciones, aun por encima de la verosimilitud del propio relato.

 

Imagen de virgensuicida
virgensuicida
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 Me apetece mucho verla... en una noche de tormenta :-)

El otro día vi "Asesinato en el Orient Express", me llamó la atención lo anticuada que ha quedado la forma de narración. No sé si ocurrirá algo así con ésta, pero con aquella comentábamos que hoy día no podría rodarse una película así, tan pausada.

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