The wire

Imagen de Jack Culebra

Comentario sobre esta serie policíaca con ritmo de largometraje.

 

De las numerosas series policíacas y relacionadas que me trago, The wire ha sido la mejor sorpresa que recuerdo de este año. El motivo es uno y sencillo: el enfoque.

Por regla general, las series policíacas meten al menos un caso entero por episodio. Si tenemos en cuenta que estos no pasan nunca de una hora de duración, es fácil darse cuenta de que las cosas tienen que desarrollarse muy rápido. Mucho más rápido, por ejemplo, que en las películas. Es inevitable, por lo tanto, que el ritmo sea implacablemente elevado.

Esta particularidad cada vez resulta más acusada. Si en detectives y policías antiguos, al estilo de Hercules Poirot, podíamos ver el transcurrir de los días, en las series de nuevo cuño, sean del FBI, de los laboratorios policiales o de inspectores de a pie, tenemos la impresión de que todo se resuelve a toda leche: se encuentran las pistas, se consiguen las órdenes de registro, se localiza a los sospechosos, se les encierra... El sistema americano funciona, y a la velocidad del rayo. Eso es, al menos, lo que se desprende de esta conjunción entre deseos de la población y limitaciones temporales del formato serie.

El caso es que ahora muchos no vemos las series cuando lo marca la televisión, sino cuando podemos o nos viene mejor, y no es raro disfrutar de varios episodios seguidos. Así, la sensación de que todo va injustificadamente acelerado se acentúa. Y en este marco, encontrarse con algo como The wire es una grata sorpresa.

La primera temporada completa, que es lo único que he visto de la misma, se centra en un único caso. Es uno gordo, sí, pero uno nada más. Vemos cómo arranca, cómo se adjudica a los policías y cómo se va desarrollando a un ritmo comprensible. La policía (de Baltimore, en este caso) es humana, y los vemos enfrentarse a la titánica tarea de desmantelar una red de narcotráfico local. No es algo trivial.

En The wire los mandatos no se consiguen por arte de magia, los policías no son máquinas que funcionan a pleno rendimiento un día tras otro, los malos no son simples sombras fugaces que se espantan a golpe de linterna. Bien al contrario, todo resulta opresivamente real. Sí, dentro del espíritu americano para crear series, pero con un ritmo más de largometraje y un mensaje más humano. No paran de ocurrir cosas, que tampoco se equivoque nadie, pero es que hay muchas que contar en un cuadro tan complejo como este. De hecho, creo que el tema da para más temporadas, y espero que sean aprovechadas.

Cuando vi American Gangster me quedé con la impresión de que, por las naturales limitaciones de metraje, quedaban muchos hilos argumentales por explotar. Aunque The wire cuenta una historia totalmente distinta, me da la impresión de que cubre en cierta manera ese hueco, mostrándonos algo más de la mecánica de estos mundos construidos en torno al tráfico de estupefacientes.

La serie, además, tiene el acierto de repartir el protagonismo entre todos los personajes, sin dejar que ninguno despunte en exceso sobre los demás, lo que hace que el mosaico aparezca más equilibrado y rico. Unos personajes, además, que son tan variados como creíbles.

A mi parecer, una serie que merece mucho la pena. Que nadie se espere algo trepidante (incluso las escuchas que dan nombre a la serie tardan en aparecer), pero sí algo intenso.

 

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