Hijos del crepúsculo

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Reseña de la novela de Janet Berliner y George Guthridge publicada por La Factoría

Hijos del Crepúsculo es una ucronía en la que el Plan Madagascar, ideado por algunos líderes de la Alemania Nazi para deportar a los judíos europeos a la isla homónima, se lleva a cabo para terminar con lo que llamaban el problema judío.

 

SINOPSIS

La obsesión del nacionalsocialismo se enfrenta con la mística del judaísmo y el misterio de África en los confines de la jungla. Allí es donde los nazis han decidido crear una patria para los judíos, trasladando poco a poco a todos los que residen en Europa. El famoso plan Madagascar. De esta manera se cruzan los destinos de dos destacadas políticas, un erudito judío, una docena de violentos alemanes, un centenar de judíos hacinados en un campo de concentración y dos poderosos nativos. El resultado es un libro de sucesos horribles, intensos sentimientos y acción repleta de suspense, narrado con un estilo fluido y onírico. Una espeluznante novela que arroja luz sobre cuestiones que normalmente no queremos ver.

La serie se inicia con Child of the Light (1991), continua con Child of the Journey (1996) y concluye con Hijos del Crepúsculo (Children of the Dusk, 1997). Sin embargo, esta última puede leerse de manera independiente, pues arranca con la llegada de los personajes principales a la isla de Madagascar y proporciona todo el trasfondo necesario para permitir una lectura autónoma. Se trata de una trilogía que explora el Holocausto desde una perspectiva inédita, tenebrosa y dramática. El Plan Madagascar, el eje de las novelas, fue propuesto por Napoleón, recogido por Hitler e incluso planteado en el congreso de los Estados Unidos como la solución definitiva al problema judío.

 

LOS AUTORES

Janet Berliner: Nacida en 1939 en Capetown, Sudáfrica, tres años después de que su familia huyera del creciente terror nazi. Sin embargo, ella también tuvo que emigrar como consecuencia del apartheid de su país en 1961. Berliner nunca encontró distinción entre razas. Ese carácter es el que la ha marcado toda su vida, luchando por la igualdad contra todo tipo de obstáculos. Tras una serie de peripecias dignas de una dramática novela de aventuras, consiguió junto a su marido llegar a Estados Unidos y regularizó su situación en 1966. Trabajó en una agencia de viajes y tras vivir y enseñar en Nueva York durante una temporada, se mudó a California y abrió su propio negocio de trabajos editoriales, Professional Media Services, en 1975 y comenzó a traducir y escribir bajo el seudónimo de Janet Gluckman, uno de tantos de los que empleó. Su segunda novela, Rite of the Dragon (1981), fue prohibida en Sudáfrica. Sus historias breves, así mismo, fruto del cansancio y la exigencia de las novelas, han dado lugar a distintas colaboraciones y han sido recopiladas en varios libros. Fruto de esas colaboraciones surgió Artifact (2003), una novela escrita junto a Kevin J. Anderson, Matthew J. Costello y F. Paul Wilson. En la actualidad, vive y trabaja en Las Vegas. Es la presidenta de la Asociación de Escritores de Terror, y es miembro de la National Writers Association Council.

George Guthridge: También conocido como George Florance-Guthridge, nació en 1948. Es un gran amante de los viajes, la aventura y la ópera. En 1982, comenzó a dar clases en una escuela en Alaska, con un gran número de niños esquimales conflictivos. Dos después, sus alumnos ganaron en un mismo año dos premios nacionales del campeonato de estudiantes. Guthridge fue nombrado uno de los mejores educadores del país. Actualmente sigue trabajando en ese ámbito, impartiendo clases de escritura, de inglés u otras materias dentro del programa de enseñanza a distancia de la Universidad de Alaska Fairbanks, en la bahía de Bristol. Además, ha escrito varios libros para educadores, como Super Learning y está comprometido con los esquimales (Eskimos Solve The Future, 1986). Como narrador, además de las colaboraciones con Janet Berliner, ha escrito más de setenta relatos, publicados en Isaac Asimov’s Science Fiction Magazine, Amazing Stories, The Magazine of Fantasy and Science Fiction y en otras revistas y antologías. Su cuento más destacado ha sido The Quiet, nominado al Hugo, al Nebula y finalista del Locus en 1982. Mirror of Lop Nor también fue una pieza que resultó finalista del premio Nebula en 1996, un premio, por otra parte del que ejerció como jurado en 1991 dentro de la categoría de relato breve. También publicó una novela del Oeste, titulada Bloodletter (1994)

 

COMENTARIO

El estilo, calificado como fluido, onírico (y, añadiría yo, algo lento) encaja perfectamente con la atmósfera pretendida para el libro que parte de una ucronía. Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis pensaron en varios planes para deshacerse de la población judía que vivía en Europa. Dichos planes culminaron en la llamada Solución final al problema judío (Endlösung der Judenfrage, en alemán) por la cual se procedió al asesinato masivo y, lo que resulta más cruel todavía, industrializado de seis millones de judíos. Esta cifra supone ni más ni menos que dos tercios del número de judíos que vivían en Europa al comienzo de la contienda bélica. Cámaras de gas, fusilamientos y todo tipo de métodos pseudocientíficos llenos de sufrimiento fueron la fórmula para el exterminio del enemigo mundial (Weltfeind). Se dice que una de las ideas que se barajaron fue el Plan Madagascar por el cual los judíos europeos serían trasladados a dicha isla, en aquel tiempo colonia francesa y que el país galo cedería a Alemania. Los gastos de dicho traslado serían cubiertos mediante la expropiación de los bienes de los judíos expulsados. Históricamente sólo hay registrado un movimiento de 6.500 judíos alemanes al campo de Gurs en Francia, bajo el régimen de Vichy según el armisticio firmado con Alemania. La gran mayoría de historiadores consideran, sin embargo, que en la correspondencia incautada y revelada tras la guerra en la que se mencionan los términos evacuación, traslado, emigración y demás sinónimos se está haciendo referencia realmente a órdenes de eliminación.

Partiendo de la premisa de que el Plan Madagascar hubiera sido una realidad y se hubiese llevado a cabo surgió la trilogía que concluye en el presente volumen. Dada la lentitud con la que se desarrolla la trama, que abarca las primeras semanas de estancia en la isla, o el número de páginas ligeramente excesivo que los autores han decidido darle a su obra, podemos crearnos una imagen mental tridimensional de todos los personajes, muy especialmente del trío protagonista. Solomon Isaac Freund es el líder del grupo judío de prisioneros. El nombre de Solomon es el que da el Antiguo Testamento al tercer rey de Israel, heredero de David, cuya existencia histórica no ha sido totalmente probada y al que la Biblia califica como el hombre más sabio de cuantos han existido. Como no podía ser de otro modo, es el prisionero judío líder del grupo. Miriam (que es el nombre original hebreo de María y que, como la madre de Jesucristo, se encuentra cercana a dar a luz cuando llegan a la isla) de la que Solomon está enamorada y que se encuentra, sin embargo, casada con Erich Alois, un coronel nazi que podría asociarse con la figura histórica de Erich Friedrich Wilhelm Ludendorff, acusado por Hitler de ser masón y que fundó junto a su segunda mujer la Sociedad para el conocimiento de Dios (Bund für Gotteserkenntnis). Dicho personaje histórico, no obstante, murió en 1937 recibiendo un funeral de Estado al que acudió Adolf Hitler. En la ficción, el personaje de Erich es, quizá, el más interesante de todos por sus intereses contrarios: el amor por Miriam, la amistad que le une a Solomon y su deber de cumplir las órdenes recibidas.

El misticismo y el misterio vienen dados, principalmente, por dos hechiceros nativos africanos enfrentados entre sí que usan magia provocando una malsana e inquietante atmósfera que se suma a la crueldad de los prisioneros nazis y a algunas escenas que suben el nivel hemoglobínico de la obra. Salvando todas las distancias posibles, podría existir cierta semejanza entre el Madagascar de la novela y La Isla Misteriosa de Julio Verne o, más televisivamente hablando, la extraña isla donde se estrella el avión de la serie Perdidos (Lost). La desconfianza se extiende entre los judíos prisioneros en la isla y los soldados nazis encargados de su custodia que cuentan, además, con una docena de perros adiestrados (cada uno con el nombre de un signo zodiacal). Erich desea que Solomon y Miriam comprendan que él se limita a cumplir órdenes, como todo buen soldado, sin crueldad en sus actos. Tras este pensamiento, y como aparente contrapunto, asistimos al descuartizamiento de una vaca para proporcionar carne. Rápida, gráfica y cruelmente. Curiosamente, los perros antes mencionados son tratados con cuidado y respeto y los prisioneros tal y como un desalmado trataría a un grupo de perros callejeros. Las visiones de Solomon se mezclan con las apariciones de tribus nativas como los Zana-Malata, extraños rituales mágicos y el significado simbólico de muchos elementos de la narración.

La Factoría de Ideas se ha caracterizado desde sus inicios por grandes tantos a su favor y algunos patinazos que han tratado de subsanar con rapidez. Este caso, y a pesar de la calidad de la novela, se inscribe claramente en el segundo de los casos. Hijos del Crepúsculo es el tercer volumen de una brillante trilogía que tiene, en este capítulo final, su parte más interesante. La estrategia es comprensible desde un punto de vista económico: supone un riesgo publicar una trilogía sin saber si va a tener el tirón comercial necesario para cubrir costes y sacar algún beneficio. Literariamente, sin embargo, es algo bastante diferente. ¿Alguien se imagina qué sería asistir en el cine al estreno de El Retorno del Jedi sin haber visto previamente La Guerra de las Galaxias y El Imperio Contraataca? Sí, es cierto que más o menos podríamos subirnos al tren en marcha, pero los primeros minutos no dejarían de ser bastante desconcertantes. Las alusiones a hechos pasados, personajes que han tenido relevancia en un momento dado… perdemos la esencia de los detalles de los que no hemos sido testigos y que, sólo mediante la fe o un pequeño esfuerzo, aceptamos.

 

DENTRO DE LA COLECCIÓN

La novela es de una calidad magnífica y, a pesar de no quedar perfectamente encuadrada dentro del género de terror, no deja por ello de ser una magnífica lectura en la que se aúnan elementos históricos, fantásticos y místicos. En el lado negativo, y como ya sucediera con otros volúmenes de la colección, la portada no transmite nada acerca del contenido. A pesar de mencionarse a una niña de unos ocho años envuelta en una luz azul cobalto, es un detalle demasiado insignificante para basar una portada en ello. Existen otros casos, como son las cubiertas de Nathareth Hill, Silencio o El Ansia en las que podemos, más o menos, aceptar que tienen relación (y eso que una de mis favoritas, Silencio, muestra a un bebé con un pentagrama en la frente que nada tiene que ver con el destino de los niños a manos del secuestrador). El siempre genial escritor David Jasso dijo de la cubierta del presente volumen: no posee ni la más mínima relación con el contenido del libro (pero en absoluto, vamos, igual podía verse una pera).

 

 

Calificación: 80

Título: Hijos del Crepúsculo

Autores: Janet Berliner y George Guthridge

Editorial: La Factoría de Ideas

Edición: Rústica, 352 páginas

Lo mejor: Se lee con facilidad pese a no conocer las anteriores entregas.

Lo peor: Publicar el último tomo de una trilogía sin conocer las anteriores entregas.

Resumen: Hijos del Crepúsculo es una ucronía en la que la Alemania nazi no aplica la solución final a lo que consideraba el problema judío, sino que ponen en marcha el Plan Madagascar, por el que deportaría a dicho lugar a todos los judíos europeos.

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Patapalo
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Desde luego, por la portada no me hubiera imaginado de qué iba el libro (la cita de David es mundial )

Muy interesante la reseña, en cualquier caso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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