Kissen-klau

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Un artículo sobre el juego de mesa de Barbara Kinzebach

 

Es normal que los aficionados a los juegos de mesa recurramos a ellos como regalo en ciertas ocasiones. El problema surge cuando la idea es que el juego sea para los más pequeños de la casa, los realmente pequeños. Por lo general, es complicado encontrar algo que sea sencillo, que atraiga su atención y, además, que no agote la paciencia de los mayores que se ven involucrados en el juego. Kissen-klau fue una grata sorpresa en este sentido.

Se lo regalaron a mi chico mayor cuando cumplió cuatro años, y ha jugado a él con su hermana, que es un año y pico más pequeña, y con sus amigos entusiasmado. Por lo visto, es un juego común en Alemania, y por la propia cubierta se ve que ha sido exportado a otros países. No sé si está disponible en España pero, en cualquier caso, la lengua no es ninguna limitación, pues el juego funciona por colores única y exclusivamente.

El Kissen-klau (el robamantas, más o menos) es una especie de duendecillo que se lleva por las noches las cubiertas de los niños. En el juego, cada jugador tendrá a su cargo cinco niños vestidos con pijamas de distintos colores: azul, amarillo, verde, rojo y violeta. En el centro de la mesa se sitúa al Kissen-klau, y desperdigadas por todos lados las mantas de distintos colores.

La mecánica es simple: cada jugador lanza el dado en su turno. Si obtiene uno de los cinco colores mencionados, coge una manta de dicho color que esté a la vista y la sitúa sobre uno de sus niños. Si ya tiene esa manta, no hace nada. Y si saca el color negro... el Kissen-klau le roba la cubierta a uno de sus niños (si es que tiene alguna disponible). El juego continúa hasta que todos los niños de un jugador están bien tapados.

El juego tiene unas pocas posibilidades tácticas, relacionadas con qué manta coges, ya que el Kissen-klau las acumula encima en una pila, por lo que algunos colores quedan “bloqueados”. No obstante, es raro que los más pequeños lleguen hasta este punto: les vale con identificar los colores, la emoción de lanzar el dado y la disciplina de jugar por turno. El juego está recomendado a partir de tres años, pero puede valer incluso para más pequeños si se consigue un momento de calma. Del mismo modo, está diseñado para entre dos y cuatro jugadores, pero se puede ampliar a cinco redistribuyendo los niños (cada jugador, en este caso, se queda con cuatro niños en vez de cinco).

La presentación del juego es uno de sus grandes aciertos. Las ilustraciones de Barbara Kinzebach son muy sugerentes y las piezas, tanto el dado como los “peones”, están realizadas en madera, por lo que resultan resistentes y de un tacto muy agradable.

En definitiva, un buen regalo para pasar un rato entretenido con los más pequeños: no hace ruido, mantiene a los niños quietos y, además, permite que los mayores (tíos, abuelos, amigos o lo que se tercie) se entretengan con ellos de tú a tú.

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Varagh
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Un juego para niños que parece divertido

¿Para que edad es?

“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”

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En principio, creo que es para a partir de 4 años, pero pueden jugar a partir de tres. Lo único que hace falta es que identifiquen los colores y que aprendan a respetar los turnos para lanzar el dado. Para que jueguen solos, mejor cuatro o cinco años.

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