Los siete samuráis

Imagen de Luc Hamill

Hay que verla. Nada más.

 

Me alegro de volver al fin a la sección de otra de mis grandes pasiones: el cine. Pero no cualquier cine, sino el cine de siempre, y para celebrarlo me permito el lujo de aportar mi granito de arena en el vasto y ancho desierto de críticas que se ha llevado la que para mí y para muchos es la mejor película de todos los tiempos: Los Siete Samurais de Akira Kurosawa.

No recuerdo por qué decidí sentarme aquella noche ante el televisor. No sé si era el aburrimiento, el deseo de ver una película (y vaya que si la ví), el enterarme de que la película era de samurais, o el que se trataba del film en el que se inspiró Los Siete Magníficos. O puede que fuera el que para muchos es la mejor película de la historia. No lo sé. Lo que sí sé es que su primer visionado me cautivó, me llenó por dentro. Me sentí realizado tras haber sido testigo de esa obra épica, de ese drama, de esa aventura, de esa historia que nos lleva al encanto del Japón feudal con sus paisajes y sus lluvias, sus katanas y sus arcos, sus kimonos y sus lanzas. Por más cosas que diga, no servirá de mucho, salvo quizás para parecer que estoy en pleno ataque de euforia. Pero no es para menos, hablamos del blanco y negro del séptimo arte perdido. Señores, hablamos de cine. El mejor cine.

Soy de los que creen que, en ocasiones, las cosas cuanto más sencillas más hermosas. No hay ninguna maravilla en el planteamiento inicial de esta película. Es tan fácil como que unos ladrones amenazan a unos campesinos y éstos buscan ayuda en unos samuráis. Hasta aquí parece una película de aventuras, y nada más lejos de la realidad. Pero la cuestión no está en qué nos cuenta el director, sino en cómo lo cuenta. Dudo mucho de que alguien pudiera haber sacado más jugo de esta fábula que el gran Akira Kurosawa, creo que el director oriental más occidentalizado. Y, la verdad, la película dura casi tres horas, pero viéndola uno desearía que durase más porque en ningún momento se hace aburrida, y ya por eso es digna de tener en cuenta.

Como decía, sólo empezar la película ya se nos mete bien metidos en la historia. Ante la exigencia de los bandidos de que, si no les dan la mayor parte de la cosecha, les pasarán por el filo de la espada, un grupo de campesinos del Japón feudal (allá por el siglo XVI) propone contratar a alguien para que defienda el pueblo. Pero siempre hay opiniones contrarias, y existe otra facción que prefiere malo conocido. Ya se sabe, por eso de las represalias. Este bando se fundamenta en que son bastante pobres y las buenas espadas valen dinero. Es entonces cuando la figura oriental del viejo venerable y sabio aparece aconsejando que contraten samuráis. “¿Pero crees que los samurais nos defenderán por comida?, ¡son muy orgullosos!”. “Cierto, o sea que debéis buscar a un samurái hambriento. Incluso los osos salen de las cuevas cuando tienen hambre”. Mola la gramola, ¿eh?

Esta primera parte de la peli sigue con las desventuras de los los campesinos elegidos para contratar samuráis. El drama está en lo poco que pueden ofrecer: simplemente comida, algo insultante para un señor de la guerra. De vez en cuando nos irán mostrando las escenas del poblado, en donde van surgiendo disputas alimentadas por la facción más temerosa, que llegan incluso a asustarse ante la idea de que los samuráis cortejen a las jóvenes campesinas. Nuevamente aparecerá el anciano y su sabiduría: “De qué te sirve preocuparte por la barba cuando van a cortarte el cuello”. Desde luego, este hombre habla poco, pero cuando lo hace derriba murallas.

Poco a poco nos serán presentados los siete samurais, encabezados por Kanbei, un líder curtido, al que le siguen el exprimentado Gorobei, el sonriente Kyuzo, el alegre Heihachi, el aprendiz Katshushiro, el misterioso Shichiroji y, por último, el bravo Kikuchiyo, un aspirante a samurái de origen campesino interpretado por el actor fetiche de Kurosawa: Toshiro Mifune. Éste último quizás sea el personaje más cercano al espectador al no ser por completo un samurái ni tampoco un campesino.

De una forma u otra, en contra de todo pronóstico los siete accederán a ayudarles. En esta parte se nos muestra con todo detalle la sociedad japonesa, sus temores, el equilibrio de poderes y las clases sociales. Además los personajes no son meras caricaturas, pese a que hacen unas interpretaciones muy teatrales al estilo japonés.

Y ya con esto y un bizcocho tiene comienzo la parte central de la película: el adiestramiento que dan los guerreros a los campesinos. Será aquí donde mejor se vean las diferencias entre los protectores y los protegidos. Estos últimos tienen un constante temor, desconfianza e incredulidad, destacando la escena en la que el personaje de Toshiro Mifune critica el comportamiento de los campesinos que, ciertamente, al acabar la película uno se da cuenta de que quedan peor que los bandidos, pues se nos muestran como unos mezquinos y egoístas, por no mencionar lo desagradecidos que son con los samuráis que tanta ayuda les prestaron. Esto hace grande a la película, el modo en que habla de la naturaleza humana sin esa moralina que había en la Rashomon del mismo director, también muy recomendable.

Toda esta atmósfera nos lleva al punto culminante de la película que es la tercera y última parte. Aquí, no hay concesiones para las grandes proezas ni para los héroes. El final es trágico en el sentido más profundo de la palabra. No diré más. No, no podría dormir tranquilo reventando finales, y mucho menos el de esta película. Aunque si se sigue, quizás revele algún detalle, pero es que si quieres hacer una crítica más de raíz algo tienes que contar...

En cuanto a la ambientación de la película, es ciertamente grandiosa, como se ve en las vestimentas, la decoración de los poblados o los paisajes. Y sobre la banda sonora sólo puedo decir que está a la altura de la cinta, que ya es decir. El compositor Fumio Hayasaka complementó la historia a la perfección con esos tambores al comienzo que dan un espléndido aire de leyenda.

Por los años sesenta llegaría el remake con el ya citado western Los Siete Magníficos. Décadas más tarde, la productora Pixar se inspiraría en ella para sacar Bichos. Habéis leído bien: Bichos. Quizás el filme oriental no encaje tan bien con los gustos actuales como su versión de vaqueros, aunque ahora estén más de moda las katanas que las pistolas, pero es que la original es mejor y más completita que la copia. Muchísimo. Y también más verosímil. Que por cierto, no es la única obra de Kurosawa revisionada. Ahí tenemos Por un puñado de dolares que tiene más de un parecido con Yojimbo. Pero bueno, y Blancanieves y los Siete Enanitos, y Star Wars, y la peli de X-Men, y el anime Samurai 7, y el videojuego Seven Samurai 20XX... influencias hay y, digo yo, uno se deja influir por lo que le gusta.

Para el remate, obtuvo dos nominaciones a los Oscar en las categorías de mejor dirección artística y mejor vestuario. Nominaciones, vaya, pero no siempre gana lo mejor. Al menos ganó el León de Plata en Venecia.

Sin más, aquí podría acabar la crítica. Pero no se trata de eso, ¿verdad? El cine no es sólo ver una película, siempre hay algo que aprender. Lógicamente, de pasada se nos irían muchas cosillas, pero si vamos cogiendo maña, podremos poco a poco sacar zumo por nuestra cuenta. No sé si se me entiende, pero está claro: a las opiniones las acompañan las lecciones. Ah, cuidado con los spoilers.

A ver, cuando lees otras críticas de esta película te vas topando con tanta variedad que es difícil permanecer en el punto medio y muy fácil irse por las ramas. La disparidad va desde que el ritmo aporta todos los ingredientes para crear una obra maestra hasta que se trata de un filme lento, sin sentido y sobrevalorado. Si realmente es mala, por la estima que se le tiene sin duda está sobrevalorada. ¿Pero qué sentido tiene ahí realmente? Esto son los gustos y los colores, oiga, y los méritos ahí están, al igual que mi opinión, ya expresada antes.

Por encima de lo demás, en la película para mí destaca una visión romántica: la de un grupo de hombres que ayudan sin recibir nada a cambio. Esta idea se ha visto reflejada en los remakes que ha tenido, pero siempre mostrando que los héroes reciben al menos la recompensa de haber hecho el bien, algo muy bonito pero que no pasa en la cinta del maestro Kurosawa, pues en ésta hay una cortina de desesperanza que falta en las otras. Resulta que los samuráis son personas solitarias, con sus inquietudes y sus emociones, pero con un fuerte sentido de la lealtad, el honor y del compañerismo. En un parcialmente escondido homenaje, Kurosawa hace que ningún samurai muera por la espada de un enemigo, sino por... mejor será que lo veáis.

Y lo crudo es que estos valientes guerreros acaban sufriendo la amargura de unos campesinos que no están a su altura ni social ni humanamente hablando. Pero aparte de las clases sociales también se tratan temas como la violencia, el miedo y el sacrificio. Además, tiene gran encanto el realismo que vemos en el barro, en las lágrimas y en las muertes. En esas escenas de lucha sin concesiones a la estética. En esa lluvia en la guerra, muchísimo antes de que la usara Salvar al soldado Ryan. Pero también nos quedan momentos líricos, como ese encuentro entre el joven samurái y la joven campesina.

En fin, hablar de Los Siete Samuráis es hablar de cine. Mi consejo, y me tomo la licencia para decir que no es mal consejo, es verla (a ser posible, en versión original) aunque sea para echar el rato, que no va a ser una pérdida de tiempo, eso seguro. A estas alturas, supongo que sabemos que no todo lo que hay que aprender está en los libros. Tampoco en las pelis, pero en ésta sí hay de qué aprender.

Si nada de esto os ha convencido, déjadme contaros una anécdota. Es sólo decir que el conocido Orson Welles se tiró una semana viendo una y otra vez esta película. ¿Sabéis qué rodó inmediatamente después? Ciudadano Kane, para otros muchos la mejor película de todos los tiempos. En fin, como se dice, algo tendrá el agua cuando la bendicen.

FICHA TÉCNICA

Título original: Shichinin no samurai
Año: 1954
Género: Aventura / Drama
Duración: 160 minutos
Dirección: Akira Kurosawa
Guión: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto, Hideo Oguni
Producción: Toho
Distribuidora: Toho

 

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Varagh
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Puntos: 8300

Obra mestra, sin más...

Es cierto que kurosawa era un director muy occidentalizado, pero también es cierto que mezclaba lo mejor que le ofrecia el cine oriental y occidental en sus pelis...así de redondas le salían luego...

“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”

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linton
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Puntos: 8288

no he visto esta peli, aunque con tanta alabanza me ha picado el gusanillo. De Kurosawa hace muy poco ví Dersu Uzala, que me pareció una buena peli y bastante chula y hace algún tiempo más, ví Ran, que me gustó medianamente sólo. De todas formas, por lo que he visto, no es un director que me cautive, como a tanta gente, pero bueno, habrá que ver su obra maestra para juzgar con más criterio. Buen artículo

La imaginación contra el poder

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Xenobius
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Puntos: 89

Es una gran obra maestra...

Solo comentar que para mi solo es superada por la trilogia de ...

SAMURAI: MIYAMOTO MUSASHI

Una verdadera historia de como un hombre pasa a ser el samurai mas grande de todos los tiempos.

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