Secuestro

Imagen de Jack Culebra

Crítica de la película de acción de Bruce Willis

 

 

Hostage, cuyo título se tradujo como Secuestro en España y como Bajo amenaza al otro lado del charco, es una película de acción interesante, y no solo por la primera escena con un Bruce Willis melenudo y barbudo. No, más allá de este peculiar exceso capilar, el filme se desarrolla de un modo tan peculiar que merece la pena echarle un vistazo.

No se trata de una película perfecta. Quizás incluso los fallos superen a los aciertos, pero incluso así encierra mucho encanto. Nos presenta la historia de un negociador del SWAT que, tras una crisis de rehenes que ha salido particularmente mal, decide perderse por el rincón más calmo de la América Profunda. Donde, por supuesto, no va a estar tranquilo. Donde, por supuesto también, su pasado no va a dejarlo en paz.

Con el título y Bruce Willis de por medio ya os podéis imaginar por dónde van a ir los tiros. Sí, en efecto, va a haber un secuestro; sí, Bruce Willis se verá implicado muy a su pesar; sí, la familia y los personajes adolescentes se encargarán de complicar las cosas. Y, bueno, sí a todos los tópicos que queráis meter en el saco (por supuesto, habrá helicóptero).

De hecho, hay tantos tópicos metidos que la trama devine algo hipertrófica, lo que podría ser uno de sus defectos. Por suerte, el buen ritmo y ese modo proverbial de los americanos de hacer fluir las películas de acción por muchos excesos que cometan juegan a favor de Secuestro y hacen que su visionado no se resienta. Al menos, no por ello.

Quizás sí a causa de los excesos estéticos. Da la impresión de que con esta película se ha buscado también un factor imagen, un elemento despliegue, en la línea de obras de culto como El cuervo, a cuyo nivel, obviamente, no llega (no creo siquiera que lo pretenda). Es algo que se acusa particularmente en la subtrama de los psicópatas (sí, también hay psicópatas) en el tramo final, lo que genera casi dos niveles dentro de la misma película, como dos tramas de aceite y agua que por mucho que se sacuden (porque en la película se sacuden a conciencia) no terminan de mezclarse.

El resultado es una película particular. No se trata de una obra maestra. Ni siquiera estoy muy convencido de que sea una película acertada. Pero sí que es una película distinta, lo que es mucho ya en estos tiempos, al menos en el corral en el que se encuentra, y, en cualquier caso, sus peculiaridades no eclipsan lo importante: un Bruce Willis resolviendo una abracadabrante situación de peligro con la indispensable ristra de explosiones, inocentes y malos malosos.

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