La casa en el confín de la Tierra

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de William Hope Hodgson publicada por Valdemar

 

Esta novela, que vio la luz en 1908 nada menos, puede ser considerada una de las precursoras del subgénero fantástico conocido como horror cósmico. Si bien la narración comienza como una clásica historia decimonónica de terror, poco a poco nos vamos sumiendo en simas que escapan del marco del terror tradicional para adentrarnos en esa vorágine existencial que tanto exploró en su obra H.P. Lovecraft.

La casa en el confín de la Tierra arranca en los bucólicos dominios de un caserón aislado. El narrador habitante del mismo nos presenta con tranquilidad la zona y, poco a poco, nos habla de algunos descubrimientos que le suscitan cierta inquietud. Estos descubrimientos van tomando cuerpo, en apariencia, hasta que la narración deviene una suerte de survival horror en el que el asedio a la finca por parte de unos monstruos porcinos se convierte en el plato fuerte.

En paralelo, Hodgson aprovecha la claustrofobia propia de estos hechos para jugar con el lector presentándole la susodicha casa como un hogar malsano. Se van dejando pistas sobre el posible estado mental perturbado del narrador y la peculiar relación que sostiene con su hermana se va volviendo más y más inquietante.

No obstante, antes de resolver este nuevo enfoque argumental, la acción se precipita y la novela entra, ya definitivamente, en lo que denominaríamos horror cósmico. Lo que encuentra el narrador a partir de este punto apela a nuestros temores más ancestrales, pues ¿qué sería de nosotros si nos viéramos extirpados de nuestra existencia para ir a parar a un lugar, o quizás un tiempo, que nada tiene que ver con lo que conocemos?

Esta mezcla de terror decimonónico con pinceladas de novela gótica y planteamientos de tensión psicológica que termina por derivar hacia aguas todavía más extrañas y en gran medida alucinadas hace de La casa en el confín de la Tierra una novela tan interesante como irregular. Sin duda todo un hito dentro del género, los lectores que se aproximen a ella por el mero placer narrativo se verán cautivados por los escenarios y el avance de la historia y seguramente se sentirán desconcertados, y en muchos casos defraudados, por los derroteros que el libro toma.

La casa en el confín de la Tierra no es lo que parece de entrada. Ni siquiera es lo que parece cuando llevas un tercio del libro leído, ni cuando llevas la mitad. Es un libro extraño, original y arriesgado, y seguramente imperfecto, pero no por ello menos entretenido o valioso. No es de lo que más me gusta de Hodgson, pero, es innegable, me ha dejado unos cuantos pasajes grabados en la memoria, y ganas de releerlos.

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