Tiempo de conquistadores

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Reseña de la novela de Alberto Vázquez-Figueroa

 

Hay acontecimientos que parece que nos sintamos obligados a contar de un modo grandilocuente, épico, hasta el punto que de oírlos en ese registro, a veces, frío y hasta acartonado, terminamos por verlos ajenos, fantasiosos, irreales, a pesar de su existencia histórica. La conquista de América (o el descubrimiento, como se decía en mis tiempos) es uno de ellos: esos conquistadores pertrechados con petos y cascos metálicos, armados con arcabuces y espadas toledanas y embarcados en carabelas resultan extraños a nuestro mundo, como si fueran una fantasía cinematográfica. Al menos, en muchos casos. Porque cuando uno se adentra en una obra como Tiempo de conquistadores es imposible no pasar a verlos de otra forma.

En esta novela, Alberto Vázquez-Figueroa ha renunciado a esa escala grandilocuente para, emprendiendo la ruta opuesta, acercarnos una historia humana, la historia de aquellos europeos que llegaron a un territorio inexplorado y fueron asentándose en él, dispuestos a digerirlo según sus propias normas. La narradora, una mujer de gran carácter y nada conformista con algunas prácticas de la época, ha sido una espectadora privilegiada de estos primeros pasos de los españoles por las Antillas y sirve de lente para acercarnos una perspectiva inusual de estos conquistadores.

La gracia del personaje y, por ende, de la narración, es que no resulta en absoluto anacrónico, ni por exceso ni por defecto. Es un ser humano palpable, mediatizado, cómo no, por las circunstancias de su época, pero nada estereotipado. Esta combinación permite que hile un relato sólido, verosímil, y al mismo tiempo mundano, cercano, lo que lo dota de una fuerza particular.

La prosa de Alberto Vázquez-Figueroa hace, además, que Tiempo de conquistadores sea una novela muy accesible. Mantiene un buen ritmo, que además viene aderezado por ese tono de anécdota portuaria, y se sumerge en hechos que por sí resultan de gran interés para aquellos que nos hemos preguntado, al oír hablar del descubrimiento de América, cómo serían las vidas de esos hombres, en ocasiones descastados que habían salido a prisa y corriendo de Europa, al verse enfrentados a la inmensidad de un continente ignoto del que todavía no sabían gran cosa.

Tiempo de conquistadores nos trae una posible respuesta, cargada de ese sentido innato de la aventura que sabe transmitir el autor y no exenta de reflexiones y críticas sociales que son muy necesarias.

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