Downton Abbey

Imagen de Jack Culebra

Un vistazo a la primera temporada de la serie de época creada por Julian Fellowes

 

 

Downton Abbey nos acerca la vida cotidiana de los habitantes de un castillo inglés a comienzos del siglo XX. En esta primera temporada, la trama arranca con el hundimiento del Titanic (que tuvo lugar en 1912) y finaliza con el anuncio del estallido de la Primera Guerra Mundial. Estos hechos serán cruciales en el devenir de la familia Crawley, los propietarios del castillo.

En concreto, el primero es el que marca la serie al completo, ya que en dicho crucero viajaba el heredero de Lord Grantham, el personaje central en torno al cual orbita el resto del reparto: el nuevo heredero, un lejano pariente que vivía alejado de la aristocracia; las hijas del señor del castillo, que muestran caracteres contrapuestos en la tradición de Jane Austen; su mujer, una americana que salvó con su fortuna la propiedad familiar; la madre, que encarna la nobleza británica decimonónica; el servicio doméstico, entre el que se cuenta un compañero de armas de Lord Grantham...

Las relaciones entre los distintos personajes, que conviven dentro del universo restringido de la gran propiedad familiar, Downton Abbey, son el motor de la narración y, a fin de cuentas, la baza principal de la serie. Como ocurriera en el filme Gosford Park, de Robert Altman, aquí no es tan importante hacia dónde se dirige la historia, sino disfrutar contemplando el trayecto. Los cambios de mentalidad con la llegada de las nuevas tecnologías (automóviles, teléfonos, tendido eléctrico, etc.) y las nuevas corrientes políticas, la concepción de la vida de la vieja aristocracia, las relaciones entre sirvientes y señores, las convenciones sociales... todos estos elementos son los que dotan de riqueza a la serie y los que mantienen el interés del espectador, más incluso que los personajes, a los cuales, así mismo, se termina teniendo simpatía, quizás incluso algo de conmiseración al verlos atrapados en su época.

El que la propiedad familiar dé título a la serie no es accesorio. De hecho, es el protagonista principal, en cierto modo. También evoluciona, a su manera, y es sin duda el foco de atención de la trama. Su pasado, que le ha hecho acumular un carácter propio, y su futuro, que mediatiza el de quienes habitan en ella, no son un mero marco, sino un elemento argumental de gran importancia.

Por ello, tampoco es de extrañar la importancia que tiene la fotografía en la serie. Los decorados han sido cuidados en extremo y consiguen, gracias a las actuaciones del reparto, transportarnos con eficacia a la época. La música termina de redondear una atmósfera formidable, que el director ha sabido explotar con acierto gracias a un buen sentido del ritmo y un uso inspirado de la elipsis: han conseguido mantener un equilibrio muy adecuado entre la tragedia humana y el retrato histórico, sin bascular ni hacia el documental ni hacia el culebrón.

Así, Downton Abbey se revela en esta primera temporada como una serie sobresaliente. Todo un viaje a una época sobre la cual se ha cimentado la nuestra; un viaje que estimula la curiosidad, la reflexión y la imaginación sin descuidar, al mismo tiempo, el disfrute estético. Muy recomendable.

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