Cenital

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Reseña de la novela de Emilio Bueso publicada por Salto de Página

Cenital es una novela con vocación de diálogo platónico, un planteamiento que le da sus mayores aciertos y que propicia los puntos que pueden decepcionar a algunos lectores.

En primer lugar, marca toda la estructura: Emilio Bueso no nos va a contar una historia de aventuras en un mundo postapocalíptico. Esto no va de unos héroes haciendo frente a la adversidad, sino de unos lectores enfrentándose a su realidad. Para ello, se vale de tres discursos paralelos que están entrelazados. La columna principal son las presentaciones de los distintos personajes, que hacen avanzar la trama de Cenital, la ecoaldea en la que sobreviven un puñado de personas asediadas tras el colapso de nuestra civilización por falta de petróleo. Entre estos capítulos se intercalan entradas del ficticio blog del protagonista, Destral, que hasta cierto punto se confunde con el narrador, y citas de personas reales que han tratado el tema del peak oil.

En realidad, todos los personajes y la trama funcionan como vehículo para una suerte de ensayo ficción: como en los diálogos de Platón, son tramoya para exponer la idea de fondo. Esa misma asimilación entre Destral y el narrador es sintomática. Bueso nos quiere transmitir información —a veces incluso práctica, de manual de superviviente— y que esta sea la que genere los sentimientos y la reflexión. Es un camino arriesgado que propicia el único defecto formal de la obra, que es el tono impostado de algunos diálogos, los cuales quedan acartonados frente a la viveza del resto del escenario. Es un camino arriesgado porque la relación del lector con los personajes pasa a ser algo secundario. Y creo que es algo deliberado a juzgar por el final (¿se podría decir que concluye in medias res?), el cual remacha la idea de que no nos iba a contar una de aventuras.

También, a mi parecer, este camino es una de las grandezas de Cenital. Su autor no ha querido contarnos una historia más que nos deje como estábamos tras unas horas de lectura de evasión, sino que ha buscado una voz narrativa adecuada para arrancarnos de la indiferencia, del más de lo mismo. En vez de emocionarnos con las andanzas de unos personajes, nos ha hecho protagonistas —o más bien nos ha hecho ver que siempre lo fuimos— para que el mensaje cale más hondo. Conmigo ha funcionado.

Cenital es un libro que se devora. Mantiene un ritmo sostenido, tiene una prosa muy ágil que combina con acierto la vivacidad del habla cotidiana con recursos literarios que apuntalan el mencionado ritmo —gracias a que la prosa se aleja de ese gris uniforme que abunda tanto en la narrativa contemporánea— y te bombardea continuamente con mil cuestiones de interés. Por simple estadística, es imposible estar de acuerdo con todos los detalles de su exposición, pero poco importa: a pesar de su tono mesiánico, Cenital es un relato personal e intransferible sobre un tema que merecía esa atención.

Un libro, en definitiva, que no dejará indiferente y que, además, combina la facilidad de lectura con un fondo de calado y un enfoque original.

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