Lantana

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Visita al lugar donde nace el instinto, según Darío Vilas

 

No es la primera vez que mi camino y el de Darío Vilas se cruzan. He tenido la suerte de seguirle de cerca en su función de editor, como compañero de antología y, claro está, en su faceta de escritor. Y es prácticamente imposible no haber leído alguno de los relatos de Darío y que un nuevo trabajo suyo no despierte tu interés.

Lantana, donde nace el instinto es algo así como la precuela espiritual de su anterior novela, Instinto de superviviente, si bien es cierto que ambas historias pueden leerse de forma independiente, estando más unidas por guiños puntuales que por sus tramas en sí.

En el libro encontramos a Nacho, un hombre que pretende dar nuevos aires a su insustancial existencia viajando a Lantana, una aparentemente próspera ciudad donde se está llevando a cabo una misteriosa excavación en el desierto de Perlada. Pronto Nacho comienza una nueva vida como trabajador anónimo en una gran empresa y a convertirse en un alma más de las muchas que deambulan por Lantana. También a conocer gente, como a su vecina Mari (por la que pronto empieza a sentir algo especial), a la hija de esta, Ángela, o a su compañero de trabajo, Enrique (ni que decir tiene lo que mola el nombre de este personaje).

Y es ahí donde la novela de Darío triunfa. El autor sabe alejarse de los convencionalismos del género, de los trillados cuentos de zombis, para presentar una historia intimista, profunda y capaz de enganchar incluso al lector más deseoso de vísceras baratas. Lantana no tiene zombis hasta prácticamente el final de sus páginas, pero nadie los echa de menos. Tiene argumentos mucho más atractivos que ofrecer (al menos para quien firma estas líneas), como los graves problemas emocionales del protagonista o su misteriosa relación con todo lo que le rodea.

Es precisamente cuando se pone a excavar en la propia psique de sus personajes (que no deja de ser, sospecho, la suya propia) cuando Darío sabe aliarse mejor con el escritor que lleva dentro. Es entonces cuando su estilo detallado (a veces incluso hasta lo enfermizo, lo evidente), desata todo su potencial. Ya se sabe, para contar una buena historia, primero hay que tener algo dentro. Darío lo tiene.

Posiblemente por eso este Lantana sea la mejor novela del autor hasta la fecha. En la que se nota a un Darío relajado, capaz de ser fiel a sí mismo sin caer en odiosos convencionalismos. Sin duda una gran oportunidad de descubrir a este gran escritor en estado puro.

Enrique Luque de Gregorio

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