Regreso al mar

Imagen de Kaplan

Reseña de la obra de Satoshi Kon reeditada por Planeta DeAgostini

 

La edición de las Historias cortas de Satoshi Kon por parte de Planeta DeAgostini nos permitió conocer una faceta hasta entonces oculta de uno de los mejores creadores de anime de la historia. Nos encontramos allí con un narrador inquieto y versátil, apto para lo cómico y lo trascendente, con un dominio superior a la hora de dotar de dinamismo a las viñetas.

Regreso al mar, su primera obra larga que Planeta reedita en nuestro país desde que la trajera por primera vez en 1994, conjuga todas estas características. Satoshi Kon nos cuenta una historia clásica de iniciación juvenil sazonada con mensaje ecológico en la que el protagonista, miembro de una familia que guarda en un santuario un misterioso “huevo de sirena”, se enfrentará a los intereses especuladores que quieren hacer del pueblo pesquero en el que vive un enclave turístico de primer orden.

No os mentimos si os decimos que la historia discurre por terrenos conocidos por la mayoría de lectores, pero precisamente sorprende por su humilde sinceridad. Del mismo modo que las escenas metafísicas de El árbol de la vida persisten a pesar de las decenas de banales anuncios publicitarios de estética semejante, Regreso al mar destila verdad, honestidad y sentimiento donde otros relatos semejantes solo llegan a aparentarlos.

La técnica también influye a la hora de destacar a Regreso al mar por encima de la media. El volumen se lee con rapidez e interés, y Kon consigue colar en su tramo final una de esas persecuciones que tan bien se le daba planificar y concluye con uno de esos finales excesivos y apoteósicos tan propios del manga y, en especial, de Otomo, la constante inspiración de Kon. Poco después, Kon comenzaría a colaborar en algunos de los animes del creador de Akira y, a partir de ahí, emprendería su fantástica carrera como director de animación. Regreso al mar supuso, pues, el empujón definitivo que necesitaba Kon para que sus aptitudes creativas terminaran de desarrollarse.

 OcioZero · Condiciones de uso