La casa automática

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Reseña de la novela de Marco A. Marcos Fernández publicada por Autores Premiados

En su colección Tánatos, Autores Premiados nos presenta la novela ganadora del III Premio de Novela de Terror Ciudad de Utrera, un thriller tecnológico que nos trae reminiscencias de Frankenstein, o el moderno Prometeo y algún eco de historias de casas encantadas.

La trama planteada por Marco A. Marcos Fernández es sencilla pero eficaz: un arquitecto de éxito decide lanzarse a por todas con la construcción de una casa controlada y gestionada por una inteligencia artificial, por una computadora orgánica que utiliza tejido cerebral de un donante difunto para procesar la información. Como cabe imaginar, el proyecto no saldrá todo lo bien que se pretendía, sino que terminará convertido en una pesadilla infernal.

Marco A. Marcos Fernández - Autores Premiados - La casa automáticaEl gran acierto de la novela, a mi parecer, es el modo en el que se teje la historia. No hay personajes accesorios, sino que cada uno de ellos está llamado a cumplir un papel, lo que le da un coherencia y una solidez reconfortante. El reparto no es amplio, pero está bien medido: el arquitecto, el ingeniero que diseña el computador, el sacerdote que se opone al proyecto, la mujer propietaria de la empresa, la amante... Sin grandes artificios, son piezas que encajan con acierto en la historia.

Al mismo tiempo, son también la parte que menos me ha convencido del libro, por un lado, por los diálogos, que los he visto demasiado informativos, poco naturales, algo que se acentuaba cuando en algunos pasajes la información se hacía redundante o reiterativa; por otro, porque creo que podrían haberse potenciado las relaciones cruzadas que establece el autor entre ellos. Con un poco más de personalización de cada uno, el efecto estructural hubiera sido mucho más fuerte.

Esto, sin embargo, no impide que la novela funcione bien. La casa automática tiene muy buen ritmo, es capaz de transportar sin problemas a los lectores, en buena medida gracias a su minimalismo, y sobre todo parte de una idea ingeniosa que sabe rematar en el momento adecuado: las piezas del rompecabezas encajan muy bien tras un crescendo de tensión que se adivina fatalista.

Así, sin llegar a ser un trabajo sobresaliente, sí que tenemos una novela muy solvente y entretenida, que permite desconectar y que resulta muy gráfica. Personalmente, hubiera preferido que ahondara en algunos momentos con más fuerza visual, pero dentro de la elección del autor por la sencillez y la elipsis, la narrativa funciona.

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