El fantasma de la mansión Guir
Reseña de la novela de Charles Willing Beale publicada por 23 Escalones
Con una cubierta como esta, semejante título y la promesa de un epílogo de nada menos que H.P. Lovecraft, no dudé en absoluto en hacerme con El fantasma de la mansión Guir, una novela que prometía ese entrañable terror de fantasmas y casas encantadas que tantas buenas lecturas me ha brindado. Lo que encontré no fue exactamente lo que buscaba, pero sí, sin duda, una obra muy interesante.
Esta novela de Charles Willing Beale es una narración espiritista. Es decir, no es una mera novela de fantasmas, sino una que busca transmitir las creencias del Espiritismo, ese movimiento esotérico que tanto se desarrolló durante el siglo XIX y que tantos clichés ha brindado a la narrativa de terror. Solo por este elemento, tiene un gran interés para todos los aficionados al tema.
Sí que es cierto que nos va a sacar del cómodo terreno de las historias de aparecidos al uso. A diferencia de lo postulado por M.R. James, aquí el objetivo no va a ser asustar al lector, sino todo lo contrario. Eso no quiere decir que los primeros compases de la obra, sobre todo, no encajen con las convenciones del género. Bien al contrario, los episodios de la misteriosa carta, la llegada a la mansión Guir, el descubrimiento de las extrañas incongruencias en torno a la familia... todos estos elementos del escenario son deudores de la ghost-story y la novela gótica y funcionan a la perfección.
Sin embargo, pronto advertimos que hay una divergencia en el enfoque. El temor y el misterio van a ir dando paso a la fascinación, siguiendo, creo yo, el camino clásico de la revelación. Porque, a fin de cuentas, de esto es de lo que va la novela: de la revelación espiritista.
Aunque sin duda sus postulados han quedado desfasados, los episodios en los que se presentan no dejan de tener encanto dentro del género fantástico. La visión de mundos alternos, de verdades ocultas, las justificaciones de cómo se integra todo esto en los sorprendentes episodios vividos por el protagonista son sin duda sugerentes y sorprendentes.
En este sentido, y en cuando a ritmo narrativo, El fantasma de la mansión Guir ha envejecido bien (dentro de sus particularidades), gracias sobre todo a una prosa bien ejecutada y muy bien traducida por Óscar Mariscal. En otros aspectos, como el peregrino y fulminante enamoramiento del protagonista y la dama misteriosa que sirve de detonante de la historia, resulta mucho más ingenuo y caduco.
Con estos elementos, la novela ha quedado como una curiosidad para los amantes del género de terror que estén interesados en su génesis y sus peculiaridades. Ligera y entretenida, se lee con interés y rapidez.
Por cierto, el epílogo de H.P. Lovecraft es demoledor. Sus reflexiones sobre los fenómenos paranormales son de una clarividencia sorprendente para la época. El artículo que se incluye al cierre es, sin duda, de un gran interés.
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