John Wayne, el Duque

Imagen de Luc Hamill

Rememoramos al gran actor en el centenario de su nacimiento.

Cuando mencionamos la palabra vaquero o cowboy, a muchos se le viene a la memoria la imagen de John Wayne con un revólver al cinto y un sombrero caminando hacia el horizonte con esos andares arrolladores de gato viejo. No hay duda: es un icono del western, un símbolo. Yo he crecido viéndole y viendo sus películas, y de todo el patriotismo barato de los yanquis paso. Aquí no vamos a recordar al mito sino al actor en esos papeles de cowboy, militar o algún otro en dónde sacaba su vis cómica como en la película Hatari! o El hombre tranquilo.

 

No se llamaba John ni su apellido era Wayne. El hombre que hay tras la leyenda e imagen del héroe del cine es Marion Michael Morrison. Nacido en 1907 en Winterset, Iowa, originalmente iba a llamarse Marion Robert Morrison, pero sus padres le cambiaron el nombre cuando decidieron llamar a su siguiente hijo Robert. Y por mucho que lo intenten ocultar los americanos, era hijo de descendientes de escoceses e irlandeses. Sí, el actor más emblemático de su cine, el que representaba los valores de sus héroes.

 

Los detalles más importantes en la vida del actor empiezan en 1912, cuando a su padre le diagnosticaron una tuberculosis y por ello decidió irse a un clima más cálido: Palmdale, California. Allí compró una pequeña granja para que, dos años después, el resto de la familia Morrison se le uniese. Cuando la granja fracasó la familia se fue a Glendale, a diez minutos de Los Angeles. Allí su padre consiguió trabajo en una farmacia, y al cabo de un tiempo el pequeño Marion le empezaría a ayudar, encontrando además trabajo en el cine local donde se proyectaban películas. Serían los vecinos de Glendale quienes le pondrían de sobrenombre "el Gran Duque" porque a su inseparable perro le habían puesto "el Pequeño Duque" (a mí me recuerda un poco a lo de Indiana Jones). Él prefería Duque a Marion, por lo cual este nombre le quedó por el resto de su vida.

 

En la escuela le fue bien. Alto para su edad, fue un jugador estrella de rugby para la escuela secundaria de Glendale y, cuando por escaso margen no fue admitido en la Academia Militar de Annapolis, logró una beca para seguir jugando al mismo deporte en la Universidad del Sur de California bajo las órdenes del legendario entrenador Howard Jones. Esto fue así hasta que un amigo le consiguió un trabajo en verano como carpintero y atrezzista en los estudios de la Fox a cambio de entradas para el rugby. Y fue de este modo como conocería a un director en la cumbre... ¿Les suena John Ford?

 

La relación entre ambos comenzó de forma un tanto peculiar. Un día el director se burló de sus proezas futbolísticas y le invitó a intentar placarle. El futuro actor le complació y le tiró sin ningún tipo de contemplaciones. John Ford nunca había caído en el suelo tan duramente, de hecho se quedó aturdido y sin respiración por unos instantes. Fue un placaje ilegal, el trabajo del Duque pendía de un hilo. Entonces Ford le contempló por un instante, se levantó lentamente y una gran sonrisa apareció en su cara. El resto es fácilmente deducible.

 

Por esta época apareció junto con sus compañeros de equipo como jugador de fútbol en la película Maker of Men, de los primeros años 30. En los créditos figura como Marion Morrison. Sería una lesión sufrida aparentemente mientras nadaba la que cortaría su carrera deportiva, dejando la universidad pero haciéndose fijo en la nómina de la Fox. Poco a poco consiguió papeles de extra, figurante e incluso de especialista, hasta que consiguió papeles algo más importantes. En 1930 Ford le apadrinó ante Raoul Walsh (el famoso director con parche, el mismo que rodó por primera vez un western en espacios abiertos) para que tuviera un papel principal en La gran jornada. Aunque Ford y Walsh modelaron y pulieron la a veces inexpresiva interpretación del Duque, el escaso éxito del film no le ayudó a abrirse paso al estrellato. Entre 1930 y 1938 hizo 56 películas, principalmente westerns de serie B, como Duke Morrison, ya que su verdadero nombre le parecía demasiado afeminado. El propio Walsh fue quien le dio el nombre artístico de John Wayne, por el general Anthony Wayne de la Guerra de la Independencia norteamericana. Pero qué rimbombantes son a veces en el otro lado del charco...

 

Nueve años después, su actuación en La diligencia de John Ford (obra maestra que marca el comienzo del género dejando su final a Sin Perdón) y la antológica presentación que le dan a su personaje (al menos para mí, es la mejor que se ha hecho hasta ahora en una peli) lo convirtió en una estrella. Recordemos que Wayne antes de hacer esta película sólo era un actor de tercera fila por lo que los demás actores estaban algo irritados. Para solucionar esto, el primer día de rodaje Ford le trató tan despiadadamente que consiguió que el resto del reparto se pusiera de parte de Wayne.

 

Durante la década de los cuarenta sus papeles de hombre duro en Tigres del aire y La patrulla del Coronel Jackson empezarían a fijar los cimientos de su leyenda. Irónicamente, esta especialidad de hombre en "tiempo de guerra" choca con el hecho de que fue excusado del servicio activo durante la 2ª Guerra Mundial debido a una común infección de oídos que desarrolló cuando estaba rodando bajo el agua escenas de Piratas del mar Caribe.

 

Cuando los años cuarenta tocaban a su fin no había duda de que Wayne se había convertido en una estrella de asombrosa popularidad, en parte gracias a sus más de 20 películas junto a John Ford, incluyendo El hombre tranquilo, Centauros del desierto, Escrito bajo el Sol y El hombre que mató a Liberty Valance, o también gracias a sus papeles en las películas como Río Rojo, Arenas Sangrientas, por la que fue nominado al Oscar al Mejor Actor, y Río Grande (nota del autor: todos los "Ríos" son buenas películas). No obstante, el Oscar lo ganaría por su papel en la película Valor de ley. Muchos pensamos que le fue otorgado en reconocimiento a sus 40 años de carrera más que otra cosa, pues ha tenido mejores actuaciones en otras películas (sobre todo en Centauros del desierto). En particular, uno de los papeles más preciados por Wayne fue el de un heroico aviador en The hight and the mighty, basada en la novela de Ernest K. Gann, que le hizo ganarse una amplia aclamación. También estuvo nominado para mejor actor en Arenas de Iwo Jima al igual que El Álamo a mejor película, donde él participaba con su propia productora Wayne-Fellowes, más tarde llamada Batjac.

 

Tal vez debido a su posición como el republicano más famoso de Hollywood, el Partido Republicano le propuso presentarse como candidato a presidente en 1968. Pero él rechazó la propuesta porque no creía que el público pudiera tomar en serio a un actor en la Casa Blanca. Irónicamente sí apoyó la candidatura de su amigo Ronald Reagan.

 

Después de conseguir el Oscar hizo once films más, pero todo el mundo en la industria del cine sabía que tenía cáncer de estómago, con lo que su coraje no sólo estuvo en la pantalla: también libró una particular batalla contra esta terrible enfermedad. En 1976 rodó El último pistolero, su última película, en la que interpretaba a un viejo pistolero al que se le diagnostica cáncer. ¿Coincidencia? Yo la he visto varias veces y os puedo decir que hay una escena en la que él dice que padece esta enfermedad. Cuentan que el silencio en el estudio fue de lo más imponente...

 

Murió el 11 de Junio de 1979 en Los Angeles. Él sólo quería un simple epitafio en su lápida: "Feo, Fuerte y Formal". El Congreso de Estados Unidos le honró con la concesión de una medalla a título póstumo en cuya leyenda figuraba "John Wayne. American". Pero estoy seguro de que no hacía falta que se la dieran porque él ya la tenía. La tenía ya cuando pisó ese horizonte de colinas rocosas y rojizas, antes de que se colocase el fusil al hombro. Y todos los cinéfilos que lo admiraban no estaban allí cuando sacaron la dichosa medalla. Y ni ellos comprenden, ni yo tampoco sé a qué venían esas patrióticas palabras grabadas para quien ha dejado un patrimonio sin banderas. La medalla ya la tenía en sus más de 250 películas, en tantas inmortales estampas que nos ha dejado en el séptimo arte.

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virgensuicida
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Bonito artículo. Me encanta la actuación de Wayne en "El hombre que mató a Liberty Valance" y también en otra película mítica, "Fort Apache".

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