Cartas desde la mar

Imagen de Luc Hamill

La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.

Todo me recuerda a ti, y a lo que me decías en aquel adiós. Mientras nos fundimos en ese beso, cuando tu pañuelo cayó. Tu pañuelo cayó, pero las velas se izaron al tiempo que de tu abrazo el deber y el oficio me apartaron. Y por más que empecé a navegar no me olvidé de tu forma de andar. Ni la brisa marinera me borró los arcos de tus caderas. Ni cómo poco a poco en la noche tu derroche iba poniendo nerviosas las más hermosas cosas que hay. ¿Pero por qué caray ahora te persigo? Si el corazón que busco... está como escondido.

 

Ay, la sirena de los mares, me canta y me mira, me arrastras a sus corales. Una sirena comparada a ti no es lo mismo, pero entiéndelo, son espejismos. Es que me lo dijo ella, me dijo que le dedicara un mensaje en una botella. Aunque al final de todo sólo me dejó su llanto y mi espanto. Sólo me dejó la duda de cómo podría rechazarla si era tan bella.

 

Lanzándosela leyó todas mis odiseas, y así perdí el rumbo: bebiéndome los mares, haciéndonos inmortales. Pero no me puse su corona, suya no acepto ninguna, aunque para ti en mi cofre sí llevo una, con los destellos de las perlas del Atlántico. Suena romántico, pero es la verdad. La verdad que me susurra al oído la brisa, que lo mismo que de ello me avisa, sigue adelante con prisas y se va.

 

Pero la realidad es que no es así. Es que me tienes aquí, entre el mecer de las olas y el quererte a solas. Añorando ese pecado y ese ruido de cuando juntos nos hubimos perdido. No espero redimirme, pero mi puño te lo escribirá firme. Mira, perdóname si cuando debí decirte te quiero, no lo dije. Perdóname, aunque algo así en el amor no se exige. Perdóname si aparté mi mirada de la tuya. Y perdona si miré a la Luna, pero es que ella también tiene la suya. Perdóname si no me centré en ti, que por esa mirada tuya, debí mirarte a ti.

 

Perdóname por esos tibios recelos, aunque no eran más que un velo. Apártalo y verás. Apártalo y sabrás que no se han perdido los besos que te robé, que son el agua que de ti apaga mi sed, y te los devuelvo en esta misiva de los fondos abisales. Princesa mía, si aún no alcanzo a verte, perdóname el que te busque más allá de los mares... De los mares de la vida, de la suerte y de la muerte. De los mares inmortales... de los mares.

 OcioZero · Condiciones de uso