La máquina del tiempo

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El clásico de H.G. Wells, una de las obras indispensables de la literatura

Si tuviéramos una máquina como la que posee el Viajero a través del Tiempo de H.G. Wells bien podríamos embarcarnos en un viaje al pasado para comprender mejor esta obra. Pues soñemos que la tenemos, y subámonos.

 

Una vez instalados en el artefacto, deslicemos la palanca hacia atrás, y detengámonos en 1895, porque éste fue el año en que fue publicado este relato, todo un clásico que ha perdurado en la memoria durante décadas y que se ha convertido en una obra fundamental de la literatura de ciencia-ficción.

 

Se trata de una obra que refleja todas las inquietudes de su autor, tanto su pasión por la ciencia como por las doctrinas sociales, aparte de ser una vibrante y entretenida novela de ciencia-ficción que se la puede catalogar como una de las que sentaron las bases de lo que hoy es el género. Por todo ello esta novela es un clásico y una obra maestra teniendo en cuenta la época en que fue concebida.

 

Y es que el arranque de la novela es toda una declaración de principios, pues desde la primera página se ponen en duda ciertas leyes científicas aceptadas por todos y se expone la teoría del tiempo como cuarta dimensión, adelantándose en diez años al concepto desarrollado por Einstein, y teoría que hoy en día sigue tenida en cuenta. Esta parte es quizá la que se hace más complicada de leer, aunque no hay que asustarse porque tampoco se trata de una extensa perorata y todo lo que nos cuenta tiene su interés.

 

La obra está llena de simbolismo, aunque muchas veces Wells es más explícito y por ejemplo se pregunta de forma irónica si todo lo que el Viajero se encuentra en sus viajes podría ser consecuencia del comunismo, o también hace un paralelismo entre los Eloi y los Morlocks, como las clases altas y los trabajadores respectivamente, y la evolución (e involución) que se ha producido en su comportamiento.

 

Pero lo que está claro es que el tema del libro gira en torno a la responsabilidad del hombre. El ser humano tiene en su mano la llave del futuro y de lo que él haga dependerán sus descendientes, y debe ser consciente de que un día puede terminar sometiendo a la Naturaleza, pero quizá ésta también se vuelva contra el monstruo creado. Como se puede comprobar, esto casi se trata de una profecía, porque hoy en día es un tema que está en boca de todos, por lo que es un buen ejemplo para comprobar por qué se dice de Wells que era un visionario y un adelantado a su época, aparte, por supuesto, de por sus grandes conocimientos y teorías científicas. Pero a pesar del carácter crítico, la novela también deja caer un atisbo de humanidad…

 

Ya hemos comentado los aspectos que hacen de esta obra algo más que un libro de aventuras, pero la historia en sí es bastante vibrante, llena de acción y de descubrimientos que nos asombrarán. En lo que Wells sí que no se mete es en el tema de las paradojas temporales. Cualquiera que haya leído algo sobre la idea de los viajes en el tiempo, sabrá que existen una serie de paradojas que complican esta posibilidad. Para hacerlo fácil y entendible, podríamos preguntarnos si en un viaje al pasado al asesinar a Hitler evitaríamos la 2ª Guerra mundial o qué pasaría si matáramos accidentalmente a nuestra abuela antes de que diera a luz a nuestra madre. Es decir ¿se puede cambiar el pasado? Parece ser que Wells no se quiso meter en camisa de once varas porque el tema es peliagudo. Pero realmente tampoco era necesario que se metiera, bastante hizo con exponer esta fascinante idea sobre la mesa y en definitiva con la gran novela que creó. Ese tema se quedó para los que vinieron detrás.

 

Autor

 

Herbert George Wells nació en Bromley, cerca de Londres, en 1866. Los primeros estudios los realizó en una escuela privada, donde recibió una enseñanza autoritaria y poco pedagógica. De aquellas circunstancias, que Wells relata en su novela Kipps, guardará siempre un amargo recuerdo. A los ocho años sufre una caída y se fractura una pierna, debiendo guardar cama durante algunas semanas. Durante largo tiempo ha de permanecer instalado en la sala de su casa, y encerrado entre sus cuatro paredes descubre un enorme horizonte: la lectura.

 

Desempeñó varios oficios (aprendiz, contable, tutor y periodista) hasta 1895, antes de obtener una beca para estudiar Ciencias Naturales en el Royal College of Science de Londres. Después enseñó en el University Correspondence College de Cambridge. Entre 1893 y 1894 Wells escribe una especie de relato fantástico, Los eternos argonautas, que aparece de forma periódica en la revista «National Observer». Cuando esta revista se cierra, su editor, Henley, crea la «New Review» y desea para ella una novela sensacional, ofreciéndole una cantidad estimable a Wells para que escribiese una, recogiendo el tema de aquel antiguo relato: un viaje al futuro.

 

En quince días de arduo trabajo rehízo aquel material y terminó La máquina del tiempo, que aparece primero en forma de serie y más tarde como libro. Fue un éxito instantáneo. Se hablaba del libro en todas partes. Se vendía. Se calificaba a su autor como hombre genial. De pronto se había convertido en un autor de fama, a quien todos los periódicos pedían colaboraciones. Abandona, aunque no de forma total, el periodismo y se dedica a escribir. En el mismo año publica La visita maravillosa, y en los tres años siguientes tres novelas que cimentaron y acrecentaron su prestigio: La isla del doctor Moreau, El hombre invisible y La guerra de los mundos.

 

En 1883 un grupo de intelectuales había creado en Londres un club político: la Sociedad Fabiana, que propugnaba un socialismo evolucionista y moderado. Al poco se integra a ellos. Para aquella sociedad escribió diversos manifiestos y dedicó a su organización y difusión gran parte de sus energías, pero su fuerte carácter individualista chocó pronto con las rígidas normas de los fabianos y su colaboración con ellos no se prolongó demasiado tiempo.

 

Dos mujeres ocuparon un lugar destacado en su biografía: Amy Catherine Rollins, su segunda mujer, y Rebeca West, a quien conoció en 1914 y con la que tuvo un hijo varón.

 

Desde la primera guerra mundial desarrollará una exhaustiva labor dando conferencias, publicando nuevos libros y haciendo oír su voz desde los mejores periódicos mundiales. Su objetivo es conseguir que los hombres superen sus motivos de enfrentamientos, crear una conciencia común entre todos los pobladores del mundo e instrumentar una organización, la Sociedad de Naciones (antecedente de la actual ONU), que gobernase el estado Tierra. La segunda guerra mundial supuso el fracaso de sus esperanzas.

 

Acosado por los achaques físicos que le habían perseguido a todo lo largo de su vida, tuberculosis y lesión de riñón, se refugió durante sus últimos años en su finca de Easton Glebe, dedicado a la revisión de sus obras completas. El trabajo siguió siendo su horizonte cotidiano. En la tarde del 13 de agosto del año 1946 llamó a su sirvienta y le pidió un pijama. Desde su lecho miró a los amigos que lo acompañaban y les dijo: «Proseguid: yo ya lo tengo todo.» Pocas horas después murió.

 

Sinopsis

 

El Viajero a través del Tiempo construye una máquina que es capaz de moverse hacia el pasado y el futuro. Sobreponiéndose al escepticismo de la sociedad en la que vive, decide embarcarse en un viaje de más de 800.000 años al futuro donde descubrirá un futuro inquietante compartido por dos razas semibestiales, los Eloi y los Morlocks.

 

Edición

 

Alianza Editorial

Bolsillo

133 páginas

 

Conclusión

 

Podríamos utilizar nuestra particular máquina del tiempo para movernos por cualquier década del siglo XX y comprobar in situ la influencia que ha tenido esta novela en obras posteriores, tanto literarias como cinematográficas. Y es que aparte de ser prácticamente la precursora de la ciencia-ficción, fue la creadora del tema, hoy muy habitual, de los viajes en el tiempo. Existen varias versiones basadas en parte o en su totalidad en esta novela, bien para televisión o bien para el cine. A destacar la versión de 1960 dirigida por George Pal y que en España lleva el título de El tiempo en sus manos. La película es muy fiel al libro y se llevó el Oscar a los mejores efectos especiales. El remake de 2001, llamado también La máquina del tiempo, fue denostado por los críticos. Aunque funciona como entretenimiento y posee unos estupendos efectos, es cierto que ya se aleja del espíritu que le infundó H.G. Wells.

 

Volviendo a la novela, y como ya hemos apuntado, además de un buen libro de aventuras lleno de imaginación, es una obra de gran valor de la que se pueden extraer varios puntos más y nos da una idea de las inquietudes de la época y nos retrata la misma. En algunos momentos quizá pueda parecer un poco denso por la forma de escritura, pero lo cierto es que su brevedad hace que no suponga un gran esfuerzo su lectura. Pero es, en definitiva, una novela de obligada lectura para todos los aficionados a la ciencia-ficción y para quien quiera conocer un apasionante clásico de la Literatura.

 

Después de nuestro virtual paseo, es hora ya de volver a nuestro tiempo. Pongámonos cómodos, movamos la palanca y esperemos a que llegue al año en curso. Ahora pensemos a dónde (o mejor dicho a cuándo) podríamos ir si hubiera un próximo viaje.

 

 

Lo mejor: Es una novela precursora en la ciencia-ficción, creadora de la idea de los viajes en el tiempo, tiene fondo…y es un clásico

Lo peor: Que no la haya leído todo el mundo

Nota: 92

 

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