Lo que ves cuando cierras los ojos

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Manuscritos, terror contemporáneo y un maestro: David Jasso

En otro momento entraré en el por qué no es viable el anda, léete mi relato, que son solo cinco minutos, en los entresijos del crecimiento no euclidiano de la pila de novedades a reseñar, en los abismos de la angustia electora lectora y en el extraño fenómeno que te priva de releer ciertas novelas porque nunca es el momento adecuado para paladearlas con calma. Hoy me voy a limitar a contaros por qué en mitad de la vorágine de mi quinta baja de paternidad y con más frentes abiertos de lo que es cabal admitir he colado la lectura de un manuscrito, Lo que ves cuando cierras los ojos, y qué es lo que me he encontrado en él.

Lo que ves cuando cierras los ojos - David JassoPodría empezar contándoos (como ya habré hecho en más de una ocasión) cómo David Jasso se me metió en el bolsillo la primera vez que lo vi, junto a Santiago Eximeno, en una mesa redonda a tres bandas que contraponía, en tono humorístico, el terror a la ciencia ficción y a la fantasía; o cómo tras leer La silla tuve la certeza de que era un autor a seguir, una especie de mago que con poco conseguía hacer más que mucho. Pero me voy a quedar un poco más cerca, en un encuentro Liter Imaginarios de Huesca en el que, entre cervezas, nos contó un proyecto de novela fragmentaria (realmente fragmentaria) que permitiría asomarse a las simas de la locura.

Personalmente, no me gusta ir preguntando a mis colegas escritores sobre cómo va su trabajo. Mis propios ciclos de escritura son tan caótico como desesperantes y, cada vez que alguien me recuerda que he dejado colgados varios de ellos, me desazono. Por ello me fui contentando con algunos comentarios sueltos, con algunas nuevas casuales. Y por eso mismo, cuando David me pidió mi opinión como lector cero, no me lo pensé dos veces y colé la novela todo lo que pude: tenía unas ganas locas por saber cuánto había de aquel proyecto cuasi imposible (si hablamos de una edición tradicional) en Lo que ves cuando cierras los ojos. Para mi sorpresa, mucho más de lo que cabía suponer. De nuevo, David había tirado de esa magia tan suya.

Aunque al final la trama tiene un transcurrir más bien lineal (ramificado, eso sí, de novela eminentemente de personajes), la naturaleza fragmentaria de la estructura transmite a la perfección ese sentimiento de encontrarse en un terreno movedizo. Los cambios de narrador, el modo en el que se dan el relevo o la relación en apariencia inconexa de los distintos capítulos, que se van revelando sólidamente interconectados, no son meros fuegos de artificio, sino un modo de presentar la historia que va socavando la relación del lector con el libro y obligando a este a aceptar que no se trata de una novela más.

La prosa apuntala esta sensación y remata la faena. Cada narrador tiene su estilo propio, pero a medida que la historia converge las notas dislocadas parecen contagiarse hasta crear auténtica aprensión. Lo que ves cuando cierras los ojos es uno de los pocos libros que me he cruzado que generan auténtico vértigo físico en algunos momentos: no es ya la sensación de erizarse el vello de algunas novelas de terror, sino la espeluznante certeza de que algo se desmorona a tu alrededor. Algo importante.

Tampoco se trata de una novela de experimentación por la mera experimentación. La trama y el escenario se encuentran firmemente anclados en nuestra realidad inmediata, en la crisis que tanto está conmocionando a la sociedad española. De esta manera, tal y como ya postulaba M.R. James hace bastante más de un siglo, el terror se vuelve más cercano y eficaz. Aunque su naturaleza es tan etérea como la de un fantasma (estamos hablando de una novela centrada en la locura), podemos palparlo a la vuelta de la esquina, a la vuelta de la página.

En definitiva, la lectura de Lo que ves cuando cierras los ojos me reafirmó en mis motivos para colar las obras de David Jasso en la pila (y no sentirme culpable por ello): es un tiro seguro. Conectes más o menos con ese trabajo en concreto, siempre aprendes algo, siempre consigue sorprenderte, transmitirte, darte la vuelta. Para mí, esto es la literatura de terror contemporáneo en su sentido más puro: más que una corriente a la que adscribir más o menos autores, se trata de una búsqueda activa de nuevos horizontes. Horizontes que, a veces, se esconden más allá de la locura.

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Nocte - Asociación Española de Escritores de Terror

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