La verdadera historia de la Fiebre del Oro

8 posts / 0 nuevo(s)
Ir al último post
Imagen de Giliath Luin
Giliath Luin
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 7946

http://murietajoaquin.blogspot.com/
 
 
El genocidio de los indígenas

Ningún grupo de la sociedad sufrió más a consecuencia de la fiebre del oro que los indígenas. Se calcula que antes de la llegada de los europeos, en la región ahora conocida como California, vivían de 310.000 a 705.000 indígenas, y que antes de la fiebre del oro murieron unos 150.000 en las misiones. El resto de la población indígena fue diezmada durante la fiebre del oro y en 1870 solo quedaban 31.000, según el padrón oficial del estado.

Se informa que al verano siguiente del descubrimiento de oro en Sutter's Mill, unos 4000 indígenas trabajaban en las minas para los blancos. Pero luego se les prohibió por ley trabajar en las minas. A eso le siguió una política sistemática de genocidio.

En un discurso ante los legisladores del estado en enero de 1851, el gobernador, Peter H. Burnett, prometió que "continuará una guerra de exterminio entre las razas hasta que se extinga la raza india". La prensa aclamó la campaña y en 1853 el Yreka Herald le pidió al gobierno que ayudara "a los ciudadanos del norte en una guerra de exterminio a muerte de todos los pieles rojas. Ya no hay que esperar la hora del exterminio; la hora ha llegado, la labor ha empezado. Al primero que pida tratado o paz hay que tratarlo como traidor". Otros periódicos expresaron sentimientos similares.

En unos pueblos se ofrecía dinero por la cabeza o el cuero cabelludo de los indígenas. En 1855, en Shasta City, se ofrecía 5 dólares por cabeza y en 1863, en Honey Lake, 25 centavos por cuero cabelludo. Un habitante de Shasta City escribió que vio a hombres llegar al pueblo con de ocho a doce cabezas colgadas de sus mulas. Otros pueblos aplicaban castigos colectivos contra las comunidades de los indígenas acusados de un delito. Así destruyeron 150 comunidades indígenas.

En 1851 y 1852 el estado de California pagó, con los ingresos del oro, un millón de dólares a milicias que cazaban indígenas. En 1857 les pagó $400.000 en bonos.

El periódico Alta Californian informó sobre una masacre cometida bajo la dirección de un tal capital Jarboe en 1860: "La cuadrilla descendió sobre ellos y les voló la tapa de los sesos o les partió el cráneo con hachas. Incluso a los recién nacidos que llevaban en canastas les partieron la cabeza o los cortaron en pedazos. Las madres y los niños sufrieron la misma suerte.... A los que intentaban huir les perseguían o les disparaban.. .. Los niños, que apenas empezaban a caminar, corrían hacia las mujeres llorando de miedo, pero los aniquilaron como animales salvajes y los amontonaron" .

El 12 de abril de 1860, las autoridades estatales aprobaron $9347.39 para pagar "la deuda contraída por la expedición contra los indios en el condado Mendocino que dirigió el capitán W.S. Jarboe". El gobernador felicitó a Jarboe en una carta "por hacer todo lo que se esperaba" y le agradeció "sinceramente por la manera en que realizó la campaña".

En 1850, se aprobó la ley de "Protección de los indios", que permitía a los blancos poner a trabajar a cualquier indígena que no pudiera comprobar su fuente de ingreso. Como los indígenas no tenían el derecho de hablar en un tribunal, la ley automáticamente favorecía a los blancos. Muchos ni se molestaban en cumplir la ley y simplemente compraban niños y mujeres indígenas; ese tráfico fue la fuente de grandes fortunas.
.
Un editorial del Marysville Appeal ilustra esa práctica: "Es de estas tribus montañosas que los blancos secuestran niños para enseñarles a ser sirvientes y mujeres para labores y lujuria... en el norte del estado hay cuadrillas que se dedican exclusivamente al robo de niños y jovencitas.. . para venderlas a altos precios a los colonos que con gusto pagan $50 ó $60 por un cocinero o sirviente, o $100 por una jovencita".

Para allanar el camino de los colonos, en 1853 el Senado federal mandó tres comisiones a negociar tratados con las tribus de California. En total negociaron 18 tratados. Los indígenas cedieron miles de acres a cambio de protección y la promesa de que se les dejaría vivir en tierras con suficiente agua y animales para vivir según sus costumbres. Los terrenos prometidos cubrían 7,5 millones de acres, o el 7.5% del territorio de California. Cuando los indígenas empezaron a ocupar esas tierras, se les informó que era ilegal porque el Senado no aprobó los tratados.

En vez de cumplir los tratados, el gobierno federal impuso un "sistema de puestos militares" en reservas con un "sistema de disciplina e instrucción". El mantenimiento de la tropa lo pagaría "el excedente de la mano de obra indígena". Se suspendieron las negociaciones y en vez se "invitó a los indígenas a concentrarse en las reservas".

Los acorralaron en las reservas a punta de fusil y marchas forzadas. En el poema History Lesson, la poeta indígena Janice Gould cuenta cómo fue: "El desplazamiento duró dos semanas y de los 461 indígenas que emprendieron la triste marcha solo 277 llegaron a Round Valley. Muchos murieron de las siguientes maneras: les dispararon a los que trataron de fugarse. A los viejos, enfermos o mujeres que no podían continuar los mataron con bayonetas para no desperdiciar municiones. También mataron bebés; los agarraban de los pies y los estrellaban contra árboles o piedras para reventarles el cráneo".

En las reservas los ponían a trabajar como animales de carga para los colonos. En 1857, un colono dijo: "Unos 300 murieron en la reserva por andar por las montañas en la nieve y el lodo.... Se les hacía trabajar desnudos, solo con una piel de venado sobre los hombros.... En promedio cargaban 50 libras".

Aunque eran menos y no tenían armas, los indígenas opusieron resistencia al genocidio. Uno de los episodios más famosos de resistencia fue la guerra de los modoc a principios de los años 1870. Los modoc abandonaron la reserva para regresar a sus tierras ancestrales del condado Siskiyou. Bajo la dirección de Kentipoos, conocido como el capitán Jack, 150 guerreros combatieron contra más de 1000 soldados. Resistieron durante meses, hasta que los cañones Howitzer y la falta de agua los debilitaron. Al capitán Jack lo ahorcaron. El ejército tuvo 83 bajas y la guerra le costó al gobierno un millón de dólares
 
***********************************************

"Ustedes, que nos han puesto precio, que nos han desplazado, ¿a qué costo? Cuánto vale la fosa donde nuestros huesos comparten una pizca de memoria; cómo un siglo convierte a nuestros muertos en especímenes y nuestra historia en polvo...".

Wendy Rose, Three Thousand Dollar Death Song, 1980 (miwok/hopi)

La verdadera historia de la fiebre del oro es la historia del genocidio de los indígenas, el robo del territorio mexicano y de crímenes contra muchos otros sectores de la población. Son crímenes que emanan de la naturaleza del sistema, que pone por encima de todo la acumulación de riqueza. La fiebre del oro creó imperios económicos, familias como los Hearst y compañías como Wells Fargo y el Banco de California. La verdad es que la riqueza de California chorrea sangre.

(La segunda parte examinará el impacto de la fiebre del oro en los californios, en los inmigrantes latinoamericanos y chinos, y en los afroamericanos, así como la destrucción del ambiente)

 
El 24 de enero de 1998, el gobierno de California inició una celebración de tres años para conmemorar el aniversario del descubrimiento de oro en 1848 y la incorporación de California a la Unión estadounidense. Según el mito de la fiebre del oro, hombres rudos y fuertes hicieron vastas fortunas en el Oeste gracias a grandes esfuerzos y buena suerte, pero en realidad la sangre de muchos miles de víctimas bañó el oro que se sacó de los ríos de California.

Cuando descubrieron oro en Sutter's Mill en 1848, la noticia corrió como pólvora por todo el Este de Estados Unidos. Millones de europeos, atraídos a Estados Unidos por la promesa de tierra gratis, no encontraron el sueño del propietario acomodado sino la pesadilla del agricultor pobre. En ese momento, muchos agricultores estaban al borde de la bancarrota y su único futuro era ponerse a trabajar una jornada de 12 horas en la nueva industria textil. Pero de repente, se vislumbró otra alternativa, la promesa de "¡Oro gratis!": que en los ríos y cerros del lejano California, el oro estaba "ahí tirado" para quien lo juntara.

En 1849, llegaron cien mil personas a California a buscar oro; un 80% eran blancos del Este y un 20% eran de México, China, Latinoamérica, Australia y Europa, además de negros (muchos de estos eran marineros que abandonaron sus barcos en los puertos de California).

Dejaron la familia e hicieron el peligroso viaje a California, pero la mayoría no se hizo rica. Los blancos sirvieron de "soldados rasos" para la campaña de "Destino Manifiesto": la expansión de Estados Unidos de costa a costa, la cual reprimió y desplazó a los indígenas y mexicanos de la región, los inmigrantes y los afroamericanos. Incluso muchos mineros blancos, víctimas de la explotación, acabaron arruinados o lisiados, o perdieron la vida.

La vida del minero
 
 
 
"No te imaginas lo cochina que es la minería de oro y lo que sufre el minero.... No vivimos como gente sino como animales".

La disentería era muy común porque los mineros tomaban agua de pozitos de filtración de solo un metro de profundidad. En 1850, 1852 y 1854, hubo epidemias de cólera en San Francisco y cada una arrasó con un 5% de la población. Un médico calculó que una de cada cinco personas moría antes de cumplir seis meses de llegada.

La extracción de oro llegó a su auge en 1852; de ahí en adelante, era muy difícil que el buscador de oro sacara ganancias, las cuales bajaron de un promedio de $20 al día en 1848 a $10 en 1850, $5 en 1853 y $3 a fines de la década.

Cuando el oro de la superficie se agotó, se requerían tecnologías caras para extraerlo (como la minería hidráulica, que utiliza chorros de agua, o minas profundas). En 1853, se invirtieron $3 millones para desviar el río Yuba. Según un historiador: "Los nuevos dueños eran lo que sus contemporáneos llamaban capitalistas y, como resultado de dicho proceso, el control pasó del minero independiente del cerro al hombre de negocios y finanzas de la ciudad".

Según el censo de 1860, solo uno de cada diez mineros tenía tierra o propiedades. Un historiador concluyó: "Una cantidad desproporcionada de mineros no tenía ninguna propiedad... . Ya no vivían en los campamentos, soñando con hacerse ricos, sino en los barrios bajos, esperando ganarse un quinto en las nuevas industrias".

A fines de la década de 1850, la mayoría de los mineros ya eran proletarios que trabajaban por un salario y enriquecían a los patrones. Muchos trabajaban en las minas hidráulicas o de cuarzo de California o en las minas de plata de la Veta Comstock de Nevada. En la Veta Comstock, trabajaban de 650 a 1000 metros bajo tierra, en un calor infernal de 43 a 50 grados C; sacaban el mineral con los nuevos explosivos y corrían el peligro de derrumbes constantes, gases letales e incendios. A los lesionados y a los familiares de los que morían en las minas no los indemnizaban; nada más sacaban a los muertos y metían a nuevos trabajadores.
 
Unos pocos hicieron grandes fortunas en la fiebre del oro. Eos nombres se ven en las calles, universidades, hoteles y museos de California, "el Estado Dorado". Los capitalistas del ferrocarril Charles Crocker, Leland Stanford, Mark Hopkins y Collis Huntington acumularon más riquezas. William Ralston, dueño del Banco de California y de las minas de Comstock, hacía suntuosos banquetes, donde servía la comida en platos de oro y plata a centenares de compinches acaudalados.

Imagen de Andronicus
Andronicus
Desconectado
Poblador desde: 30/01/2009
Puntos: 1472

Escalofriante... aunque el preludio está en los ingleses que regalaban casacas llenas de piojos a los indios. Una forma "suave" de exterminarlos. Como en Norteamérica no había oro (inicialmente) ni los millones de potenciales esclavos que había en el sur, pues los indígenas no pintaban nada.

Andronicus dixit

Imagen de solharis
solharis
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 21906

No conocía la historia de los indios californianos y realmente da grima. Cuanto más lees sobre el tema de los indios norteamericanos más se te ponen los pelos de punta. Es un genocidio lento y lamentable que podría haberse evitado con cierta facilidad con un poco de buena voluntad para integrarlos.

Imagen de Giliath Luin
Giliath Luin
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 7946

...y los norteamericanos despertaron en su conciencia para preservar a las etnias nativas solo cuando era demasiado tarde. He visitado reservaciones donde viven 15 o 20 nativos, como los mezcalero en Nuevo Mexico. Eso sí, los gringos son unos pioneros en cuanto a lecciones de humanidad con sus etnias, pues los reconocen como una nación.

Imagen de Giliath Luin
Giliath Luin
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 7946

...y por cierto, leí por ahí en una web que, la costumbre tan bonita de los apaches de cortar las cabelleras, se debe a haberla aprendido de los colonizadores españoles.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2794-2006-02-11.html

 

Imagen de lololz
lololz
Desconectado
Poblador desde: 29/01/2009
Puntos: 2374

Es muy triste esto, y aunque se han dado cuenta de cuanto daño le han hecho a estos indigenas a los verdaderos americanos nunca llegarán a ser lo que fueron.

La Guerra es la mejor escuela del Cirujano
-Socrates

Imagen de Varagh
Varagh
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 8300

Gran artículo, si señor...muy interesante.

Lo de las cabelleras me ha sorprendido bastante.

“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”

Imagen de Fingor
Fingor
Desconectado
Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 3746

 La historia de los indios americanos es acojonante, el caso de los indígenas de California no lo conocía, pero no es muy diferente del de la gran mayoría. Y el hecho de que la conciencia humanitaria para con los indios se diera cuando estos ya no eran nada no sé hasta qué punto es casual.

 OcioZero · Condiciones de uso