El velo rojo y negro

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edgardo luis
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                                    F…..   EL VELO ROJO ... Y NEGRO
 
El general Aramis Roht colgó el teléfono de vía directa con su presidente. En tres minutos, si no llegaba la orden de cancelación, debería oprimir el botón de alerta roja. Gotas de transpiración perlaban su frente y sobre su labio superior un leve rocío de sudor aparecía lentamente. La tensa espera se hacía insoportable. Y pensaba!
 
Pensaba que si oprimía el botón rojo nada detendría el ataque. Antes de dos minutos el botón negro daría la orden fatal: “ataque total”. Y sería la primera guerra atómica. O la última.
 
En menos de ocho minutos los veloces misiles con cabeza atómica comenzarían a caer alrededor del mundo. Gigantescos hongos de fuego y radiación se elevarían al cielo. Y con ellos millones de almas inmoladas. Y en pocas horas otros tantos millones de seres humanos morirían a causa de sus heridas. En semanas la mitad del mundo animal, vegetal y humano agonizaría.
 
Los que se salvaran padecerían por generaciones, deformaciones y alteraciones genéticas irreversibles.
 
El General Aramis Roht esperaba. ! Y pensaba! Pensaba en los gigantescos B52, submarinos y bases de cohetes, que se aprestaban a lanzar al espacio zumbantes y mortales aves de muerte. Sería la hecatombe. El eclipse total. El final.
 
El velo Rojo que cubre la inmensa ambición de los pueblos está a punto de cubrir con Velo Negro de la muerte a naciones hermanas. A seres humanos. La campanilla del teléfono lo hace saltar en su silla. Recién se da cuenta que está transpirado a chorros. Que sus manos tiemblan.
 
La orden llega seca y urgente. “ Misión Cancelada “. Con profundo suspiro de alivio oprime el Botón Verde de “ Todo Normal “, vuelvan a casa. Por fin ha terminado. El ensayo de ataque atómico ha sido un éxito. Uno más de los tantos realizados.
 
Con un costo de quince millones de dólares. La misma cantidad que produciría alimentos para una Nación pobre durante un mes. O vacunas para millones de niños.
 
El General Aramis Roht secó su sudor. Se reclinó en su sillón. Y se relajó. Por unos días tendría tranquilidad. No sabía por cuantos. El Velo Rojo de la ambición sigue cubriendo la mente de sus gobernantes. Pero el Velo Negro de la muerte sigue actuando aunque no hubo explosiones. En los dos minutos de tensa espera han muerto de hambre 83 niños en el mundo. El General aprieta sus ojos con fuerza, tratando de borrar imágenes. Imágenes terribles de agonía y hambre. Destrucción y muerte. Mil veces peores que las ocasionadas por una utópica guerra nuclear. Porque existen. Son realidad.
 
Están en cada minuto del reloj. Y son ahora dos lágrimas las que corren por su rostro. Por la ambición de los hombres, gobiernos y naciones ricas y prepotentes. Con su Velo Rojo de ambición cubriendo su pensamiento de ser humano. Evitando reconocer. Evitando pensar. En el dolor humano. En cuantas vidas se pueden salvar. Porque terribles pasiones invaden al mundo. Asquerosas nubes negras de mal lo cubren.
 
Agonía lenta y silenciosa. Y en el silencio, el General Aramis Roht llora. ¿Pero qué puede hacer un solo hombre triste? contra la monstruosa maquinaria de muerte solapada, producida por el hombre mismo, sin compasión, sin amor. Solo llorar. Como yo. Como usted, que tardó dos minutos en leer este cuento. Y en ese tiempo murieron 83 niños en el mundo. De hambre.
                                                                             Edgardo Luis

 

 

El general Aramis Roht colgó el teléfono de vía directa con su presidente. En tres minutos, si no llegaba la orden de cancelación, debería oprimir el botón de alerta roja. Gotas de transpiración perlaban su frente y sobre su labio superior un leve rocío de sudor aparecía lentamente. La tensa espera se hacía insoportable. Y pensaba!
 
Pensaba que si oprimía el botón rojo nada detendría el ataque. Antes de dos minutos el botón negro daría la orden fatal: “ataque total”. Y sería la primera guerra atómica. O la última.
 
En menos de ocho minutos los veloces misiles con cabeza atómica comenzarían a caer alrededor del mundo. Gigantescos hongos de fuego y radiación se elevarían al cielo. Y con ellos millones de almas inmoladas. Y en pocas horas otros tantos millones de seres humanos morirían a causa de sus heridas. En semanas la mitad del mundo animal, vegetal y humano agonizaría.
 
Los que se salvaran padecerían por generaciones, deformaciones y alteraciones genéticas irreversibles.
 
El General Aramis Roht esperaba. ! Y pensaba! Pensaba en los gigantescos B52, submarinos y bases de cohetes, que se aprestaban a lanzar al espacio zumbantes y mortales aves de muerte. Sería la hecatombe. El eclipse total. El final.
 
El velo Rojo que cubre la inmensa ambición de los pueblos está a punto de cubrir con Velo Negro de la muerte a naciones hermanas. A seres humanos. La campanilla del teléfono lo hace saltar en su silla. Recién se da cuenta que está transpirado a chorros. Que sus manos tiemblan.
 
La orden llega seca y urgente. “ Misión Cancelada “. Con profundo suspiro de alivio oprime el Botón Verde de “ Todo Normal “, vuelvan a casa. Por fin ha terminado. El ensayo de ataque atómico ha sido un éxito. Uno más de los tantos realizados.
 
Con un costo de quince millones de dólares. La misma cantidad que produciría alimentos para una Nación pobre durante un mes. O vacunas para millones de niños.
 
El General Aramis Roht secó su sudor. Se reclinó en su sillón. Y se relajó. Por unos días tendría tranquilidad. No sabía por cuantos. El Velo Rojo de la ambición sigue cubriendo la mente de sus gobernantes. Pero el Velo Negro de la muerte sigue actuando aunque no hubo explosiones. En los dos minutos de tensa espera han muerto de hambre 83 niños en el mundo. El General aprieta sus ojos con fuerza, tratando de borrar imágenes. Imágenes terribles de agonía y hambre. Destrucción y muerte. Mil veces peores que las ocasionadas por una utópica guerra nuclear. Porque existen. Son realidad.
 
Están en cada minuto del reloj. Y son ahora dos lágrimas las que corren por su rostro. Por la ambición de los hombres, gobiernos y naciones ricas y prepotentes. Con su Velo Rojo de ambición cubriendo su pensamiento de ser humano. Evitando reconocer. Evitando pensar. En el dolor humano. En cuantas vidas se pueden salvar. Porque terribles pasiones invaden al mundo. Asquerosas nubes negras de mal lo cubren.
 
Agonía lenta y silenciosa. Y en el silencio, el General Aramis Roht llora. ¿Pero qué puede hacer un solo hombre triste? contra la monstruosa maquinaria de muerte solapada, producida por el hombre mismo, sin compasión, sin amor. Solo llorar. Como yo. Como usted, que tardó dos minutos en leer este cuento. Y en ese tiempo murieron 83 niños en el mundo. De hambre.
                                                                             Edgardo Luis
 
                                                                                           
 
                                                                                           

                                    F   EL VELO ROJO ...

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jane eyre
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Hola, supongo que la F que aparece junto al título indica la categoría de fantasía. Si es así, necesito que edites y la inicial aparezca también junto al título del post. Gracias.

 

 

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edgardo luis
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El relato El velo rojo y negro, corresponde a F.............(Fantástico)

                                    F   EL VELO ROJO ...

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Debes editar el post para que aparezca junto al título y que sea visible desde la página general. La etiqueta para editar aparece junto al título al abrir tu propio post. Gracias.

 

 

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