Poema

 Y otro más: 

     Entre el Cielo y el Infierno
 
     Quiero construir millones de puentes hacia ti
     Quiero construir millones de puentes con todas las lágrimas
     Que he llorado por ti,
     Quiero tender puentes hacia ti. Quiero tender un puente
     Hacia la belleza de tus sueños
     Y otro puente hacia la magia de tus ojos
     Y otro puente hacia la silueta de tus palabras
     Y otro puente hacia el misterio de tus labios
     Necesitaré lágrimas, muchas lágrimas
     Para construir puentes hacia ti
     Lágrimas de mis manos que no pueden acariciar tu voz
     Lágrimas de mis ojos que no pueden entrar en tus sueños
     Lágrimas de mis labios que no pudieron cobijar tus cuitas infantiles
     Lágrimas de mi corazón que no puede pasear con tus manos
     Lágrimas de mi piel que no puede bailar con tu lengua
     Quiero construir millones de puentes hacia ti,
     Con todas las lágrimas que he llorado por ti
 
      Pues el amor no es sino un puente de fuego y lágrimas
      Entre el Cielo y el Infierno
 

 Y el cuarto: 

     Sueños...
 
     Sueñan mis sueños que tienen manos, y que juegan con tus sonrisas, detrás del espejo de la Tristeza
     Sueñan mis sueños que tienen pies, y que patinan contigo sobre un lago de jazmines
     Sueñan mis sueños que tienen labios, y que bailan con los tuyos al borde de un abismo de lágrimas
     Sueñan mis sueños que tienen alas, y que vuelan contigo hasta donde nacen las auroras boreales
     Sueñan mis sueños que tienen un rostro, y que duermen todas las noches sobre tu piel
     Sueñan mis sueños que tienen ojos, y que mueren en la orilla de tus cabellos.

 Y un nuevo poema que se me acaba de ocurrir ahora:

Eres mi musa
 
Un poema esculpido es tu cuerpo
Telas de flores formaron tu piel
Dulzura marmórea tienen tus ojos
Tus mejillas, puentes de auroras perdidas
Por el Céfiro nocturno tendidos
Níveas, tus melancólicas manos de azucenas
Por el ala de un cisne pulidas
Vino espumoso fluye por tus venas
Eres el recuerdo de la Eternidad
Eres frágil como la sombra del Silencio
Eres etérea como el llanto de los labios
Eres imperiosa como las plumas del águila
Eres invencible como la fe del Viento
Ocultas tus soledades en sueños de oro
Pertrechas tus dolores detrás de máscaras de luz
Escondes tus deseos en laberintos de espejos
Déjame ser la abeja que llene tu vientre de miel
Déjame ser el colibrí que libe el néctar de tu alma
Anhelo descubrir el mayor misterio del universo
Que se oculta en el lado oscuro de tus ojos
Tú eres la llave de nácar que modeló la Muerte
Y que abre esta celda de polvo y viento que me contiene
Quiero que mi memoria naufrague en tu sangre
Quiero que mis poemas se ahoguen en tu saliva
Quiero que mis sueños naufraguen en tu piel
Quiero que mis caricias se ahoguen en tus miradas
La Luna sueña con ser tu espejo
Y la primavera sueña con ser tu cobija
Cuántas ansias tienen los pétalos de una magnolia
De convertirse en las alas de tus ojos
El Sol anhela tu piel para abrigarse en el invierno
Y ese colibrí que cada noche sueña
Que es la almohada que besan tus labios
Y ese viento que se durmió aquella tarde
Soñando que era el perfume de tu cuello
Y esa aurora que soñaba despierta
Que era la sombra de tus pestañas
Y esa bella diosa que muere delirando
Gritando que ella creó la alegría de tus mejillas
Adoro tus cabellos con los que tejes
El nido para un cisne melancólico
Adoro tu voz cristalina con la que arrullas
A la sombra de la Eternidad
Adoro las huellas que todo un dios dejó en tu piel
Adoro tus sueños con los que pintaste el cielo de azul
Adoro tu sangre con la que pintaste la sonrisa de las cerezas
Adoro la soledad que duerme en la orilla de tu alma
Junto podremos navegar dentro de una nube,
por encima de las olas de fuego del cielo
Las estrellas nos servirán como escalones
para subir hasta los paraísos perdidos
El Sol será nuestra guarida,
donde nunca nos visitará la Muerte avariciosa.

 Ya puedo usted, señor Sócrates, decir que mis poemas son malos, decirme que tengo menos sensibilidad poética que una calabaza. Pero yo le digo algo, señor Sócrates, yo me crezco ante la adversidad, es más, me gustan mucho más las críticas que los elogios, puede usted despedazar mis poemas, pero le advierto que sólo ocasionará que escriba más y más, pues me gusta mucho la adversidad, me gusta mucho nadar contracorriente. Y cuanto más me digan que soy un pésimo póeta, cuanto más me digan que mis poemas son una porquería, tanto más escribiré poemas, señor mío. 

 Y otro poema más: 

Lloran…

Lloran mis manos porque no pueden ser las tumbas

En donde descansen en paz tus recuerdos dolorosos

Llora mi piel porque no puede ser esas ráfagas de viento

Que se columpian en tus cabellos

Llora mi corazón porque no puede ser ese cisne imperial

Que escondió sus joyas en el desván de tus ojos

Lloran las flores porque no pueden ser esa manada de besos

Que escalan hasta la cumbre de tus senos

Lloran las estrellas porque no pueden ser esas mariposas

Que se desnudan en tus párpados

Llora el Sol porque no puede ser los ruiseñores

Que se embriagan en tus labios

Llora mi sangre porque no puede ser la nieve

Que se despeña de la cumbre de tu cuello

Lloran mis ojos porque no pueden esas lámparas de viaje

Que alumbren ese camino de almíbar que es tu lengua

 Y erre que erre: 

Quiero enterrar…

Quiero enterrar mis besos en las cenizas de tus silencios

Con los que encarcelas a tus blasfemias

Quiero enterrar mis sueños en el sótano de tus párpados

En donde escondes tus miradas obscenas

Quiero enterrar mis alegrías en las mentiras de tus manos

Que me acariciaban sin dedos

Quiero enterrar mis recuerdos en los ecos de tus desplantes

Que rasgan los espejos del Paraíso

Quiero enterrar mis ojos en la sombra de esa carta de despedida

Que nunca me escribirás.

 Pues va a ser que no, que no era el último poema, que ya me soltado la melena y ahora no hay quién me detenga, que parezco un autobús sin frenos y de bajada: 

Quiero caminar por todos los sitios
por los que tú has caminado
Quiero caminar por todos los sitios
por donde vuelan tus sueños
Y atraparlos
Y ensamblarlos
Para formar una escalera infinita
Que suba desde la triste noche
Hasta la risueña alborada.
 
Quiero caminar por todos los sitios 
por los que tú has caminado
Quiero caminar por todos los sitios
por donde se caen tus recuerdos
Y recogerlos
Y tejerlos
Como una frazada
Que cobije las horas huérfanas de tu ausencia.
 
Quiero caminar por todos los sitios
por los que tú has caminado
Quiero caminar por todos los sitios
por donde vuelan tus besos
Y atraparlos
Y sembrarlos
En la rigurosa nieve
Para que florezcan arco iris con alas. 

 Creo que usted nunca me comprenderá, señora Jane Eyre, nunca comprenderá mi sentido del humor que es bastante chocarrero. No pasa nada. El señor Sócrates y yo hemos tenido siempre una relación muy irónica, rozando el menosprecio. Qué quiere usted que ocurra cuando se juntan Sócrates y Zaratustra? Creo que los dos ya somos mayorcitos como para saber distinguir entre bromas y veras. En el fondo, sin que sirva de precedente, puedo decir que yo le he cogido simpatía al señor Sócrates. Ahora bien, yo no busco el elogio, ni el aplauso ni la aprobación de nadie, a mí me gustan mis poemas, y es lo único que me importa.  

 Ahora bien, si al señor Sócrates le molestaron mis 'escupitajos' (como los llamó la señora Jane Eyre), pues le pido disculpas, y ya está. En el fondo, debo confesar que ya no me siento tan cómodo en este sitio, yo entré para animar un poco el cotarro (como dice el señor Sócrates), pues él mismo confesó que se estaba aburriendo como ostra. Creo que el cotarro se estaba animando, o no, señor Sócrates? Yo he traído mucha sal a estos foros (y un poco de picante), pero mi intención nunca ha sido ofender a nadie. Soy una persona impulsiva y pasional, no lo puedo remediar. Volveré a los brazos de aquella mujer de la que siempre he estado enamorado: la Soledad.  

Bueno, supongo que después de tanto hablar de poesía, ha llegado mi turno de escribir un poema: 

Te beso,
te muerdo, devoro tu cuerpo
desnudo sobre las sábanas
abiertas de un hotel de segunda
y me olvido de todo.
La tabaquería, el empedrado
de las calles, el olor a pastel
del Chiado, las campanas
insistentes de los tranvías, las viejas
que riegan geranios en el barrio de Alfama,
los turistas que hacen cola para fotografiarse
junto a la estatua de Pessoa.
Abres la boca.
Un suspiro se rompe en tus labios.
De pronto, entiendo
en qué se resume una vida.

 Regálame…

Regálame algo, musa querida

Regálame algo de ti

No quiero amor ni dulzura

No quiero regalos exquisitos

Regálame el dolor que se anida en tus labios

Regálame la sangre que te lastima, el aire que te ahoga

Y la luz que te encarcela

Regálame tus llantos espurios que sólo recuerdan las flores

Regálame tus silencios desnudos y tus espejos mentirosos

Que se refugian en tu armario

Regálame esas canciones cursis que alimentan tu vanidad

Regálame tus manos de cristal, tus ojos de metal

Y tu corazón postizo

Regálame la piel de tus palabras, y esos ataúdes

En donde entierras a las sombras de tus demonios

Regálame tu cuchillo, ese cuchillo que usaste

Para despedazar a la manzana del paraíso

Regálame tu venda, esa venda con que tapas tus ojos

Para no ver la oscuridad de dios.

 He aquí otro poema más, o si quieren: otro escupitajo más...

   Un sollozo se rompió entre tus labios

   El dolor se reflejó en tus mejillas

   Y la duda se deshojó en tus ojos

   Pero de pronto el miedo se hundió en un abrazo

   Y el misterio de la muerte se desvaneció en tus genitales.