Microrrelato al minuto
Dentro de un mínimo envoltorio introducir los ingredientes justos para que al tirar de la anilla del título le estalle el final entre las manos. Y aspirar a que, cuando el lector se cure de la herida, aún queden dentro fragmentos de metralla.
Bueno, bueno, bueno. Ahora sí que no me gustaría estar en la piel de ciertos fantasmas.
Bravo y bravo.
Microrrelato al minuto es una receta terrorista, buena idea. La frase final me gusta mucho: los restos de metralla (creo que se me ha clavado alguno). Solo quitaría el “le” de “le estalle”, creo que ganaría fluidez.
Cocinando mi vida está muy bien trabajado, casi me parece ver a Arguiñaño (le falta el rico, rico). Me gusta lo del zumo de cuchillo, la frase final y el título.
Los dos han creado dos recetas muy interesantes llenas de imágenes. Pero hay que elegir solo uno. Mi voto para Microrrelato al minuto.
Microrrelato al minuto está a medio camino entre la receta y el tutorial para fabricar bombas caseras. Con esta analogía, logra condensar la esencia de lo que es un microrrelato. Me ha encantado la frase final. Encuentro que la similitud entre el para que y el aspirar a que tan cercanos le resta algo de fluidez y faltan las comas que deben rodear a al tirar de la anilla del título.
En Cocinando mi vida, el resultado es más delirante y demente. Me ha cautivado la imagen del zumo de cuchillo, me recuerda al universo de Corcobado.
Los dos me han gustado mucho, creo que están muy igualados.
Finalmente, me quedo con Microrrelato al minuto por ese toque terrorista-poético.
No me voy a andar por las ramas: me han gustado los dos por igual. Es cierto que al micro de Barmacéutico le lastra el repetir la receta (nunca mejor dicho) que ya presentaba el micro de su contrincante, eso sí, con distintos ingredientes. No obstante, mi voto va a ir para Cocinando mi vida, porque en un duelo tan, tan igualado, no me parece justo que uno de los dos se quede a 0.
OcioZero · Condiciones de uso
Cocinando mi vida
Cortar trozos de carne sobre el papel. Añadir un chorrito de zumo de cuchillo. Rebajar la crudeza para no espantar a nadie. Añadir una vinagreta de sorpresa y al horno.
Servir caliente, ardiendo, antes de corregir y que el sabor a demencia desaparezca.
Barra libre sin receta.