Preferente
Lo apunté con el rifle. Llevaba el uniforme de los poderosos: traje oscuro, camisa blanca. Con entrenada habilidad, esquivaba micrófonos.
Recordé la sonrisa triste de Alicia antes de morir. Cuánto más llevadero hubiera sido si estos malnacidos…
Disparé. El plasma estalló en fragmentos que se clavaron en el sofá.
Cielo
―¿De verdad que los Reyes Magos sois vosotros?
―Sí, cariño.
―¿Y el Ratoncito Pérez?
―También.
―Entonces, ¿solo vosotros nos vigiláis para que nos portemos bien?
―Nosotros y Dios, que nos vigila a todos.
―¿Y seguro que Dios no sois también vosotros?
―No blasfemes, hijo o irás al infierno.