El gran robo

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Arbeloa
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Poblador desde: 28/02/2016
Puntos: 14

—Y para mi próximo número, necesitaré un voluntario.

El público ovacionó al famoso mago, que sonreía descaradamente mientras un mar de aplausos rompía la calidez de aquella sala. El mago saludó con la mano, expectante, pero el público estaba demasiado excitado cómo para poder continuar con su función. Y aún nadie se había ofrecido de voluntario. Dolido con lo que consideró un atentado contra su profesionalidad, el mago se llevó un dedo a sus labios, emitiendo un siseo apenas imperceptible por su audiencia. Justo cuando el mago quitó el dedo de sus labios, los espectadores más cercanos ya se habían calmado. El mago sonrió, triunfante, y se quitó su chistera pasada de moda. Una a una, como bajo los efectos de una ola, las mesas llenas de acomodados espectadores habían vuelto a la cama, sin emitir ningún sonido.

—Gracias, gracias. Pero aún necesito a un voluntario. ¡No me obliguéis a usar la magia para que aparezca uno!

Una risa floja y corta invadió la luminosa y recargada sala, pero pronto quedó el silencio. Y una figura masculina levantada bastante alejada del escenario.

—Ven, por favor. No seas tímido.

El hombre, de rasgos asiáticos y baja estatura, se acercó hacia el mago, animado por su familia y amigos. El mago le recibió con calidez y distinción, y se puso a su lado.

—Eres muy valiente. No toda la gente sirve para esto. Espero que tú puedas valerme.

El hombrecillo, algo nervioso, le contó en un imperfecto castellano su historia. Era un acaudalado hombre de negocios de Singapur, y estaba allí de vacaciones con su esposa y sus hijos. Era la primera vez que salían de su país, y el primer viaje en familia en mucho tiempo. El resto de espectadores se enternecían al oír la historia, porque todos habían sufrido en sus familias la presión de los negocios. Aunque el mago ignoraba a todos, porque estaba rebuscando algo en el bolsillo de su americana negra. Cuando por fin lo encontró, le pasó su brazo libre sobre los hombros del hombre de negocios asiático, agarrándole con fuerza.

—¡Tachán! —exclamó mientras mostraba una pequeña bola cristalina y transparente.

El hombre, sorprendido y curioso, comenzó a reír y a aplaudir mientras una pequeña luz dorada surgía del centro de la bola y provocaba extrañas formas relampagueantes. Algo excitado, buscó con la mirada de sus pequeños y rasgados ojos marrones a su querida familia, pero los afilados dedos del mago se clavaron sobre su hombro.

—No te preocupes —le susurró el mago.

El hombre sonrió, con amabilidad pero sin entender nada. El mago le devolvió la sonrisa, aunque lejos de tranquilizarle, el hombre de negocios sintió un pequeño escalofrío. En un repentino movimiento, el mago introdujo la pequeña bola de cristal en la boca del hombre, que se deslizó con rapidez hacia su garganta, atascándola. La audiencia reía, volvía a estar animada ante los cómicos aspavientos del hombre asiático, que se ahogaba y se llevó las manos al cuello. El mago retiró su mano del hombro, y se alejó un par de pasos.

—¡Tará! —el mago señaló con majestuosidad al hombre, que caía arrodillado en el escenario. —¡Este gran y humilde mago lo ha conseguido! ¡Ha logrado dominar la magia más difícil!

La audiencia dejó de reír, y la sala volvió a quedar en silencio. El hombre, aún arrodillado en el suelo, estiró sus brazos y alzó su cara hacia el techo de la sala. Una brillante luz salió de sus ojos y boca, y los gritos y caras de asombro comenzaron a multiplicarse en cada una de las mesas de los asistentes, que parecían maravillados por la luz que salía del hombre asiático. Imperceptible para la mayoría, a un gesto del mago los trabajadores del local cerraron con rapidez cada una de las salidas posibles que poseía la sala.

—El espectáculo no ha hecho más que empezar —les informó el mago. —Por favor, recuerden no levantarse de sus asientos.

Hubo algunas risas nerviosas entre el público, que todavía pensaba en el buen hacer del mago. Éste se giró hacia el voluntario, y alzó a la vez sus manos.

—¡Levantate! —le ordenó. —Y acércate, hijo mío.

Y el pobre voluntario se levantó, toscamente. Y comenzó a caminar hacia el mago, con movimientos lentos y poco apresurados. La cara del mago mostró una emoción retenida, una mezcla entre orgullo y satisfacción. El hombre asiático se abrazó al mago, que le recibió con un abrazo sincero, lleno de calor y amor.

—Un aplauso, ¿no? — exigió el mago. —No en todas las actuaciones he logrado traer a mi hijo de vuelta.

Pero nadie aplaudió, porque todo el mundo contemplaba el demacrado rostro del hombre asiático, cuyos ojos se habían evaporado por el efecto de la luz, y ahora solo quedaban dos rastros negros aún algo humeantes. El mago carraspeó, buscando la aprobación del público. Aunque en lugar de oír las exclamaciones a las que estaba acostumbrado, empezó a escuchar gritos de histeria y de asco.

Algunas de las personas se levantaron repugnadas, acercándose a las puertas de salida de la sala. Pero éstas no se abrían, y empezaron a forcejear. El mago, frustrado por la poca amabilidad de su audiencia, bramó.

—No saben apreciar lo que les ofrezco. No son dignos. Son solo una pandilla de ricachones egoístas. ¡Incultos!

Más y más gente comenzaba a arremolinarse en las puertas. Con otro gesto del mago, los trabajadores de la sala desenfundaron varias armas y dispararon al techo, consiguiendo que el público que había asistido a un caro entretenimiento se tirara al suelo fruto del miedo, excepto la familia del pobre voluntario, que se acercaba unida hacia el escenario. Fue la madre, que abrazaba a sus dos hijos como intentando protegerles, la primera que habló, dirigiéndose a su querido esposo en malayo.

—¿Pero qué dices? —le preguntó ofendido en un perfecto castellano.

La mujer seguía hablándole en malayo, sin entender porqué su marido la ignoraba o usaba una desconocida lengua para comunicarse con ella.

—Padre, ¿qué le pasa a esta señora? —el voluntario se dirigió hacia el mago.

—No lo sé, no sé que dice. Soy mago, no traductor —le respondió el padre. —Deberías robarles su dinero y sus joyas, y al resto del público también. Después de esta noche, por fin podremos retirarnos a vivir esa vida que tantas veces quisimos vivir.

—De acuerdo, padre.

El mago le dio una bolsa marrón, que recogió dócilmente. El hombre bajó con ella el escenario, deteniéndose delante de la que había sido su familia. Arrancó del cuello de la mujer un costoso collar de diamantes. La mujer seguía hablándole en ese incomprensible idioma, sin defenderse cuando le quitó el reloj de oro que llevaba. Dio la espalda a esa asustada madre con sus hijos que sollozaban, notando como poco a poco sus ojos iban aclarándose, viendo cada vez de forma más definida, sintiéndose cada vez más cómodo caminando.

Cuando acabo de robar a las últimas personas que seguían tiradas en el suelo, volvió a acercarse a su padre con el gran botín recogido, mostrándole un saco repleto de pequeñas fortunas. El mago sonrió, con mucho afecto. Y le miró a los ojos, que habían cambiado completamente hasta llegar a parecerse a los azules ojos de su hijo.

—Tengo el coche aparcado fuera —le informó. —Pero esta vez conduciré yo. No quiero que vuelvas a tener un accidente, ni tener que traerte otra vez del mundo de los muertos.

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto a lo formal, y si al autor le parecen temas de su interés, algún dedazo por ahí como el de "cama" en lugar de "calma"; el uso desaforado en ciertos momentos de la "y" como elemento de enlace, el tic del relato por excelencia, que llega a ser incómodo; los gerundios y adverbios terminados en "-mente", que a ojos de este lector suelen impedir que la mano escriba con más pericia, en este caso añaden artificialidad al tono general por la forma en que están usados.

En cuanto al estilo, no fluye con facilidad y, en ocasiones las decisiones sintácticas, que aunque se entiendan son raras, contribuyen a la poca naturalidad de la narración.

En cuanto al fondo, hay posesión. De un tipo particular que recuerda a otras temáticas, pero está.

Mi calificación es 2,5 estrellas.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Arbeloa
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Poblador desde: 28/02/2016
Puntos: 14

Muchas gracias, Olethros.

Agradezco mucho el comentario y las críticas, así como la valoración. Espero que mis siguientes textos mejoren mucho más.

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Molu
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 243

Veo algunos errores evitables con una nueva revisión. En el primer párrafo se repite unas 5 veces "el mago". La mayoría podrían suprimirse y se entendería a qué se dedica el protagonista. Lo mismo ocurre con la persistente aclaración de que el hombre es asiático. A pesar de esto el ritmo es ágil. El relato se lee fácil, uno espera saber cómo se desarrolla. El final se entrevera un poco. Me parece que deja muchas cosas sin resolver. ¿Por qué el mago no realiza el rito en privado? ¿Qué necesidad de hacerse pasar por un mago?
2,5 estrellas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Esos breves fallos ya comentados y una ligera tendencia a la repetición de palabras y adjetivos me han entorpecido un pelín la lectura. Creo que lo más correcto es que el mago se dirigiese al voluntario de usted, como ya hace con el público, del que el susodicho forma parte y al cual no conoce, pasando al tú en esa frase de: Levánte, hijo y ven conmigo. Aparte, no entiendo la acción del mago si es famoso y hace representaciones exclusivas para gente rica de vez en cuando, sus ahorros tendrá... o aunque sea la primera vez que actua así, lo dice al principio: es famoso. ¿Cómo hará para que no lo atrapen como autor de semejante escabechina? ¿Se hará la cirugía plástica, hará más magia de esa? porque el tipo es un mago de los gordos por lo que se ve, no de los de trucos, sino del gremio de Merlín y Gandalf y ni estos pudieron nunca traer a un muerto de regreso, me habría gustado una breve pincelada al final que sugiriese dónde y cómo adquirió ese poder. Tres estrellas:

***

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Un relato sencillo, o más bien simple, ingenuo y simpático. Señalar dos erratas al principio, un "apenas imperceptible" y un "volver a la cama" que me tuvo un instante perplejo (sí, soy un poco lento) hasta que caí en que era volver a la calma.

2,5 estrellas

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Un cómo que no debería llevar tilde. Apenas perceptible, no apenas imperceptible. Le pasó su brazo libre sobre los hombros del hombre, sin el “le”. ¿Movimientos lentos y poco apresurados? La historia está bien, me gusta el uso de la magia para traer de vuelta a alguien. Y posesión hay, no cabe duda. Quizá le falta algo de enjundia a esa relación padre-hijo, más que el breve apunte sobre la conducción temeraria juvenil no

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Me ha gustado mucho la idea y la puesta en escena, pero creo que no ha sido madurada lo suficiente y, a mi entender, han quedado algunas aristas en el aire que, estoy seguro, no te costaría limar (lo mismo en el apartado formal, muy correcto salvo por el exceso en el uso de "el mago", "el oriental", que es innecesario; me da la impresión de que le falta reposo).

En cuanto a la puesta en escena, lo del teatro ha quedado muy bien pero ¿por qué un voluntario oriental? No aporta gran cosa a la trama y plantea cuestiones que pueden sacarnos de la suspensión de incredulidad. Por ejemplo, ¿cómo cuenta su historia al público? ¿Habla un fluido castellano? Su mujer tarda en reaccionar también, lo que genera cierta confusión: no se sabe si están hipnotizados o qué, porque el marido parece ahogarse y ni siquiera nos dices si la mujer pone una sonrisa inquieta o algo.

Luego está la motivación. Está muy bien el giro de traer al hijo de entre los muertos, pero es un conejo que sale de la chistera porque no sabemos nada del mago hasta ese momento. Creo que el relato ganaría mucho si añadieras elementos que justifiquen la puesta en escena: quizás el ritual requiere asistentes involuntarios (podría hacerles cantar o repetir algunas palabras), quizás el mago odia a su público porque siguen riendo con sus trucos (sin saberlo) a pesar de la muerte de su hijo. No sé, algún extra que, aunque despiste al lector, justifique un crescendo.

Personalmente, me parece un relato fluido y simpático al que le falta reposo o una vuelta de tuerca para encajar los elementos.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Relato curioso, divertido por momentos que cumple su función de entretener de un modo eficaz.  Sin embargo, no sé porqué pero me he acordado de la frase de la profesora de baile de Fama (una serie de los años ochenta que no sé si conocerás) que decía: Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor.

Pues eso, que ahora vienen los palos. Si es cierto eso de que los relatos continenen dos historias (una la que van narrando y otra que permanece secreta hasta el final), tu relato cumple perfectamente esa premisa. Lo malo es que la historia secreta (el padre que rescata a su hijo de entre los muertos), no es desvelada demasiado al final y con una última frase demasiado lapidaria. Creo que deberías ir dejando miguitas por el camino para que, al final, no sea necesario dar tanta información de golpe y el relato funcione mucho mejor. 

Mi puntuación: dos estrellas y media.

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Arbeloa
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Poblador desde: 28/02/2016
Puntos: 14

En primer lugar, muchísimas gracias Molu, Ligeia, Bestia Insana, Morgan, Patapalo y LCS por haber leído, comentado y valorado el texto.

 

Molu, es verdad que repito en exceso esa palabra  y alguna más. Es una mala manía que estoy intentando quitar.

Ligeia, no me había planteado la posibilidad de explicar sus poderes porque me parecía que se alejaba de lo que quería contar, pero después de leer las valoraciones, creo y entiendo que la historia mejoraría conociendo algún detalle más de la vida y poderes del mago.

Bestia insana, agradezco la corrección de las erratas. Yo si que estaba lento cuando repasé el texto, porque hasta que leí vuestros comentarios no las percibí :S

L.G. Morgan, gracias por las correcciones y el consejo. Después de varios días, también creo que la historia tendría más fuerza si hubiese añadido algo más de la relación padre-hijo.

Patapalo, totalmente de acuerdo contigo. La historia es mejorable, y hay elementos que debían encajar pero que faltan. Lo del voluntario oriental me pareció algo distintivo, por el tema de los distintos idiomas y rasgos físicos. Es verdad que si se explicase el porqué del ritual, el texto ganaría más intensidad y comprensión.

LCS, no conozco esa serie, pero agradezco los palos porque son una forma de aprender y mejorar XD. Y estoy totalmente de acuerdo, una serie de miguitas a lo largo de la historia mejorarían la historia.

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Me había dejado yo de comentar este zaguero relato. Desde el punto de vista del uso del idioma y de la forma, no destaca especialmente y tiene algún problema repetitivo, tal y como es el caso sistemático del cierre de la raya de diálogo en las acotaciones, que siempre aparece con un espacio impropio y, además, puntuación previa al cierre. También me ha llamado la atención la presencia de reiteraciones, como es el caso de la sucesiva y muy seguida aparición de "hombre asiático", para referirse al voluntario. 
Desde el punto de vista del argumento y de la trama, el punto de partida es original e interesante, aunque me ha quedado la duda de saber cuántas veces ha tenido lugar la recuperación del hijo o los intentos y si estos han sido fallidos, pùes, al menos, parece que no lo han sido todos ("—Un aplauso, ¿no? — exigió el mago. —No en todas las actuaciones he logrado traer a mi hijo de vuelta.").
Posesión, en sentido amplio, pues sí que la hay, es evidente, aunque la atmósfera no resulta demasiado fosca.

En resumidas cuentas: yo le atribuiría una valoración de dos estrellas y media más por la orginalidad del planteamiento, que por la forma y el desarrollo..

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Lis
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Poblador desde: 07/12/2015
Puntos: 209

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

Encaja en el tema de la convocatoria pero, por comparación con el resto, le costaría más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa, calidad literaria o tirón comercial.

★★☆☆☆

Sin embargo el autor o autora consigue mostrar la teatralidad del carácter del protagonista y si revisa un poquito el argumento siento que ofrecerá razones sólidas para que suceda todo. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

¿En qué puedo ayudarte?

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Arbeloa
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Poblador desde: 28/02/2016
Puntos: 14

Muchas gracias Mzime por el comentario y la valoración.

Y estoy de acuerdo en que la forma es muy mejorable, y el desarrollo de la historia debía responder a más preguntas.

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Arbeloa
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Poblador desde: 28/02/2016
Puntos: 14

Muchas gracias Lis por la valoración.

Estoy de acuerdo en que el argumento debía ser más consistente, y tal y como han sugerido en otros comentarios, debía dar más respuestas e información. 

Yo también espero seguir participando en otras ediciones y por supuesto, que comentéis y valoréis :)

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Un relato del que me pareció cuando empecé a leerlo que prometía, pero finalmente no me ha llegado. Me da la sensación de que hay una buena idea que no se ha sabido desarrollar del todo, como si el relato hubiera sido escrito con prisas.

Cuando dice en el relato: “emitiendo un siseo apenas imperceptible”, yo creo que debería ser: “apenas perceptible”, o sea, que apenas se podía percibir. Aunque creo que esto ya te lo han comentado. También “Y comenzó a caminar hacia el mago, con movimientos lentos y poco apresurados” lo encuentro extraño y algo repetitivo. Yo hubiera puesto simplemente “con movimientos lentos”.

El deseo del mago es traer de vuelta a su hijo, pero por lo que dice, ya lo ha traído más de una vez de entre los muertos, o eso entiendo yo. Lo que no entiendo es qué fue lo que salió mal las otras veces, porque no se dice en el relato, para que lo esté intentando una y otra vez.

Le doy dos estrellas y media.

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