Crisis
Haciendo la compra sonríe a la cajera y saluda discreta a los vecinos; una anciana callada y amable.
En casa se quita sus ropas negras, la peluca y la máscara que cubre su rostro. Liberado, Javier, contempla el cadáver de Laura; no renunciará a la pensión de su madre.
Viuda devota
Las manos de Laura soportan el rosario y la penitencia, su espalda el restallido del flagelo y la boca el último misterio. El primero, rezado por los malos pensamientos, el segundo por sucumbir a la tentación y ahora el tercero: para purgar el pecado de haber disfrutado matándolo.