Los analistas de mercado ven en la irrupción del libro electrónico la novedad más importante de cara a la campaña de Navidad, a pesar de las reticencias de las grandes editoriales y de la escasa oferta de libros en castellano. ¿Estaremos ante una sobredimensionada maniobra de marketing o ante un lógico y necesario paso adelante en el sector literario?
La cultura vive en la actualidad un movimiento expansivo sin precedentes. Las redes de comunicación están obligando a cambiar el modelo de negocio mientras la industria tradicional lucha a marchas forzadas por evolucionar o morir. iTunes mueve millones de euros al año con sus descargas de canciones mientras grupos pequeños mueven su música desde Youtube o su propia web oficial. Grandes distribuidoras de cine como Sony comienzan a valorar la idea de saltarse la, hasta ahora, obligada edición en DVD de sus películas y sustituirla por la descarga online, tal y como practican con éxito numerosas empresas de videojuegos. Todo al alcance de todos: la esencia de Internet comienza a ser aprovechada en toda su amplitud.
Esta transformación en todos los frentes del entretenimiento ha afectado también al más estable de todos sus sectores, el de la letra impresa, cuyo soporte ha permanecido inalterable desde el paso del pergamino al papel. La aparición del libro electrónico es la plasmación de este cambio: un delgado aparato que consta de una pantalla de tinta digital que proporciona una experiencia semejante a la lectura de un libro tradicional, que puede almacenar en su interior miles de libros que pueden descargarse de la red y cuyas baterías duran aproximadamente quince días.
El desembarco de Kindle
Nuestro país había sido hasta ahora refractario al influjo del libro electrónico, pero parece que la tendencia podría cambiar a partir de estas Navidades. El paso de Ian Freed, vicepresidente de Amazon, el pasado octubre por Madrid anunciando la comercialización en nuestro país de su exitoso Kindle hizo saltar las alarmas. Algunos intentaron quitar hierro al asunto, como el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara -“estoy ocupadísimo, pero no preocupadísimo por el libro electrónico, su implantación será generacional”-, mientras otros se abrazaban con fuerza a esta tabla de salvación –fueron pocos los días que tardaron Prisa y Unidad Editorial (los editores de El País y El Mundo, respectivamente) en anunciar su acuerdo con Amazon para editar una versión de sus diarios para Kindle-.
Esta diversidad de opiniones responde a la naturaleza esquizofrénica de un sector que hasta ahora no había sabido o no había podido adaptarse a los nuevos tiempos, en el que los grandes conglomerados empresariales buscan el máximo beneficio sin atreverse con la innovación, ya sea en el continente o en el contenido; y en el que tanto las pequeñas editoriales como las pequeñas librerías piensan sólo en la supervivencia. Amazon, pues, pesca en mar revuelto. Tan es así que los pronósticos de Freed para su Kindle en España no podían ser más optimistas a pesar de que aún no tienen planeado ningún acuerdo para ofrecer contenido en nuestro idioma en la Kindle Store: “El español no tiene que ser necesariamente el siguiente paso en nuestra estrategia de ofrecer libros en más idiomas, pero sí está muy arriba en nuestra lista de prioridades porque estamos hablando de llegar a más de 500 millones de hispanohablantes”.
El vicepresidente de Amazon no es el único optimista en este asunto. Juan González de la Cámara, fundador y director general de Grammata, ve ahora cómo empiezan a fructificar los años de esfuerzo, paciencia e inversiones que ha dedicado a la popularización del Papyre, su propio e-reader: “Estamos observando una gran demanda de cara a las Navidades. Hace sólo dos años parecía imposible que leer novelas en una pantalla de seis pulgadas pudiera ser algo frecuente, pero actualmente, en mercados como el de EEUU, las cifras hablan de un incremento cercano al 130% respecto de los más de 11 millones de dólares que se vendieron en el primer trimestre del año pasado. Esto ya es una realidad que cuenta cada día con más adeptos”, comenta. En el caso español, González pronostica un lento pero inevitable éxito del libro electrónico: “En España, como ha pasado con otras tecnologías o gadgets, el mercado del libro electrónico está registrando un desarrollo mucho más lento que en otros países, pero creo que el 2010 será clave y se popularizará su uso”.
Apocalípticos e integrados
Lo cierto es que la oferta de soportes es ya hoy muy notable, pero no la de contenido. Da la impresión de que los grandes editores se esfuerzan por restar importancia a los libros electrónicos por un atávico miedo al cambio. Si la opinión de José Manuel Lara intentaba frenar el entusiasmo que despiertan estos reproductores en determinados círculos, la de Jorge Herralde, alma mater de Anagrama, es de franca oposición a este nuevo fenómeno: “Los defensores del libro electrónico son sólo yonkis de las tecnologías”. Es la dicotomía establecida por Umberto Eco de apocalípticos e integrados aplicada al mundillo literario (editores y empresarios del e-reader, respectivamente). En medio de ambos, los pequeños editores y vendedores valoran de forma más moderada la influencia del libro electrónico.
Desde Saco de Huesos, una editorial recién nacida dedicada al género de terror, se ve esta llegada como una oportunidad de hallar un nicho de mercado al que, de otra forma, sería imposible acceder. “De hecho”, explica Juan Ángel Laguna Edroso, editor de Saco de Huesos, “es uno de los pocos campos donde un sello recién nacido puede presentar batalla. Para hacer buenos libros electrónicos y distribuirlos no hace falta más que tener una línea editorial clara, cuidar las ediciones y mantener un contacto con los lectores. Una editorial pequeña no puede pelear por un hueco en una estantería de una gran superficie, pero sí que puede hacerse un nombre en el mundo digital”. Para Laguna es, por tanto, una oportunidad única para romper “la homogeneización de lecturas obligada por la dinámica de mercado”, si bien cree que la estrategia utilizada por las empresas de libros electrónicos no ha sido la más adecuada: “El principal elemento que limita su entrada en el mercado es el precio. Doscientos euros, aproximadamente, no se invierten en un regalo navideño de aceptación aún incierta. Quizás haya faltado además una implantación viral, regalando algunos ejemplares a medios o lectores especializados -a través de concursos- para que funcione el boca a oreja. No hay que olvidar que es un dispositivo cuyas virtudes principales se ven con el uso directo”.
El mismo parecer tienen en la librería online Cyberdark.net. Para su responsable, David Fernández, el principal problema al que se enfrenta el e-book es que “aún no hay proveedores de contenidos de primera línea en España. A eso hay que sumar lo elevado de su precio en un momento de plena crisis económica”.
Embrace change
El panorama ante la campaña de Navidad es de incertidumbre en el sector editorial. Los pelotazos Larsson y Meyer, como los denomina Paris Álvarez Ruiz, editor de La Factoría de Ideas, “distorsionan cualquier cálculo, diluyen la realidad al romper todas las previsiones”. En la última Feria de Frankfurt se hablaba de pérdidas de volumen de negocio en torno al 30%. Un descenso al que no todas las editoriales están en condiciones de hacer frente. En esa misma Feria, según cuenta Juan González de la Cámara, de Grammata, “una encuesta realizada entre los asistentes revelaba que el 50% de los encuestados apostaba por 2018 como la fecha en la que los libros de toda la vida serán sobrepasados por los formatos digitales en el top de los que generan más beneficios”. Desde Cyberdark.net, David Fernández hace un pronóstico muy similar: “La llegada del libro electrónico es más relevante de lo que la gente se cree. Supone un cambio en el modo de acceso a la cultura, por precio y disponibilidad, realmente importante. En diez años volvemos a hablar”, concluye.
En efecto, no parece que el cambio vaya a ser tan drástico como pretenden empresas tipo Amazon, ya que los tótems editoriales no están aún por la labor de adaptar su negocio a este nuevo sistema. Pero lo cierto es que la mutación del medio de expresión más inmutable ya ha comenzado, y negarlo podría resultar peligroso para una industria demasiado acostumbrada a caminar en la cuerda floja.
Un e-reader para cada usuario
Kindle. El lector de Amazon es el que ha gozado de un mayor impulso publicitario. De manejo cómodo y gran autonomía, su gran ventaja es a la vez su gran defecto. Goza de todos los volúmenes a la venta en la Kindle Store, pero al mismo tiempo, apenas soporta otro formato que no sea el suyo propio, el AZW. Para otros tipos de archivo populares en la red, como el PDF, ha de recurrirse a la conversión, no siempre satisfactoria. Hay modelos desde 190 euros.
Papyre. El libro electrónico de Grammata lleva en el mercado desde 2007 con sucesivas versiones mejoradas. La última, la 6.1, se comercializa con un millar de libros clásicos de literatura universal, es compatible con los sistemas operativos Windows, Mac y Linux, reproduce MP3 y soporta la gran mayoría de archivos de texto. El precio de esta última versión es de 299 euros.
Sony Reader. Los libros electrónicos de Sony aún no están a la venta en España, pero ofrecen compatibilidad con Windows y Mac y pantalla táctil. Además, en su e-Book Store han anunciado la posibilidad de ofrecer libros autopublicados. El modelo más económico y recomendable de los Sony Reader puede conseguirse por 209 euros.
Inves-Book. El Corte Inglés ofrece su modelo particular de libro electrónico, que soporta archivos en JPG y MP3, además de los consabidos formatos de texto. La oferta de libros que incluyen es sensiblemente inferior a la del Papyre a pesar de tener un precio idéntico, si bien goza del doble de niveles de grises.
Iliad. El lector que tiene unas mejores prestaciones es éste, comercializado por iRex Technologies. Con una resolución en pantalla de 1024x768 píxeles (cuando lo normal son 800x600), 16 niveles de grises y pantalla táctil y wifi, es también el de precio más elevado: 650 euros.
Y esta guerra de dispositivos durará hasta que queden unos pocos. Es interesante, es parte del futuro. Y luego está la guerra de las plataformas, Amazon, Google, etc. Y al final de todo están los proveedores de contenidos... Será muy interesante Personalmente, todos los que pasen de 200 euros me parecen carísimos. Un lector ebook no puede valer más que una Nintendo.
Aunque el ebook no va a substituir el papel, cada vez tendrán más importancia, así que veremos como acaba todo esto.
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