Lucifer Circus

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de Pilar Pedraza publicada por Valdemar

 

Los circos del siglo XIX tienen una capacidad de sugestión formidable en el lector contemporáneo. Si además nos centramos en uno con un nombre tan sugerente como Lucifer Circus y lo hacemos de la mano de una narradora como Pilar Pedraza, esa primera sensación deviene con rapidez fascinación.

A lo largo de esta novela, la autora juega bien sus cartas y nos acompaña por las bambalinas de su particular mundo feriante con un pulso envidiable. Nos encontramos con rarezas de la naturaleza, con espectáculos únicos, con bestias insólitas y con personajes peculiares, de todo tipo y calaña. Sin embargo, y aunque el factor estético juega un rol importante, no todo es atrezo; de hecho, apenas lo es una pequeña parte, ya que Pilar Pedraza prefiere centrarse en lo realmente importante: en las costuras a través de las cuales se ve al ser humano.

Ahí es donde Lucifer Circus brilla con particular fuerza. El retrato social de la época y el entorno es de una gran viveza y rehuye con habilidad cualquier maniqueísmo. También cualquier sombra de anacronismo: aunque nos encontramos con una narración en primera persona que nos envuelve y conecta con el lector, no es a costa de sacrificar verosimilitud, sino, bien al contrario, de sumergimos en el escenario con todas las consecuencias.

La novela funciona, en cierto modo, como peculiar libro de viajes. Desde las lejanas islas de Oceanía a los entresijos de la París del XIX, descubrimos ambientes y círculos de los que apenas habíamos oído hablar. Visitamos las salas de espectáculos de la alta sociedad y también los callejones oscuros que comunican con la trastienda de los circos. Y siguiendo el hilo de Ariadna por el dédalo moderno de las ciudades europeas, podemos encontrar la pista de ocultistas, nuevos filósofos y quién sabe qué otros secretos sepultados bajo los adoquines.

Fascinación, esa es la palabra. Lucifer Circus nos encandila por lo variopinto de su propuesta y la extravagante verosimilitud de lo que se nos presenta; no son vanos, de hecho, los guiños al Grand Guignol, al que se rinde al final del libro en un pase de manos que defraudará a algunos y que, a buen seguro, desconcertará a todos.

Fascinación realzada por la prosa de Pilar Pedraza, rica y ágil, que se encarga de hacer el resto.

Finalmente, la edición de Valdemar para su colección El Club Diógenes es sobresaliente: de tapa dura y formato bolsillo, tiene la apariencia que un libro tal demanda.

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Nocte - Asociación Española de Escritores de Terror

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