Telaraña

Reseña de la novela de José Luis Cantos publicada por Tyrannosaurus Books

Cuando me enteré de que José Luis Cantos se había embarcado para su primera novela en algo como Telaraña pensé que se había metido en un buen sembrado. Después de todo, aunque sé que conocía el terreno no solo como lector, sino por haber participado en una antología sobre Simetría, la ambientación no es suya, él no se cuenta entre los creadores originales. Además, tenía el listón altísimo con El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, obra de Darío Vilas que no en vano se llevó el Premio Nocte a mejor novela nacional. Sin embargo, terminada la novela no puedo dejar de dar la razón a este, en cuyo fantástico prólogo-relato habla de un nuevo alcalde en la ciudad.

Telaraña es una novela impresionante. Se sumerge en ese nuevo modo de hacer novela negra tan propio de Simetría, en el que la realidad está algo dislocada respecto al realismo puro, pero no lo suficiente para alejarse realmente de él, y aporta su nueva visión sin perturbar el escenario original pero conmocionando al lector. Es curioso el compromiso que se entrevé: por un lado, la admiración del autor por el trasfondo original; por otro, su decisión y deseo de, aun así, dejar que suene su voz propia. Da la impresión de que Simetría estaba deseando acogerle.

Quienes conozcáis su trabajo previo en microrrelatos (El ojo en la cerradura) o en relato corto (Relicario para insomnes) sabréis de su descarnada precisión, de ese modo implacable de mezclar emociones, sentimientos y escalofríos, de su osadía a la hora de acercarse a lo sórdido y sacarle una visión literaria. En Telaraña reencontramos todos estos elementos, pero desarrollados como una carrera de fondo: en sus páginas tiene espacio para trabajar más los matices de los personajes, para racionar la información ya no solo a corto plazo (que sigue haciéndolo, una de las claves de la potencia de su prosa), sino también al medio y al largo.

La estructura se presta: Telaraña es una novela coral que, además, responde a su propio título. Sus capítulos son finos y pegajosos hilos conductores que no están tan preocupados por llevarnos a un sitio concreto como por que no escapemos y terminemos enganchados al tapiz, hermoso, espeluznante y letal, que va construyendo. Si nos ponemos muy pejigueros, quizás Cantos fuerza demasiado en los últimos tramos algunas convergencias, pero es algo que queda muy relegado cuando asistes a los últimos latidos del cierre y cuando echas la vista atrás y te das cuenta de la labor realizada.

Novela negra con ciertas pinceladas sobrenaturales, con la tensión sostenida de una historia de terror y la acidez de la crítica social (humana incluso) más descarnada, episodios que espero que germinen en nuevas obras por su calidad visual y su capacidad de sugerencia (el suburbio desquiciado de la protagonista es una de las joyas, a mi parecer, de la novela) y personajes que seducen y piden a gritos más, mucho más. Telaraña es una novela magnífica que cumple sobradamente su objetivo: apresarte sin piedad, sin contemplaciones.