Al otro lado del portal de palabras -In memoriam-

Imagen de Patapalo

Un breve artículo que escribí cuando presentamos Un portal de palabras hace unos años que he decidido rescatar, como homenaje, ahora que se acerca el lanzamiento de Un portal de palabras II

Tarde, que duda cabe, voy a dejar mis impresiones sobre la tourné de presentación de “Un portal de palabras” el pasado mes de octubre, la cual me brindó la oportunidad de conocer a unos cuantos colegas de Ociojoven y fue, en sí, una experiencia inolvidable

 

Podríamos empezar este artículo con la famosa frase de Martin Luther King (I had a dream) porque todo este asunto va de eso, de sueños. Para mí todo este viaje empezó hace mucho, mucho tiempo, aunque no fuera en una lejana galaxia, sino aquí, en Ociojoven.

 

Por aquellos tiempos la comunidad de escritores que pululábamos por la página nos reuníamos, mayoritariamente, en torno a Dragonmania, puesto que Literatura en sí no existía. Por aquella época Valente era el coordinador de estos tinglados y yo sólo uno más entre otros muchos pobladores llenos de energía e iniciativas. Fue por aquellos días, digo, cuando se propuso dar cierto empaque adicional al que había sido el I Certamen de Relato Joven, una competición amistosa entre los foreros que contó con una muy buena acogida.

 

En concreto, Valente contactó con cinco patrocinadores, Devir, Edhasa, La Factoría de Ideas, Minotauro y Plaza y Janés, y lanzó el II Certamen de Relato Joven. Y así empezó a rodar esta bola de nieve. El certamen tuvo un éxito inesperado y recogió 176 obras, una cifra más bien alta para un concurso primerizo. La calidad de las obras, que es lo más importante, también era muy alta. Desde mi punto de vista, aquello pedía a gritos ser publicado en papel.

 

Precisamente por aquellas fechas me había ido a montar mi propia editorial, y aproveché la coyuntura para proponer a Luis y Valente sacar el susodicho libro. Como son gente entusiasta y dispuesta a apostar por las iniciativas de los pobladores, se tomaron en serio mi propuesta y empezamos a elaborar el volumen. Para completar los textos finalistas y vencedores del certamen, me suministraron algunos adicionales extraídos de la propia página por votación popular. Paralelamente, nos pusimos a trabajar con el estudio Antares de ilustración para dar a cada relato su toque personal. Además, en la página se proponían títulos para la antología. Todo el mundo estaba dando el do de pecho. Lamentablemente, mi editorial tuvo que cerrar por motivos varios (entre los que se contaba mi traslado definitivo a París) y el proyecto quedó en agua de borrajas.

 

Por fortuna, Luis es un hombre decidido y cuando Ociojoven pudo asumir la edición del libro íntegramente, retomó el trabajo donde había quedado. Personalmente tuve la gran suerte de estar de vuelta por la página, así que pude seguir los últimos pasos de nuestro libro de cerca. Todo ello ha sido como una segunda oportunidad que, creo, hemos sabido aprovechar.

 

Se terminó la maqueta, se buscó imprenta, se prepararon las presentaciones y, para cuando me quise dar cuenta, estaba en un tren de noche hacia Madrid. Acababa de cruzar, sin haberme percatado, el famoso portal de las palabras.

 

Con la confusión propia de estos cambios geopolíticos, me encontré desembarcando en Alcorcón. Debo reconocer que no esperaba nada en particular, puesto que no había tenido tiempo de pensar en ello. Me tranquilizaba vagamente pensar que Sindarín, al que después tendría la oportunidad de conocer en persona, estaba al tanto de la presentación de Zaragoza. Asimismo, saber que contaba con javierlo como compañero en la mesa y que iba a hablar de algo que conocía bien, me daba cierta confianza. Así que, voluntariosamente, nos pusimos a organizar mesas y sillas que habían quedado dispersas en el fragor del Expomanga y a captar la atención de los curiosos con discursos de pregonero.

 

La presentación en sí no fue –en honor a la verdad- multitudinaria. Bien es cierto que, de todas las que se realizaron simultáneamente en España, fue, junto con la de mis irreductibles maños, la más nutrida. No obstante, esto es literatura, y las alegrías vienen de otro tipo de contacto más íntimo (¿no?).

 

Buenos viejos amigos vinieron a verme de puntos tan lejanos (no es coña) como Estocolmo, Turín y Zaragoza. Además hubo una delegación de auténticos autóctonos de Alcorcón, los cuales, convendréis en ello, no tenían por qué venir y quedar bien. La aparición estelar fue de Solharis, quien creí, en un principio, que sería el trasgo, y con quien al final nos fuimos a tomar unas cañas.

 

Lo cierto es que nos lo pasamos muy bien, tuvimos tiempo de reírnos e intercambiar impresiones durante la presentación, e incluso nos animamos a planear las siguientes. El tema de las cañas fue la continuación ideal. No se puede decir que pasáramos a un ambiente más distendido porque el de la presentación ya lo era, pero sí que nos permitió recoger al resto de la gente.

 

Ya en Madrid nos juntamos con otro de los autores, Mik616, y con algunos ilustradores antarianos de Un Portal de Palabras. Bajo un implacable sol -a pesar de estar a finales de octubre-, nos tuvimos que refrescar a base de cerveza. La sorpresa vino –y no fue alucinación etílica-, cuando apareció en busca de una presentación agutxi, otro de los autores y un incombustible retero que nos había dejado para irse al Japón (no, tampoco es coña). La alegría, como cabía suponer, fue mayúscula. (Y también tuvo un punto de surrealismo, porque estábamos con unos colegas Erasmus, mi hermana y su novio al lado de unos achispados fiesteros que nos regalaron bombones y camisetas).

 

Animados al ver el libro hecho realidad en nuestras manos y con la alegría del momento –sí, la cerveza también tenía algo que ver-, nos dedicamos a lo que más nos gusta, a lo que hacemos aquí en realidad: a hablar. Literatura, concursos, películas, viajes, aventurillas, anécdotas… creo que no dejamos tema sin tocar y sí muchas ganas de volver a juntarnos.

 

Y lo que son las cosas: pudimos hacerlo.

 

Días después presentamos en Madrid otro libro, El desván de los cuervos solitarios -que es una historia aparte que requiere otro artículo- y nos volvimos a ver con Solharis y con Mik616, amén de unos cuantos sediciosos. Con estos últimos saltaríamos hasta Dos Hermanas (porque un libro como Un Portal de Palabras bien merecía pasar por la Hispacón, el encuentro nacional de aficionados, editores y autores de fantasía, CiFi y terror).

 

Allí pudimos disfrutar de los encantos nazarenos de mano de tres pobladores que se han convertido en magníficos amigos: er Canijo, uno de los autores de la antología y el mejor anfitrión que uno pudiera desear, weissnicht, artífice y responsable de la Hispacón, gracias al cual pudimos presentar Un Portal de Palabras, y el grumete indígena Guybrush Treepwood, que aguantó con estoicismo mientras vaciábamos caña tras caña y con el que pude compartir buenas charradas literarias. El compañero Elrikes, que vino desde Barna para la ocasión, puede atestiguarlo.

 

La presentación en sí empezó mal porque no habían llegado los libros que había que presentar y vender, pero se desarrolló de tal modo que todo valió la pena (incluido el viaje en bus Madrid - Sevilla): hubo una afluencia de público extraordinaria y la gente se mostró muy receptiva e interesada, tanto por la página como por la antología. Incluso al final de la presentación tuvimos nueva sorpresa con la aparición del vencedor de la categoría Dragón del II Certamen de Relato Joven: Gordom Pym.

 

Y al final esto es lo que importa: que el viaje fue un éxito porque nos permitió encontrarnos a buenos amigos que sólo nos conocíamos por unas palabras en la red y porque nos permitió disfrutar de muy buena literatura, la que hablamos y la que dejamos por escrito.

 

Al escribir estas líneas me siento torpe como nunca antes frente a un teclado, porque no sé cómo plasmar la satisfacción de haber visto este sueño cristalizado en páginas de papel, porque no sé cómo transmitir lo que se siente cuando encuentras a alguien que has conocido tanto a través de mensajes y textos y ves que es todavía mejor en persona. Porque no sé, en definitiva, cómo agradecer a todos el haber hecho este sueño realidad.

 

Lo que sí que puedo hacer es pediros a los demás que hagáis este sueño vuestro también y que estéis allí para la próxima. Recordad: hay Un Portal de Palabras listo para que lo franqueéis. Y aunque mis palabras puedan ser torpes, os aseguro que merece la pena descubrir lo que esconde.

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