Billie Ruth

Imagen de Óscar Bribián

Reseña de la obra de Edmundo Paz Soldán publicada por Páginas de Espuma

 

Sobran los libros de texto encorsetado, alambicado. Sobran también, salvo que la pólvora sea espléndida, los fuegos artificiales y efímeros. Pero nunca sobrarán los autores que intenten contar algo que cale en nuestro espíritu, en el sentido más psicológico de la palabra.

Uno de estos autores es Edmundo Paz Soldán, avezado novelista de éxito, quien nos presenta un libro de relatos cuajado de familias desestructuradas, experiencias traumáticas y jóvenes que maduran a base de cruda realidad, aunque también hay lugar para textos algo más fantásticos, con personajes que sufren la paranoia.

En esta antología, semejante en sus intenciones, pero irregular en sus logros, se descubre sin embargo a un narrador que irradia naturalidad, capaz de escribir libros que pueden leerse de una sentada y sin fatiga, trasmitiéndonos en algunos casos sensaciones especiales. Quizá comienza de una forma dubitativa, con relatos de menor entidad, pero pronto llega Díler y nos sorprende con un fascinante monólogo interno de un niño que muestra más madurez y responsabilidad que su propio padre, quien lo lleva en su coche para que la policía no sospeche de él al ir a traficar con drogas por distintas barriadas.

El grueso del libro, de cierta unidad temática, lo constituyen historias que hablan de fracasos profesionales y sentimentales, tristezas y traumas infantiles, hay lugar para el sexo lésbico, las felaciones entre adolescentes, más por sumisión que por amor, las violaciones, la violencia en los campos de fútbol, la frivolidad de madres irresponsables, padres alcohólicos, delincuentes, enfermos de cáncer y familiares postrados en cama.

Cabe destacar Billie Ruth, historia ambientada en una universidad del sur estadounidense, la narración de un estudiante enamorado de la chica que da nombre al relato y al libro. Una historia que sobresale especialmente por la forma de plasmar a un personaje femenino tan sugerente y veleidoso como encantador.

Los tres últimos relatos atienden con contundencia a la enfermedad y la muerte, el fin del ciclo de la vida, marcado por la caída irremediable de los viejos ídolos deportivos y la violencia más atroz ofrecida por el hombre. Srebrenica refleja, solo como sutil telón de fondo, la barbarie de los ajusticiamientos, el dolor y la pérdida de los familiares, para mostrar la percepción de los antropólogos que trabajan en las fosas comunes de los Balcanes y la iniciación de la narradora en otros horizontes amorosos. El Croata es una historia coral que habla de un deportista moribundo debido al cáncer y de pérdidas irreparables. Junto a Díler y Billie Ruth, el relato Azurduy, texto que cierra el libro, es uno de los mejores. La llegada de un profesor a un distrito minero boliviano y su relación con un vecino violento, muestra una atmósfera que nos absorbe y nos ofrece un cierre maravilloso y sobrecogedor.

Con un lenguaje sencillo y directo, pero con mucha fuerza en las conversaciones (con un cierto prisma costumbrista a lo Carver, o a lo R. Yates, pero con situaciones más extremas) y en los monólogos internos, la mayor parte de este libro nos muestra retazos de vidas y situaciones, no esperen proliferación de finales sorprendentes (aunque los habrá muy logrados), pues no es la intención del autor, quien ha confeccionado con pulso firme y mirada diáfana un libro que, al igual que uno de los títulos que atesora, presenta historias duras pero perfectamente realistas. Como la vida misma.

 

Billie Ruth

de Edmundo Paz Soldán

150 páginas

Editorial Páginas de Espuma

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