Peaky Blinders

Imagen de Jack Culebra

Una historia de mafias inglesas en el periodo de entreguerras

 

 

 

Peaky Blinders

El género negro, sobre todo relacionado con la mafia, ha sido largamente explotado tanto en literatura, como en el cine y, más recientemente, en series de televisión. Así, lo primero que nos podemos plantear es ¿qué aporta Peaky Blinders a este panorama?

Sería una pregunta injusta, o tal vez equívoca, porque, estrictamente, fuera de su ambientación británica, parece no traer demasiados elementos novedosos; incluso el lapso temporal (la acción se sitúa en 1919) no dista tanto de las clásicas historias de gángsters de los locos años '20. Esto nos podría dar la impresión errónea de que es más de lo mismo, cuando no lo es en absoluto.

La gracia de Peaky Blinders está en cómo se articula la narrativa propia del género dentro de la ambientación. Esta no es un mero telón de fondo estético, sino que se imbrica en la trama de tal manera que la una sin la otra no tienen sentido. No se trata solo de poner en primer plano particularidades británicas, como el marcado acento, los clanes de gitanos errantes, los bombines, los pubs o las carreras de caballos o las peleas de boxeo, sino de extraer el sentido narrativo del escenario y realizar una auténtica fusión.

DPeaky Blinderse esta manera, el impacto de la Gran Guerra (todavía no había llegado la II Guerra Mundial para rebautizarla) en la psicología de los personajes, la lucha de clases inspirada por el marxismo o la particular tensión política generada por el conflicto irlandés son engranajes clave dentro de una historia que se permite guiños históricos de primer grado, desde Winston Churchill al IRA. En este sentido, se puede ver en Peaky Blinders también una serie histórica, centrada, eso sí, en el mundo del hampa.

Por otro lado, es evidente que bebe sin complejos de todos los tópicos de la novela negra. Tenemos a la mujer fatal, un cuerpo de policía corrupto (eso sí, con las motivaciones muy bien perfiladas), el barrio miserable que sirve de caldo de cultivo del crimen (todo un ecosistema proletario que es en sí otro personaje), la familia (literalmente una familia, no una mera organización criminal), los lazos emocionales, la lealtades puestas a prueba y todo el elenco de resortes que tan bien funcionan en estas historias. Lejos de quitarle interés a la historia, esta devoción por el clásico la cimienta con solidez.

A todo esto hay que sumarle una fotografía de gran calidad, una banda sonora que brilla por su originalidad y carácter propio (y que trae algunos ecos de The Wire), unos personajes carismáticos, unas diálogos muy bien medidos tanto en lo dicho como en los silencios, un muy buen pulso narrativo y una trama que dentro de su sencillez (todo gira en torno a un cargamento de armas de fuego desaparecido que sirve de palanca para las ambiciones de unos y otros) encierra sus sorpresas y está muy bien armada.

En definitiva, Peaky Blinders es una serie a la que no se le pueden poner demasiados peros sin entrar más en los detalles, algo que haría polvo una diversión que bien merece la pena disfrutar. Muy recomendable.

Peakey Blinders

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