Mientras dure la guerra

Imagen de Jack Culebra

Reseña de la película de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Unamuno

 

Mientras dure la guerra - Alejandro Amenábar

La Guerra Civil es un tema todavía muy sensible en España. También uno inevitable. Como profesor de español en Francia (materia que se supone no solo lingüística, sino que debe contemplar nociones de cultura en el sentido amplio de la palabra, historia incluida) lo sé muy bien. En la región donde vivo, donde en las listas de alumnos se cuentas por decenas los apellidos de exiliados de la guerra y la dictadura, creo que es también un tema indispensable. Pero también complejo y sobre el cual, muchas veces, no hemos tenido ni la información ni el sosiego necesarios para poder abordarlo como sería recomendable. En mi familia, por ejemplo, era tabú hasta el punto que mi abuelo, que vivió años con nosotros, consiguió escribir dos libros de memorias sin esclarecer gran cosa al respecto.

Toda esta introducción sirva para mostrar cuán complicado me parece escribir esta reseña y cuán meritorio el trabajo de Alejandro Amenábar con la película, porque, más allá de toda duda, ha conseguido hacer cine con un tema espinoso. Un cine, además, ambicioso, porque reposa sobre los personajes más que sobre la pirotecnia habitual en las películas de trasfondo bélico.

Alejandro AmenábarEstá de más decir que el cine no está ahí para sustituir las auténticas investigaciones científicas que hacen los historiadores. Los cineastas, como todo el mundo, se documentan a partir de ellas. Y, además, eligen una perspectiva personal. El cine, en su naturaleza misma, es ficción, y por eso sería un error ponerse a juzgar una película desde una perspectiva purista al respecto.

No obstante, sí que tiene un papel necesario y de gran interés en la difusión de la historia. Y Mientras dure la guerra tiene un valor incalculable al respecto. Es una película de desarrollo pausado que pone el dedo en una llaga fresca: cómo se viven acontecimientos extraordinarios desde un punto de vista humano y personal. Incredulidad, partidismo, desconfianza, rabia incomprensión... En estos días de circunstancias extraordinarias cabe imaginar qué se pudo sentir en la época, o en el preludio de la II Guerra Mundial. Es tan sencillo tener una perspectiva más amplia a toro pasado...

El tratamiento de los personajes es fascinante. No soy quién para juzgar el acierto de los mismos, pero reconozco que encaja con muchas de las cosas que había percibido estos años. En particular, la interpretación de Franco, con esa extraña capacidad de arrastrar tras él a hombres poderosos a pesar de su aparente falta de carisma y su parquedad al hablar, es memorable. El retrato de Millán Astray es fascinante también, un personaje lleno de matices bajo una primera fachada bronca y teatral. Y, por supuesto, Miguel de Unamuno y su círculo de amigos, que sirven de motor para el desarrollo de los acontecimientos. Mención especial merecen las mujeres de las familias, a la sombra (cómo no en determinados escenarios de la época), pero de una importancia vital para entender el cuadro completo, así como la junta militar del bando nacional, cómo evoluciona a medida que avanza el conflicto.

En definitiva, una película sutil, de desarrollo pausado pero implacable, llena de matices y capaz (y he aquí para mí el punto clave) de mover a múltiples reflexiones, sobre todo sobre el espíritu humano, sobre los ideales, sobre las ideas, cómo las vivimos, cómo las percibimos, a veces enclaustrados en nuestra propia inercia. No creo que seamos capaces (e igual ahí tenemos una maldición) de comprender completamente ciertos episodios históricos, pero, sin duda, películas como Mientras dure la guerra nos pueden ayudar a abordarlos en mejores condiciones. Muy recomendable.

Alejandro Amenábar - Mientras dure la guerra

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