Buenas y malas adaptaciones

Imagen de Anne Bonny

Después de haber caído sobre dos cómics que retoman la historia de Frankenstein, o el moderno prometeo, y de haber leído en la sección de cine dos artículos, uno sobre el Drácula de Coppola, y otro sobre las críticas a adaptaciones cinematográficas, creo que es normal que me haya surgido esta reflexión.

En su artículo Críticas fáciles, NedStark nos recordaba una cosa importante: una adaptación conlleva un cambio. No se trata simplemente de que al variar el formato tengamos que buscar los medios equivalentes para la misma cosa, sino de que en la nueva creación, inevitablemente, aportaremos un nuevo punto de vista. Es algo intrínseco a la adaptación.

 

Ahora cabría preguntarse hasta qué punto este cambio es adecuado, y hasta qué extremos es lícito. El problema es que, como en todas las cuestiones artísticas, es difícil encontrar una regla general que no tenga, al menos, una docena de buenas excepciones. ¿Es obligatorio respetar el espíritu de la obra? En principio parece que sí, pero desde luego es algo que no es tan fácil de discernir. ¿Realmente Demeter, cuaderno de bitácora se ciñe al espíritu de la novela de Bram Stoker, el conocido libro “Drácula”? Teniendo en cuenta que ya sobre este punto es difícil ponerse de acuerdo (¿Cuál es el espíritu de “Drácula”? ¿Una advertencia de los peligros de ignoto oriente, como decían unos, o una obra erótica en las bambalinas del siglo XIX, como ven otros?), es difícil aseverarlo sin temor. Y si ya no es posible ni siquiera poner este límite último para que una adaptación sea, como Demeter, cuaderno de bitácora, buena, ¿qué otro buscar? ¿Uno estético? ¿Uno argumental? ¿Uno de coherencia con los personajes expuestos?

 

Supongo que algo de todos estos elementos tiene que haber, porque si se cambian todos tanto que sólo queda en común el título, ¿cómo considerarlo una adaptación? Se podría decir que es una obra que se aprovecha del nombre, o de los ecos de la obra original, pero que no adapta gran cosa. En qué medida, ya es más difícil de determinar, y supongo que es sólo el genio del adaptador lo que hace que, a fin de cuentas, nos parezca más acertado o respetable el resultado.

 

Junto a Demeter, cuaderno de bitácora de Ana Juan, hay otra obra que me viene a la cabeza a la hora de pensar en adaptaciones acertadas (de momento me centro en adaptaciones a cómic, no de cómics). Se trata de Los mitos de Cthulhu, de Breccia. Buscando paralelismos -más allá de su tono oscuro, la calidad gráfica y la temática- encuentro básicamente uno que creo que es el que ha conseguido el buen resultado en cuanto al aspecto adaptación se refiere: el carácter de los autores.

 

En ambas obras nos encontramos con dos artistas que ya tienen su estilo artístico definido y su criterio lo suficientemente asentado como para abordar una adaptación como un homenaje más que como una búsqueda de ideas. De este modo, trabajan sobre la obra sin temor a dejar su impronta al tiempo que mantienen un respeto por el original. El resultado es que reinventan el texto literario, traduciéndolo a su propio lenguaje expresivo, en vez de reciclar las ideas precedentes para apoyarse sobre ellas.

 

Un elemento clave, a mi parecer, es permitir que el autor que adapta no se sienta aplastado por la obra original. Paradigmático de esto sería, por ejemplo, Aliens versus Predator, seguramente por el peculiar modelo de propiedad editorial que hay en Estados Unidos. Aunque la comparación es difícil porque Aliens es una obra cinematográfica y las dos mencionadas previamente lo son literarias, y porque no es una fuente única (también está el lado Predator), y porque son géneros distintos (acción frente a horror), creo que tampoco se debe a un problema de calidad en las obras de origen. Aliens es una obra maestra en su campo, con un metraje medido al milímetro y una capacidad de transmisión con el espectador envidiable. ¿Por qué su adaptación carece de estos elementos?

 

Echarle la culpa a Depredador es tentador pero injusto. Más bien creo que se trata de un problema de enfoque. En este cómic se ha intentado mantener más una coherencia formal (qué aspecto tienen los aliens, los depredadores, cómo se comportan, etc.) que de tono, y al final la esencia de la obra se ha escapado. Si no consigues tocar al lector como le tocaban los originales, es difícil considerar la adaptación como algo más que un escaparate para sugerir recuerdos. Y ésa no debería ser la función de una obra de esta naturaleza.

 

Homenajes sí; nuevas perspectivas, revitalizaciones, guiños, paradojas, reinterpretaciones. Todo esto debería tener cabida. Y no lo tiene cuando el detalle constriñe la creación, cuando se intenta trasvasar el guión a palo seco, cuando, en definitiva, no se permite al artista que reinterprete la obra que le impactó a él, sino que se le confina en el papel de comparsa.

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