OcioZiencia 1.7

Imagen de Luc Hamill

Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento” (Leonardo Da Vinci)

¡Muy buenas! ¿Qué tal, bien? Me alegro. Estamos en OcioZiencia, probablemente el único sitio de internet donde firmemente se cree que los pizzeros juegan un papel fundamental en Cosmología. Así nos van las cosas en OcioZiencia. Y yo soy Luc Hamill, me dedico a las Matemáticas. Tengo una iguana que se llama Matemáticas. No necesito más presentación.

 

El artículo de hoy va a ser cuanto menos interesante, espero, y creo que bonito. Además, a mi correo me habéis enviado cosas, qué sorpresita. Pero no adelantemos acontecimientos. Por ahora, hoy vamos a revisar los que para mí son los cinco experimentos más salaos de la historia. Yo creo que la Historia, con mayúsculas, es la maestra de la vida. Y desde esta sección es mi responsabilidad enseñaros parte de ella, mostraros lo que no se dice en el colegio ni en el insti, lo que no se dice en las universidades, en ninguna escuela. Es mi propósito, y hasta cierto punto mi deber, formaros en parte del saber que deben tener las personitas del siglo XXI, más allá de asignaturas, créditos y carreras. La lección de hoy, además de ser cultural, no responde tanto a qué se descubre en la ciencia sino a cómo, que no es menos importante, aunque los temarios de clase parezcan opinar lo contrario. Vamos allá.

 

LA MEDIDA DEL CONTORNO DE LA TIERRA - ERASTÓSTENES

 

Empezamos remontándonos al año 276 antes de Cristo. Concretamente a Cirene, que hoy es un lugar de Libia. Allí ha nacido Eratóstenes, hijo de Aglaos o de Ambrosio, según el autor que leáis. De su vida no hay mucho que contar. Estudió y todo eso, y a los cuarenta y pico se hizo cargo de la Biblioteca de Alejandría, y ya estuvo allí hasta el fin de sus días. Nuevamente, los biógrafos no se ponen de acuerdo: para algunos murió a los ochenta años, para otros a los ochenta y dos. Otros dicen que vivió más. ¿Pero esta gente no sabe contar o qué?

 

 

En pocas palabras, Eratóstenes era lo que yo llamo un crack. Cosa que le honra. Jum... Desde luego, un hombre capaz de medir el contorno de la Tierra, o es que tiene los brazos muy largos o es que le sobran conocimientos e ingenio. Como nuestro amigo tenía los brazos normales (no como Michael Phelps), lo que le sobraba era talento intelectual. ¡Era hasta coleguita de Arquímedes! Fijaos si es así, que Erastóstenes en su tiempo libre inventó el primer reloj solar moderno, además de crear la Geografía, ahí es nada.

 

Para el hallazgo del contorno de la Tierra, que es lo que le ha dado la inmortalidad, echó mano de un papiro de la Biblioteca. En él se decía que un Anillo creado por en Syene, al sureste de Alejandría, los rayos del Sol caían verticalmente al mediodía en verano. Es decir, esos días los objetos no proyectaban sombra y “la luz alumbraba el fondo de los pozos”. Uh, qué chunga se pone la cosa...

 

 

Eratóstenes, suponiendo que Syene y Alejandría estaban en el mismo meridiano (para que nos entendamos, una ciudad justo al norte de la otra) y que el Sol estaba tan alejado de la Tierra que sus rayos podían suponerse paralelos, midió la sombra de las cosas en Alejandría uno de esos días, y después tomó la distancia calculada por las caravanas que comerciaban entre ambas ciudades. Con esos ingredientes preparó la ensalada que le daría la medida de la circunferencia de la Tierra. También le echó un chorrito de vinagre.

 

 

Su resultado final tuvo un error del 1 al 17 por ciento del valor aceptado por los astrónomos hoy, nada mal para la época en que se hizo... ¿Sabéis?, a veces en la ciencia no se tiene en cuenta tanto lo que uno consigue como con qué medios lo consigue. No es lo mismo subir al Everest con todo el equipo necesario que hacerlo con un regaliz y una trompeta. En otros aspectos de la vida se debería tener este mismo criterio... En fin, la historia no acabó ahí. Mucho después, en este hallazgo de Erastóstenes se basaría Colón para justificar su viaje a las Indias por Occidente. Seguramente ese 1 ó 17 por ciento sea uno de los errores que más ha influido en la historia de la humanidad, junto a la creación del Windows.

 

LA CAÍDA DE LOS CUERPOS - GALILEO

 

Empecemos con la vida de Galileo, que es graciosilla. A mí siempre me gusta conocer la vida antes que la obra. Al fin y al cabo, uno se dedica a lo que su vida le lleva a dedicarse. De Galileo sabemos que nació en Pisa, en la tierra de la pizza (gran gag), o sea, Italia. Aunque su papi deseaba que estudiase Medicina, el leer a Euclides le arrastró a las Matemáticas, y así vendió su alma.

 

 

Al final de sus estudios se trasladó a la Universidad de Padua como profesor. Allí la Inquisición tenía poco que decir, lo que le dio una gran libertad intelectual, a la que pronto cogió cariño y ya nunca abandonaría. Más adelante, él y dos amigos pillaron una enfermedad de la que sólo sobrevivió Galileo (presuntamente, la muerte le liberó gracias al pacto matemático que hizo de joven). Tres años después construyó su telescopio y, al mirar a la Luna, descubrió que no era tan “perfecta” como dijo en su época Aristóteles. Cuando Galileo se propuso informar de esto al vecindario, los partidarios de Aristóteles prometieron venganza gorda. Uf...

 

La primera siempre en la frente, y en aquella ocasión vino de Martin Horky a través de un panfleto donde decía “se han hecho los horóscopos según aquello que se mueve en los cielos, por lo que los astros mediceos (los que vio Galileo) no sirven para nada y no pueden existir”. Ahí Horky, vacilando de raciocinio. Acto seguido los seguidores de Galileo le respondieron diciendo que esos astros servían para una cosa: hacerle enfadar (ji, ji, ja, ja). Horky pasó a ser el hazmerreír de la universidad. Lo que no sé es cómo con ese apellido no lo fue antes.

 

Tras este primer ataque fallido, se cambió de estrategia para esgrimir el pasaje bíblico de Josué deteniendo el Sol. A todo esto, la Iglesia de aquellos días consideraba que el telescopio era un instrumento maligno que corrompía la visión del que lo usaba. Los curas se oponían a mirar por él, a lo que Galileo, desesperado, sentó a un perro frente al telescopio para demostrar que era inofensivo. Al final lo llamó el Santo Oficio. Fue una catástrofe, se condenó el heliocentrismo y se le pidió difundir sus ideas como una hipótesis en vez de como una verdad.

 

Seis años después es elegido un nuevo papa que nos sale fan de Galileo, y nuestro héroe se aprovecha de esta simpatía para, bajo su protección, publicar su Diálogo sobre los principales sistemas del mundo, donde se burla de que la Tierra sea el centro del universo. No estaba el horno pa’ bollos, pero ahí lo tenemos: un nuevo escándalo. Galileo justifica que la Tierra gira alrededor del Sol por el fenómeno de las mareas, afirmando que son “sacudidas” de dicho movimiento. En cambio, el argumento de los inquisidores es el correcto: las mareas se deben a la atracción de la Luna. Pero da igual, aun así Galileo se burló de ellos xD

 

Encima, Galileo cargó contra todos los que no aceptaban la teoría heliocéntrica dedicándoles lindeces como:

 

 

La Iglesia percibió en Galileo algo. No lo sabía muy bien, era como un brillo en sus ojos que indicaba cierta soberbia. De esta manera lo llamaron a procesamiento, por chulo. En 1633 emitieron sentencia: rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales durante tres años. No muy grave, pero qué tostón. Se cuenta que, retractándose de su teoría de que la Tierra gira alrededor del Sol, al finalizar el famoso procesamiento Galileo murmuró “y sin embargo, se mueve”, pero naaaaa, es mentira. Lo que sí dijo a los inquisidores en clara referencia a Luc Hamill fue “tras de mí vendrá otro. Con ese, no podréis”. Y los inquisidores, arriándole a la cárcel, le respondieron “de ese ya nos encargaremos cuando llegue”.

 

Cabe decir que ese “y sin embargo, se mueve” aparece en latín (“eppur si muove”) en los halls de muchas universidades escrito en un enorme péndulo de Foucault, aparatejo que veremos en este artículo un poquito más adelante por el mismo precio.

 

 

En cualquier caso, el enfrentamiento de Galileo con la Iglesia se toma como modelo del conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento, o quizás entre unos carcamales y un pedante.

 

Nada, culturilla. Pasemos a ver por qué uno de sus experimentos está entre los cinco más bonitos (siempre bajo mi irracional juicio, claro). Pasaba que, como hemos visto, a finales del siglo XVI todos pensaban que los objetos pesados caían más rápido que los ligeros, ya que así lo había dicho Aristóteles, que era intocable. En realidad mucha gente lo sigue creyendo, a pesar de que no es del todo exacto. Pero bueno, Galileo una vez más se negó a entregar la cuchara y se cuestionó la veracidad de esa creencia. ¿Qué hizo? La leyenda dice que se subió a la torre de Pisa y desde allí tiró dos bolas de distinto peso (se cree que una de hierro y otra de madera), y ambas cayeron a la vez.

 

 

 

 

Probablemente, la verdad fuera que Galileo hizo esa comprobación sobre una superficie inclinada sin más, pero en fin, la idea y la leyenda están ahí. Entonces, si teóricamente deberían caer a la vez, la pregunta es, ¿por qué una bola de hierro cae antes que una pluma? La respuesta es por la fuerza de rozamiento del aire, que frena más a la pluma que a la bola de hierro, pero si ambas cosas cayesen en el vacío (sin la densidad del aire presente), llegarían a la vez. Esto es así. Así lo verífico Robert Boyle (que conoció a Galileo en persona), y así casi lo probaron los astronautas en la Luna.

 

No hay dos sin tres:

 

DESCOMPOSICIÓN DE LA LUZ CON UN PRISMA - NEWTON

 

Isaac Newton nació el mismo año que murió Galileo. Hoy en día supongo que no necesita presentación (aunque no es un impresentable), y aun así la gente sólo sabe que fue científico. Eso... es casi resumir toda una persona en una ocupación, y no son así las cosas. Isaac fue hijo de campesinos, y nunca llegó a conocer a su padre. Su madre volvió a casarse, quedando él al cuidado de la abuela. A los dieciocho años fue a la universidad, al igual que yo. En contra de lo que pudiera pensarse, los profesores le tildaban de “holgazán”, cosa justificada pues el joven Newton iba poco a clase. Pero algo que siempre digo mucho es que las cosas no son como empiezan... ;)

 

 

Tras haberse leído un puñado de libros de Descartes, Kepler y John Wallis (este último, uno de los matemáticos más desternillantes que han existido), Newton se graduó en el Trinity College, donde más tarde lo haría el carismático Bertrand Russell. Con veinte añitos conoció a su tocayo Isaac Barrow, el autor de la Regla de Barrow que nos enseñaron en bachillerato para integrar. Ya no lo enseñan, pero antiguamente se decía derivar es una técnica, integrar es un arte. Bueno, que el tal Barrow era el profesor Lucasiano de Matemáticas de la época, cátedra (creada en claro homenaje a Luc Hamill) que luego ocuparía Newton y que hoy es de Stephen Hawking, y que se dice finalmente me darán a mí. N e x t G e n e r a t i o n. Al César lo que es del César. En cualquier caso, Newton y Barrow estudiaron juntos pero no revueltos los trabajos de Galileo y demás.

 

Es en este momento cuando la fama de Isaac Newton comienza a crecer, sobre todo al entrar en contacto con la Royal Society, algo así como un grupo de científicos de élite al servicio de la corona británica. Con licencia para investigar, por supuesto. Newton les envió algunos hallazgos, aunque no todo el mundo los recibió con una sonrisa, como fue el caso de Robert Hooke, el creador de la Ley de Hooke para cuerpos elásticos que también nos explicaron en el instituto, quien pareció oponerse al ingreso de Newton en el grupo. Por las noches, Hooke se encerraba en un sótano donde entre carcajadas y truenos escribía en las paredes con su sangre cosas como “Isaac, muette”, “inglesito tonto” o “Hooke was here”.

 

Las cosas del destino, fue una carta de Hooke la que hizo que Newton se pusiese a estudiar la gravedad. Los resultados de tal estudio acabaron escritos en el Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, para muchos el libro más importante de la ciencia. Newton eligió tal nombre porque, al igual que yo, era fan de otro conocido del bachillerato: René Descartes, autor del Principia Philosophiae. Como anécdota, su perro un día derramó una vela sobre uno sus manuscritos imposibles de rehacer, lo que le hizo caer en una depresión de la que finalmente pudo salir.

 

 

Quiero hacer aquí un inciso a cuenta de uno de los episodios más conocidos de la vida de Newton. Me refiero a su polémica con el alemán Leibniz sobre quién había inventado primero el Cálculo Infinitesimal. Os voy a decir la verdad: atroz. Los dos eran matemáticos, y a ninguno se le ocurrió pensar que quizás los dos lo habían descubierto a la vez, como así pasó. Más atroz aún, tampoco se les ocurrió a los matemáticos de la época, que se dividieron en dos grupos: los británicos estaban con Newton, Europa con Leibniz. Aunque, he aquí la trampa: la mayoría de manuscritos que defendían a Newton estaban escritos por el propio Newton, sólo que firmados por amiguetes. Más que la picardía del inglés, a la resolución del conflicto también ayudó el polvorón del alemán. Leibniz recurrió a la Royal Society para zanjar la disputa. El detalle es que a esas alturas el presidente de la Royal Society era Newton. Y sí, Newton nombró un cómite formado por coleguitas, de manera que estaba cantado cuál sería el resultado. Hasta Newton escribió los informes del cómite acusando a Leibniz de plagio. No obstante, lo triste es que el modelo de Cálculo de Leibniz era mejor. La justica es ciega. A veces, demasiado ciega.

 

Pero los años gozosos pasaron y, en 1693, sufrió una crisis existencial. Abandonó Cambridge para ir a Londres, donde ocupó puestos de prestigio como el de director de la Casa de la Moneda. Por esta época más que la ciencia le interesaba la Religión y la Alquimia, en especial la búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la vida (no haré ningún chiste con Harry Potter, sería demasiado fácil). En realidad, Newton fue un tipo muy religioso. De hecho, se dedicó al estudio de la Biblia más que a otra cosa, llegando a conclusiones como que el Día del Juicio Final no llegaría antes del 2060. Calma, aún podremos disfrutar unos añitos.

 

 

En 1705 la reina Ana de Inglaterra lo nombró caballero, y así Sir Isaac Newton pasó a ser un invitado en las sesiones del parlamento británico.

 

Al lío. Newton está aquí convocado porque durante un par de años se dedicó a problemas relacionados con la naturaleza de la luz. Se creía que la luz blanca era la forma más pura (otra vez, lo dijo Aristóteles y va a misa) y que por tanto la luz coloreada tenía que ser alterada de alguna forma. Sir Isaac demostró que con un prisma la luz blanca podía separarse en una banda de colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta), poniendo de manifiesto que el espectro de color que se ve cuando la luz blanca pasa por el prisma es propio de la luz y no del prisma, que es lo que había dicho el filósofo y fraile Roger Bacon (con patatas) cuatro siglos antes.

 

 

He dicho Roger Bacon y no Francis Bacon, no confundirlos, los dos están separados por casi trescientos años, y que se sepa no son parientes ni nada.

 

 

A mí esto me trae a la mente a Don Viento, un personaje que salió en un capítulo de Barrio Sésamo. No creo que lo recuerden. Tenía aspecto de murciélago, con cuerpo violeta y alas negras. Volaba circularmente, y se pegó una ostia buena. Me recuerda a él porque te llevaba el arcoiris en una mano. Literalmente. La canción era:

 

Qué sopla por el hueco de la escalera,

resoplando de cualquier manera.

Quién atrapa el arcoiris en un momento,

no es otro que Don Viento.

 

(Aquí se paraba la música y Don Viento decía “toma muchacho, el arcoiris”)

 

Quién corretea por las calles y esquinas,

quién secará la ropa a la vecina,

quién te atrapa con su brisa en un momento,

no es otro que Don Viento.

 

(Ah, y soltaba el estribillo)

 

Don Viento tiene pelos y rayos, y en la mirada una risa airada,

y con sus alas llega a las nubes. Muy arriba...

¡Muy, muy arriba!

 

En definitiva, vuelvo de mi querida niñez y os digo que, como conclusión del experimento de Newton, el haz de luz que parecía simple era hermosamente complejo si uno lo miraba más detenidamente, como tantas otras cosas, ¿verdad? De ahí, Newton concluyó que la luz está formada por partículas, pero esa idea fue duramente criticada por... ¿sabéis quién? Pues sí, Hooke, quien en su demencia no había dejado de planear cómo eliminar a Newton y que pensaba que la luz no estaba formada por partículas sino por ondas. Hoy día se cree que la luz tiene una naturaleza dual, es decir, se forma de ondas y partículas a la vez, así que gallifante para ambos concursantes.

 

LA ROTACIÓN DE LA TIERRA - FOUCAULT

 

Jean Bernard Léon Foucault fue un león físico francés. Hijo de un león editor, empezó estudiando Medicina, pero pronto mostró miedo por la sangre (en serio) y prefirió la Física. Al principio se centró en problemas de fotografía y revelado, pero cambió su línea de investigación hacia la intensidad de la luz del Sol. Como resultado, Foucault hizo las primeras fotografías del astro rey.

 

 

En 1850 estableció que la velocidad de la luz en el agua era menor que en el aire, lo que parecía apoyar la idea de que la luz estaba hecha de ondas (aunque acabamos de decir que también tiene una naturaleza de partículas). Pero Foucault no alcanzó la fama mundial por eso. No...

 

 

Estamos en el Panteón de París, año 1851. Usando un cable de acero de unos 70 metros, Foucault va a suspender una bola de cañón desde la cúpula del Panteón para luego hacerla balancear. Para marcar el progreso, el chaval le ha enganchado un estilete a la bola y ha puesto tierra mojada en el suelo. Entonces llega la hora de la verdad. Foucault pone en marcha la bola. La audiencia observa. Pronto, todos ven con asombro cómo el péndulo inexplicablemente parece rotar... ¡dejando un trazo distinto en cada balanceo! No había magia, era el suelo del Panteón lo que se estaba moviendo: ¡Foucault acababa de demostrar que la Tierra está girando sobre sí misma!

 

Más tarde nuestro amigo inventaría el prisma polarizador que lleva su nombre, y, usando un espejo giratorio, determinaría la velocidad de la luz con un error del 0,6%. Muy bueno. Como no podía ser de otra forma, Foucault acabó siendo miembro de la Royal Society, llegando a inventar y dando nombre al giróscopo en el que se basa la brújula giroscópica moderna.

 

 

El último, y no más importante por ello:

 

LA INTERFERENCIA DE LA LUZ - YOUNG.

 

Thomas Young fue un científico inglés de horóscopo Géminis. Eso del horóscopo ha sido un dato irrelevante, pero sigue siendo un dato, je. Su papi era banquero y llevaba la familia con puño de hierro. Vamos, si alguna vez el pequeñajo Young cenaba con los codos en la mesa, como castigo le esperaba una semana sin salir de su cuarto. Y quien dice Young decía cualquiera de sus nueve hermanos.

 

 

A los catorce años comenzó a estudiar una docena de idiomas, incluyendo hebreo, sirio y persa. Tras eso empezó a estudiar Medicina, mudándose poco después a Alemania donde con veintitrés añitos obtuvo el grado de doctor en Física. En sus años como profesor impartió muchísimas conferencias sobre temas muy diversos (como yo con los OcioZiencia) que luego serían publicadas en Course of Lectures on Natural Philosophy. También fue un aventurero que ayudó a descifrar los jeroglíficos egipcios usando la piedra Rosetta, cosa que el francés Jean-François Champollion ya había hecho un año antes (era un auténtico champollión). Quizás el redudante trabajo de Young se debió a que aún no se había enterado de que el problema ya estaba resuelto (en aquella época no había tele ni internet).

 

 

Enlanzando con lo dicho antes, nuestro amigo tomó como punto de partida la descomposición de la luz con un prisma de Newton, y realizó un experimento con luces de seis colores. Proyectando y superponiendo los focos vio que para formar los seis colores del espectro sólo hacían falta tres: rojo, verde y azul, que para el tratamiento de imágenes en Informática se mencionan como RGB (Red,, Blue, en inglés). Esos colores primarios al combinarse nos dan los secundarios: cian, magenta y amarillo. La ausencia del RGB da el negro, y la suma el blanco.

 

 

Aun así, Young es famoso por su experimento de la doble rendija, con el que mostró que la luz tenía una naturaleza ondulatoria. En 1801 hizo pasar un rayo de luz a través de dos rendijas paralelas sobre una pantalla, viendo cómo se formaban unas bandas claras y otras oscuras. ¿Qué significa eso? Bueno, si los haces actuasen como ondas tendríamos la solución: las bandas brillantes serían cuando los haces coinciden (reforzándose uno a otro) y las bandas oscuras serían cuando no (neutralizándose mutuamente).

 

 

Esta demostración fue repetida frecuentemente dando lugar a los llamados experimentos de doble rendija, muy importantes cuando la Mecánica Cuántica estaba en sus orígenes. ¿Pero sabéis qué? La cosa no quedó ahí. Todo esto fue el punto de partida de otros experimentos que tuvieron unas implicaciones filosóficas gordas, cosa que la mayoría de la gente ignora... Como yo las sé, os las contaré. Soy un tipo listo, a pesar de lo que diga la gente.

 

Resulta que en Matemáticas para demostrar proposiciones y teoremas a veces se usa una técnica llamada la Reducción al Absurdo. Es diver, aunque a mí no me gusta mucho. Es como engañar al teorema para darle una puñalada por la espalda, y eso va contra mis ideales (prefiero las demostraciones directas, enfrentar el problema cara a cara). Con la Reducción al Absurdo se supone lo contrario a lo que se quiere probar y razonando se llega a una contradicción con los datos de partida, luego lo que se suponía está mal y se ha probado lo que se quería probar. En consecuencia, con la Reducción al Absurdo se ve el mundo de un modo exageradamente dualista. Tanto que hasta Platón se escandalizaría. O es negro, o blanco. O algo es cierto, o es falso. Bueno, volviendo al tema de la doble rendija, pasó que más adelante se hizo un experimento parecido pero, en vez de con la luz, con electrones. Jum, como ya he dicho, eso tuvo sus implicaciones filosóficas gordas...

 

Ante las dos rendijas, al principio los electrones pasaban por las dos. Luego se tapó una y los electrones pasaron por la otra. Se tapó la otra y los electrones pasaron por la primera. Se taparon las dos y... ¡los electones seguían pasando! Luego había una tercera posibilidad no contemplada considerando sólo las dos rendijas originales. Es decir, extrapolando el resultado, en la naturaleza las cosas pueden ser ciertas, falsas... ¡o ni ciertas ni falsas! Señores, duro mazazo para la Reducción al Absurdo y, al fin y al cabo, otro planchazo en su larga lista para las Matemáticas. No sé por queeeeeé se terminóooooooo, era genial, era de lo mejor...

 

 

El experimento de los electrones dio lugar a las llamadas Lógicas Multivariantes. Esto hizo que un tal Jacobson, de profesión matemático (y en concreto algebrista), se decidiese a reconstruir las Mates sin usar la Reducción al Absurdo, cosa harto difícil. No obstante, Jacobson, te olvidaste de una cosa. Hay una gran escala de grises en la Naturaleza, pero en las Mates no siempre. Cuando decimos que 2 es mayor que 4, lo dicho, o es cierto o es falso, pero no hay más. Caballeros, yo soy de los que creen que no siempre el camino más corto o más fácil es el mejor. Quizás por el camino de Jacobson se obtenga algo más fiable, como también quizás sea un rodeo innecesario. De todos modos, ninguna escuela siguió los métodos de Jacobson, salvo una que está perdida por Dinamarca o por ahí, y que la estaremos esperando cuando se aburra.

 

Hasta ahí lo que hoy os tenía que contar. He querido cerrar hoy con las inquietudes, felicitaciones y curiosidades de mis lectores.

 

En primer lugar, ¡habemus novedad! Alguien me ha enviado a mi e-mail (¡inquietante!) una dedicatoria. Es muy bonita, la comparto con vosotros:

 

 

¿Lo véis? ¡Sale el número pi, qué detallazo! ¡Y me lo firma y todo! A quien sea esta personita tan maja, se lo agradezco muchísimo. Como véis, esta sección acoge lo que nos mandéis, lo cual a vosotros os da mucha libertad, y a nosotros nos pone la piel de gallina... Seguimos.

 

En segundo lugar, Kivan13 nos comparte su experiencia cuando un profe “para explicar la teoría gravitacional puso una colchoneta en el suelo y encima una silla”. Claro, luego tiró en la colchoneta canicas, y ale, van hacia donde están las patas de la silla. Es un truco muy fashion. Ya lo conocía. Es más, yo inventé ese truco (vaya trola). En el ejemplo, la colchoneta es el espacio, las patas de la silla cuerpos masivos, y las canicas los cuerpos de menor masa. Como se ve, los cuerpos masivos deforman el espacio, y eso hace que el resto se les acerque. Pero las patas de la silla por sí solas no atraen las canicas, que es lo que dijo Newton. Sí, está curioso el invento. ¡Gracias por la anécdota! La próxima vez, ¡propónle luego al profe hacer el juego de las sillas!

 

En último lugar, y no por ello menos importante, un/a amigo/a me ha escrito planteándome la cuestión de qué relación tiene la Astrología con las teorías acerca del universo que he explicado en otras entregas. Amig@, lamento no poder profundizar en mi respuesta, pero no veo mucho más hilo del que tirar. A mí me gusta la Cosmología, la Astrofísica y la Astronomía, pero no la Astrología. Que nadie se llame a engaño, la Astrología no es una ciencia. Ni siquiera dice cosas coherentes, me temo. Según la Astrología, los astros intervienen en el destino, en la vida de las personas. Pero no tiene sentido. No hay una forma clara de que eso se explique, y aun menos se demuestre. Según los astrólogos, cuando yo nací la posición de las constelaciones estaban decidiendo cómo sería mi paso por este mundo. Tal cosa no fue cierta entonces, ni lo es ahora. Yo nací en una noche de fuerte viento, quizás no se asomó ninguna estrella... Lo único que intervino en mi nacimiento fueron los esfuerzos de mi madre y los médicos. Quizás ellos en la magnitud del cosmos son más insignificantes que los astros. Pero les tenía más cerca :)

 

 

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Patapalo
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Bravo, Luc: un artículo formidable. Siempre es interesante aproximarse a la ciencia experimental e histórica. Está plagada de anécdotas interesantes. Lo que más me ha llamado la atención es constatar que mentes tan preclaras como éstas también se equivocaban. Es toda una lección de modestia.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Félix Royo
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Extraordinariamente interesante e interesantemente extraordinario

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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