Bilis

Imagen de Micromanías

Santiago Eximeno nos presenta ciento cuarenta nanorrelatos, un universo entero.

 

Aquellos que dudan de las posibilidades de la ficción mínima deberían leerse Bilis. No sé que resulta más impresionante en esta obra, si constatar lo que se puede hacer con tan pocas palabras o imaginarse al autor concibiendo uno tras otro estos nanorrelatos para sus seguidores en Twitter.

Bilis es ficción ultramínima: una cadena fascinante de historias de menos de ciento cuarenta caracteres. Un par de líneas, tres a lo sumo. Cuando la lees de tirón tienes la impresión de estar en un espectáculo circense donde se concatenan saltos mortales uno detrás de otro. Ciento cuarenta, en concreto. Y ni un paso en falso.

Eximeno muestra con esta antología las infinitas posibilidades del género. Están las obvias, como los giros humorísticos inesperados, pero también muchas otras, más o menos conocidas. En sus manos, esas dos líneas pueden dar mucho de sí, tanto como para crear un mundo, generar una situación de tensión (y resolverla), hacer meditar al lector, montar un microrrelato que funciona como una muñeca rusa (con varios niveles), apelar a sentimientos universales, valerse de guiños de la infancia, crear un nuevo imaginario...

En antologías como Bilis es donde se adivina un punto importante sobre la microficción: esto no va solo de lucirse con un par de salidas ingeniosas. No. La ficción mínima puede dar muchísimo más de sí. Con ella se pueden construir auténticos palacios llenos de intrincados recovecos. A vosotros os toca descubrirlos. Tenéis la oportunidad a un clic, en Ediciones Efímeras. Como adelanto, os dejo uno que me ha encantado por la combinación de inquietud y ternura que me ha generado:

El abuelo no recuerda mi nombre. Ni el suyo. Cuando le visito siempre me sonríe y me deja entrar. Me pregunto si le recordaré a su nieto.

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