P.D.A.: Guerra de palabras

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Félix Royo
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Relación de relatos

La cópula del arte [=]

Pantallazo azul (Blue Screen of Death) [=]

Los hijos de la libertad /premio del Concurso escolar de radio y televisión 2008 de RTVE/ [enlace externo: Los zombis no saben leer - Invierno 2009]

Los zombis no saben leer [enlace externo: Los zombis no saben leer - Invierno 2009]

Puta vida [enlace externo: Los zombis no saben leer - Invierno 2009]

Cuento de medianoche [=]

Bajo la torre [=]

Duelo [=]

Concierto El niño que bailaba bajo la Luna (y microrrelatos) [=]

Venecia oscura /mención especial en el II Concurso de relatos históricos e hislibreños/ [enlace externo: Hislibris.com]

El flautista [=]

Basado en sueños reales [=]

Celda [=]

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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Félix Royo
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Ayer descubrí una palabra curiosa en el diccionario: "hu hu hu"

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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Mauro Alexis
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      También existe: «correveidile», para designar a una persona que tiene por oficio delatar o andar hablando sin reparo sobre los demás. Odio esa palabra profundamente.

      Ah, y también la expresión «dimes y te direces», por murmuración o habladuría.

      Saludos.

"Habla de tu aldea y serás universal."

 

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Félix Royo
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Correveidile era de muy frecuente uso en el siglo XVII y ha perdurado en los pueblos hasta la generación de nuestros abuelos, aunque creo que definitivamente se volverá un arcaicismo durante este siglo.

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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Celda

    Desperté en una habitación oscura, tal vez suene muy típico pero me di cuenta, desde aquel momento en el que abrí los ojos, de que no me encontraba en mi cama, de hecho, no yacía envuelto en sábanas ni sobre el blando colchón de mi lecho. El largo de mi espalda se apoyaba sobre el frío suelo, liso pero poroso, similar al hormigón o a alguna superficie parecida que no conseguía discernir. Flexioné las piernas lentamente, encorvándome hasta adoptar una posición fetal, acaricié la cara renegrida con una mano para comprobar que ese espacio era real, el tacto del piso escarchado me provocó un escalofrío, preludio de un terror repentino. Si no me encontraba en mi cama sino tumbado lejos del embaldosado de mi hogar, dónde habían ido a parar mis huesos.

    Me levanté con un impulso súbito, demasiado para no conocer más que el suelo en el que se posaban mis pies, mi cráneo chocó violentamente contra una superficie dura que me repelió con una fuerza inversa. Quedé aturdido y agazapado durante varios minutos, aún adormecido pese al sobresalto y la contusión, o tal vez debido a estos. Alcé las manos como un ciego para crear un espacio a mi alrededor, tanteando la pared mientras me erguía en la oscuridad; mis brazos se alzaron sobre mi cabeza en busca del techo pero no encontré cielo sobre mí. Convencido de que la habitación era de cuerpo sólido, salté verticalmente sin lograr tocar nada en el firmamento desconocido. El eco replicante de mis pies recuperando el suelo retumbó de forma metálica alrededor, reverberando durante una breve e incisiva fracción de segundo, como si me encontrara recluido en un pequeño habitáculo, tal vez un ascensor, un cuarto de baño o un trastero.

     Seguí con las palmas el roce de las paredes, encontrando enseguida las esquinas; sin duda me encontraba en un cuadrilátero, mas no en un cubo pues del techo, si lo había, no tenía constancia. Ninguna puerta o ventana, ningún relieve que acuciara la existencia de un vano sobresalía en aquella estancia; sólo el rugoso cuerpo del hormigón, el frío atravesando mi cuerpo desnudo, la oscuridad dañando la dilatada pupila y el silencio.

    Me senté con las piernas cruzadas a esperar cualquier señal que justificara mi cautiverio, cualquier recuerdo que asaltase mi memoria, explicando las razones por las que me encontraba en aquella tesitura. Mi mente se negaba a abandonar la proximidad con la realidad que me rodeaba, enrevesada como estaba con todos sus mecanismos en alerta. Lo más lejos que lograba remontarme era a la noche anterior: Había estado navegando por Internet hasta pasada la medianoche, sin hablar con nadie ni hacer nada fuera de lo común. No recordaba exactamente qué páginas había visitado ni si buscaba algo en concreto, sólo mis manos apoyadas sobre el teclado, bajo una gran pantalla luminosa. Después, como de costumbre, apagué el ordenador, me desvestí, me metí rápidamente en la cama y cerré los ojos. No, no había explicación.

    El tiempo pasó lento y quejumbroso, dilatándose hasta el exceso. Si pasaron minutos, horas o días no puedo estar seguro, mas estimé que fue larga la espera porque, al tiempo, el olor de mi cuerpo sudoroso ocupó todos los recovecos de aquella habitación y el continuo viciado del aire, que tanto me agotaba y me provocaba sueños que no recordaba, aumentaba en mí la creciente sensación de ahogamiento que deben de sentir aquellos que son enterrados vivos. Comprobé que no me encontraba dentro de un pozo pues mis gritos de auxilio volvían como una reverberación tronadora, en lugar de alejarse hacia el cielo. Más tarde pensé en lo fútil y estúpido de mi experimento, ya que, durante el tiempo en el que me tuvieron en aquel cuarto oscuro, nunca vi un rayo de luz u oí el ulular del viento, o el crepitar de la hierba bajo unos pasos.

     No sé cuál fue el momento en el que lo comprendí, pero ahora estaba seguro de mi futuro: Nadie vendría a buscarme, y ésta sería mi celda para siempre.

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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Félix Royo
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-Lara se va a casar con una pera.
-No puede ser, la pera es femenina. Debería casarse con un pero.
-¿Cuál?
-No sé, no conozco ninguno.
-Entonces se casará con la pera.

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_Pilpintu_
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jajaja dios, estás fatal... pero qué risas

...(...) "y porque era el alma mía, alma de las mariposas" R.D.

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Félix Royo
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-Las guerras lo cambian todo: erigen, fortalecen, debilitan y destruyen imperios, marcan el carácter de la gente y lo transmite a sus descendientes por la cultura y el arte, son heridas que cicatrizan sobre cicatrices muchas veces sin curar, las guerras son el símbolo de que seguimos en el mismo ciclo histórico; si algún día prescindimos de ellas, sin duda, la palabra historia será un término referente a un periodo arcaico, a un proceso que atravesó el hombre para pasar de la Prehistoria a la verdadera civilización -Fue entonces, cuando salieron de su boca las últimas palabras del discurso, cuando supo que lo había conseguido; la ONU, cuyos compromisarios se levantaron en una desordenada ovación, le asignaría el mandato sobre la F.P.I. Fuerza Preventiva Internacional, es decir, un ejército bajo el control de las grandes potencias con derecho a veto para intervenir en todos los países emergentes donde peligrara la Libertad, donde la gente no pudiera acceder a un sistema capitalista controlado por el aparato financiero, donde el caos de prestamistas se suplantara por bancos extranjeros con capital asegurado, entidades capaces de hipotecar toda la riqueza emergente devolviendo un ficticio. Así era como iba a continuar Occidente, con un arma que había sido probada y mejorada para crear de la nada, un sistema que iba a espoliar toda riqueza de un Tercer Mundo que nunca llegaría a alcanzar al Primero. Después de todo, para eso estaba la ONU, para mantener en pie la estabilidad mundial, el sistema de comercio, las alianzas militares y la base social, la de que sin pobres no existen los ricos. Lo había logrado, con un discurso vacío de contenido, adulador en la forma y respetuoso con los cánones del Poder, había asegurado el equilibrio del Mundo durante los próximos cincuenta años, y el suyo propio, principal accionista de Kalashnikov. Su primer objetivo sería denunciar a Kenya por sus desigualdades sociales e invadir con todo el grueso la piedra angular de la futura banca africana, después caería Somalia, por apoyar el terrorismo y, cuando sus guerrillas se fueran al resto de los países vecinos, en quince años Uganda, Etiopía y Tanzania se convertirían en el eje central de la Unión Africana, el resto llegaría solo. Pensaba en esto y en lo que subirían las acciones cuando la noticia se propagase por Internet en diez minutos.

     Salió del edificio acosado por decenas de periodistas que intentaban asediarle por encima de la muralla de guardaespaldas que le protegía. Él no paraba de decir una y otra vez «Gracias», no había cesado de repetirlo desde que abandonó el estrado. La limusina llegó justo en ese mismo momento, una mano en la multitud abrió la puerta y se metió en el vehículo bajo una lluvia de flashes. Se marchó tras el fundido en negro de los cristales tintados, atravesó los escasos metros para ponerse cómodo, y una deflagración voló el coche en mil pedazos; fue tan potente que se partió por la mitad en dos amasijos de hierro que se separon diez metros del suelo. Junto a los cuerpos calcinados se precipitó una cascada de cristales rotos, una cicatriz que tardaría sólo tres días en cicatrizar en la fachada de la ONU, cuando los telediarios encontraran otra noticia para llenar su espacio.

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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