De estilo, cambios de estilo, y pureza literaria

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Canijo
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Hace poco publiqué en mi blog una entrada, “La tareas del lector”, que originalmente fue publicada aquí y el en blog de Sevilla Escribe en lo que dimos por llamar “La columna OZ-SE”, un espacio que pensamos interesante para charlar sobre los temas que tanto nos gustan a los aficionados a esto de juntar letras. En los tres espacios hubo cierto feedback y cambio de pareceres, pero en esta última publicación del texto he coincidido con L.G. Morgan en un intercambio de ideas que ha devenido en el tratamiento de otros temas, resumidos en el título que he puesto al post. Como me pareció interesante, he creído conveniente trasladar esa parte de la charla aquí, a ver hasta qué punto podemos enriquecer la reflexión entre todos…

 

L.G.Morgan:

Lo que yo matizaría es que esos distintos tipos de literatura no son, necesariamente, ni premeditados ni síntoma de alguna torpeza o carencia, sino solo un estilo literario que llega al grado de necesidad para el autor.
Al igual que tenemos infinitos lectores en cuanto a variabilidad, hay múltiples tipos de autores. Y si un autor es honesto, si más que como ejercicio intelectual (o además de) trata de sacar a través de sus historias quien es y lo que sueña... Su propia forma de expresión será una concreta en función de aquello. Y el producto final de una lectura, del acto de leer, será la interacción entre ese autor específico y ese lector específico.

 

Canijo:

Pues sí, estoy de acuerdo en que no tiene que ser necesariamente intencionado o síntoma de fallo, sino que más bien podemos estar hablando de estilo inherente y, por lo tanto, no "controlable" en la medida en que uno quiere sacar cosas de dentro y le sale lo que tenga, que para eso cada uno somos hijos de nuestro padre, nuestra madre y nuestras experiencias, como diría aquél. Pero de todo hay, de eso estoy seguro, y creo que parte del aprendizaje dentro de esta afición está en eso, en saber controlar lo que se ve "desde fuera".
En todo caso, entiendo que aquí se podría abrir un debate nuevo en cuanto a la "pureza" (honestidad, o como cada uno quiera llamarlo) del ejercicio literario, de ejercer ese control o más bien "dejarse llevar", y los pros y los contras que eso pueda tener. Habrá que pensárselo...

 

L.G.Morgan:

Supongo que todo depende de por qué escribe cada cuál (caso de que lo sepa, claro jajajajaaa). En función de esto buscarás una forma u otra.
Lo que es importante es hacerse consciente de que según el estilo que elijas llegarás a un público u otro. A veces puede ser tan importante esa comunión de la que hablabas (telepatía de King o, para mí, ese click, ese enganche de cerebro a cerebro) que compense otras cosas. Hay lectores más "esforzados" y menos, los más esforzados son menos numerosos (es una ley cósmica XD), pero si los captas... puede ser todo lo que a veces necesitas. Porque esa conexión que hemos experimentado como escritores, también se disfruta como lector, al menos yo. Ha habido ocasiones en que he leído a alguien y me he dicho: esto es, exactamente, lo que yo he pensado (o sentido, o querido...) incluso sin darme cuenta hasta ahora. Y eso es simplemente mágico.

 

Canijo:

Sí, puede ser el porqué de la afición de cada cual el que marque, quizá esas primeras lecturas "serias" (ese tiempo que media entre que la lectura es sólo un pasatiempo y cuando decides hacerlo tú, el momento en que te empiezas "a fijar") filtradas por la propia naturaleza de cada uno.
Pero no creo que el estilo se elija, y me refiero al estilo natural, lo que te sale "cuando te dejas llevar", que en unos casos puede ser esa lectura más directa y llana, y en otros casos la otra más exigente de la que estamos hablando. El detalle está en si interesa, aunque sea sólo alguna vez, forzarse en "saltar al otro lado", el contrario al que a uno le salga de natural (que, repito, para unos autores es uno y para otros, otro; el forzarse no significa necesariamente hacerlo accesible, porque hay gente a la que es precisamente eso lo que le sale de natural). Creo que la conexión más íntima se puede dar de las dos maneras, y dentro del aprendizaje me parece muy importante el saber hacer eso, saltar de un lado al otro.

 

L.G.Morgan:

Tienes razón en lo de las elecciones, porque efectivamente no es algo intencionado. Debería haber dicho mejor el estilo que uno adopta. Y también estoy de acuerdo en lo conveniente de "medirse" en otras formas diferentes. Encima, yo creo que cada historia tiene una voz propia que merece buscarse. Por ejemplo, tengo un relato chino que alguien llegó a tildar de barroco y "artificiosamente recargado". En cambio otro que se desarrolla en Praga, II G. M. que calificaron de "prosa sencilla sin florituras que cuenta lo que tiene que contar". Y supongo que mi estilo, eso que solo vas descubriendo cuando los lectores te hacen de espejo, sale de alguna forma en ambos. Pero adopta un tipo de prosa distinto según lo que quiero contar.
Para mí lo del estilo de un escritor es algo así como el desarrollo personal, cuando vas construyendo tu identidad y pasas por el proceso de conocerte y aceptarte, con tus defectos y virtudes. Igual cuando te desarrollas como escritor, vas "reconociéndote", definiéndote. Y llegas a optar por algunas cosas, al margen de que desde fuera se consideren virtudes o defectos. No hay que olvidar que, salvados unos mínimos objetivos, lo que a un lector le repatea a otro le encanta.

 

Canijo:

Y lo de medirse cambiando de tonos y formas, buscándose a uno mismo en diferentes terrenos de juego... es mi caballo de batalla desde hace tiempo, me temo. Es algo que cada vez pido más a los camaradas junto a los que aprendo, sobre todo a los que veo más inmovilistas. Entiendo lo maravilloso que es eso que dices de que te vean de una forma o de otra según la opción que tomaste en un momento dado, vestirte y, sobre todo, ser reconocido con diferentes caras. El problema es que hay gente que ante eso apelan a que su estilo es uno, y no sabría decir si es por pereza (pereza, sí, es mucho más fácil jugar siempre a lo mismo), o miedo a una posible incapacidad... lo que no deja de ser también pereza, la de no querer superarse y dejar atrás esas posibles incapacidades.

 

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Aquí se mezclan dos elementos muy interesantes: la voz propia del autor y el modo en el que se afronta la escritura. Parece evidente que, para escribir con honestidad, hay que desarrollar la voz propia. Si no, se aparca la escritura como proceso creativo para convertirlo en un proceso imitativo. Ok.

Pero luego está el tema de que la voz propia no tiene por qué ser solo estilística, sino que influye también en la temática elegida, el enfoque, la reflexión subyacente, los niveles de lectura, etc.

Yo creo que lo que hay que vigilar es la pereza propia del autor, el "si ya se entiende", el "yo lo digo así". Por supuesto que decimos las cosas de un modo, pero eso no quiere decir que sea nuestra voz propia. Es tan impostado pretender que la escritura puede ser una transcripción de la comunicación oral como pretender escribri como Bécquer a día de hoy. El "problema" -y la magia- es que este proceso de digestión de uno mismo no es unívoco.

Precisamente comentaba con Morgan no hace mucho temas de corrección de estilo, algo que me toca hacer con frecuencia en Saco de huesos. Cuando pillas una antología de varios autores hay tendencia a unificar ciertos criterios, desde algunos que pueden parecer chorrones -como los guiones- pero que no tienen por qué serlo -pensemos en Bukowski o en "La carretera"- a otros más peliagudos -como las tildes diacríticas, como me señalaba no hace mucho Entropía-. Sin embargo, con un autor en solitario hay una tendencia natural a dejar más manga ancha, quizás porque se entiende que el proceso creativo es más sólido o que la identidad de la obra puede mantener más autonomía dentro de la línea editorial.

Este no deja de ser un punto a no perder de vista: en el mercado editorial encontramos un exceso de homogeneización en algunos aspectos -planteamiento de la trama, ritmo, vocabulario, estructura de capítulos, párrafos, etc- bastante severo y que cierra puertas mientras que, por otro lado, parece haber más manga ancha con temas que son, para algunos, me incluyo, de mucho más peso -fallos de trasfondo, ortografía, gramática, etc.-.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo dijo:

 

Este no deja de ser un punto a no perder de vista: en el mercado editorial encontramos un exceso de homogeneización en algunos aspectos -planteamiento de la trama, ritmo, vocabulario, estructura de capítulos, párrafos, etc- bastante severo y que cierra puertas mientras que, por otro lado, parece haber más manga ancha con temas que son, para algunos, me incluyo, de mucho más peso -fallos de trasfondo, ortografía, gramática, etc.-.

Amén. La inmensa mayoría de los libros comerciales de ahora me parecen calcos de sí mismos.

... Y en el polo opuesto, pongo lo que hace poco leí que dijo un censor sobre "La saga /fuga de J.B.":

«De todos los disparates que el lector que suscribe ha leído en este mundo, éste es el peor. Totalmente imposible de entender, la acción pasa en un pueblo imaginario, Castroforte del Baralla, donde hay lampreas, un cuerpo Santo que apareció en el agua, y una serie de locos que dicen muchos disparates. De cuando en cuando, alguna cosa sexual, casi siempre tan disparatada como el resto, y alguna palabrota para seguir la actual corriente literaria.

Este libro no merece ni la denegación ni la aprobación. La denegación no encontraría justificación, y la aprobación sería demasiado honor para tanto cretinismo e insensatez. Se propone se aplique el SILENCIO ADMINISTRATIVO.»

Este debe ser demasiado complicado pa mí. Hace nada confesaba yo que   Cortázar me era imposible seguirlo. Creo en eso de Ranganatán de "a cada libro su lector y a cada lector su libro", y que también valdría para los autores.

También me parece que, antes de los experimentos formales, es importante ser capaz de montar una historia con su presentación, su nudo su desenlace, sus ambientes, diferentes a los mismos vistos mil veces; diferenciados entre sí, y sus escenarios, que no estén sacados de los leídos en otros libros, a no ser en plan homenaje autoconsciente y subrayado. Un profe que tuve de otra cosa nos decía aquello de "primero aprende a escribir y luego ya harás poesía".  Si un relato o libro tiene eso, aunque sea en parte, a mí ya me tiene ganado. Probablemente de este de Torrente Ballester,  tampoco me enteraría  de nada, pero hace poco  leí Tirano Banderas, de los pocos libros que he terminado últimamente, porque estaba harto de novelas de estas que no van sobre nada, que el autor cuenta las cositas como si fuera una película, con mucho oficio y muy buena ortografía sobre lugares comunes narrativos vistos mil veces, sin ningún trasfondo ni intención de ningún tipo, miedo a ofender o a implicarse emocionalmente...

Para mí el ideal son los libros que pueden leerse a varios niveles, que de primeras te ofrecen una lectura no farragosa y que, luego te pueden aportar algo, puedes recordar frases concretas, te permiten ir al Wikipedia y enterarte de algo nuevo, te dan una visión diferente de lo que conoces o te suena...  

A mi juicio, se trata de  encontrar un equilibrio, depende de lo que se quiera contar, a quién y las sensaciones que se pretenda generar.

 

Ferrum ferro acuitur

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Crocop dijo:
"primero aprende a escribir y luego ya harás poesía"

Muy cierto. El problema de la escritura -aunque se está extendiendo a otras artes- es que se tiene la impresión de que la base la tienes ya con saber escribir -escribir sin más, no literariamente-. Y luego se desmoronan las cosas malamente. Esto, junto con lo que decía King de que si no tienes tiempo para leer, no lo tienes para escribir, son dos puntos indispensables, creo yo, en la génesis de todo autor.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Interesante eso que dices, Patapalo, de la unificación de criterios a la hora de tratar antologías de varios autores o antologías personales. Me parece correcto eso de que en una antología con varios nombres habría que mantener una uniformidad en lo formal, y que en ese saco puedan entrar cosas como las diacríticas, que pueden ser correctas tanto en uso como en ausencia, ¿pero eso entra dentro del estilo? Yo lo de los enfoques, temáticas, reflexiones subyacentes y niveles de lectura, lo veo, y también la estructura de párrafos y demás, aunque en menor medida, pero lo de las diacríticas lo entiendo como parte de la presentación, no mucho más allá del formato de Word o el tipo de letra elegido, si me apuras. Y respecto a los guiones… Ahí ya es que lo veo como capricho, sinceramente. He leído más de una novela directamente sin guiones, y si transcribes eso a texto con guiones resulta que no cambia nada el texto y su significación, simplemente resulta menos confuso para el lector, acostumbrado a los guiones con un formato determinado. ¿Qué aporte estilístico hay ahí? Creo que hay que distinguir entre capricho y estilo.

Por otra parte, AMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEN a lo dicho por Crocop: antes de experimentos onanístico mentales, hay que saber hacerlo de manera ortodoxa, demostrar que eso se domina, y luego ya se podrá experimentar, pero con una base. Si no, creo que abrimos el campo para que las deficiencias se hagan pasar por experimentos, de ahí a la incomprensión, al sectarismo, y al tan socorrido “el mundo no me entiende… porque estoy por encima de él”.

Creo que se puede hacer perfectamente como dice Crocop, generando niveles de lectura para cada tipo de lector, aunque claro, eso es muy complicado y requiere, creo yo, mucho, muchísimo aprendizaje, incluso más que talento.

Leer para escribir, y escribir para que te puedan leer, que si no, lo mismo tenemos un diario entre manos, no una novela…

 

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L. G. Morgan
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Canijo dijo:

Creo que se puede hacer perfectamente como dice Crocop, generando niveles de lectura para cada tipo de lector, aunque claro, eso es muy complicado y requiere, creo yo, mucho, muchísimo aprendizaje, incluso más que talento.

Leer para escribir, y escribir para que te puedan leer, que si no, lo mismo tenemos un diario entre manos, no una novela…

Estaría de acuerdo si nos referimos solo al aspecto formal, se puede tratar de que sea lo bastante directo, claro y "sencillo" (siempre en el sentido de natural, sin demasiado adorno) para que un lector que no quiera esforzarse lo disfrute. Pero el problema, si lo que es complejo es precisamente el contenido o el fondo, es que una prosa sencilla hace que el lector dé por hecho que capta lo que el autor quiere contar, lo que no siempre es cierto. E igualmente puede que no le llegue. Con lo que habrías modificado algo sin resultado.

Y, por otra parte, si la forma que tú le das a una historia depende para ti de la naturaleza de la propia historia, ¿cómo sacrificarla? Tenemos claro que cuando hacemos hablar a nuestros personajes no pueden "sonar" igual si se trata de un estibador galés, una señorita decimonónica, un dios griego o un extraterrestre. Para mí es también importante que el conjunto de la narración vaya en consonancia (aunque reconozco que es manía mía). De ese modo, la forma que adopte la prosa es un elemento más de ambientación.

Y esto que dice Crocop:

A mi juicio, se trata de  encontrar un equilibrio, depende de lo que se quiera contar, a quién y las sensaciones que se pretenda generar.

Parece implicar demasiada intencionalidad por parte del autor (aunque por el resto de tu opinión no me parece que fuera eso lo que querías apuntar), como si al escribir tuviéramos presentes esos objetivos: efectos concretos en el lector, cuando yo creo que esa "premeditación" se da pocas veces, salvo en los best-seller de encargo de autores ya consagrados. La mayor parte de las veces tú te centras en contar algo, desarrollar una idea, mostrar el escenario donde te has inmerso antes... Que bastante tiene uno con eso Sonrisa

 

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L. G. Morgan dijo:

Canijo dijo:

Creo que se puede hacer perfectamente como dice Crocop, generando niveles de lectura para cada tipo de lector, aunque claro, eso es muy complicado y requiere, creo yo, mucho, muchísimo aprendizaje, incluso más que talento.

Leer para escribir, y escribir para que te puedan leer, que si no, lo mismo tenemos un diario entre manos, no una novela…

Estaría de acuerdo si nos referimos solo al aspecto formal, se puede tratar de que sea lo bastante directo, claro y "sencillo" (siempre en el sentido de natural, sin demasiado adorno) para que un lector que no quiera esforzarse lo disfrute. Pero el problema, si lo que es complejo es precisamente el contenido o el fondo, es que una prosa sencilla hace que el lector dé por hecho que capta lo que el autor quiere contar, lo que no siempre es cierto. E igualmente puede que no le llegue. Con lo que habrías modificado algo sin resultado.

Y, por otra parte, si la forma que tú le das a una historia depende para ti de la naturaleza de la propia historia, ¿cómo sacrificarla? Tenemos claro que cuando hacemos hablar a nuestros personajes no pueden "sonar" igual si se trata de un estibador galés, una señorita decimonónica, un dios griego o un extraterrestre. Para mí es también importante que el conjunto de la narración vaya en consonancia (aunque reconozco que es manía mía). De ese modo, la forma que adopte la prosa es un elemento más de ambientación.

Y esto que dice Crocop:

A mi juicio, se trata de  encontrar un equilibrio, depende de lo que se quiera contar, a quién y las sensaciones que se pretenda generar.

Parece implicar demasiada intencionalidad por parte del autor (aunque por el resto de tu opinión no me parece que fuera eso lo que querías apuntar), como si al escribir tuviéramos presentes esos objetivos: efectos concretos en el lector, cuando yo creo que esa "premeditación" se da pocas veces, salvo en los best-seller de encargo de autores ya consagrados. La mayor parte de las veces tú te centras en contar algo, desarrollar una idea, mostrar el escenario donde te has inmerso antes... Que bastante tiene uno con eso Sonrisa

 

 

No, no es eso a lo que me refería. Lo que dices de la forma de hablar/expresarse de los personajes según trasfondo me parece básico, imprescindible, insoslayable e irrenunciable, porque entiendo que es parte de "saber escribir" (si es que eso significa algo), y no creo que eso deba alejar a ningún lector que de verdad "quiera leer" (si es que eso también significa algo y no es manía mía). Al igual que el tono y otros detalles estilísticos, que también entiendo que deben/tienen que estar en consonancia con la historia. No creo que una prosa deba ser tan sencilla para llegar a un lector casual, sino que puede ser más elegante o elaborada. Lo que sí creo que lo puede alejar son los juegos más complejos en los que se busca a un lector determinado y por lo tanto excluye a otros, creo que son cosas diferentes.

Aparte, entiendo el lector que cree que no hay más si no ve fuegos de artificio es porque realmente no busca más, mientras que el lector que sí lo hace sabrá encontrar esas otras capas más allá del estilo.

Y lo de la intencionalidad... pues creo que es el dilema inicial entre pureza y control, dejar salir la historia que tienes de manera más natural, o filtrarla, malearla, buscar ese control de la obra. Eso sí, estamos hablando de una carrera de fondo, es algo que requiere unas tablas tremendas. La cosa está en intentarlo poco a poco. De momento uno se conforma con conseguir algún efecto, y luego con los años, y la experiencia, y más años... pues ya se verá a dónde llega uno, ¿no?

 

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Claro, por eso decía que bastante tiene uno con lo que tiene Risa

Respecto a:

Canijo dijo:

Lo que sí creo que lo puede alejar son los juegos más complejos en los que se busca a un lector determinado y por lo tanto excluye a otros, creo que son cosas diferentes.

Cierto. Pero puede ser una apuesta de un autor. Sería el tipo de literatura muy de género, o la que incluye elementos de referencia generacionales, que entiende y disfruta una minoría concreta. Sabes que tu público objetivo es limitado pero, por lo mismo, puede ser más fiel.

En el plano comercial hay dos estrategias de venta: vender barato a muchos, o caro a unos pocos. Podríamos aplicarlo al mundo editorial, solo que en vez de caro podríamos hablar de consolidar lectores.

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Más de acuerdo no puedo estar con esto último, Morgan, ni te lo imaginas. Por eso precisamente me da un coraje infinito cada vez que escucho o leo a un autor quejarse porque no hay respuesta masiva a lo que escribió enfocado a un público más reducido. Vamos a ver, ¿escribiste de lo que querías, porque querías y porque era lo que te salía? Pues entonces asúmelo, joder, tu público es reducido, pero será más fiel, conectarás más con él, de manera más profunda. Disfruta de ello. Ahora, si lo que quieres es más lectores, te tendrás que adaptar a gustos más comunes, tendrás que probarte en otros registros, géneros o enfoques, no quieras que el lector se adapte a ti.

 

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Sí, claro, lo que pasa es que a todos nos gustaría que nos pasara como a Tim Burton: que cuenta sus neuras a su manera y encima va y de vez en cuando le gustan al gran público. También es que se nos vende la idea de que el genio es algo apreciado por el 90% de la población y entonces, claro, si no calas en tanta gente aun escribiendo para una minoría, es que no eres tan bueno. Tampoco nos desesperemos con el elemento vanidad desbocada de los autores. Sin él, la literatura no sería lo mismo. O, igual, ni siquiera sería.

Sobre qué entra en formato, qué en estilo y qué en simple corrección hay mucha tela que cortar. Además, como la figura del corrector de estilo está desapareciendo de las editoriales, cada vez vamos más huérfanos en este sentido y menos sabemos establecer la frontera entre el capricho del autor y el elemento característico de la obra. Como editor me he encontrado los dos extremos: el autor que cree que no se le puede tocar una coma de su obra sin pasar por dos párrafos de explicaciones y el autor que considera que él trae la historia y el resto, incluyendo la mera escritura, corresponde a la editorial.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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L. G. Morgan dijo:

 

Y esto que dice Crocop:

A mi juicio, se trata de  encontrar un equilibrio, depende de lo que se quiera contar, a quién y las sensaciones que se pretenda generar.

Parece implicar demasiada intencionalidad por parte del autor (aunque por el resto de tu opinión no me parece que fuera eso lo que querías apuntar), como si al escribir tuviéramos presentes esos objetivos: efectos concretos en el lector, cuando yo creo que esa "premeditación" se da pocas veces, salvo en los best-seller de encargo de autores ya consagrados. La mayor parte de las veces tú te centras en contar algo, desarrollar una idea, mostrar el escenario donde te has inmerso antes... Que bastante tiene uno con eso Sonrisa

 

 

Yo creo que todo eso hay que tenerlo en cuenta. Eso del instinto narrador... Viene a partir de ahí, según me parece a mí, y no solo en best-sellers, sino incluso en los autores más experimentales. Estoy seguro, no me cabe ninguna duda de que, antes de intentar acabar con el "parásito mental que es el lenguaje", que decía Burroughs, entre pico y pico, este señor se sabía todo eso del narrador, narratario, el decoro poético...

Hay una serie de normas que son comunes, para la construcción de personajes, de tramas, la creación de ambientes y demás y están más que identificadas. Aplicándolas, con una buena redacción y el suficiente vocabulario, ya se puede contar cualquier historia y a partir de ellas hacer todas las variaciones que se quiera. Muchas veces, se aprenden a base de leer mucho e identificar las cosas... Pues eso, por qué Juan Pablo Castel interpela al lector o así, pero en cualquier manual de escritura, vienen todas juntas y solo a partir de ahí se puede empezar a confiar en el instinto. Picasso, antes de intentar siquiera la etapa azul, seguramente tuvo que aprender para qué son los pinceles gordos y finos o cómo se hace eso de la perspectiva, supongo.

A mí, desde luego,  no me miren, que en el último Calabazas, gracias a las correcciones, me enteré de que las comillas de continuación se cierran, cuando yo pensaba que no (a partir de ahora lo haré siempre). Por ajemplo, Gaiman, al hacer muchos ejercicios posmodernos, se nota mucho cuándo las utiliza para pervertirlas, es un juego que establece con el lector. Creo mucho más en el control que en la inspiración. Adecuarse al lector, no significa ser condescendiente, como yo lo entiendo, sino pensar en cómo transmitir de la mejor forma posible, cómo buscarse las tuercas para explicar algo sin perder el dinamismo narrativo y demás. Por ejemplo, sin ir más lejos, si Patapalo participa en una convocatoria sobre esgrima, no tendrá que dar muchas explicaciones y podrá empezar la historia dando por sabida la mecánica; si cuenta la misma historia para el Calabazas, como la mayoría no sabemos cómo funciona una competición y él sí, tendrá que integrar de algún modo una explicación en el relato.

No creo que baste con montar una historia, sino que hay que tener en cuenta un montón de variables y, los que son capaces, suelen ser los que llegan más lejos. Creo que, después de fijarnos un montón en el autor que más nos mole, los novatos cometemos otros dos errores; el primero es pensar en hacer la super macrosaga que demuestre nuestra gran imaginación, y que en realidad suele ser un refrito de las ya existentes y el segundo la gran deconstrucción narrativa descoyuntamentes.

Eso sí que me parece que debe salir de forma natural. Creo que, los grandes autores son aquellos que han contado algo, o a partir de algo que, hasta entonces, no se consiuderaba material literario, y que las grandes innovaciones, vienen de buscar la forma de convertir ese algo en literatura. Sea Delibes con sus pueblos, Bukokowsky con sus borrachos de Los Ángeles,  los mundos interiores de Proust, la desolación del Méjico de Rulfo...

Hala, ya he dado otra de mis charletas largas crocopianas. Espero no haberles aburrido mucho.

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Crocop dijo:

A mí, desde luego,  no me miren, que en el último Calabazas, gracias a las correcciones, me enteré de que las comillas de continuación se cierran, cuando yo pensaba que no (a partir de ahora lo haré siempre).

Emm... pues yo tenía entendido que en diálogos, las comillas de seguir no se cierran ni al final del último párrafo (lo mismo que no cerramos la raya). En inglés sí, por supuesto, porque ellos usan las comillas siempre para los diálogos. Sin embargo, cuando se trata de pensamientos o transcripciones sí se cerrarían.

Siento la interrupción, pero si alguien echa luz sobre el asunto se lo agradecería Sonrisa

Misne

 

-Tus padres son Profundos...

-¡Pues los tuyos unos superficiales!

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Yo me quedé con que se cerraban en el taller sobre corrección al que fui, pero tal y como lo presentaba el hombre, este tipo de cosas son convenciones que no son inamovibles, sino que están para que haya más claridad en la lectura. Algunas, como la tilde en la o para diferenciarla del 0 han caído en desuso porque ya no generan confusión en la lectura. No sé si sobre las comillas de continuación tiene algo estipulado la RAE...

En cuanto al resto de lo comentado por Crocop, totalmente de acuerdo. En el tema de la información de trasfondo, la capacidad de transmisión lo es todo. Yo habré estado en campeonatos de esgrima, pero si no transmito al lector lo que se siente en ellos pueden quedarme más impostados que a, por ejemplo, Crocop, que solo va a campeonatos donde se pegan de verdad Lengua Una de las cosas que más contento me ha dejado de Adraga es que varios lectores me han dicho que se veía que sabía esgrima y equitación. Para mí, es síntoma de que algo han transmitido las respectivas escenas.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo dijo:

Sí, claro, lo que pasa es que a todos nos gustaría que nos pasara como a Tim Burton: que cuenta sus neuras a su manera y encima va y de vez en cuando le gustan al gran público. También es que se nos vende la idea de que el genio es algo apreciado por el 90% de la población y entonces, claro, si no calas en tanta gente aun escribiendo para una minoría, es que no eres tan bueno. Tampoco nos desesperemos con el elemento vanidad desbocada de los autores. Sin él, la literatura no sería lo mismo. O, igual, ni siquiera sería.

Sobre qué entra en formato, qué en estilo y qué en simple corrección hay mucha tela que cortar. Además, como la figura del corrector de estilo está desapareciendo de las editoriales, cada vez vamos más huérfanos en este sentido y menos sabemos establecer la frontera entre el capricho del autor y el elemento característico de la obra. Como editor me he encontrado los dos extremos: el autor que cree que no se le puede tocar una coma de su obra sin pasar por dos párrafos de explicaciones y el autor que considera que él trae la historia y el resto, incluyendo la mera escritura, corresponde a la editorial.

Cierto, Tim Burton es un excelente ejemplo de lo que pones más abajo: el genio SÍ gusta al 90% de la población… el genio de saber colarle tus neuras de forma que les encaje. Otro magnífico ejemplo es King, que a mí ha conseguido colarme varias veces al niño con poderes, el escritor alcohólico y otros tres o cuatro elementos que repite de forma impenitente sin que me haya quejado ni me queje, porque el tío lo hace bien (qué coño bien, lo hace de puta madre, con perdón) y me ha hecho disfrutar como lector. Sí me ha hecho disfrutar a mí y a otros cuantos millones de personas, ahí hay genio (una de sus acepciones: inteligencia o aptitud extraordinaria), porque todo no todo el mundo lo sabe hacer (y quien diga que sabe, que lo demuestre). Ah, y no sólo ha hecho disfrutar al público en general, sino que a tipos como De Palma, Kubrick y demás, les ha conseguido colar sus historias para hacer películas y que lo promocionen aún más. Hay más ejemplos, muchos…

Luego, por supuesto, hay otros genios, otras cualidades literarias, cualidades reconocibles sólo por una minoría en muchos casos, y otras que no lo son tanto pero que hay una minoría especialmente predispuesta para reconocerla. En el primer caso, si un autor lo que quiere son demostrar esas cualidades, perfecto. Ya lo dice Morgan arriba, el autor elige, y puede/debe/tiene que sentirse bien llegando a esa minoría de una forma más intensa; que lo disfrute, porque ha conseguido su objetivo. Ahora, que no se queje si no encuentra mayoría cuando busca minoría, porque la elección fue suya.

En el segundo caso, están los círculos cerrados. Ahí lo que hay es que ser realistas: ¿hay genio porque una minoría lo ha dicho? Mmmm… Mejor analizar esa minoría y, eliminando al ego de la ecuación, asegurarse de si la aceptación estaba medio concedida antes de la cata, porque puede ser… Si no, pues a intentarlo fuera del círculo cerrado, porque si hay madera se podrá hacer fuego sin que haya ayuda. Y si el fuego que calentaba a unos pocos no calienta a una multitud, a diferencia de el de otros, habrá que admitir que no era suficiente llama y perseverar para conseguirla, porque la queja en este caso será vicio, y de los malos…

Y respecto a las correcciones… Pues que ambos extremos son de poca vergüenza… pero con matices. He oído hablar de algún corrector al que le han dicho que el autor tenía una buena idea… pero que lo reescribiera él… musha tela… Eso es un fallo del editor, que acepta una idea en lugar de una obra, y entonces no tengo claro hasta qué punto es editor. También, y eso es otra cosa, está el corrector que asume que sabe serlo… y lo mismo no es así, con lo que desvirtúa la obra del autor en el proceso.  El problema está en lo que dices, que vamos quedando huérfanos de referencias, de referencias en general, o de referencias válidas, porque a ciertos niveles no tengo claro qué se está pidiendo para hacer el nombramiento, y eso es peligroso…

 

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Canijo
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Me uno a lo dicho por Crocop, hay unas bases claras que siempre están ahí, o tienen que estar, y que la variación, la experimentación y otras historias tienen que partir de ahí. Es un problema que se ve mucho, como en lo de la creaciones de mundos refritos, que se quedan en eso. Con una base adecuada, ese mundo seguiría siendo un refrito, como otros tantos, pero con interés para el lector porque estaría presentado con esos elementos que le hacen disfrutar de la lectura. Y luego a partir de ahí…

Yo también soy más de control que de inspiración, sobre todo porque el talento es una cosa que se tiene o no se tiene, supongo, una cualidad innata que no sé hasta qué punto puede crecer. Pero el control sí, el control son tablas, es leer y escribir, analizar, tropezar y buscar el por qué, se ejercita y se madura. Si nos olvidamos de eso, me parece que hay estancamiento.

 

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Canijo
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Yo tampoco tenía referencias de que las comillas de seguir se cerraran. No sé, supongo que tendré que revisar mi fuente para estas cosas, que es la magnífica guía que hay al respecto el AXXON. Detalle pendiente...

 

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Patapalo
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Canijo dijo:

Yo también soy más de control que de inspiración, sobre todo porque el talento es una cosa que se tiene o no se tiene, supongo, una cualidad innata que no sé hasta qué punto puede crecer. Pero el control sí, el control son tablas, es leer y escribir, analizar, tropezar y buscar el por qué, se ejercita y se madura. Si nos olvidamos de eso, me parece que hay estancamiento.

Muy de acuerdo, pero también afecta aquí el factor prisas. No sé si a ti te habrá pasado lo mismo, pero yo me he visto capaz de corregir fallos de mis propios textos, que ahora me parecen evidentes, solo transcurridos unos cinco años. ¿Cómo le explicas a un protoescritor que ha armado sus primeros siete relatos que más vale que se lo tome con calma, que aunque está aprendiendo un huevo puede que le queden por delante X años antes de que escriba algo de lo que él mismo se sentirá orgulloso pasados el doble? A mí si cuando terminé de escribir Cain encadenado me hubieran dicho lo que me esperaba, no sé yo si hubiera tenido hígado para emprender el camino con la misma ilusión...

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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¿Que si me ha pasado, Kachi? Por Dios, tú mismo te tienes que acordar de algunos de mis primero truños, de que no tenía ni puñetera idea de guiones y menos de tildes diacríticas, de que a partir de las 1000 palabras sufría una barbaridad para poder seguir con un mismo relato, y así mil cosas. Lo que pasa es que yo entiendo que ahí precisamente está el detalle, que esto va de darse cabezazos una y otra vez. Ese ímpetu, esas prisas, son necesarios, me temo, porque te proporcionan esos primeros encontronazos con la realidad que te hacen aprender, ya sea de tus propios errores o de tu aptitud: si no eres capaz de soportarlos, mejor te buscas otra afición. Al protoescritor no hay que explicarle nada, si es joven, necesita esa ilusión/ceguera al principio, es un impulso muy importante, y al más maduro, el verse lejos le hará esforzarse más o a plantearse que su verdadera afición es otra. Vaya, incluso lo que te aleja de la escritura te beneficia, por eso mucha gente que vuelve después de un tiempo lo hace con más ganas y menos errores. Todo es positivo cuando lo que te gusta, te gusta de verdad.

 

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Bestia insana
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No sé, Patapalo, tal vez habría que preguntar a tus lectores qué novela les gustó más, si la primera o la última, no me extrañaría mucho que dijeran que la primera. Por lo menos a mí me pasa, son las primeras novelas de un autor las que más me gustan, y justamente de más a menos.

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Patapalo
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Canijo dijo:
¿Que si me ha pasado, Kachi? Por Dios, tú mismo te tienes que acordar de algunos de mis primero truños, de que no tenía ni puñetera idea de guiones y menos de tildes diacríticas, de que a partir de las 1000 palabras sufría una barbaridad para poder seguir con un mismo relato, y así mil cosas.

Risa cachonda Me parecía mal señalar.

De todas formas, el ímpetu sin un mínimo de guía puede enquistarse y volverse amargo. No sé, yo al menos aprecio mucho el que nos juntáramos unos cuantos autores con ganas de aportarnos unos a otros y, también, el haber ido encontrando editores -me da igual de editoriales que de webs que de revistas digitales- y lectores que han sabido darme claves sobre mi propio trabajo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bestia insana dijo:
No sé, Patapalo, tal vez habría que preguntar a tus lectores qué novela les gustó más, si la primera o la última, no me extrañaría mucho que dijeran que la primera. Por lo menos a mí me pasa, son las primeras novelas de un autor las que más me gustan, y justamente de más a menos.

Hombre, así averiguaría qué obras han gustado más estadísticamente, pero no me daría claves sobre su calidad. Para eso hace falta un análisis más profundo. En efecto, el del propio autor siempre va a estar viciado, pero hay cosas que él mismo sabe si se pone la mano en el corazón. Los lectores no siempre saben dar con esas cosas o, a veces, no quieren compartirlas -por pudor, por no sentirse capacitados, por muchas cosas-.

Ten en cuenta también que a veces las "primeras" novelas de un autor son la séptima o la octava que escribe. En mi caso tuve la suerte -con sus pros y sus contras- de ver publicada mi primera novela, que escribí con diecisiete años. Tiene sus cosas buenas, claro, e incluso sintoniza muy bien con un determinado público, y, como me dijo mi hermano, no desentona con muchas novelas del género publicadas, pero también tiene deficiencias que cualquier lector con bagaje te puede señalar, y esas, como autor, no quiero repetirlas. Aunque mis siguientes trabajos tengan menos química, estén menos inspirados o funcionen peor, esas no puedo repetirlas porque son, a fin de cuentas, las únicas sobre las que puedo actuar.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bestia insana
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Pues me gustaría echarle un ojo a esa primera novela, para empezar el título me atrae más. Pero tal vez hablo como escritor (con toda mi edad, sólo protoescritor, como dices, o escribidor, o escrivano, con "v")

 

 

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Canijo
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Patapalo dijo:

Canijo dijo:
¿Que si me ha pasado, Kachi? Por Dios, tú mismo te tienes que acordar de algunos de mis primero truños, de que no tenía ni puñetera idea de guiones y menos de tildes diacríticas, de que a partir de las 1000 palabras sufría una barbaridad para poder seguir con un mismo relato, y así mil cosas.

Risa cachonda Me parecía mal señalar.

De todas formas, el ímpetu sin un mínimo de guía puede enquistarse y volverse amargo. No sé, yo al menos aprecio mucho el que nos juntáramos unos cuantos autores con ganas de aportarnos unos a otros y, también, el haber ido encontrando editores -me da igual de editoriales que de webs que de revistas digitales- y lectores que han sabido darme claves sobre mi propio trabajo.

Pero esto no es tan complicado, los que un día hicimos para y fonda en OJ ahora estamos en OZ, junto con otros nuevos que se han ido sumando, los que se encontraron en Cyberdark pasaron a engrosar las filas de Sedice y a ellos se sumaron más, también está por ahí el Multiverso, y los Prosófagos, y tantas y tantas que hay por ahí. En todos esos sitios se puede encontrar una guía para que no se enquisten los ímpetus. El resto es cosa del propio autor, saber buscar su estilo en comparación con los de otros, probar los tonos diferenciados que otros usan, cambiar para medirse con el de al lado, ver dónde se encuadra su pureza, su esencia. Pero uno tiene que ser permeable, tiene que asimilar que si otros, a partir de unos mimbres parecidos, tienen que seguir perserverando pasado mucho tiempo, lo suyo debe tomar un camino similar. El ego controlado es un acicate importante, vital para poder seguir, pero si se decontrola, la imagen que vamos a ver en el espejo va a ser parecida al escritor citado en el post de Entreescritores (http://www.ociozero.com/foro/31553/sobre-entreescritores). Por cierto, fíjate lo cerca que estaba esa respuesta para los que tuvieran esa pregunta en sus mentes, no creo que haga falta tanta volunta o esfuerzo para encontrarla...

 

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L. G. Morgan
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EDITO: Sorry, me he ido de página. Mi respuesta es sobre la cuestión técnica vs. instinto, inspiración, etc.

Pero yo no digo que haya que desdeñar la técnica, incluso que no haya que seguir aprendiendo y puliendo cuando uno es un profesional consagrado. Solo digo que, en el momento de escribir, no puedes (no yo, al menos) estar pendiente de ella. Y una cosa es la técnica y otra la premeditación sobre a qué cuota de público concreto quieres llegar, si conviene o no meter tal o cuál elemento (sexo, acción, violencia, sangre, relax...) justo aquí o allí para que la emoción sea esta o aquella... Cosas como esa sí matan la inspiración.

Hace poco me comentaba un amigo sobre una técnica que está trabajando (escuela americana cuyo nombre he olvidado), en aspectos sobre todo descriptivos. Se trata de cambiar descripciones manidas por elementos referenciales del sujeto, basados en su experiencia, que a la vez susciten respuestas más bien universales.

Comentábamos que tú no puedes estar escribiendo con el propósito consciente de aplicar la técnica. Tendrás que interiorizarla mediante la práctica, de modo que te salga casi sola en medio de tu narración, mientras estás centrado en la historia, ambiente, sensaciones...

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Bestia insana dijo:

Pues me gustaría echarle un ojo a esa primera novela, para empezar el título me atrae más. Pero tal vez hablo como escritor (con toda mi edad, sólo protoescritor, como dices, o escribidor, o escrivano, con "v")

Digital la tienes muy a mano, pero si la prefieres en papel, mándame un correo, que tengo algún ejemplar por casa. En cuanto a las denominaciones, son un poco de coña. Creo que vienen del debate aquél sobre cuándo puede empezar uno a considerarse escritor. Ganas de jugar con el lenguaje. Al término protoescritor le he tomado mucho cariño.

 

ps.- Canijo, sí, supongo que es fácil no enquistarse, pero no es menos cierto que los escritores novatos tienen tendencia -yo al menos también la he tenido- de entrar como un elefante en una cacharrería y, a veces, es difícil dar el brazo a torcer. Bueno, como en todos los aprendizajes, vaya.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Me releo y me doy cuenta de que, según mi comentario, parece que eso de escribir sea  a mi juicio exclusivamente cuestión de técnica, como arreglar lavadoras o algo así, y tampoco creo eso, así que matizo.

Evidentemente, hay primeras novelas en las que el autor rompe con todo lo anterior y macrosagas o novelas totales, de esas que se dice, que son increiblemente buenas; si no hubiera esa parte de creatividad e instinto leer sería bastante aburrido. De hecho Gene Wolfe, que suelo citar entre mis favoritos, empezó, tras su "fix-up" "La quinta cabeza de cerbero" con "Paz", una novela difícil de leer y siguió con la saga "El  libro del sol nuevo", fantástica en los dos sentidos. Le pongo a él de ejemplo por haberlo utilizado otras veces, pero  como él, muchos.

Sí es cierto que en esas primeras veces que uno se sienta al teclado, a menudo se intenta el gran experimento, que al final no puede seguir ni uno mismo o la gran novela-río, que le cansa a uno a las treinta páginas. Vamos, espero no ser el único al que le pasóAngus (y seguramente me pasará alguna otra vez).

Hace tiempo, un amiguete me recomendó a Roberto Arlt, poco después, otra persona me regaló "Los siete locos". En ambos casos, me decían que era un autor que me pegaba mogollón que me gustase. Entonces no  lo leí por motivos varios y, finalmente, ahora estoy con una edición muy chula de Diógenes de "Los siete locos y Los Lanzallamas", que juntos conforman una sola novela que se está convirtiendo en una de mis favoritas de todos los tiempos. Bueno, Roberto Arlt escribió:

"Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula."

 

Bueno, no sé hasta qué punto tiene razón, a mí me gusta hablar de libros, pero ahí lo dejo.

Ferrum ferro acuitur

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Buen golpe de Arlt

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Patapalo
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Muy buena la frase, sí, y muy efectista. Y al final es cierto: los libros se escriben en soledad. Eso sí, a partir de lo vivido a veces en compañía.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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bueno, para continuar (parece que Arlt nos ha dejado un poco helados) y seguir discutiendo un poco, diré que a mí "lo vivido" muy pocas veces me ha servido para escribir algo, yo de lo que me aprovecho es de "lo leído", (la idea no es mía) pero claro, Patapalo, tu vida parece haber sido bastante interesante, esgrima, equitación, viajes sin cuento, pero en fin, qué os parece, de dónde sacáis el material, vida o literatura (no vale decir que las dos cosas)

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Patapalo, primero perdón por sobrecargarte con más trabajo (cómo es posible qué respondas a todo el mundo, ¿te multiplicas? ¿es que hay 10 Patapalos?) pero volviendo a algunas de las cosas que dijiste, y no es por llevarte la contraria, es que soy así de incorregible, a mí me atraería mucho más que cualquier otro un orador tartamudo, y por otra parte, yo creo que en esto de la literatura hay que entrar precisamente como un elefante en una cacharrería, rompiendo cosas y haciéndote polvo, por lo menos me parece una buena manera de entrar, mira el tipo de entreescritores, ha conseguido que hablen de su libro y más de uno le habrá echado un vistazo, a mí no se me ha ocurrido, ni siquiera sé si es del tipo de libros de que estamos hablando

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L. G. Morgan dijo:

EDITO: Sorry, me he ido de página. Mi respuesta es sobre la cuestión técnica vs. instinto, inspiración, etc.

Pero yo no digo que haya que desdeñar la técnica, incluso que no haya que seguir aprendiendo y puliendo cuando uno es un profesional consagrado. Solo digo que, en el momento de escribir, no puedes (no yo, al menos) estar pendiente de ella. Y una cosa es la técnica y otra la premeditación sobre a qué cuota de público concreto quieres llegar, si conviene o no meter tal o cuál elemento (sexo, acción, violencia, sangre, relax...) justo aquí o allí para que la emoción sea esta o aquella... Cosas como esa sí matan la inspiración.

Hace poco me comentaba un amigo sobre una técnica que está trabajando (escuela americana cuyo nombre he olvidado), en aspectos sobre todo descriptivos. Se trata de cambiar descripciones manidas por elementos referenciales del sujeto, basados en su experiencia, que a la vez susciten respuestas más bien universales.

Comentábamos que tú no puedes estar escribiendo con el propósito consciente de aplicar la técnica. Tendrás que interiorizarla mediante la práctica, de modo que te salga casi sola en medio de tu narración, mientras estás centrado en la historia, ambiente, sensaciones...

De acuerdo con esto: toda técnica debe estar interiorizada para poder usarse. Por eso no soy mucho de decálogos o manuales de escritura, ni tampoco de talleres en su momento. Creo que la forma natural de usar esos elementos sale de racionalizar lecturas, de beber de ellas y luego, cuando escribes, encontrarte con que has usado el elemento que viste en tal sitio (a veces no te das cuenta tú, sino que es el feedback el que te lo señala).

La intención también hay que usarla un poco "sin querer", pero no del todo, creo que aquí la clave está en saberse porner uno en situación para que luego al escribir se transmita una cosa u otra. Eso sí, ciertos elementos, si sabes que pueden gustar más o menos, llamar a tal o cual lector, entiendo que sí se pueden integrar u omitir sin perder la esencia del relato, que ahí las tablas sí que te pueden ayudar a contar lo mismo escribiendo otra cosa, y no creo que ese control mate la inspiración. Esto es como cuando quieres que se sepa quién habla sin poner un "dijo tal"; a veces es muy fácil, y otras sale comiéndote un poco la cabeza.

 

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