Niño sin padre
La joven tendió al niño y se desligó de las manitas que buscaban refugio en su pecho cálido. Se sorprendió indagando en aquellos rasgos rudimentarios un atisbo de reconocimiento. El agua fría arrancó berridos de protesta al neonato, acallados pronto por el rumor de las olas.
El día de los inocentes
Las lágrimas escapaban de sus ojos mientras se alejaba del contenedor. Hubiera preferido abandonar allí su desarraigo, su jodida adicción, su terca miseria, en vez de aquel regalo con forma de muñeca que, hoy tampoco, a pesar de seguir siendo todavía una niña, podía permitirse.
¡Juro ante Dios que no escatimaré esfuerzos para saciar mi haaaambre!