El duelo

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Gwirdyon
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EL DUELO

Me despierto, de madrugada, hace frío y siento humedad en la espalda. Miro a mi alrededor para ubicarme. Estoy en la colina, con la ropa hecha jirones y empapada en sangre. Me palpo la tripa y los muslos para confirmar si es, o no, mía. No siento dolor, quizá un poco de frío. Siempre me ocurre cuando estoy haciendo la digestión. Me incorporo. Menudo desastre. Improvisaré una bolsa atando las mangas entre sí con lo que queda de mi camisa. Recojo todos los huesos que veo desperdigados y los guardo dentro. Busco la cabeza. Olfateo el aire, me agacho y huelo el suelo. No la encuentro. Estoy empezando a ponerme nerviosa. Respiro hondo. -Recuerda lo que hiciste –me digo a mí misma. Imposible. ¿Qué me diría mamá en esta situación? Mamá nunca me ha visto así, aunque seguro que lo imaginó muchas veces. Tropiezo con algo que casi me hace caer. Parezco un perro persiguiendo su propia cola. El sol empieza a salir, debo darme prisa, los cazadores no tardarán. Siempre llegan al alba, con las primeras luces. ¡Maldición! ¿Dónde está esa cabeza? Rebuscó entre los matorrales cercanos, nada, ningún rastro. Oigo un gruñido. Me giro inmediatamente. Es el perro de los vecinos a unos metros de distancia. Me está mirando. Me hace una señal con la cola, quiere que le siga. Obedezco, se me da bien. ¿Qué quieres, amigo? El perro baja la colina y en un llano empieza a escarbar como si le fuera la vida en ello, no anda desencaminado.
-¿Qué es eso? Pero ¿qué demonios?... Una oreja… pegada al resto de la cabeza...y es la que busco! ¡Buen chico, la escondiste por mí! –hago unos cálculos sencillos comparando el tamaño de la testa y el hueco libre en mi faltriquera. El resultado es negativo- ¿Dónde voy a guardar esto?
Oigo ladridos. Son los perros de los cazadores. Agarro la cabeza por los pelos y me voy a casa, deprisa, a paso rápido, seguida por el chucho que mantiene a raya a la jauría comunicándose con los perros a través sus ladridos. A saber lo que estarán diciendo. En unos metros estaré a salvo. Corro, sudo, me falta el aliento. No es aconsejable hacer ejercicio después de comer.
Llego a mi casa sin cruzarme con nadie por el camino. Mejor, hubiera sido difícil justificar mi situación: corriendo, con un perro que no es mío y una cabeza en la mano, que tampoco es mía. Cierro la puerta a mis espaldas y me apoyo en ella, deslizando mi coxis hasta el suelo. Ha ido justo. El perro de los vecinos también ha entrado en mi casa. Sus dueños no se han despertado aún. Le gusta estar conmigo. Se tumba largo a mi lado y clava su mirada bobalicona en mí. Su lengua entra y sale automáticamente al ritmo de su pesada respiración. ¿Qué pasará por su mente? ¿Pensará eso mismo de mí? Mi mente va de un lado a otro. Retazos de momentos que se quedan grabados y que afloran sin llamarlos, porque así es la naturaleza humana: débil.

"Con la perspectiva que me proporciona el tiempo que ha pasado, recuerdo mi infancia como una época difícil, llena de cambios y de miedos. Dicen que es duro ser padres, también es muy complicado ser hijos.
-¿Mamá puedo jugar con el perro de los vecinos?
-Claro, hija, pero ten cuidado con él.
Tuve mucho cuidado con el perro de los vecinos. Siempre obedecía a mamá.
Los vecinos se mudaron y vino una pareja de ancianos que traían un perrito de aguas con ellos.
-Mamá ¿puedo jugar con el perrito de los nuevos vecinos?
-Claro, hija, pero ten cuidado con el perrito.
Tuve mucho cuidado con el perrito de los nuevos vecinos.
-¡Mamá, está nevando!
En mis diez años de vida nunca había visto nevar. Conocía la nieve por las fotografías del tío Pablo, hermano de mi madre.
-Hija, hoy no salgas de casa, podría ser muy peligroso.
No salí. Mamá sabía bien cómo protegerme.
-Mamá, tú me quieres, ¿verdad?
-Claro, hija, te quiero más de lo que debiera.
-¿Me dejarás jugar en la hierba cuando venga la primavera? Me gustaría mucho rodar entre las flores.
-Ya veremos, hija, hay que tener cuidado con la gente. Sólo cuando no haya nadie.
Mamá no tenía un olfato tan bueno como el mío y yo le tenía que advertir de la presencia de alguien porque ella no lo olía ni a diez metros de distancia.
-Hija, cuando sientas que alguien se acerca, escóndete en casa. Evita el peligro.
El mundo, según mamá, estaba lleno de maldad y depredadores. A mí no me parecía peligroso en absoluto. Aún así, le hacía caso y obedecía para no preocuparla".

El braco levanta la cabeza, me mira y, sin previo aviso, dispara su lengua hacia mi cara y la embadurna de baba de perro. Es su manera de darme a entender que está orgulloso de mí. Su aliento es un compendio de olores que no me resulta desagradable pero me abruma por su inabarcabilidad. Me mira fijamente, un ladrido emitido en la frecuencia adecuada me anima a seguir mis remembranzas.

"Llegó la primavera, los árboles se llenaron de hojas verdes y salieron las caléndulas, las violetas y un montón de flores más de las que no conocía el nombre pero reconocía por el olor. Con la nueva estación también vino el tío Pablo. Cuando él llegaba mi vida se llenaba de alegría y emoción. Leí una teoría acerca del parecido genético entre tíos y sobrinos. Mi tío Pablo y yo hubiéramos servido de claro ejemplo para demostrar esa hipótesis. Era la única persona a la que me dejaba acercarme mamá.
-Sois iguales. Ojalá tu tío fuera la mitad de listo que tú.
Yo no consideraba que mi tío Pablo fuese tonto, pero mamá tenía su propia concepción del mundo. Me alegré mucho de ver al tío Pablo. Siempre traía noticias del exterior, ese vasto espacio vedado para mí por mi progenitora. A mamá no le gustó esa visita. Yo ya había aprendido a reconocer cuándo mi tío Pablo traía buenas o malas noticias y por la cara que puso mamá supe cómo eran esta vez. El tío Pablo y mamá sentados en el sofá, mirándose de frente y yo, observando desde la puerta. Mamá se puso muy seria, callada, luego se enfadó, gritó algo acerca de la falta de sentido común y acabó echando de casa al tío Pablo. Ni siquiera me miró a la cara cuando se fue. Mamá se acercó a mí y me abrazó. Recuerdo que yo sólo quería escapar de entre sus brazos, quería preguntarle al tío Pablo qué le había dicho, quería saber. No volví a ver fotos, ni postales, ni cartas del tío Pablo nunca más. Mi relación con el mundo se redujo a la mitad.

Mamá no me dejaba ir al colegio, decía que todo lo que necesitaba aprender me lo podía enseñar ella en casa. Tampoco permitía que jugara con otros niños de mi edad porque decía que podía ser peligroso. Su exceso de protección hacia mí sólo conseguía aumentar mi deseo de cruzar las vallas del jardín y salir al exterior lejos de su vigilancia obsesiva. Cuando cumplí la edad de ir al instituto mi madre tuvo una crisis de ansiedad. Siempre he creído que la fingió para retenerme con ella. A pesar de mi aislamiento, la larga sombra de la administración llegaba a todos los rincones. Los servicios sociales se encargaron de rescatarme y de que fuera a clase, y mamá y su Síndrome de Munchausen no consiguieron mantenerme encerrada en casa. Mi primer día de instituto fui a clase llevada de la mano de la trabajadora social, con una mochila prestada en el centro de acogida y unas zapatillas deportivas usadas, que la inquilina anterior de la habitación había dejado allí olvidadas. Recuerdo las caras de mis compañeros de clase mirándome, escrutándome, vigilando cada una de mis reacciones; nunca me habían visto, era normal que estuvieran intrigados. Yo también les miraba porque tampoco antes había estado con otros niños y eran todos tan diferentes. Me sentaron en una mesa en la primera fila. Todo era nuevo para mí. Aquella aula era mucho más grande que toda mi casa entera. Nunca había estado en una habitación en la que hubiera más de tres personas y allí estábamos veinte alumnos y la profesora. Podía oír los latidos acelerados del corazón de cada uno de ellos y oler su sangre corriendo velozmente por sus arterias y venas. Y entonces escuché a mi madre gritando en uno de los despachos del piso de arriba, justo encima de mi aula.
- ¡Por favor, no la dejen ahí dentro con todos esos niños, es muy peligroso¡ ¡Yo cuidaré de ella, pero no la dejen allí sola!
La voz de mi madre era el paradigma del miedo. Nunca la había visto tan asustada. ¿Por qué insistía en protegerme? Ya tenía doce años y podía cuidar de mí misma. No me daban miedo esos niños, ni el instituto, ni los cambios.

Al día siguiente de la discusión de mi madre con el director, quizá fruto de los nervios o de la emoción del primer día de clase, me llegó la menstruación por primera vez. Amanecí en la cama del centro de acogida envuelta en sangre y, a pesar de mi corta edad y de mi escasa socialización, entendí lo que había ocurrido. Mi instinto me decía que la naturaleza se abría paso en mí. Me lavé, me limpié y acudí al Instituto nuevamente de la mano de la trabajadora social. Sentí los ojos de mis compañeros clavados en mi nuca. ¿Tanto se me notaba? ¿Se habrían dado cuenta ellos? La trabajadora social me llevó hasta el baño. Una de las limpiadoras del centro de acogida había visto las sábanas ensangrentadas y se lo había comentado. Me dio una pequeña charla explicándome lo que tenía que hacer y me hizo una pequeña exhibición de compresas y tampones que me harían esos días más fáciles. Yo no entendía por qué había que ocultar la sangre si era algo tan natural. Se puso en contacto con mi madre para explicarle lo sucedido y para saber si alguna vez ella me había asesorado al respecto. Por supuesto que lo había hecho. Me había dicho que durante esos días no me acercara a nadie. ¡Si eso era lo que siempre hacía! A mitad de mañana volví a escuchar la voz aguda de mi madre gritándole al director. Esta vez sólo la oí a ella. Por el tono deduje que le estaba amenazando con alguna desgracia de las que siempre tenía en mente. El director sólo emitió un grito pidiendo auxilio como respuesta. De hecho, no volvimos a verle más".

El perro se revuelve en su sitio. Ha estado escuchando atentamente, entiende todo lo que le digo. Ya ha descansado y quiere jugar, me mordisquea un dedo con cuidado, sabe que no debe vulnerar los límites que le he impuesto.
-Ahora no, tengo que irme a trabajar, no tengo tiempo. Voy a darme una ducha. Quita de en medio -lo retiro de mi camino empujándole con el pie, con suavidad. Se aparta, lo justo. Me sigue al baño. Se sienta sobre las patas traseras al otro lado de la puerta. Sabe que no puede traspasarla, no se lo permito. Me mira.
-¿Quieres saber cómo sigue la historia? Puedo hablar y ducharme a la vez.

"Terminé mi etapa en el instituto y me gradué en Biogenética con cum laude en una prestigiosa universidad. Siempre he sido una buena estudiante. Soy lo que vulgarmente se dice “una rata de biblioteca”, de laboratorio, apostillaría yo, a tenor del tiempo que he pasado en ellos dada la naturaleza de mis estudios. Apenas me relacioné con nadie y sublimé toda mi energía en estudiar y aprender, eso que había anhelado tanto tiempo. No volver a ver a mamá también ayudó. Me gustaba mucho salir a pasear, sobre todo por las noches. Salía sola. Soy un animal de costumbres. Y además cultivé aficiones en las que no hubiera reparado, debido a la falta de oportunidad para llevarlas a cabo: Aprendí a observar y distinguir las estrellas desde la colina; a diferenciar los sonidos propios de los animales nocturnos que, como yo, disfrutaban del tiempo que hay entre el ocaso y el orto. Encontré una gran liberación en la caza al aire libre; y, una vez que conseguí la licencia de patrón de barco, me compré una pequeña embarcación para surcar los mares y practicar submarinismo. Todas mis nuevas aficiones estaban inversamente relacionadas con la privación de libertad durante mi infancia infligida por mamá".

-Mamá murió hace unos días. Yo no la vi, alguien del centro psiquiátrico llamó para comunicármelo.
El perro levanta la cabeza y me observa. Gime y me lame la mano. Vuelve a clavar su mirada en mis ojos.
-No me mires así, con cara de pena. Estoy bien. Mi psicóloga me ha recomendado que supere las etapas del duelo.
"Primera etapa del duelo: recordar todos los consejos que mamá me daba.
-Ten cuidado con el perro del vecino, es muy pequeño, no le hagas sufrir;
- Ten cuidado con el perrito de los nuevos vecinos, no te acerques demasiado a ellos o se darán cuenta, como los otros;
- Hija mía, un día te convertirás en una mujer y ese día serás más peligrosa que nunca. Prométeme que mientras viva harás caso de todo lo que te digo. No salgas de noche cuando haya luna llena, porque no podrán defenderse de ti; y, sobre todo, si no lo puedes evitar, procura no dejar huesos a la vista. Entiérralos bien, que no se vean los cráneos. Tu tío Pablo sabía bien cómo esconderlos en la nieve. Hasta que llegaba el deshielo y los encontraban".
-Mamá estaría orgullosa de ti, perrito, si alguna vez hubiera sentido orgullo por alguien. Esta mañana te has portado muy bien. Sólo te falta aprender a avisarme con más antelación de la llegada de los cazadores.

"Segunda etapa del duelo: decir adiós.
Anoche aullé dolorosamente a la luna llena desde mi colina, después de su entierro. Mi tío Pablo también me acompañó en la despedida. Aún no sé por qué le sigo llamando tío Pablo. A estas alturas de mi vida, a mis veintiséis años y gracias a una sencilla prueba de adn que realicé en mi laboratorio, he descubierto que en realidad es mi padre y que no era hermano de mi madre. Las cosas pueden parecer muy complicadas y, sin embargo, ser muy sencillas. Mi padre, un licántropo que se enamoró de una humana. Mi madre, una humana que tuvo una hija con un licántropo. Y yo, una niña loba criada en secreto por una mujer que hizo lo que pudo para proteger al mundo de su criatura".

-Tengo que cambiar de gel, y de toallas, y de loción corporal – me fijo en la puerta del baño. El perro ya no está. Ha vuelto a su casa. Los vecinos están a punto de despertarse.

-Tercera etapa del duelo: superar la pérdida y seguir adelante.
Mamá murió, ahora el mundo es mío.

"Es extraño, pero es verdad porque la verdad es siempre extraña, más extraña que una ficción". Lord Byron.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Albion
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Poblador desde: 10/12/2014
Puntos: 134

Sensaciones encontradas con este relato. En líneas generales, me ha gustado, lo he leído con interés, tiene un ritmo adecuado, la historia a ratos es original, a ratos no lo suficiente y me ha remitido a cierta famosa obra de cierto famoso escritor de novelas de terror. Pero bueno que esto es lo de menos. En resumen, que la cosa iba bien pero ese final, un tanto apresurado y demasiado explicativo, ha bajado un poco la nota final. Le doy tres puntos y medio

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Gwirdyon
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Poblador desde: 24/01/2017
Puntos: 44

Albion dijo:

Sensaciones encontradas con este relato. En líneas generales, me ha gustado, lo he leído con interés, tiene un ritmo adecuado, la historia a ratos es original, a ratos no lo suficiente y me ha remitido a cierta famosa obra de cierto famoso escritor de novelas de terror. Pero bueno que esto es lo de menos. En resumen, que la cosa iba bien pero ese final, un tanto apresurado y demasiado explicativo, ha bajado un poco la nota final. Le doy tres puntos y medio


Has sido muy benévolo con el relato. Totalmente de acuerdo contigo en lo que dices del final. En cuanto a la referencia, no leí el libro, vi la película, y las imágenes son tan potentes que es inevitable recordarlas en cuanto se ve o se lee algo parecido. Es como escribir "iba en barca y choqué" y todos pensamos "mira, como Titanic". Yo misma encontré cierta similitud al releerlo y lo hice inconscientemente. Tomo nota de tus observaciones, muy constructivas y te lo agradezco. Gracias, Albion.

"Es extraño, pero es verdad porque la verdad es siempre extraña, más extraña que una ficción". Lord Byron.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Un relato sencillo, agradable de leer, lo he disfrutado.

Como puntos débiles te comento dos, aunque desde un punto de vista muy subjetivo. Lo primero, le veo una cierta cadencia monótona, parece un reloj, nada rompe ese compás. Tal vez un inserto de humor (nada extravagante, solo forzar una sonrisa) le hubiera hecho bien .
El segundo es que peca de "didáctico" . Hay situaciones bien definidas que vuelves a definir y estropea un tanto el efecto. Por ejemplo

Quote:

entierro. Mi tío Pablo también me acompañó en la despedida. Aún no sé por qué le sigo llamando tío Pablo. A estas alturas de mi vida, a mis veintiséis años y gracias a una sencilla prueba de adn que realicé en mi laboratorio, he descubierto que en realidad es mi padre y que no era hermano de mi madre. Las cosas pueden parecer muy complicadas y, sin embargo, ser muy sencillas. Mi padre, un licántropo que se enamoró de una humana. Mi madre, una humana que tuvo una hija con un licántropo. Y yo, una niña loba criada en secreto por una mujer que hizo lo que pudo para proteger al mundo de su criatura".

Creo que desde "ser muy sencillas" es redundante.
Un escrito, en suma agradable y pausado, pero no exento de fuerza. La enumeración de las fases del duelo es, para mi, lo mejor de esta historia un poco "descarriada" ;-)
Nota: 3,25

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto a la forma, muchos problemas con los signos de puntuación, no sigue las convenciones más aceptadas en cuanto a los diálogos, dedazos y demás que invitan a un repaso del texto.

En cuanto al estilo, la narración es atropellada y merece replanteamiento.

En cuanto al fondo, el concepto es bueno y sus derivas son incluso propias de la narrativa de no ficción aunque entroncadas en la licantropía. Pero las formas deslucen el resultado.

Mi calificación es 3,25 estrellas.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Un cierto desarreglo formal y un tanto sistémico me han perjudicado la lectura. En cuanto a la historia, pues es interesante en cuanto a las relaciones maternofiliales y se lee con cierta fluidez, aunque tampoco parece que tenga mucha justificación, a efectos de estructura interna del relato, la relación entre el despertar en presente y la narración del pasado, pero también es cierto que tiene alguna buena imagen en cuanto, por ejemplo, a la relación con el perro.

En todo caso y, por mi parte, tiene una valoración de 3'25 estrellas que, con mayor seguimiento de las reglas ortodoxas del narrar (rayas de diálogo, comillas a inicio de párrafo, etc.), hubieran sido más.

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

No lo termino de tener claro con esta historia. Si bien me ha gustado leerla, no se me ha hecho pesada y ha captado mi atención, también es cierto que en cada momento esperaba un giro o una sorpresa que no ha terminado de llegar. Bueno, está lo del tío Pablo, pero no llega a calar, a tener importancia para el lector si es tío u otra cosa porque apenas interviene ni coge protagonismo en la trama.

Luego está el hecho de que los servicios sociales lleven directamente al instituto a la protagonista. Me ha hecho pensar si no debería ir antes al colegio, ya que apenas ha salido de casa.

Y el tema con  los perros de los vecinos. Es tan recurrente que parece que vaya a tener más importancia de la que finalmente tiene.

Es un relato que empieza muy bien, con la protagonista en una situación comprometida y sin apenas recuerdo, pero que, aunque transcurre de forma amena, no tiene puntos álgidos que superen a la escena inicial.

Cuidado también con la raya de los los diálogos.

2,75 estrellas

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Es un relato que se lee fácimente y del tirón, pero da la sensación de ser algo monocorde, que necesita de unos cuantos "gritos" de vez en cuando que te saquen de esa sensación. En ciertos momentos era como tener a alguien con un libro abierto leyendo en voz alta sin hacer entonación alguna.

La historia empieza bien, aunque creo que luego no mantiene la tensión. Yo por lo menos he echado en falta más andanzas de la protagonista como la que abre el relato.

En cuanto a errores formales, alguno hay, pero uno de los que yo he encontrado más llamativos ha sido este que copio y que me ha obligado a releer la frase pensando que había cambiado el narrador:
 

Rebuscó entre los matorrales cercanos, nada, ningún rastro.

En general me gusta la historia, aunque creo que se le podría sacar más jugo, sobre todo cambiando ese tono monocorde que he comentado. Le doy un 3,25.

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Una historia que gustaría al mundo japonés, más centrada en los sentimientos que en los sucesos.

De no ser porque la forma es un tanto «exótica» [tras escribir el comentario y ver el de los compañeros, veo que hay unanimidad] se leería con facilidad. Algún DDT alocado en forma de tilde sobrante y poco más, salvo lo mencionado de la forma en general.

El principio es estupendo, aunque la narración afloja un tanto hacia el final, que se me hace, muy subjetivamente, un poco soso. Vuelvo a insistir, que al centrarse en cómo va evolucionando emocionalmente el personaje, puede haber gente a la que le guste bastante. El personaje de la madre me parece el mejor de todos, y el auxilio del perro del vecino creo que es un acierto.

En fin, un relato entretenido, aunque algo difícil de leer por la forma. Vaya un tres y tres cuartos (3,75).

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

PS.—El título me parece adecuado aunque pensé en un principio en un reto entre dos o algo así.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Bote
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Poblador desde: 12/11/2012
Puntos: 1477

Una historia que empieza mostrando lo que pasa, continúa mostrando lo que pasa y finaliza igual. Quiero decir que no hay lugar para la sorpresa, desde el principio es la vida de una mujer lobo que transcurre en monotonía. Bueno, tal vez lo del  tío Pablo sea una sorpresa, aunque no termino de entender por qué ha tenido que realizar una prueba de ADN para comprobar que es su padre. De hecho, no entiendo porque se le ocurrió hacer la prueba. Vamos, que después de que muera la madre no sé por qué el tío Pablo no se lo contó sin más. Aparte de esto, admito que la historia se lee muy a gusto y llega un momento en que da rabia que termine.

Antes de colgarlo he leído los comentarios y ya sé por qué me ha resultado tan agradable la lectura. Ha sido Torpeyvago el que me lo ha hecho notar cuando ha escrito: Una historia que gustaría al mundo japonés. Y es que he sentido lo mismo que cuando leí Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro. Es notorio, para mí, conseguir contar algo tan traumático, tan horrendo, de una forma tan... ¿plácida? Como si lo que le ocurre a la protagonista fuera algo normal con lo que convivir día a día, sin preguntarse por maldiciones o futuros inciertos, solo viviendo y aceptando lo inevitable.

4, 5 estrellas

Mírame a los ojos...

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Bote dijo:
Es notorio, para mí, conseguir contar algo tan traumático, tan horrendo, de una forma tan... ¿plácida? Como si lo que le ocurre a la protagonista fuera algo normal con lo que convivir día a día, sin preguntarse por maldiciones o futuros inciertos, solo viviendo y aceptando lo inevitable.

Talmente lo que quería decir, pero tú lo has dicho mejor.no

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Coincido con los anteriores en cuanto a leves errores y el tono correcto, plácido, de la historia. Tres estrellas:

 

***

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Bote
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Poblador desde: 12/11/2012
Puntos: 1477

torpeyvago dijo:

Bote dijo:
Es notorio, para mí, conseguir contar algo tan traumático, tan horrendo, de una forma tan... ¿plácida? Como si lo que le ocurre a la protagonista fuera algo normal con lo que convivir día a día, sin preguntarse por maldiciones o futuros inciertos, solo viviendo y aceptando lo inevitable.

Talmente lo que quería decir, pero tú lo has dicho mejor.no

Tendría que haber usado la palabra "notable" en vez de "notorio", smiley  pero sí, es curioso como un relato sencillo gana por la forma en la que se cuenta. Le va muy bien. Para mí, claro.

Mírame a los ojos...

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MauricioPsy
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Poblador desde: 16/01/2017
Puntos: 96

Me ha dejado gusto a poco, es que el principio empieza emocionante, tenso, manteniendote al borde del asiento, los personajes son encantadores; la protagonista: graciosa y realista; el perro del vecino: simpatico e inteligente. Esa vuelta a casa con los cazadores persiguiendoles los talones casi los he acompañado.

Por un momento me recordó a mi querida Poli...

corriendo, con un perro que no es mío y una cabeza en la mano, que tampoco es mía. 

Es que esta frase me ha encantado y ojala todo el resto del relato hubiera seguido el mismo tono. 

Ya luego me pierdo cuando al principio sólo está recordando y luego me enteró que le estaba contando a su amigo. Y me desespero ansioso atento a pistas para entender una vuelta de tuerca que no llegó.

En fin, la enumeración de las etapas del  duelo me gustaron, aunque yo las conocía de otra manera. 

En fin, 3.25 puntos y exito en el concurso.

-"No está muerto lo que vive eternamente, y en extrañas eras hasta la muerte puede morir"-

H.P.Lovecraft.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Me da la impresión de que se queda en el planteamiento. Presenta a un personaje interesante, sí, pero poco más; no le encuentro tanto peso a las revelaciones que se hacen al final como para pensar que ahí debe quedar la cosa. La narración está un poco embarullada, falta de pausa. Quizá esté hecho a propósito para reflejar la personalidad de la protagonista, pero no deja de resultar incómodo para el lector. Me han gustado las pinceladas de humor, que por desgracia desaparecen a partir de un momento dado, y detalles simpáticos como las interacciones con el perro del vecino.

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IMayayo
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Poblador desde: 18/12/2016
Puntos: 59

El relato me parece correcto, incluso el ritmo plácido y los toques de humor (lástima que no haya más) me gustan. Para mí el problema reside en el final (aunque algo así ya se ha comentado). SPOILER:

Ya sabíamos que la madre no tiene miedo de que los perros dañen a la niña o la gente. Tiene miedo de lo contrario. Hemos visto a esa niña, ya mayor, corriendo con una cabeza en la mano. No veo la necesidad de volver a eso. 

A mí también me choca que los servicios sociales no hubieran actuado antes y la revelación del tío Pablo creo que tiene poca fuerza.

En definitiva, mi nota 3,5. Un saludo y suerte.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Podría fluir algo mejor con el empleo cuidadoso de las comas, dos puntos, etc. En cuanto a la forma de contar la historia es una fórmula de dos tiempos que ya se ha empleado en el certamen y que me gusta bastante, y que como alguien comentó (pero después de leer 57 relatos no me digas quién) daba una sensación de redondez.

En cierto modo, la historia de la madre zumbada y la niña menstruando en el instituto recuerda a Carrie, ya lo digo yo. No me cuadra mucho que los servicios sociales actúen cuando ya es tan grande como para ir al insituto y que se convierta en una cerebrito, porque a la vez necesita una prueba de ADN (en mayúsculas) para confirmar algo que resulta obvio (al menos los lectores lo hemos visto desde el primer momento). Además, tampoco aporta nada al relato.

3 estrellas

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Aunque tiene algunas aristas que pulir (temas de comas, alguna cacofonía, algún ajuste a la estructura de las frases, alguna repetición), el relato tiene unos magníficos cimientos: la estructura de la historia, el despertar de la protagonista y el despertar licantrópico, la relación entre la naturaleza y la bestia, la angustia de la madre, una ortografía de primer nivel (algo que, por desgracia, no abunda)... El arranque no me había seducido en absoluto, pero he terminado rendido ante la historia.

Creo que se podrían suprimir algunos elementos (no creo que necesite una prueba de ADN para entender quién es su padre), pero me ha gustado mucho el enfoque, entre intimista y melancólico. Buen trabajo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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