Hasta que la muerte nos separó

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Curro
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Hasta que la muerte nos separó

 

Después de una jornada que había durado quince horas, primero en la oficina y luego en el tedioso afterwork, Diana llegó a casa completamente agotada. Estaba siendo una semana dura: dormía muy poco y se alimentaba a base de sándwiches rápidos delante del monitor. Sin embargo, se sentía feliz. Las cosas habían empezado a salir bien en el trabajo y los jefes valoraban su esfuerzo. Tras casi dos décadas viviendo a la sombra de su marido, le enorgullecía saber que era mérito suyo, no le debía nada a nadie. Se vio tentada de aceptar esa última copa a la que quiso invitarle el nuevo compañero brasileño, Juan, o Joan, como se llamara. Pero estaba demasiado cansada y todavía le quedaba un madrugón antes del fin de semana.

Hacía calor en el hogar. Mientras avanzaba por el pasillo, se quitó el jersey y se quedó en sujetador. Cuando pasó frente a la puerta del primer dormitorio, el lamento ahogado que escuchó la dejó helada. Se cubrió los pechos y miró hacia el lugar de donde parecía haber llegado el ruido. Se sintió observada. Contuvo la respiración. La luz de las farolas solo atravesaba en parte las finas cortinas y creaba sombras inciertas. Escrutó en las tinieblas sin demasiado éxito, solo alcanzaba a ver la mesilla y la fea lámpara desfasada. Ese cuarto le traía malos recuerdos.

Escuchó un nuevo jadeo ronco y prolongado. Dio un respingo y contuvo un grito. Después, echó a correr hasta el final del pasillo y entró en la habitación en la que dormía sola desde hacía meses. No volvió a salir hasta el día siguiente.

 

Anita: vamos Didi! Tienes que apuntarte, ke hoy por fin es sábado!!! Solo hemos quedado Bea y yo. Vente!!!

Tú: no de verdad. Creo que no voy a salir

Anita: joooo..... si te encuentras mal puedes llamarme cuando sea

Tú: lo se! Gracias :)

Anita: debes animarte. Aunque se ke será jodido después de lo ke le sucedió a Andrés…..

Tú: en realidad no sabes lo JODIDO que es. No sabes ni la mitad

Anita: me lo puedo imaginar. Pero tienes que seguir tu vida

Tú: te digo que no sabes nada. NADA

Anita: vale, vale. No te enfades Si al final te animas danos un toque

Tú: no es cuestión de animarme o no. Es que estoy muy cansada

Anita: vale. pues cuando puedas nos dices. Bsos!!

Tú: ciao!

Dejó caer el teléfono móvil sobre el colchón y se abrazó las piernas. ¿Qué la asustaba tanto? Era una persona adulta, no podía dejarse llevar por el pánico. Salió de su habitación y cruzó despacio el pasillo para llegar hasta la siguiente puerta. Contuvo el aliento, aterrada. Asomó.

Solo silencio y quietud. Se sintió estúpida. No había nada que temer ahí dentro.

De pronto un semáforo cercano se puso en verde e iluminó la estancia. La figura bañada en color brillante resultaba casi irreal, minúscula en comparación con la enorme cama de matrimonio. No se movía, parecía que no respirara. Pero la miraba, la miraba con esos ojos húmedos y crueles que tanto temió cuando estaba vivo y tanta repugnancia le generaban ahora.

Andrés alzó una mano y lanzó un prolongado gemido, como si quisiera decirle algo. Ella cerró la puerta con rapidez.

 

Se acostumbró a compartir techo con ese ser. Llegó a la conclusión de que era inofensivo. Se limitaba a acecharla desde aquel dormitorio que una vez compartieron. Solo era una sombra de lo que fue, horrenda e incómoda, pero una sombra al fin y al cabo.

A veces, el ente parecía reunir la fuerza suficiente como para emitir susurros que le helaban la sangre.

―Llegas tarde.

―Vas vestida como una fulana.

―Tienes la casa echa una mierda.

―¡Obedece!

Ecos marchitos que llegaban del más allá. Un perro viejo no aprende trucos nuevos; uno muerto, menos aún. Diana nunca respondía, y no porque temiera una reprimenda o incluso un guantazo, no; eso era antes. Ahora ya no tenía poder real sobre ella. No respondía porque no lo merecía, no malgastaría saliva en ese despojo en que se había convertido quien fue su marido tirano; prefería ignorarlo, dejar que rumiara hiel carcomido por la ira.

Pero, aunque se hubiera acostumbrado a no temerlo, era una creciente molestia, una fuente de desasosiego. No es plato de buen gusto tener que convivir con un espectro, sobre todo con uno tan detestable. Aunque no lo mirara a la cara, sentía siempre sus ojos inquisidores clavados en la espalda, escuchaba sus quejidos o incluso creía oler a veces el hedor a muerte que parecía haber traído al hogar.

El maltrato físico había cesado, pero la tortura mental proseguía.

Siguió viviendo varias semanas acosada por el fantasma de su marido.

 

―¡Buen día! ―dijo Julia, la asistenta, mientras entraba en el hogar―. ¿Está en casa, señora? Lo digo porque no está la llave echada…

Diana la contempló desde su habitación.

―¿Se encuentra bien, señora? Tiene la cara congestionada…

Se escuchó un gemido inarticulado. Julia no se inmutó.

―¿Ha estado llorando, señora?

Diana se llevó un dedo a los labios. No quería que el espectro supiera de su debilidad. Preocupada, la otra mujer avanzó hacia ella

―Hay momentos en que creo que no puedo soportarlo… ―confesó en voz tan baja que Julia tuvo que acercarse mucho para escucharla.

―¿Soportar qué? ―le preguntó la asistenta en un susurro cómplice.

―¿No lo notas?

Julia la miró sin comprender.

―Andrés ―dijo Diana sin saber precisar. No quería que la tomaran por loca, aunque no pudo evitar que la voz le temblara. Miró hacia la puerta del otro dormitorio por encima del hombro de su diminuta empleada―. Se trata de Andrés. A veces creo… Aunque ya ha pasado un tiempo, a veces siento que…

Julia suspiró comprensiva. La estrechó entre sus brazos y le dijo en voz baja:

―Lo sé, señora, lo sé… Fue muy duro. Un hombre tan joven, tan lleno de vitalidad… Ese ictus del diablo… Pero tiene que ser fuerte, señora. Tiene que ser fuerte.

Se mantuvieron abrazadas un buen rato. Julia también lloraba. Claro; cuando vivía, su marido parecía un hombre encantador, atento y hasta divertido; solo ella sabía cómo había sido en realidad: manipulador, egoísta, envidioso, violento.

―Lo sé, señora… Lo sé… ―repetía la asistenta, como un mantra.

«No. Tú tampoco sabes nada», pensaba Diana.

 

¿Debía mudarse? Ya no era una mantenida, tenía un sueldo decente y no dependía económicamente de nadie. ¿Por qué no largarse, abandonar esa casa maldita y vivir su vida?

Negó con la cabeza. Porque sería rendirse. Aquel era su hogar. Su hogar.

No, no se rendiría. Ganaría la batalla.

 

Chocó contra la puerta cuando se besaron en el pasillo. La risilla que se le había escapado a Diana se cortó en el acto.

―¡Silencio! ―pidió con el dedo.

João, hizo una mueca confuso, con los cabellos rizados despeinados y los labios manchados de carmín. Le habría resultado gracioso si no estuviera tan asustada.

―¿Qué sucede? ¿Hay alguien en casa?

―Claro que no ―dijo Diana. Se giró para introducir la llave. João la manoseaba.

«Qué estoy haciendo», se preguntó mientras abría.

Cruzaron el pasillo despacio. Su compañero empezó a quitarse la camisa. Ella aprovechó para adelantarse y escrutar hacia el cuarto de matrimonio. La persiana estaba cerrada y no logró distinguir nada en la oscuridad absoluta, no sabía si el espectro acechaba. Por si acaso, cerró la puerta.

―Te amo, mi gatinha.

Diana lo besó con rapidez para hacerle callar. Solo cuando estuvieron en la habitación al fondo del pasillo, con la música sonando a suficiente volumen, se sintió tan segura como para hacer el amor con su atractivo compañero.

 

Al día siguiente, mientras preparaba el desayuno en la cocina, escuchó un fantasmal lamento que venía del dormitorio cerrado:

―¿Crees que soy gilipollas?

Se quedó paralizada. Normalmente, la criatura no era capaz de hablar tan alto. João se había marchado temprano, de forma apresurada. Lamentaba que no estuviera con ella en esos momentos para darle fuerzas. Esperó de pie, en pijama y con el plato de huevos revueltos y beicon en la mano. El desayuno se estaba enfriando y ella también. Sin embargo, tardó en moverse.

Cuando se armó de valor, salió de la cocina y cruzó el hogar casi a la carrera. Pero no llegó hasta su cuarto.

―¿Crees que no lo sé?

El gritó fantasmal la sobresaltó y el plato se estrelló contra el suelo.

―¡Ramera!

Diana notó que las lágrimas empezaban a surcar su rostro. Se volvió lentamente. Estaba harta. Esta vez no huyó, al contrario, abrió la puerta del cuarto de matrimonio y se enfrentó a la difusa figura de Andrés, casi sepultada en su asqueroso lecho, huesuda y pútrida.

Al ente le costaba hablar, como si le supusiera gran esfuerzo atravesar la barrera entre su mundo y el de los vivos:

―Me dejas aquí encerrado y… solo…  mientras tú te follas… a ese malnacido… en nuestra propia casa…

Era solo un eco, un mal recuerdo de aquellos tiempos en que ella era poco más que una esclava a la que solo se le permitían trabajos de mierda de media jornada, una sirvienta que tuvo que renunciar a sus sueños, a sus aspiraciones. Una mujer bonita con la que salir en las malditas fotografías que él subía a las redes sociales. Un objeto sexual que utilizar a su antojo.

―Te mataría a hostias… Ahora… todos sabrán… la clase de… mujer que… eres…

Ya no era así. Ahora era libre. Y no tenía por qué soportar eso.

―¡Puta!

Diana lanzó un gritó. Cogió la pesada bombona de oxígeno y la alzó. Justo antes de estrellarla contra la cabeza del espectro, le pareció que el terror afloraba en los ojos de este y su boca se desencajaba bajo la mascarilla de plástico.

 

Durmió hasta altas horas aquella mañana. La despertó Julia cuando saludó desde la otra punta del apartamento:

―¡Buen día! ¿Otra vez en casa, señora? ¿Qué tal…?

La frase se convirtió en un alarido horrorizado. Diana escuchó alejarse los pasos apresurados de la asistenta y luego volvió el silencio. Creyó conveniente levantarse, pero llevaba tiempo sin estar tan a gusto en la cama y decidió dormir un poco más.

Muy poco más. Oyó las voces de sus vecinos a través de la puerta que Julia había dejado abierta; repetían varias palabras, «sangre» y «muerto». Alguien se identificó como la policía con un grito y avisó de que iba a entrar. Diana, con pereza, se levantó y se vistió; sospechaba que iba a ser necesario.

Dos agentes la sacaron de casa esposada. En el portal, otros dos intentaban mantener a raya a los curiosos. Mientras esperaban al ascensor, logró entender parte de la conversación entre el vecino de la puerta de enfrente y la cotilla del sexto izquierda, que la miraban con descaro y murmuraban en voz demasiado alta:

―…y me contó la asistenta que cada vez tenía que echar más horas para a cuidar del bueno de Andrés, que la esposa apenas se preocupaba por él desde que el ictus lo dejó paralizado.

―Me pregunto si lo habrá matado para ahorrarle el sufrimiento o para librarse de una molestia…

Diana sopesó explicarles que no era así, que no había matado a nadie, que su marido llevaba muerto más de un año y lo que habitaba con ella en aquella casa encantada no era más que un espectro, una sombra nacida de la amargura. Pero resolvió que sería un esfuerzo fútil: ellos, como todos, no sabían nada.

Entró en el ascensor junto a los policías. Ignoraba qué sería de ella, pero estaba bastante segura de una cosa: el fantasma de Andrés no volvería a acosarla nunca.

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Patapalo
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Puntos: 208004

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Tony Kanapes
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Puntos: 173

Un buen cuento, Curro, diferente. Me gusta tu apuesta por un fantasma diferente y que deja muchos tipos de huellas al marchar.

Tengo que reconocer que las pistas estaban diseminadas y en la relectura se ven claras. Tal vez lo que menos me ha convencido es el tono elegido, me ha resultado tan expositivo y frío que aunque el giro final me ha encantado, no me ha dejado tanto poso.

Aún así, un buen relato. Gracias por compartir. 3 estrellas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1151

Buen relato, aunque he dudado si es clasificable como fantasma...

Tres estrellas y media: ***'

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Creo que este relato es un ejemplo perfecto de relato arriesgado, que juega a un giro final sorprendente que está al límite de la definición de "relato de fantasmas". Porque Andrés es el personaje clave y yo creo que ha sido lllevado con la suficiente habilidad para aceptar la jugada y aplaudirla.

Logicamente, el "esconder" a Andrés carga el peso del relato sobre Diana y ese es el punto débil del cuento, en mi opinión, porque sólo hay un punto de vista, el de ella. Y claro cuando se descubre el pastel y se cambia el lado de la mesa, la sensación de "un poco de trampa si me has hecho".

El estilo me ha gustado, directo, eficaz y un tanto frío, le da un aire de crónica de sucesos muy adecuado. Me ha gustado menos el diálogo telefónico (prefiero el formato clásico) y algún vocablo como afterwork, taan actual como prescindible.

En general, el relato es solvente y la sorpresa es colosal. Me queda la sensación de que podías haber jugado más con otros personajes para genera dudas sobre el fantasma sin perder el efecto final.

Mi nota es 3,75

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Perdón, olvide comentar el título: ingenioso y que refuerza la hsitoria sin desvelar el fianal.

Y cabia la nota, que es 4.

 

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208004

Bien jugado, sí señor. Conmigo el tempo ha funcionado a la perfección: he encajado las piezas justo cuando se alzaba la bombona de aire, lo que ha hecho que el relato ganara enormemente en fuerza. La propuesta es muy interesante y da una perspectiva particular de lo que es un fantasma, un espectro, del dolor de verse ignorado y atrapado. Es cierto que bordea la temática de la convocatoria de un modo temerario, pero, al mismo tiempo, consigue sacarle mucho jugo.

Un relato muy interesante y que además aborda una problemática de actualidad con determinación. Gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1045

Muchas gracias por las lecturas y opiniones.

Como siempre digo: igual no conviene replicar demasiado a los comentarios hasta que termine el concurso, pero parte de la gracia está en intercambiar opiniones, ¿no? Y me han llamado la atención los de Bio:

Bio Jesus dijo:

Logicamente, el "esconder" a Andrés carga el peso del relato sobre Diana y ese es el punto débil del cuento, en mi opinión, porque sólo hay un punto de vista, el de ella. Y claro cuando se descubre el pastel y se cambia el lado de la mesa, la sensación de "un poco de trampa si me has hecho".

No, un poco no, he hecho muchas trampas, muy descaradas y sin ápice de vergüenza. Vamos, que al final me vanaglorio de tener una mano con cinco ases y me da igual que en una baraja legal solo haya cuatro.

La mayor, claro, es que Diana se refiera a Andrés como fantasma o espectro, licencia literaria algo forzada en boca del narrador pero que decidí utilizar. No me apetecían sutilezas rebuscadas :D

Bio Jesus dijo:

El estilo me ha gustado, directo, eficaz y un tanto frío, le da un aire de crónica de sucesos muy adecuado. Me ha gustado menos el diálogo telefónico (prefiero el formato clásico) y algún vocablo como afterwork, taan actual como prescindible.

Los mensajes de WhatsApp y la palabra afterwork son prescindibles, pero hay un motivo por el que están ahí. Quería que quedara claro que Diana, tras vivir durante años eclipsado por un marido dominante y déspota, es ahora una mujer que tiene éxito en el trabajo, que hace cosas muy de s.XXI como ir al afterwork tras la jornada laboral o quedar con las amigas ―o intentarlo― por WhatsApp. No sé, me pareció interesante al perfilar al personaje.

Bio Jesus dijo:

Perdón, olvide comentar el título: ingenioso y que refuerza la hsitoria sin desvelar el fianal.

Gracias, ¡oh magnánimo! Suerte que no lo dejé que el que tenía en el documento Word, que creo que era algo así como Acoso fantasmal :D

 

Patapalo dijo:

Un relato muy interesante y que además aborda una problemática de actualidad con determinación. Gracias por compartirlo.

Gracias por el comentario. No me suelo meter en jardines como este, me cuesta, pero me pareció escalofriante la idea cuando pasó por mi cabeza y me puse a ello.

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solharis
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 21906

(relato 19)

Por mi parte no hay problema en cuanto a que se ajuste al tema del certamen. Los falsos fantasmas dan mucho juego más allá de Scooby Doo. El giro es interesante porque además no se trata sólo de jugar con que el fantasma sea real o no sino que tanto o más importante es quién es el villano. Desde el principio simpatizamos con Diana, la víctima de una relación tóxica y del acoso conyugal, y luego resulta que la realidad es bastante más gris. 

En cuanto al estilo, se busca la modernidad que corresponde a una historia sobre un tema tan de actualidad como la violencia de género.

4 puntos

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Sobra alguna coma, falta alguna hache, hay erratas sueltas pero nada demasiado grave. Quizá se repita demasiado la palabra “hogar”. El giro conmigo ha funcionado muy bien, y yo también lo considero bien encuadrado en la convocatoria. Eso sí, algo tramposo sí que es, sin duda. Poco más que decir, sin ser de mis ultrafavoritos de este Polidori sí está en el grupo de los que he disfrutado bastante.

3,5 estrellas.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1045

Invierno dijo:

(...) falta alguna hache (...)

Una muy gorda; pensé que nadie se daría cuenta

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Quote:

Gracias, ¡oh magnánimo! Suerte que no lo dejé que el que tenía en el documento Word, que creo que era algo así como Acoso fantasmal :D


Me pones ese título y te mando un sicario }:-D

Y, ¡que tiempos aquellos en que el afterwork eran "las cañas de después del curro"!

Si no fuera por el bicho os proponía un afterPolidori :p

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Quote:

Gracias, ¡oh magnánimo! Suerte que no lo dejé que el que tenía en el documento Word, que creo que era algo así como Acoso fantasmal :D


Me pones ese título y te mando un sicario }:-D

Y, ¡que tiempos aquellos en que el afterwork eran "las cañas de después del curro"!

Si no fuera por el bicho os proponía un afterPolidori :p

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Curro dijo:

Invierno dijo:

(...) falta alguna hache (...)

Una muy gorda; pensé que nadie se daría cuenta

 

La he reconocido porque es una vieja enemiga que me ha dado más de un disgusto heart  Siempre tengo un momento de cuelgue mental y necesito buscar si va con o sin.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Bio Jesus dijo:
 Si no fuera por el bicho os proponía un afterPolidori :p

No estaría mal. Unas cuantas cervezas y vamos puntuando de 1 a 5 las tapas.

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Creo que me sobran los primeros párrafos porque en realidad el relato comienza con la conversación de mensajes.

Hay demasiadas repeticiones. Por ejemplo:

¿Debía mudarse? (1) Ya no era una mantenida,(2) tenía un sueldo decente y no dependía económicamente de nadie. (2) ¿Por qué no largarse, abandonar esa casa maldita (1) y vivir su vida?

Negó con la cabeza. Porque sería rendirse. (3) Aquel era su hogar.(4) Su hogar.(4)

No, no se rendiría. (3) Ganaría la batalla.”

Alguna puede ayudar a dar una intensidad concreta (como el 4), pero cuando cada cosa se repite de dos maneras distintas continuamente, el efecto se pierde y se vuelve un texto redundante.

Hay una incoherencia gorda y la aparición cambia del aspecto: “la difusa figura de Andrés, casi sepultada en su asqueroso lecho, huesuda y pútrida.” a: “Cogió la pesada bombona de oxígeno y la alzó. Justo antes de estrellarla contra la cabeza del espectro, le pareció que el terror afloraba en los ojos de este y su boca se desencajaba bajo la mascarilla de plástico.” Luego se descubre que es intencionado, pero el problema es que destaca tanto que acaba anticipando el pastel.

El fantasma como metáfora de un trauma arrastrado me estaba pareciendo una muy buena opción mientras leía, el problema es que el desenlace le juega en contra. Me hubiera parecido mucho más verosímil una mujer maltratada que trata de rehacer su vida viendo y conviviendo con su maltratador convertido en un fantasma que solo está en su cabeza (la idea me parece tremebunda), que la opción que ha tomado el autor de dejar el final en medio de la incertidumbre: “ que no había matado a nadie, que su marido llevaba muerto más de un año y lo que habitaba con ella en aquella casa encantada no era más que un espectro, una sombra nacida de la amargura” porque así no me queda claro si ha salido de la metáfora o no.

Gracias por compartir y suerte.

 

*La colleja va para la potencia de la luz verde del semáforo, que me dejó encandilá a lo bestia.

 

 

 

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1045

¡Gracias por los comentarios!

jane eyre dijo:

*La colleja va para la potencia de la luz verde del semáforo, que me dejó encandilá a lo bestia.

Basado en hechos reales. Cuando vivía en Infanta Mercedes y mi salón estaba a oscuras, se iluminaba a lo bestia cada vez que el semáforo cambiaba a verde. Es curioso que con el rojo no sucediera (menos mal...).

Como apunte, cuando escribo relatos ambientados en el interior de un piso, tiendo a imaginarme ese. Creo que fue porque allí fue donde empecé a escribir un poco en serio.

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

Un drama planteado como historia de fantasmas cuando en realidad no hay fantasmas (un relato al filo de la ley). La prota lo vive como tal, por lo que la historia aparenta muy bien ser de fantasmas. La trama se activa y se alimenta de esta apariencia. Bien planteada, bien constuído ese castillo de naipes que sirve, sobre todo, al final, con la salvedad de que a mitad de camino se recarga en redundancias. El golpe final es muy diferente e inesperado (teniendo en cuenta lo que se espera en una antología de fantasmas), genial golpe. Entiendo que se ha buscado en la insistencia la justificación del crimen ejecutado. Funciona, aunque como un arma de doble filo. El precio de tanto hastío dicho es esta sobredosis que resta. La redundancia empieza después del “—¡Obedece!”, con ejemplos como, “marido tirano”, “No es plato de buen gusto tener que convivir con un espectro, sobre todo con uno tan detestable”, “Siguió viviendo varias semanas acosada por el fantasma de su marido”. Con una buena podadora y ajustar algunas tuercas ya quedaría fetén. El diálogo con la asistenta social, en cambio, ha contribuido a mostrar en lugar de decir. Y muy bien recreada la conversación de whatsapp, natural y fluida.

“―Llegas tarde.

―Vas vestida como una fulana.

―Tienes la casa echa una mierda.

―¡Obedece!”

Así que acá está la famosa h que pensabas que nadie notaría, ehh, jeje. Todas estas intervenciones son dichas por el mismo personaje. Tal vez, la mejor manera de presentarlo sea con cada intervención entre comillas. (aunque se entiende, también podría ser la primera raya y después cada párrafo con la comilla invertida):

«Llegas tarde».

«Vas vestida como una fulana».

«Tienes la casa hecha una mierda».

«¡Obedece!»

“… una fuente de desasosiego”. Podría evitarse la cacofonía si cambiamos por inquietud.

“… para hacer el amor con su atractivo compañero”. Redunda en el concepto ya perfectamente dibujado.

Falta espacio entre los puntos suspensivos y la raya, “―…y me contó…”

3,75

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2768

Buena historia, que arriesga con ese giro final, ya que  engaña desde el primer momento porque te hace pensar que Andrés es un fantasma y no un hombre vivo.

Todo lo que se cuenta está guiado a hacerte creer que esto es así, hasta que llega el desenlace. En una relectura posterior te das cuenta de que todo encaja.

4 estrellas.

 

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1045

Ayer no llegaba a puntuar antes de las 00:00 y me salté los últimos comentarios. Muchas gracias.

Angelito, tendré en cuenta lo de la redundancia, tienes razón (y ya lo señaló Jane acertadamente). De hecho, en una futura versión, creo que eliminaré entero el párrafo ese corto, que pretendía ser una especie de punto de inflexión que le hace dar el paso a la infidelidad, pero realmente sobra por completo.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Son pocos los relatos que me quedan por leer, pero auguro que ninguno llegará a ser tan tramposo como este no

Tiene cosas que me gustan mucho, el tema a tratar, el desarrollo, el look contemporáneo y alguna frase por ahí de las que me gusta encontrar (supongo que soy un poco fan del estilo Curro).

En la parte negativa algunos errores que no voy a repetir porque ya lo han "echo" los compañeros.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1045

Germinal dijo:

Tiene cosas que me gustan mucho, el tema a tratar, el desarrollo, el look contemporáneo y alguna frase por ahí de las que me gusta encontrar (supongo que soy un poco fan del estilo Curro).

¿Se puede considerar por tanto que tengo un club de fans (aunque sea de una única persona)? crying

Gracias por las amables palabras :)

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