Hace poco vi una de las versiones de Nosferatu que circula por la red, uno de los pecios del naufragio que constituyó la destrucción de la cinta, y creo que bien merece dedicarle unas líneas.
Disquisición sobre un tema recurrente cada vez que sale el creador de Tintín en una conversación sobre su obra: ¿realmente sus cómics sobre el personaje denigran a los que no son blancos y son patentemente misóginos?
Tenía yo en mente una reflexión estos días a propósito de la práctica de esta maravillosa afición -la escritura- que deseo compartir en especial con todos aquéllos que, como servidor, gustan de escribir historias encuadrables en lo que viene a llamarse "Literatura Fantástica".
Reflexiones a priori que me han surgido tras darle un poco de vueltas al proyecto que nos ha presentado Alan Moore con su mujer, Melinda Gebbie, este año en el Salón del Cómic de Barcelona
Que nadie se inquiete: la idea no es que estos simpáticos duendecillos se den de palos entre sí a ver quién es el más fuerte, sino sólo dedicar una nostálgica mirada a dos comunidades -por llamarles de alguna forma- que me fascinaron de pequeño y que tuvieron su expresión en el cómic, amén de otros medios