Los bombones chinos

Imagen de Patapalo

Reseña de la escandalosa novela de Mian Mian, cuyo título me permito retraducir con una cierta libertad

“Los bombones chinos”, Les bonbons chinois en la versión francesa que leí y cuya ambigüedad denominativa he querido trasladar en mi “traducción libre” del título, es una novela escandalosa. Así, al menos, ha sido largamente calificada. Personalmente, lo que encuentro más escandaloso de la novela es su pésima ejecución.

La historia narra las vivencias presentadas como autobiográficas de una joven china en los años ochenta y posteriores. Pretende ser el relato descarnado de una generación perdida en su apertura al occidente y a una cierta tendencia juvenil de sexo, drogas y rock ‘n roll.

 

A nivel histórico y de retrato social no puedo juzgar en absoluto la obra. Queda a los propios chinos y a aquellos extranjeros que hayan conocido bien el país juzgar si la serie de escenarios vagamente retratados, y que incluyen con la misma superficialidad bares, prostíbulos, psiquiátricos e institutos, son fidedignos o no.

 

Lo que sí que puedo juzgar es la irritante suficiencia que transmiten sus líneas. Desde la contraportada, en la que se habla de la censura que China ejerció sobre la primera edición del libro, se percibe claramente el mensaje: si queréis carnaza, se os dará.

 

El libro es, de hecho, un ejemplo claro de que se pueden escribir novelas sin que la literatura asome por ningún lado. No se trata ya de que la historia sea banal y escabrosa a más no poder, ni que tenga problemas de ritmo a causa de la supuesta veracidad de los hechos. No. El problema es mayor. El problema es que la autora se ha escudado en que iba a decirla bien gorda para no poner el más mínimo interés en cómo lo contaba.

 

Los capítulos puede que tengan un cierto orden al principio, pero llega un momento en el que uno se da cuenta del carácter errático del texto. No nos va a contar nada y ni siquiera va a intentarlo o a fingirlo. Seguramente hubiera podido tolerar esto diciéndome que era un modo de retratar el sentimiento de vida a la deriva que la protagonista narradora sufre. Pero cuando uno se da cuenta de que el respeto al lector no existe, la cosa pasa de castaño a oscuro.

 

La gota que colmo el vaso fueron los diálogos, que no vienen marcados ni acotados de ningún modo. Esto, unido a mi desconocimiento de los nombres chinos, hizo que algunos pasajes -extensos pasajes- fueran incomprensibles. Al final lo tuve claro: Mian Mian, pseudónimo que utiliza la autora para decir en el último capítulo que sí que es ella en realidad la protagonista pero que su inmadurez le impide aceptar el texto todavía, no tiene ningún interés en que nadie le escuche. Lo que quiere es que le oigan.

 

Así, “Los bombones chinos” no es más que un libro en el que, sin orden ni concierto, una adolescente crecida nos lía en un texto insulso. Un libro que, a mi parecer, no se debería considerar una novela sino una rabieta. En mi modesta opinión, cuando uno publica es para que le lean, y eso implica un compromiso también por parte del autor, no sólo una pose.

 

Autor

 

Mian Mian nació en 1970 en Shanghai (China) en el seno de una familia de intelectuales. Conoció la vorágine de sexo, drogas y rock & roll de la China de los años 80, experiencia que le sirvió para escribir Tang (Candy, Les Bonbons chinois), novela ya traducida a varios idiomas. Otra novela de la autora se llama “Todo niño bueno merece comerse un caramelo”.

 

A la obra de Mian Mian se le adjudica sobre todo un valor testimonial de este período de la historia china.

 

Sinopsis

 

Una joven de Shanghai, a raíz del suicidio de su mejor amiga, decide irse a vivir la vida, mezclándose con un joven músico de buena familia con el que entrará en una espiral de decadencia

 

Edición

 

Les bonbons chinois

Mian Mian

Éditions de l’Olivier, 2001

Bolsillo

 

Conclusión

 

Amparándose en su valor documental, “Los bombones chinos” no intenta siquiera ser una buena novela. Está mal estructurado, no hay tensión y está mal redactado por simples manías como no querer acotar los numerosos diálogos que se suceden o cambiar de narrador sin previo aviso. Lo paradójico del tema es que a nivel documental es un libro casi inútil porque, como la acción es confusa y la narración se centra en la protagonista, es muy difícil hacerse una idea del escenario.

 

Al final el lector se queda con algunas anécdotas sobre la China de los años ochenta y noventa y con una vaga idea de lo que pueda ser Shanghai y Pekin. Sin embargo, a pesar de haberse encontrado algún pasaje interesante, la sensación global que resta es la de haberse leído un texto que busca el escándalo y el morbo sin demasiado acierto formal. Personalmente, desconfiaré la próxima vez que me llame un libro por el divertido nombre de la autora.

 

 

Nota: 40

Lo mejor: Hay algunas escenas que llegan a transmitir el fondo de algunos personajes retratados

Lo peor: La falta de interés y respeto de la autora por los lectores

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